La vida en el gran hoyo no era nada fácil, y si alguien lo contrario, que se lo preguntasen a Kim Crawford. Kim era una chica fuerte, lista y segura de sí misma que era capaz de ser lo suficientemente autosuficiente como para sobrevivir en un entorno tan hostil como el distrito 12. Podía correr a gran velocidad, tenía una puntería perfecta y era, con diferencia, una de las mejores karatekas del distrito. Eso no significa demasiado en un entorno de supervivencia, todo el mundo estaba preparado para lo que esperaba cada año.

La cosecha era hoy, dos tributos de cada distrito, un chico y una chica, de entre 12 y 18 años, serían elegidos para que luchasen a muerte hasta que solo quedara uno. Esas fueron las reglas impuestas hace años como castigo al distrito 13, que se atrevió a rebelarse contra el Capitolio.

-¿Te puedes creer que la cosecha sea hoy? Es increíble que ya haya pasado un año desde la última vez –dijo Kim con voz seca, la misma que tenían todos los adolescentes de los distritos ese día.

-Parece que estamos condenados a ser sacrificios humanos –susurró su amigo Austin en voz muy baja. –Sea a quien sea, quien elijan este año, va a tener tantas posibilidades de sobrevivir como todos los de los años anteriores, es decir, ninguna.

-¿Cómo diablos puedes decir eso y quedarte tan tranquilo? –se envaró Kim, haciendo que sus parpados se humedecieran. –A veces pienso que no tienes sensibilidad, hemos visto morir a niños de los distritos más pobres de las formas más horribles que nadie pueda imaginar.

-Justamente por eso, Kim, no puedes dejar que eso te afecte. Si sales elegida debes ser consciente de que tendrás que matar a los demás para salir. No puedes pensar en que sean niños o inocentes, todos lo somos –exclamó Austin con voz decrépita. –No te olvides de que lo primordial es sobrevivir, muerta no le sirves de nada a nadie, y lo más importante, no vivirás.

Kim le miró con una mezcla de asentimiento y miedo. Ella era consciente de que lo que le decía Austin era verdad. No debía mostrar debilidad alguna en el caso de ser elegida. Sobre todo teniendo en cuenta que venía del distrito más pobre de todos.

-Es hora de la cosecha –dijo Kim viendo como se encaminaba la masa adolescente a la plaza mayor.

Siguieron a la masa con una expresión de miedo en el rostro.