Las naciones se encontraban en una reunión, donde todo iba normal, bueno todo lo normal que puede ir, si nada más entrar ya están discutiendo, pero siempre por lo mismo cosas del pasado, heridas que se creen cerradas para unos están abiertas para otros, así que la forma de la gente de sentirse superior a esa persona es a base de insultos, golpes, o en caso de que sea francés esparciendo amour, pues bien, la gente se empezaba a cansar de las continuas disputas de sus naciones, porque claro, ellos si no quieren ver a nadie, pues le pierden de vista, total como mucho le conocerán desde unos pocos años, pero para las naciones con algunas como poco cien años y en cambio para otras miles, años que pasaron junto a otra nación, que la vieron crecer, o que por sus jefes tuvieran que pelear contra su hermano, o su mejor amigo, para los humanos, las personificaciones, no son más que juguetes, juguetes que todo el mundo quiere controlar.
Pues bien en esa reunión todo iba normal, con respecto a las naciones, solo que en esa reunión se encontraban sus superiores. Y claro, ellos no ven las cosas igual que sus "queridas" naciones. Esta vez se encontraban discutiendo sobre la segunda guerra mundial.
Siguieron así hasta que fue interrumpida por alguien.
-Ya basta de tanto discutir, no sois niños pequeños.- Un superior se había cansado de lo que se estaba armando dentro de la sala de reuniones y decidió terminar con todo.-Vosotros que se supone que habéis visto cosas y vivido otras tantas, os comportáis como si fuerais niños de cinco años.
Y tras eso el presidente salió de la sala, seguido por china, su nación. Al rato muchos más siguieron su ejemplo.
Desde fuera de la ventana todas las naciones eran observadas.
-Estúpidos humanos, deberían tener más en cuenta a las personificaciones, ahora verán, mañana sabrán que sin su personificación, no son nada.
Esa mañana Alemania se despertó, como siempre hasta que lo que sus ojos vieron, le aterro bastante, a su lado había un gato, pequeño, color crema, y con un rulo, era idéntico a...
-¿I-Italia?- El gato color crema se desperezo y abrió poco a poco los ojos situándose.
-Uaaaaaaaah, Alemaniaaa, ¿Donde estaaas?- Italia lloriqueaba, a pleno pulmón.
-Italia... Estoy aquí...-El italiano dejo de lloriquear, momento y miro donde provenía la voz.
-Uaaaaaaaaaaah, un gato se comió a Alemaniaaa, ¡Uaaaaaaaah!
-¿U-Un gato? Italia...-El alemán bajo de su cama de un brinco, fue hasta un espejo, se quedo de piedra al ver lo que veía, no solo Italia era un gato, si no que el también.
Solo se le paso una persona por la cabeza, Inglaterra.
Salieron del cuarto, no había nadie por los pasillos, mejor.
Cuando llegaron al salón vieron a otro gato encima del piano de Austria y a otro en el suelo tratando de alcanzar su cola.
-Oh, por lo que parece no solo el tonto de Prusia, es también un gato.
-Oye, señorito, que tu también eres un gato. Ksesese, mira que pintas tiene West, Ksesese.
-Ya vale, bruder.
-Vee~~Austria también es un gatoo~, Vee.
-¡Chigiiiiiii!- un grito proveniente de las habitaciones de arriba alerto a los cuatro gatos, y seguro que a algún humano, también.
A los segundos el autor del grito entro corriendo al salón.
-Bastardo macho papas esto es culpa tuya, tendría que haberme quedado en mi casa, esto es culpa tuya, ¿Donde estas macho papas?
-Vee~, Fratello también es un gato~.
-¡Chigiii!... A-Aléjate de m-mi... Ga-gato maldito...
Mientas las cuatro naciones, ahora felinos, trataban de calmar a romano, un sirviente de la casa diviso a los gatos y trato de echarlos.
Con los cinco gatos en la calle, caminando sin rumbo, se encontraron con una señora, que los metió en una caja de cartón a la que le hizo agujeros y se la llevo.
Dentro de la caja todo estaba oscuro y silencioso, el aburrimiento iba ganando a los gatos que poco a poco se quedaron dormidos, oyendo una frase como si de la brisa del viento se tratase.
-Esta noche lloverá, pero no os preocupéis, me asegurare de que solo paséis una noche en la calle. Ellos sabrán lo importante que es una nación.
