No le importó el hecho que no haya escuchado absolutamente nada de la clase de matemáticas, que el profesor le reprochara más de cuatro veces por no estar atenta, o que Santana le dijera otro apodo y sea la burla de la clase. Tampoco le importó el hecho que se quedara viéndolo como una completa idiota, pero lo que si le importó fue el que éste la descubriera y ella respondiera dedicándole la sonrisa más estúpida que jamás imaginó tener.
"¿Qué pasa contigo? Hemos ensayado miles de veces esa sonrisa en el espejo, era el momento perfecto."
— Rachel…
Luego que él se volteara extrañado, ella siguió admirándolo desde lejos. Es que simplemente no podía quitarle la mirada de encima. Era perfecto, era lindo, gentil, amable, tierno, infantil, un poco tonto… bueno un poco más que eso. Y muy alto, quizá demasiado. Pero eso no era obstáculo para ella.
— Rachel.
— ¿Hmmm?
— ¡Rachel! — gritó con fuerza haciéndola saltar en su asiento.
— ¿Qué quieres Noah? — respondió malhumorada por la interrupción de una vista perfecta hacia su amado.
— ¿Puedes dejar de babear por Finn Hudson?
Rachel resopló molesta.
— Déjame en paz.
— En serio Rachel, un día de estos vas a inundar el salón de clases de tanto babear.
— Idiota.
— Lo siento, sabes que te quiero mi sexy judía... — dijo para después atraerla hacia él y rodearla con su brazo en un gesto cariñoso — pero él está interesado en otra persona, ya sabes… en Quinn Fabray ¡¿Y quién no?! – exclamó de manera obvia. Rachel solo rodó los ojos ante aquel comentario.
Y era cierto. ¿Quién no querría salir con Quinn Fabray, la chica más hermosa y popular de todo McKinley?
— Es lógico. Ella es la capitana de las porristas y él, el mariscal de campo del equipo de futbol. Están destinados a estar juntos por siempre — continuó hablando mostrando una cara de asco que a Rachel le causó gracia — o bueno… hasta que se gradúen y salgan de esta maldita escuela.
— Es injusto. ¿Acaso Finn no ve que a ella solo le interesa su popularidad? — Noah solo se encogió de hombros en respuesta — Además es una mala persona. Es que no puede ser que….
— Es que nada, Quinn es una bomba súper sexy. Es la única que tuve que borrar de mi lista porque es imposible meterse debajo de su falda. Lo cual la hace más deseable aún.
— ¡Esto es increíble! — protestó Rachel cruzada de brazos.
Si tan solo ella fuera aunque sea la minina parte de lo popular que llegaba ser hasta la sombra de aquella porrista. Tal vez así, solo así Finn se enteraría de su existencia. También porque solo así dejaría de ser el blanco perfecto para los granizados y las burlas que, encabezados por la misma Quinn Fabray junto con su inseparable amiga Santana, a diario recibía.
No, ella no era la chica popular que solía obtener todo lo que quería. Ella era todo lo contrario y a quienes todos les encantaban hacer partícipe del centro de sus burlas y maltratos. Pero no estaba sola. Estaba Puck, el jugador rudo y mujeriego del equipo de fútbol, su inseparable amigo que solía defenderla, pero esto no ocurría siempre. Hubo momentos en los que, mientras a Rachel encerraban en el armario del conserje o en algunos de los baños, él estaba de lo más feliz disfrutando con alguna nueva conquista.
— ¡Hey, Puck! ¿Nos vemos más tarde? — lo saludó una porrista que pasaba por su costado dispuesta a salir de clases.
— Por supuesto preciosa. Te veo a la hora de salida — le dijo con una mirada coqueta y una sonrisa de esas que solo él sabía dar para lograr lo que quería.
Y ese era Noah Puckerman. Un muchacho que se había acostado con casi todas las chicas de la escuela McKinley y que después de que faltara Rachel Berry en su lista, decidiera ir a por ella, fuera rechazado infinitas veces y sus técnicas de seducción fallaran, se convirtió en su mejor amigo.
Para Rachel era increíble formar una amistad solida con él, y para Puck también. Sobre todo porque Berry era la perdedora que no debía socializar con nadie, pero eso a él no le importó. Rachel Berry era alguien que a pesar de todos los insultos, amenazas y burlas seguía delante y daba la cara. Era una persona fuerte y eso era algo que a él le gustaba. Rachel Berry era especial y él lo sabía.
— Y ahí va otra pobre víctima — susurró la morena con cierta burla.
— Dirás, otra conquista que después de que conozca a mi amigo Puckzilla se volverá una adicta más.
Rachel solo rio ante aquel comentario. Ese chico no tenía remedio. Siempre se preguntaba si es que llegaría el momento en el que se enamoraría de verdad.
"Ya le llegará la hora", pensó.
— Bueno mi sexy judía, ¿qué te parece si vamos por algo de comer?
— Me encantaría, mi sexy judío.
Los dos rieron y caminaron hasta la puerta del salón de clases. Al llegar, Puck, en un gesto amable le abrió la puerta gentilmente para que Rachel pasara primero, sin imaginar que un grupo del equipo de fútbol pasarían a tirarle slushies en todo el cuerpo.
— Están muertos — dijo Noah para salir como un toro endemoniado detrás de ellos.
Rachel lo único que hizo fue correr hasta su casillero y sacar una ropa extra que todos los días religiosamente guardaba en casos como este. Ya era costumbre. Se dirigió al baño, se cambió, se lavó y se quedó largo rato mirando su rostro en el espejo.
"Otro día más", pensó cansada de lo mismo. Y tras dejar un largo suspiro decidió continuar de la mejor manera posible con el resto de día. Pero justo cuando iba a salir, alguien se lo impidió del otro lado entrando fuertemente y haciendo que cayera torpemente de espaldas.
— Pero mira nada más a quien tenemos aquí.
"¡Ay no, ustedes no!", se levantó dificultosamente del piso e intentó salir pero Santana le impidió el paso.
— Hola, Mandhands. ¿Te gustó el sabor de hoy? — preguntó Quinn mientras pasaba por su lado tranquilamente para después lavarse las manos.
— Ya me bañaron de fresa, ¿Qué es lo que quieren ahora?
— Que dejes de ilusionarte con Hudson, Santana me contó cómo lo mirabas. — Rachel se quedó en silencio y Quinn sonrió para después seguir continuando — Es obvio que él no está ni estará interesado en ti así como no lo estará ningún otro chico de esta escuela. Así, que ni pase por esa cabeza tuya la idea de intentar algo con él, porque él solo está interesado en mí.
— Y si es así… ¿por qué no sales con él? — preguntó alzando la voz y sorprendiéndose así misma.
— Porque no me interesa.
— Si no te gusta ¿por qué dejas que siga ilusionado contigo?
— Eso a ti no te incumbe.
— Estoy segura que lo aceptarás una semana antes del baile de graduación para así ser la reina del baile. ¿No es así? — Estaba oficialmente muerta.
— ¡Dios! Eres realmente insoportable, Berry. Es una tortura poder conversar contigo, ya tuve suficiente.
No dijo ni una palabra más. Vio como elegantemente salió de baño y segundos después vio como Santana con una sonrisa malévola en el rostro, sacaba detrás de ella un slushie y se lo arrojaba en su ropa ensuciándola por completo.
— Que lo disfrutes gnomo — exclamó riendo para seguir los pasos de la capitana.
— Genial, ahora sí no tengo nada para cambiarme.
Intentó quitar la gran mancha que tenía con un poco de agua y jabón, que importa que estuviera mojada, se secaría rápidamente. Pero la gran mancha simplemente no salía. Estuvo dando vueltas por todo el baño como una leona enjaulada sin saber qué hacer. Dio un grito ahogado, dio una pataleta y resignada decidió salir así, pero por suerte antes que lo hiciera recibió un mensaje de Noah preguntándole donde estaba. Ella le contó lo sucedido y él solo le dio indicaciones de que esperara ahí. Así lo hizo y luego de unos minutos de estar sentada en aquel piso congelado, recibió un nuevo mensaje de él pidiéndole que saliera.
Al hacerlo lo encontró recostado en la pared con su chaqueta del equipo de futbol en mano.
— Ponte esto.
— ¿Es tu chaqueta? — Exclamó un poco sorprendida — Noah, sabes lo que dirán los demás si yo….
— ¿Te lo vas a poner o no? — la cortó inmediatamente y fastidiado.
— Si, si… gracias.
Rachel se adentró de nuevo al baño para sacarse la remera que tenía y ponerse la chaqueta, pues no quería ensuciarla. Al salir solo sonrió y dio las gracias a Noah por su ayuda. Él solo le desordenó el cabello en un gesto cariñoso y comenzó a reír al ver que Rachel, un poco malhumorada, comenzaba a arreglárselo. La veía como a una hermana y era la única persona que no lo juzgaba y la única en quien confiaba. Rachel confiaba en él, y era la única que creía que el no solo era el chico rudo que al salir de la escuela sería un completo fracasado. No podía permitir que siguieran jodiendole la vida, tenía que hacer algo. La invitó a que lo siguiera. Caminaron ignorando todos los murmullos de las personas que los veían juntos, sobre todo a Rachel que tenía la chaqueta de él bien puesta, hasta llegar a la cafetería y pedir algo de comida.
— Sabes que con esto pensaran que soy tu novia, ¿verdad?
Se encontraban en una de las mesas de la cafetería comiendo gustosamente y siendo el centro de atención de todos. En especial de cierta porrista que al verlos juntos no dejó de maldecir por lo bajo.
— ¿Te he dicho ya que no me importa lo que piensen los demás? Somos colegas, nos cuidamos la espalda. Te debo mucho y no permitiré que sigan molestándote — dio un mordisco a su emparedado y siguió hablando ante una mirada de asco por parte de Rachel al ver que lo hacía con la boca llena — Y si con esto piensan que eres mi novia, no me importa. Mejor para ti, así ya no se meterán contigo.
— Noah, deja de hablar con la boca llena. Es repugnante ver como masticas como una vaca — dijo con la intención de molestarlo un poco.
— Y para mi es repugnante ver como babeas por Finn Hudson y no me estoy quejando todo el tiempo — respondió el a la defensiva y siguiendole el juego a Rachel.
— Eso es diferente y… y además, yo no babeo.
— Oh jo jo jo — comenzó a reír burlonamente — Claro que lo haces. Y… hablando del rey de Roma, mira ahí va tu príncipe encantado.
Rachel volteo inmediatamente y lo vio, no pudo no dejar de hacerlo. Si, ella estaba enamorada de Finn Hudson, lástima que él solo estaba interesado en Quinn Fabray. Suspiró tontamente al verlo pero volteó inmediatamente y con una cara horrorizada al darse cuenta de un detalle.
— ¡Noah!
— ¿Qué? — Preguntó exaltado — ¿Qué sucede? ¿Qué hice?
— ¿Te das cuenta? ¡Finn creerá que somos novios!
— ¿Y por qué pensaría eso?
— Por esto — dijo jalándose un poco la chaqueta para luego dejarse caer derrotada sobre la mesa — De todas formas nunca se iba a interesar en mí, así que da igual. Quinn tiene razón, nadie jamás se fijara en mí… soy una perdedora.
Puck se mantuvo en silencio mirándola con un poco de tristeza e impotencia por verla desanimada. Le costaba creer todavía, que ella realmente estaba enamorada de ese idiota de Hudson pero tenía que aceptarlo. Así que en su mente empezó a maquinar un plan para que ese tonto notara a Rachel de algún modo y dejara de pensar en la porrista. Observó a Rachel con su chaqueta puesta y sonrió con satisfacción al crear el plan perfecto. Un plan que le diría a la pequeña morena mañana pues tenía que preparar primero algunas cosas para llevarlo a cabo.
— ¿Que es gracioso? ¿Te alegra ver lo infeliz que soy? — le preguntó cuándo al sentirse observada lo vio sonreír.
— No, es solo que se me ha ocurrido la mejor de las ideas — Rachel lo miró extrañada — Escucha. ¿Estas dispuesta a hacer cualquier cosa para tener a Finn a tu lado?
— No me acostaré contigo Noah, creí que eso ya estaba aclarado.
— No tontita, no hablo eso. Tengo un buen plan en mente para que logres tener a Finn a tu lado.
Rache se levantó y se acomodó en el asiento rápidamente.
— ¿En serio? ¿Co-cómo?
— ¡Ajá! Veo que se te subieron los ánimos — comenzó a reír pero paró al recibir un golpe de Rachel en el brazo — Ya, tranquila… no tan fuerte. Te lo diré, pero primero tienes que decirme si aceptas o no hacerlo.
— Eso no se vale, ¿cómo voy a aceptar algo en lo que no sé de qué trata?
— ¿Aceptas o no?
Rachel tomo un pequeño tiempo para pensarlo. Si aceptaba tal vez el plan del que hablaba Puck funcionaba y si no funcionaba daba igual. Estaría en la misma situación de siempre. El problema no era aceptar o no, el problema era llevar a cabo el supuesto plan de Noah. Pero decidió arriesgarse, el plan no podía ser tan vergonzoso o malo ¿verdad?
— Esta bien, acepto — el chico sonrió con satisfacción — Solo espero que el plan no sea asesinar a Fabray para que me dé vía libre.
— No había pensado en eso… ¡Es una fantástica idea! — Exclamó fuertemente llamando la atención de todos alrededor.
— Cállate Noah, no seas escandaloso y no… no espero que me hagas cometer una locura como esa.
— Tal vez deberías hacerlo antes de que ella lo haga primero.
— ¿Qué?... ¿De qué estás hablando?
Noah le hizo una seña para que mirara atrás y al hacerlo se encontró con un par de hermosos ojos verdes que por la forma en que la miraba, indicaban con total seguridad que aquella persona jamás podría ser su amiga. Indicaban claramente que quería verla tres metros bajo tierra o eso es lo que ella intuía. Volteó rápidamente y trató de actuar como si nada pasara. Se encogió de hombros ante la atenta mirada de Noah, cogió su emparedado y con sus manos temblorosas lo llevó hacia su boca. Saboreando y sonriendo o tratando de sonreír y dar a entender que le resbalaba totalmente el que Fabray la mirara con demasiada intensidad. Pero lo cierto es que sí le importaba y mucho, porque para Rachel, el tener la mirada asesina de Quinn Fabray solo significaba nuevas torturas y humillaciones. Y aunque ella siempre soportaba la mayoría y continuaba con su vida, la verdad es que ya estaba cansandose. Tampoco es que fuera de piedra.
— No sé por qué tanto drama, ¿por qué simplemente no le das una paliza y le enseñas quien es la que manda?
— ¿Sera porque Santana me haría picadillo en cuestión de segundos? Tampoco creo que pueda hacerlo — Puck bufó ante su respuesta — Además, tienen al equipo de porristas de su lado y al equipo de futbol. ¿Qué podría hacer si después de, supuestamente, darle una paliza a Quinn… vienen los demás y me comen viva?
— Tranquila, no te harán nada porque estás conmigo. Ningún idiota del equipo te molestará de nuevo. Mira.
Noah le entregó su celular, al recibirlo no pudo evitar reír a carcajadas al ver la foto que mostraba. Estaba él mostrando en una pose graciosa su musculosos brazo y a su lado los tres muchachos del equipo de futbol que le bañaron de slushies dentro de un pote de basura.
— Eres increíble.
— Lo sé. Ahora quiero que de ahora en adelante nunca más te vuelvas a llamar perdedora. No lo eres, yo confió en ti así como tú confías en mí. ¿Recuerdas lo que me dijiste?
— Eres perdedor solo si crees que lo eres — dijo recordando sus propias palabras
— Tú no eres una perdedora Rachel Berry, y vas a demostrárselo a Fabray y a todo su séquito.
Hola, ¿que tal? ¿les gusto? xD Es mi primer fic y tenia esto en mente asi que quise compartirlo con ustedes a ver que tal.
Quiero hacer unas aclaraciones sobre la historia que seguramente harán. No es una historia finchell (aunque parezca), tampoco es una historia puckelberry (¿asi se escribe?), es Faberry (aunque no lo parezca). Si se animan con la historia solo les pido que tengan un poco de paciencia, porque la historia no esta terminada y puede que me retrase algunas veces con los capítulos. Aunque ahora que tengo las ideas claras no creo que suceda mucho (eso espero) Bueno dejo de aburrirlos con tanta palabrería.
Saludos.
Disclaimer: Ni Glee ni sus personajes me pertenecen.
