CAPÍTULO 1

-El Ministerio de Magia, pide que se presente el acusado para que de su declaración sobre el delito del cual es culpado- dijo una voz ronca y muy formal.

Se abrió la puerta, una enorme puerta de madera por la cual han cruzado decenas de criminales: desde algunos distraídos que no respetaban el limite de velocidad de sus escobas, hasta los más terribles asesinos que había conocido el mundo mágico: los mortífagos.

Dos custodios acompañaron al acusado a su silla, el aspecto que ofrecía aquel hombre era terrible, así o peor eran los estragos que dejaba la prisión de Azkaban para aquellos que lograban salir. El hombre no era muy atractivo y esos nueve días en cautiverio no le favorecieron en nada.

Su cabello negro, estaba enmarañado, su piel más pálida de lo normal, su semblante era triste, de desilusión, quizá deprimido.

Su ropa era negra, su habitual túnica con la que daba clases estaba sucia y desgarrada, aun no le podían dar un uniforme (porque sólo estaba detenido) hasta que se declarará culpable y que probablemente sería esa noche.

A los presentes les sorprendió ver el estado físico y mental del hombre, ya que sabían que él hasta antes de lo sucedido era fuerte, cínico, sarcástico, era el único profesor que no mostraba señales de sentimientos en su ser. Sus ojos habían cambiado su expresión, antes eran vacíos, como el negro abismo, ahora se percibía una pequeña luminosidad, un débil brillo, una lejana esperanza, como si supiera que un milagro fuera a pasar.

La noticia se convirtió en escándalo, los protagonistas eran el culpable y la víctima a los ojos de los demás, pero sólo ellos: Severus Snape y Charlotte d'Lioncourt sabían la verdad, pero ella estaba muerta.

Habló el ministro –"Severus Snape, es acusado de los siguientes crímenes: asesinato del Director del Colegio de Magia y Hechicería, Albus Dumbledore y de la señorita Charlotte d'Lioncourt, profesora adjunta de Pociones, en dicha escuela. ¿Cómo se declara?"-

Snape reflexionó, alzo el rostro, se acomodó un mechón de cabello que le cubría el ojo derecho, dio un vistazo general a la audiencia y con voz débil dijo:

-"Inocente, su señoría"-

Los presentes no daban crédito a lo que escuchaban, algunos suspiraron un ¡oh! de sorpresa, otros murmuraban, los más descarados pronunciaban maldiciones, sin medir el tono de voz en contra del ex profesor.

El ministro estaba furioso, intentó mantener la calma, pero lo traicionó la furia y gritó: -"¡¿cómo se atreve a decir semejante mentira?, cuando todo el mundo sabe que es culpable!"-

El recinto quedó en silencio.

El acusado se defendió:- "lo mismo creyeron de Sirius Black y resultó que se habían equivocado en el veredicto y..."-

-"esto es diferente- interrumpió el ministro- si usted está aquí es porque debe tener un juicio, no porque se dude de su culpabilidad"-

Snape juntó sus manos, se levantó del asiento y gritó -como solía hacer cuando daba sus clases y algún alumno arruinaba la poción -"¡Entonces soy culpable de amar a una mujer que me obligó a cometer esos actos!, ¡por Charlotte d'Lioncourt soy pecador y no me arrepiento!"-

Hermione Granger se levantó de su asiento y entre sollozos habló a Snape o más bien le gritó –"¡Cállese!, ¿cómo puede decir eso de Charlotte?, ¡usted la mató, ella era buena!"- la joven rompió en llanto, su amigo Ron Weasley la abrazó, porque no le gustaba verla llorar y porque sabía que la pérdida de la profesora Charlotte era terrible, porque había forjado una gran amistad con Hermione.

La escena conmovió al público, que se tragaba con la mirada a Snape (que parecía halagado con ese gesto, ya que comenzaba a recuperar su tono sarcástico que le caracterizaba).

-"Señorita Granger, sus interrupciones nunca han sido convenientes, pero si la tranquiliza, puedo asegurarle que Charlotte está viva"-

Una gran expectación inundó el lugar, una voz entre la multitud exclamó: -¿Dónde está?

-Eso, no lo sé, pero esta viva, como ya dije- respondió Snape

-¡Es un mentiroso!- gritó Harry Potter- ¡Usted la odiaba, yo escuché cuando la amenazó de muerte!

Snape miró al muchacho que tenía una cara de felicidad por ver al profesor que más lo había hecho sufrir a un paso de las rejas.

-Potter, Potter, tu siempre entrometiéndote en todo, sin comprender, pero no te daré el gusto de verme tras las rejas- el mago se había introducido en la mente de Harry, como gran experto en Legeremancia.

El ministro preguntó: ¿y cómo es que está tan seguro de que no irá a Azkaban?

Severus volvió a sentarse, no estaba acostumbrado a ser el centro de atención, a tener que soportar las miradas, pero no le quedaba opción, así que explicó, tratando de ser lo más claro: -porque cuando les cuente lo ocurrido, se darán cuenta de mi inocencia-.

Todos en el juzgado guardaron silencio, la escribana colocó una nueva hoja de papel a su pluma mágica, Rita Sketter sonrío, ya que sabía que obtendría una exclusiva y el ministro sólo pudo decir: -puede comenzar-.