(N/A: Me inspiré para esto con dos canciones de Ed Sheeran, para esta primera parte, escuché la canción "All of the stars". Y a partir del título, "Galway girl". Espero que les guste)
Mi mente se había mantenido en un denso aletargamiento desde que la vi en el juego, justo frente a mí, y la realidad volvió a retomar su marcha cuando, tras haber vuelto a la cola para subirnos de nuevo, por fin me presentaron a la chica del Satélite, Astrid Hofferson. ¿Había dicho lapislázuli para referirme a sus ojos? Perdón, me equivoqué.
Tiene ojos de cielo.
Hola, aquí Hiccup Haddock a punto de meter la pata de nuevo…
Me la presentaron haciendo cola para el Satélite, también conocí a Heather y a Fishlegs. Parece ser que todos son conocidos en Berk, misma escuela, mismo todo. Astrid y Heather platican animadamente, apenas una termina una oración, la otra ya está iniciando a hablar, han dicho cosas al unísono, lo que me hace pensar que de verdad son unidas. Sonrío para mis adentros cuando los gemelos empujan a Snotlout lejos de ellos, mi primo por fin se digna a acercarse de nuevo hasta donde estoy y me barre con la mirada.
—Aquí vamos. —Murmuro molesto, conozco esa mirada en Snotlout.
—¿Sí sabes que Astrid y Heather mueren por mí, verdad?
—Oh, no cabe duda. —Digo con sarcasmo mientras mis hombros se contraen en movimientos bruscos. —Se nota sobre todo en la manera en la que te ignoran y te desprecian, amor mal disimulado.
—Sabes Hiccup, si no te conociera tanto, diría que estás siendo sarcástico. —Inquiere confundido, mirándome con el ceño fruncido.
Aumento el sarcasmo al hablar. —No me digas. ¿En serio? No quiero que pienses eso.
—Bueno... —Murmura Snotlout, aún inseguro.
Escucho a Astrid reír por lo bajo y la descubro mirándome de reojo. ¿Se está riendo de mi broma? Me sonrojo un poco y saludo con una mano, ella me devuelve el gesto con media sonrisa y luego se enfoca en Heather, que le da un empujón con la cadera antes de retarla a correr hasta la siguiente atracción.
No a todos les gusta el sarcasmo. Las bromas inteligentes diseñadas para burlarse del coeficiente de los bobos no son del agrado del mundo. Sonrío de pensar que Astrid tal vez aprecia esa forma del lenguaje.
—Oh, dear... —Murmura Fishlegs mirando al frente.
Astrid y Heather están de pie frente a un juego de caída libre. Una torre de unos cuarenta metros de altura con asientos alrededor de una dona extraña. Mi estómago se revuelve y siento el ardor en las manos. Quiero subir.
—¡Vamos! —Exclaman Heather y Astrid al unísono, mirándonos. Y luego habla sólo Astrid poniendo una mano en su cadera con expresión de desafío. —¿Me van a decir que tienen miedo?
—Snotlout Jorgenson no le tiene miedo a nada. —Exclama mi primo, territorial mientras se apunta el dedo con el pulgar. Y luego escuchamos los gritos de la gente que es dejada caer y él se pone pálido.
—¿Quién subirá a mi lado? —Exclama Astrid.
—¡Duh! —Sueltan los gemelos al unísono. Luego Ruff habla. —Obviamente Heather. Son como lapas, no se despegan la una de la otra.
—Al otro lado. —Suelta la rubia con hastío.
—Yo voy... —Digo levantando una mano, sin darme cuenta de lo que acabo de hacer. Astrid sonríe de oreja a oreja mientras me acerco a ella, es fuerte, me toma un brazo y toma a Heather del otro lado, y la pelinegra mira en dirección a Fishlegs con aires suplicantes. Veo al muchacho suspirar pesadamente antes de tomar su lugar al lado de la chica.
Estos dos se gustan. Estoy seguro.
Una vez asegurados en nuestros asientos, comienza a subir el mecanismo y en unos minutos estamos sentados en lo alto de la torre. Astrid había estado dando brinquitos de emoción durante el trayecto, pero ahora que estamos hasta arriba, mira en calma todo el parque.
¡Vaya! Puedo ver todo el pueblo desde aquí.
—Este es mi juego favorito. —Admite en voz alta. No lo dice para nadie en específico, Heather está tratando de calmar a Fishlegs y nadie más puede escucharla ya que habló muy bajito. Me mira con una sonrisa franca.
—¿Por qué? —Pregunto tratando de no sonar demasiado curioso. Ella sonríe, feliz de que pregunte. Y sonrío también.
—No lo sé, es como volar, sentir el aire, verlo todo. Me encanta éste minuto de espera.
—Es como si el tiempo se detuviera. —Admito sonriendo, recargando los codos en el barandal e inclinándome todo lo que me deja el arnés.
—Exacto. —Murmura ella sonriendo. —Me gusta la altura. Y el sarcasmo. —Dice sarcástica mirando al frente. Cuando trato de preguntarle por esa frase es demasiado tarde. Han soltado el seguro y caemos en picada, mis manos se aferran al arnés y suelto una carcajada al sentir la descarga de adrenalina. Astrid a mi lado levanta ambas manos y suelta una carcajada.
El juego se detiene y volvemos a subir, ella me mira con la mirada llena de euforia, le sonrío de la misma manera y de nuevo vamos en caída libre. Ella me toma una mano y la levanta sobre nuestras cabezas. Entrelaza nuestros dedos y el tiempo se detiene. La miro reírse a carcajadas, con el cabello bailando en torno a la caída, con los ojos apretados y lágrimas resbalando. Cierro los ojos también y la caída se intensifica. Nos detenemos por segunda ocasión. Astrid baja nuestras manos pero no me suelta, y yo entrelazo mejor mis dedos con los de ella. Nos miramos a los ojos y comienza la tercera caída, pero aunque nuestros brazos suben por el impulso, ésta vez no gritamos, nos quedamos mirándonos fijo, manteniendo las manos entrelazadas y la magia del momento. Es la última caída, es la que dura más, pero el tiempo no pasa, aquí estamos suspendidos una eternidad.
1.- Galway girl.
Todos los personajes de HTTYD son de Cressida Crowell ninguno me pertenece y no pretendo hacer esto con fines de lucro.
Una disculpa por el error con el capítulo.
Decidí volver a escribir algo de HTTYD, como expliqué en mis fics de Zootopia: Mao Kyoku Kon y yo somos la misma persona. Sólo que esa cuenta la compartía con una amiga y decidí comenzar a escribir sola un tiempo después de que ninguna de las dos volvió a actualizar. Sigo esperando el final de "Hielo y sol", Mao T-T, aún no olvido esa historia. Esto es una continuación de "Satélite" por si quieren darle una leída. ¿Qué opinan? ¿One-shot o historia corta?
¿Merece un Review? Nos leemos.
Hemos subido a casi todos los juegos del parque. Siento mis cabellos enredados y alborotados, y tengo un zumbido agudo molestando en el oído izquierdo desde hace media hora, pero no puedo evitar reírme a carcajadas a la par del resto.
Resulta que Fishlegs es bastante más interesante de lo que aparentaba, así que estamos disfrutando mucho un intercambio acalorado de información. Es fan de calabozos y dragones como yo y estamos planeando una partida completa para el fin de semana, Heather quiere aprender, pero algo me dice que la razón tiene que ver con pasar más tiempo con el muchacho. Los gemelos se quejan del juego, pero mi primo dice que siempre terminan viendo y tomando bandos.
Me pregunto si Astrid también asistirá.
—Tengo hambre. —Se queja Snotlout mientras seguimos avanzando de nuevo hacia los puestos de juegos de destreza, veo a Tuff y a Fishlegs asentir con la cabeza y sonrío.
—Vamos al pueblo, podemos cenar algo en lo de Gobber. —Comenta Astrid señalando con el pulgar sobre su hombro. Los gemelos asienten ansiosos y Heather añade una sonrisa, no sé qué tan despistada sea mi expresión justo ahora, pero Astrid me dedica media sonrisa antes de añadir. —Gobber es el mejor amigo de tu padre, Hiccup, o al menos eso dice él. Tiene un bar en el centro del pueblo, arriba de la herrería.
—Mi padre mencionó un bar. —Comento recordando que dijo que podría trabajar ahí por las tardes y noches si quería hacer algo productivo en sus ausencias.
—Tiene buena música y buena comida. —Comenta Fishlegs rascándose la barbilla, sonrío asintiendo. Confío en el buen juicio de este chico.
—Vamos. Suena bien.
—No sólo suena bien. Sabe bien. —Exclama Snotlout con entusiasmo. Rara vez los he visto de acuerdo en algo, así que cuando los gemelos también elogian el lugar, toda duda de la calidad del lugar se disipa.
Caminamos rumbo al pueblo de regreso. Echo un último vistazo a la feria y sonrío. Los juegos, los puestos, los lugares para comer, todo eso se instala una semana antes de iniciar con los preparativos para las fiestas. Mi padre me ofreció de voluntario para trabajar en las decoraciones del pueblo así que disfruto de mi última semana de libertad nocturna.
Gente de todo tipo se dirige hacia la feria, aún no son las once de la noche y mucha gente recién abandona sus hogares para disfrutar la noche. Los chicos parecen conocer a todo el mundo, la mayoría saluda primero a Astrid y algunos dirigen saludos al resto del grupo. Astrid. Parece diferente, sonríe, saluda a todos, es como si todo el pueblo la conociera y me pregunto por qué.
La mayoría la saluda con jovialidad, los más jóvenes la saludan con respeto y elegancia, como si se tratara de una princesa vikinga que se digna a dedicarles miradas de amabilidad, no lo entiendo, es extraño.
No hace tanto que llegué a Berk. Tal vez exageré un poco al decir que tengo como un mes aquí. En realidad, sólo han pasado cuatro días desde que llegué. Había estado tanto tiempo molesto con papá por hacer que nos mudáramos de casa tan rápido que no pensé en todas las otras posibilidades. Habernos mudado aquí por su trabajo fue un golpe duro, dejé atrás hogar, amigos, una vida. Pero mi papá ahora es alcalde de Berk así que tengo que adaptarme a la nueva vida.
Llegamos desde Galway, la semana pasada. Mi padre tomará el puesto pasando la fiesta de la cosecha, durante casi ocho años estuvo yendo y viniendo aquí, pasaba mucho tiempo en este pueblito y llegué a pensar que incluso tendría otra familia oculta en algún lugar, ahora que conozco Berk, puedo ver que tiene su encanto vivir aquí. El lugar es pequeño en sí, pero es muy bonito. Yo nací aquí.
Y ahora que por fin me decidí a salir de mi enclaustramiento, comienzo a enamorarme del lugar, haber conocido a Astrid sólo le da un plus. Snotlout no deja de decir que Berk está lleno de secretos y de misterios por resolver, y todavía creo que lo dice por molestar, para conseguir echarme fuera de casa. Pasamos las primeras dos noches en su casa, ahora terminamos la mudanza a nuestra nueva casa y por fin podré dedicar tiempo a turistear en lo que la escuela comienza.
—¡Danza! —Exclama Heather mirando a Astrid, veo a un grupo de chicos bailando céilí (un baile tradicional, el tap irlandés) al ritmo de un violín y beatbox. —¡Vamos Astrid, lo haces por deporte, no te niegues hoy!
—¡Hola Astrid! —Saluda el violinista dejando de tocar, el grupo se reúne en torno a la rubia y saludan a des tiempos, Astrid sonríe y se ríe con ellos, devolviendo los saludos y haciendo halagos.
Tras varios intercambios, los que bailaban el céilí vuelven a sus posiciones y Astrid toma un lugar al centro.
—Tú lidera, chica. —Comenta la que está más alejada y Astrid sonríe asintiendo.
Astrid inicia con el zapateo y el resto se le va uniendo cuando comprenden el ritmo y el sentido. Ella sonríe llevándose las manos a la cadera y luego me mira como retándome a bailar, Snotlout y Tuffnut me codean para provocarme y yo pienso en que mi padre me hizo estudiar Céilí la mitad de mi vida.
Volteo los ojos y avanzo hasta su lado, hago algunos cuantos pasos y le doy el turno señalándola con una mano. Astrid inmediatamente reanuda el zapateo con una sonrisa y una mano en la cadera, hace un salto a puntas y luego me vuelve a señalar. Retomo donde lo dejé, dioses, por favor, no hagan que me tropiece. Pero no, mi zapateo termina bien y le doy paso de nuevo a Astrid.
La veo repetir los mismos pasos un par de veces y me le uno al zapateado. Vamos bastante parejos y ella suelta una carcajada antes de mirar a nuestros amigos, me encara y me ofrece una muñeca. Yo pongo mi muñeca derecha contra la suya y hacemos unos cuantos giros con las muñecas pegadas y mirándonos a los ojos. Giro para quedar de frente a ella y unimos nuestras palmas a la altura del rostro, aun bailando. Ella sonríe girando a mi alrededor y luego la música se detiene, así que nosotros también.
La gente aplaude. No me di cuenta en qué momento nos rodearon, pero ahora tenemos público, Heather baja el teléfono sonriendo, nos estaba grabando.
—Oh, dioses... —Murmuro sintiéndome mareado. Astrid sonríe y me jala de la mano.
—¿Vamos a lo de Gobber o no? —Insiste sonriendo.
—Vámonos. —Exclamo comenzando a caminar tras ella, lo que sea con tal de salir de aquí.
Es cierto. El bar de Gobber es muy bonito, muy tradicional, lleno de escudos y mazas por las paredes, lleno de gente que bebe cervezas en tarros del tamaño de mi cabeza. Nosotros pedimos unas pizzas y bocadillos de cordero. Hay música en vivo y Astrid y Heather siguen bailando un rato mientras nos traen la comida. Snotlout, Ruff y Tuff están jugando con unos dardos y debo admitir que son bastante buenos, Fishlegs y yo nos quedamos en la mesa para apartar lugar. Él me mira divertido antes de murmurar.
—Es de Galway.
—¿Perdón? —Suelto confundido.
—Astrid. Nació aquí, se fue a Galway cuando era una bebé y volvió a los cinco años. Si sabes algo de Galway puedes tratar de conquistarla con eso.
—¿Soy tan obvio? —Murmuro avergonzado, sintiendo el rubor aumentar en mis mejillas, recargo el rostro contra la mesa y me oculto entre mis brazos.
—No, más bien digamos que soy muy buen observador, ya te darás cuenta de eso.
Levanto el rostro, esperanzado. —Gracias. —Murmuro.
—Es muy bonita. —Dice mirándola, sin embargo, sus ojos se desvían a Heather constantemente y yo sonrío.
—¿Te gusta su prima?
—¿Heather? —Dice en medio suspiro. —Sí, pero no tengo el valor para decirle. Además, mírala. Ella es más del tipo de patán. Una pareja hecha en el Valhala.
—Tú le gustas.
—No. —Dice tratando de rechazar esa posibilidad, tomando la carta de bebidas para tener algo en qué ocupar las manos. —Ella es muy valiente y una guerrera nata. No creo gustarle.
—Te hizo a ti subir a su lado en la torre.
Fishlegs me mira un instante, dubitativo, y luego sonríe tímidamente.
—¿De verdad lo crees?
—Te apuesto una pierna. —Bromeo sonriendo. Fishlegs también se ríe y ambos miramos a las chicas, que bailan al ritmo de la música. Volteo a la barra y veo a Gobber haciendo señas, sonrío al percatarme de que me habla para darme nuestras bebidas, veo varios tarros frente a él y él sonríe con expresion divertida. —Voy por los tarros. Ya vuelvo.
Fishlegs asiente y yo me levanto en dirección a la barra. Sonrío tomando cuatro tarros por las asas y haciendo equilibrio para no derramar el líquido. Se me hace agua la boca al oler el hidromiel y sonrío vigilando el contenido ambarino mientras camino, no me doy cuenta al girar que hay alguien frente a mí y derramo la mitad del contenido de los tarros en la chaqueta de cuero. Levanto la mirada, sorprendido y trato de emitir una disculpa, pero el dueño de la chaqueta ya tomó vuelo.
Es un muchacho poco más alto que yo, y definitivamente más fornido, con una cicatriz en la mitad del rostro y tatuajes en la otra mitad, pelirrojo de ojos claros y mirada asesina. Su puño ya se dirige hacia mi rostro y lo único que puedo pensar es que los dioses en verdad deben odiarme.
Los tarros resisten la caída, todo es confuso. Veo a Astrid y a Heather dirigirse hacia mí, veo al pelirrojo sonriéndole a Heather y a la pelinegra negando con la cabeza, como si estuviera decepcionada. Astrid se agacha a mi lado y sonríe antes de tenderme una mano. Estoy mareado, y lo último que escucho antes de perder el conocimiento es un ruido extraño, como metal partiéndose o algo así.
.
.
Siento algo fresco sobre el ojo. Astrid me sonríe retirando un pedazo de carne congelada, parece divertida.
—Buenos días, dormilón. —Me incorporo lentamente mirando a mi alrededor, seguimos en lo de Gobber pero hay menos de la mitad de la gente que había hace... ¿cuánto tiempo estuve inconsciente? —¿Cómo te sientes?
—Ah, de maravilla. —Exclamo llevándome una mano a la frente. —Como si una estampida de yaks me hubiera pasado por encima. —Astrid se ríe volviendo a ponerme el pedazo de carne contra el ojo. —Sobreviviré.
—Menos mal. Vaya primer día en Berk.
—Y que lo digas. —Primer día que salgo de mi madriguera y mira cómo termina, pero viendo el lado amable, conocí a Astrid. —¿Dónde están todos?
—Ahm, bueno, ellos... —Mira sobre su hombro y compone una expresión de... ¿Culpa? —Verás, la gente, los muchachos...
—¡Ahí estás! —Exclama Gobber sonriendo mientras camina hacia nosotros. —Me preocupaste un momento, pensé que te había pisoteado la gente.
—Así se siente. —Digo con más entusiasmo del debido. Astrid ríe.
—Deberían ir a casa. —Comenta Gobber con un aire misterioso, dedicándole a Astrid una mirada ceñuda. Ella asiente, como si hubiese un mensaje entre su expresión, me levanto con cuidado y pierdo un poco el equilibrio. Astrid se levanta y me sostiene por la cintura para estabilizarme, trato de alejarme, pero el mareo no me deja en paz.
—Buenas noches Gobber. —Dice Astrid pasándome un brazo por sus hombros y sonriendo. —Nos veremos pronto. Me quedé con ganas de probar el nuevo surtido de hidromiel.
—Te guardaré el mejor tarro, dragon huntress.
—Más te vale. —Responde sonriente.
Salimos del bar, me cuesta mucho trabajo no tropesarme pero me ayuda mucho el soporte que Astrid me brinda. Para ser tan menuda es muy fuerte. —¿Dragon huntress? —Digo tratando de sacar tema de conversación para no sentirme tan incómodo.
—Es un chiste local, tal vez luego te cuente.
Durante unos minutos caminamos en silencio por las calles del pueblo, nos dirigimos a mi casa, comienzo a preguntarme cómo sabe ella por dónde ir, y ahora que lo pienso, debería yo acompañarla a ella a casa, no ella a mí. Aunque me siento tan mareado que dudo mucho ser de ayuda si ella necesita compañía.
Se detiene a varios metros de mi casa y sonríe mirando otro pórtico.
—Bueno, vecino. Hasta aquí llego. —¿Vecino? —¿Puedes caminar los metros restantes?
—Sí... —Murmuro confundido. Ella me suelta y se aleja en dirección a la casa a nuestra derecha, es la casa más cercana a la mía. Astrid sonríe señalando la entrada sobre su hombro.
—Lo que necesites, me encuentras por aquí. —Dice tímida. Se da la vuelta y avanza un par de pasos pero frena en seco. La veo de pie unos segundos, como si dudara, y en un relámpago, se gira sobre sus pies y corre en mi dirección, se para en puntas para besarme la mejilla y al instante siguiente desaparece tras un portazo.
—Tal vez no todos los dioses me odian... —Digo en un susurro. —¡Odín, voy a amar Berk!
