- Aaaaaaah! – suspiró Zeros

Y fue un suspiro tan fingido, tan antinatural, que hasta el tipo que servía las bebidas en la barra de aquel oscuro y perdido bar de carretera se giró descaradamente.

- ¿Se puede saber a qué ha venido eso? – inquirió la mujer que lo acompañaba.

El barman desvío su atención y siguió limpiando vasos de tubo, contento de que el tipo estuviera acompañado y no tuviera que ser él quien, por enésima vez, tuviera que escuchar las vagas y etílicas explicaciones que por norma seguían a una manifestación de ese tipo.

Aaaaaaaah! – se limitó a contestar el demonio.

Lo que tú digas…

Molesta por la manía de hacerse rogar de su compañero, Filia se concentró ceñudamente en su bebida.

Son más de tres mil años a mi lado y aún picas con el truco del suspiro – se burló Zeros – Eres una mujer muy predecible.

Siempre pico, porque siempre haces lo mismo – le reprochó, aún ceñuda.

Pero se sonrió para sus adentros. La había llamado mujer, en vez de dragona. Podía contar con los dedos de una mano las veces que se había referido a ella como mujer en todo su largo "viaje".

La sacerdotisa había optado por llamarlo así. Su "viaje". Su particular y excéntrico descenso a los infiernos de la mano de aquel mazoku socarrón. Tras la gran guerra y el ocaso de la magia, Zeros y ella se habían dedicado a existir a lo largo de los siglos. Sus vidas, eternas al no ser humanos, habían persistido, aunque el mundo en el que nacieron no.

Por fin, el demonio decidió salir de su hermetismo y aclarar la razón de sus suspiros:

Me acordaba de Lina Inverse… ¿Recuerdas qué tiempos aquellos? La desaparición de la barrera, la Gorn Nova, tu maza en el liguero…

En los labios de Filia se dibujó una melancólica sonrisa. Lina Inverse. ¿Qué sería de ella de haber seguido viviendo¿Seguiría corriendo mundo hasta el final de sus días¿Llegaría a hacerse rica y famosa como pretendía¿Estarían sus descendientes hoy pululando por el mundo?

Me temo que nunca sabremos qué sería de su vida, Zeros.

Mmmmh… yo me la imagino en una casa llena de niños rubios.

Jajaja¿Y Zelgadiss¿Conseguiría al final una cura para deshacerse de su cuerpo de quimera?

No. Era demasiado gafe.

Pues yo creo que sí. Quizá ayudado por Ameria…

Unas vidas imaginarias eran sus mejores recuerdos en ese exilio forzado. Una estampa soleada, que les recordaba que cualquier tiempo pasado fue mejor; algo frustrante cuando tienes la eternidad por delante.

Y levantando la mirada para fijarla en el rostro del demonio, le vinieron a la mente, las sabias palabras del Gran Anciano "cuando lo que más odiaste es lo único que queda de lo que conociste, pasa a convertirse en lo más preciado". Puede que por eso ambos siguieran pasando la eternidad juntos.