Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi, esto lo hago sin fines de lucro.
Referencia: Las cursivas dentro de un diálogo son pensamientos. Entre comillas son texto. Eso es todo por el momento.
El vendedor de sardinas.
Día 1: Velocidad.
-Esta tarde se mudaron unas personas a la casa de enfrente, creí que nunca lograrían venderla.- comentó Nabiki mientras llevaba un poco de arroz a su boca.
-¿Tenemos nuevos vecinos?- preguntó el patriarca Tendo, mientras le pasaba su tazón vacío a Kasumi
-Así es… el señor Kimura y su esposa serán nuestros vecinos.- respondió Kasumi llenando el tazón de su padre.
-¿Tú los conoces?- preguntó Nabiki algo preocupada por haber pasado por alto algo de información.
-Así es… el señor Kimura vende sardinas en el mercado.- respondió con una sonrisa la Tendo mayor.
-Así que un vendedor de sardinas…- concluyó Soun sonando más reflexivo de lo que en realidad estaba siendo.
La familia continuó cenando tranquilamente, una cena normal en la cual charlaban de temas triviales mientras que Ranma y su padre peleaban por el último trozo de pescado. Akane había permanecido en silencio, dedicándose únicamente a su cena por lo que terminó antes que los demás.
-¡Ya termine!- exclamó poniéndose de pie. –Me voy a acostar… tengo mucho sueño.- comentó mientras hacía el ademán de un bostezo.
-Esta bien Akane, que tengas buenas noches.- respondió Kasumi con su usual alegría.
Una vez que la chica desapareció por el corredor Ranma se devoró su comida en cuestión de segundos, lo que pudo rescatar de su padre al menos. E inmediatamente subió tras su prometida sin dar ninguna explicación.
-Mañana será un día muy largo… al igual que los siguientes…- dijo para si, Akane recargada en la puerta de su habitación.
Un suspiro mezcla de tristeza y frustración se escapó de sus labios, los días de ahora en más serían muy duros, pero ella era una artista marcial y debía sacar el mayor provecho de la situación. Un par de golpes en el cristal de la ventana la sacaron de sus pensamientos, allí estaba su prometido, con cara de pocos amigos.
-¿Qué quieres Ranma?- preguntó resignada, mientras abría la ventana.
-¡¿Te volviste loca?!- preguntó exasperado mientras entraba a la habitación, en la sala se había contenido demasiado.
-Tengo que dormir… así que si quieres decirme algo hazlo de una vez.- su voz no se escuchaba enojada, sino más bien cansada.
-Sólo tengo una pregunta…- dijo intentando calmarse. -¡¿De donde sacaste la genial idea de pedirle a MI PADRE que te entrene?!- le preguntó totalmente exasperado.
-Fue lo mejor que se me ocurrió.- explicó simplemente, viendo como los ojos de Ranma se agrandaban al escucharla.
-¡¿Qué fue lo mejor que se te ocurrió?! ¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Nabiki te entrenaría mejor!- no lo podía creer, su prometida debía ser lo suficientemente inteligente para saber a lo que se arriesgaba con su padre.
-Tal vez… pero Nabiki me cobraría demasiado…- respondió sentándose en su cama, conociendo a su prometido no se iría hasta que ella lo sacara volando del cuarto.
-¿Porque no se lo pediste a tu padre? Él siempre te entrenó…- dijo él intentando ofrecerle una mejor opción.
-Mi padre no tiene intenciones de entrenarme…- posó su vista en la pared. -Sólo lo hizo para cubrirse en caso de que Kasumi o Nabiki no se casaran con artistas marciales…- suspiró resignada bajando la mirada, ese era un asunto que aún dolía un poco. –Cuando tú llegaste no encontró razones para seguir entrenándome.
Debía admitir que sus palabras lo hicieron sentir algo culpable, pero no podía distraerse de su cometido, no podía permitir que ella cometiera esa locura.
-¡Pero debe haber alguien más! ¡Papá es la peor opción! ¡Y lo sabes!
-¿Peor que Hapossai?- preguntó viéndolo a los ojos. –Acéptalo no hay otra opción…- finalizó.
-¡Pero no puedes! ¡Va a arruinar tu vida! ¡¿Recuerdas el Neko-ken, Jusenkyo, las prometidas?!
-¡Muchas gracias por meterme en la bolsa de las cosas que arruinaron tu vida!- le dijo molesta, continuó hablando antes de que él dijera algo para defenderse. –Descuida que no iré con él a un sitio de entrenamiento antes de informarme de que se trata, y lo detendré apenas note que comienza a atarme panes de pescado al cuerpo…
-No se trata sólo de eso… Akane yo pasé hambre, sed, frío, cansancio extremo. ¡Y todo eso gracias a las idiotas ideas de entrenamiento de mi padre!
-¡Y sobreviviste! ¡Y en parte gracias a eso eres un gran artista marcial!- se puso de pié y caminó hacia él. –Nada de lo que digas me va a hacer cambiar de idea, así que ahora vete porque mañana debo madrugar.
-¡Te arrepentirás!- le advirtió mientras salía por la ventana. –Oh… ¿En serio crees que soy un gran artista marcial?- preguntó deteniéndose a mitad de la salida, con el ego por los cielos.
-¡YA VETE!- le gritó exasperada mientras convertía sus palabras en acción con la ayuda de su querido mazo.
Cuando Ranma aterrizó en el estanque, ella cerró la ventana y corrió las cortinas, no quería más molestias, debía descansar.
Una femenina Ranma caminó hacia el dojo dejando un rastro de agua tras de si, allí encontró a su padre tal como lo esperaba.
-Viejo… tenemos que hablar…- dijo en tono amenazante cerrando la puerta del dojo.
-Tengo que irme…- comentó el hombre mientras intentaba huir de su hijo.
-¡Tú te quedas!- ordenó mientras lo detenía por el cuello del gi. -¡Escúchame bien! ¡Nada de técnicas locas! ¡Nada de pergaminos que encontraste a mitad de precio en el mercado! ¡Cada entrenamiento lo consultas antes conmigo! ¡¿Entendido?!
-¿Porqué te interesa tanto? Ustedes se llevan tan mal que…- comenzó a decir el hombre mientras acomodaba sus gafas.
-¡Me interesa porque es mi prometida!- respondió el chico mostrándole su puño cerrado. –Y además hace tiempo que tengo ganas de fabricarme unos guantes de piel de panda… ¡Así que no se te ocurra hacerle ninguna locura!- amenazó, soltándolo bruscamente. –Y una cosa más…- agregó mientras caminaba hacia la salida. –¡Le pones un dedo encima y te mueres!- sentenció fulminándolo con la mirada.
El sol aún no se había asomado, dos figuras caminaban por las calles de Nerima.
-No entiendo porqué tuvimos que levantarnos tan temprano…- se quejaba Genma en medio de un sonoro bostezo.
-¡Pero Tío… usted mismo me dijo que comenzaríamos el entrenamiento muy temprano por la mañana!- respondió Akane mirándolo de reojo.
-¡Todavía no es de mañana! Pero bueno… ya que nos levantamos vamos a aprovechar el entrenamiento.- se resignó Genma.
-¿Y bien que vamos a hacer hoy? ¿A dónde nos dirigimos?- preguntó emocionada.
-Hoy entrenaremos tu velocidad, vamos a ir al mejor lugar para eso.- respondió Genma muy seguro de sus palabras.
Minutos más tarde se detuvieron frente a un enorme portón cerrado.
-¿El Zoológico?- preguntó Akane, viendo como su honorable maestro forzaba el portón con la ayuda de unas ganzúas.
Una vez dentro se detuvieron en la sección de los felinos, mientras Akane se debatía si irrumpir en un zoológico durante la madrugada sería correcto, Genma acababa de atar una chuleta de su espalda.
-¡Un momento! ¡¿No querrá que entrene el Neko-ken?!- exclamó Akane cuando notó la situación.
-¡Nada de eso!- tranquilizó a la chica guiándola a una de las jaulas. –Un verdadero artista marcial debe ser veloz como el viento, así como ese chita.- dijo señalando al animal dentro de la jaula, mientras Akane asentía. –Tus oponentes no deben poder ver tus movimientos hasta que sean imposibles de esquivar.
-¡Entiendo!- afirmó la chica pensando en las sabias palabras de su sensei.
-¡Adelante!- exclamó el hombre, mientras abría la jaula de los chitas, y hábilmente saltaba hacia la parte superior de esta, quedando fuera del radio de alcance de dichos animales.
-¡¿QUE HACE TÍO GENMA?! ¡¿SE VOLVIÓ LOCO?!- preguntó atemorizada.
Lentamente tres hambrientos chitas se acercaron a la salida de esa enorme jaula, olfatearon en el aire el aroma de la apetitosa chuleta, localizando su ubicación. Esos animales normalmente pacíficos caminaban hacia ella haciendo notar sus colmillos, a sus ojos eran tres animales locos con sus ojos desorbitados dispuestos a saltarle encima en cualquier momento. Genma observaba tranquilamente a la aterrada chica que corría por su vida, detrás de ella los tres chitas reafirmaban su fama de ser los animales terrestres más veloces. Se sentía orgulloso por su entrenamiento, tal vez lo había leído en un pergamino antiguo, pero en el mismo sólo se hablaba de un animal, él en un arranque de genialidad había hecho la modificación de utilizar tres chitas, más sería mejor así que seguramente para la tarde la chica sería el triple de veloz.
-¿Han visto a Akane?- preguntó Kasumi con amabilidad mientras servía el arroz en la mesa.
-¡Jajaja! Ella está entrenando… ¿No es así amigo Genma?- respondió Soun.
-¡Así es! ¡Ya verá que regresará muy emocionada!- respondió Genma mirando emocionado el tazón de arroz en sus manos.
Ranma comía su desayuno sin quitarle la vista de encima a su padre, su prometida no aparecía y la palabra "entrenamiento" en boca del viejo no era buena señal. Estaba a punto de preguntarle sobre la clase de entrenamiento cuando una voz detrás de él lo paralizó.
-¡Tiiiioooo…!- la voz de Akane sonó atemorizante, como salida de ultratumba, su aura se expandía ardiendo peligrosamente, sobre todo por encontrarse cercana a tantos elementos inflamables.
Estaba parada a mitad del jardín, despeinada, jadeando y sudando luego de la carrera, con su gi hecho jirones y algunos rasguños en su cuerpo, arrojó con rabia un trozo de bistec crudo todo mordido al suelo mientras le gruñía a su sensei.
-¿Te encuentras bien?- preguntó Ranma asustado.
-Si…- respondió extinguiendo su aura, bajando la mirada resignada.
-Ve a cambiarte Akane, o llegarás tarde.- sugirió Kasumi con su usual sonrisa.
Ranma observó a Akane caminando hacia su habitación, mientras el resto de la familia continuaba desayunando como si nada hubiera sucedido. Le lanzó una mirada furiosa a su padre que ya estaba convertido en panda jugando con una pelota de playa, mientras sostenía un cartel con la leyenda "No me mires, sólo soy un panda con una pelota.", definitivamente al regresar de la escuela le daría una merecida paliza.
-¡Te lo dije!- señaló Ranma caminando encima de la cerca hacia la escuela.
-¡Cállate!- respondió ella, ya había tenido suficiente con ese entrenamiento para que él viniera a burlarse.
La observó detenidamente, su caminar descompasado, las claras muestras de agotamiento, algunos rasguños que se dejaban ver a través del uniforme. Con reproches no lograría convencerla, decidió cambiar la estrategia.
-¿Cuántos perros fueron?- preguntó tranquilamente cruzando sus brazos detrás de la cabeza.
-¿Eh…?- preguntó ella deteniéndose a verlo.
-Cuando probó ese entrenamiento conmigo, tuve que escapar de once perros callejeros, sé que no es demasiado pero sólo tenía seis años.- comentó deteniéndose y mirándola con un gesto divertido.
-Creo que yo tuve más suerte…- comentó con una media sonrisa. –Los tres enormes chitas que me perseguían desde el zoológico lograron desanimar a los perros…- concluyó en medio de un suspiro, reanudando su camino.
-¿T… Tres… chitas…?- preguntó desconcertado viendo como su prometida se alejaba. -¡Me las pagaras viejo! ¡Te voy a arrancar las uñas de los pies!- exclamó mientras corría tras ella.
Las clases transcurrieron sin pena ni gloria, regresaron a la casa caminando en silencio, Ranma tronaba sus nudillos con una media sonrisa en su rostro mientras decidía el mejor castigo para su padre, escuchar sus gritos mientras lo quemaba en una hoguera le resultaba muy tentador en esos momentos. Mientras que Akane sumida en sus pensamientos suspiraba resignada, definitivamente su única opción sería continuar ese entrenamiento por más duro que fuera, debía mejorar demasiado en muy poco tiempo, una misión casi imposible, pero no se daría por vencida sin intentarlo. El silencio reinaba en la casa Tendo, cosa que les dio una clara idea de lo que sucedía. En la sala encontraron una nota de la familia con la excusa de siempre, una salida urgente, la cena en la cocina, se quedarían solos esa noche.
-Lo hacen todas las semanas… ya resulta predecible…- comentó resignada la chica.
-¡Y ese viejo idiota se libró de la golpiza!- exclamó molesto subiendo a su habitación.
Luego de darse un reconfortante baño que lo liberó de algunas tensiones fue al dojo a entrenar. La encontró allí, practicando unas katas bastante simples, en su cuerpo tenía un exoesqueleto que él pudo reconocer como uno que utilizó hacía mucho tiempo. El aparato agregaba en total unos cuarenta kilos al peso corporal natural, distribuidos en hombros, muñecas, rodillas y tobillos, estos pesos unidos por cuerdas elásticas con la finalidad de agregar resistencia a los movimientos.
-Usé aparato cuando tenía nueve años…- comentó recargado en la pared del dojo.
-El tío Genma lo dejó en mi cuarto antes de irse, supuse que quiso que entrenara mientras él no estuviera.- respondió ella cambiando a una kata sólo un poco más compleja.
-Se ve algo oxidado…
-Supongo que así ofrecerá más resistencia…- comentó ella continuando con sus movimientos.
La observó unos minutos, se veía exhausta, sus movimientos intentaban ser precisos, pero eran temblorosos, y su rostro reflejaba mucho dolor.
-No deberías esforzarte demasiado…- aconsejó él. –Si pretendes sobrevivir a mi padre tómatelo con calma…
Luego de decirle eso comenzó a realizar sus complejas katas mientras Akane lo observaba cuidadosamente. Ella intentó imitar sus movimientos, con lamentables resultados, él al notarlo comenzó a cambiar sus movimientos por unos más suaves y sencillos, sin dejar de prestar atención a lo que ella hacía, a medida que lograba dominar un movimiento, él comenzaba uno un poco más complicado, al menos era una forma de hacerla sentir mejor, pensó.
-Me voy a bañar.- anunció Ranma cuando notó que el agotamiento de su compañera era demasiado. –Luego cenaremos lo que haya dejado Kasumi.- sentenció dándole a entender que el entrenamiento había terminado para ella también.
Estaba demasiado exhausta hasta para gritarle, así que se limitó a sentarse en la duela del dojo y esperar a que él dejara el baño libre.
-¡Ranma me entrenó! ¡Él realmente lo hizo!- pensaba ella con sus ojos brillando de emoción, y una franca sonrisa formándose en su rostro. –Sólo espero que todo salga bien…- su sonrisa fue reemplazada por un semblante de tristeza y preocupación.
Ranma cortésmente se ofreció a calentar la cena mientras ella tomaba un baño, cenaron en silencio, demasiado y muy incómodo silencio. Akane optó por encender el televisor, y ver una película.
-¿Una de terror?- preguntó el chico mirando aburrido como el horrible monstruo devoraba gente.
-¡Claro! Me hablaron de esta en la escuela… ¿O será que te da miedo?- preguntó con una sonrisa pícara.
-A la que le da miedo es a otra…- respondió viéndola de reojo.
-¡Ya cállate que no me dejas escuchar!
Cinco minutos más tarde Ranma disfrutaba de la escena, no de la película, sino de una Akane temblando de miedo, con su mirada fija en la pantalla, y que se tensaba al más mínimo cambio en la banda sonora del film.
-¡¿Qué fue eso?!- preguntó sobresaltándose, mirando hacía los lados.
-La actriz tropezó con el cuerpo de uno de sus amigos…- respondió mirando desinteresadamente la película.
-¡No me refiero a eso! ¡Escuché un ruido!
-¿A si? Yo no escuché nada.- respondió tranquilamente mientras ella bajaba el volumen del televisor.
Un nuevo ruido un poco más fuerte que el anterior les hizo dar un respingo.
-Eso si lo escuché…- dijo él poniéndose serio mientras miraba en dirección a la puerta de entrada.
-¡Lo ves! ¡Tú nunca me crees!
-Voy a ver que es…- informó mientras caminaba hacia el recibidor.
-¡Voy contigo!
-¡Tú te quedas!- ordenó viéndola con seriedad, normalmente sólo se trataba de algún loco con un reto, o una de sus prometidas, pero esta vez tenía un mal presentimiento.
-Está bien…- esa seriedad en la mirada del chico la obligó a obedecerle, se sentó en su lugar nerviosa mientras afinaba el oído intentando obtener información de lo que sucedía.
-¡AAAAHHHH…!- fue un grito de terror de Ranma lo que escuchó segundos después de que el chico saliera de la casa.
Sin pensarlo un momento corrió hacía el origen del grito, lo ayudaría como fuera, no importaba que tan grande y fuerte fuera ese monstruo que había lo había lastimado, ella lucharía hasta la muerta a su lado. Al salir de la casa se encontró a Ranma en el suelo mientras balbuceaba algo y señalaba hacía el frente. Tardó unos instantes en acostumbrarse a la oscuridad, y entonces lo distinguió, un gato… dos, tres, cuatro… una veintena de gatos apostados en la entrada de la residencia Tendo los observaban con sus brillantes ojos.
-¡Gagagagagagatooo…!- tartamudeaba Ranma en medio de los interminables maullidos de los visitantes.
Su prometido estaba a un paso del colapso nervioso, así que rápidamente lo tomó por la trenza y lo arrastró al interior de la casa.
-Mumumu… muchos…Gagagatooos…- balbuceaba al borde de las lágrimas, el joven aferrado a la baranda de la escalera mientras su prometida cerraba la puerta.
Se veía tan indefenso, por poco no había entrado en el Neko-ken, no podía dejarlo así, con paciencia lo tomó por los hombros y lo condujo escaleras arriba a su habitación, y lo dejó tendido sobre su futón.
-Tranquilo… te traeré un vaso de leche tibia para que te calmes… en seguida regreso.- le dijo dulcemente saliendo de la habitación.
Por quinta vez abrió la puerta del microondas, debía asegurarse que no dejaba la cuchara dentro del vaso como las veces anteriores, sobre todo ahora que le habían advertido que el siguiente microondas que hiciera explotar lo pagaría con su dinero.
-Bien… treinta minutos a potencia máxima supongo que será suficiente… tal vez cuarenta…- pensaba en voz alta mientras programaba el aparato.
Dos horas más tarde y cinco vasos menos, Akane caminaba hacia a la habitación de Ranma con un orgulloso vaso de leche aún intacto.
-Supongo que no le molestará tomarla fría…- comentaba algo apenada mientras abría la puerta corrediza. Lo encontró profundamente dormido, con una expresión de paz en su rostro, dejó el vaso a un lado del chico, tal vez por la noche despertara con sed, y ella también fue a dormir.
Continuará.
Hola a todos… aquí les vengo con otro fic, un poco loco y desgarbado, pero a ver que sale.
En pos de mi integridad física intentaré no matar a ningún personaje con esta fic, aunque con los entrenamientos del buen Genma no se si voy a poder hacer mucho.
Saludos especiales a Seraphy que me dio muchas ideas y recomendaciones para los entrenamientos, Ann que me dio consejos sobre la parte humorística, y Enaka que me escuchó pacientemente todos mis divagues.
El vendedor de sardinas se llama Kimura en honor a "Karate Kimura" una película de artes marciales con la cual me divertí mucho, tienen que ver la escena de la serpiente…
Y tal vez les resulte exagerado lo de Akane con el microondas… pero yo perdí muchos platos y vasos así… no se burlen!! No tengo la culpa de que esos horribles monstruos electrónicos hayan cobrado la vida de mis pobres platos…
Muchísimas gracias por seguir mis fics, y a los que gasten su tiempo en leer este que espero no haya quedado demasiado aburrido.
Si quieren dejarme reviews se los agradezco, saben que me alegran el día, y me motivan a exprimir mi media neurona para escribir algo lindo.
Nos leemos pronto.
