Aquí estoy de nuevo, ya estaréis más de uno hartos de mí. Pero qué queréis¡¡¡ Es el momento de inspiración¡¡¡  Será la regla....

A ver, vamos a aclarar unas cositas antes de seguir.

"Dímelo" no tiene continuación, pero me lo estoy pensando seriamente, porque he recibido ya varios reviews pidiéndolo. Vosotros decidís. Así que espero vuestras respuestas.

"Todo" es un capítulo solo, al igual que  todos los que hago, a excepción de éste claro. De momento no he pensado en continuarlo.

"Veneno" es igual que los anteriores, capítulo único. No he puesto el nombre de la chica para hacer volar vuestras imaginaciones. Hay personas que se ven a ellas mismas reflejadas, otras ven a Hermione... ustedes deciden.

Ahora comenzamos con éste fic. Forma parte de otro que estoy haciendo. La historia Harry / Ginny es secundaria en él, porque no tenía intención de hacerla muy compleja. PERO mi mente retorcida resultó ser más fuerte. Cabe añadir también a Kmila, Meiko & Yussi, que me presionaron hasta el punto de tenerme atada y ponerme Barrio Sésamo mientras me decían "Esto Bonito. Tú publicas".  Nada más  =^o^=.

Ahora bien, después de una larga terapia para curarme (gracias Hippie por estar siempre a mi lado bebiendo en la plazoleta, no se me olvidarán nunca esos ojos verdes y tus sandalias de cuero un Sábado por la noche: Hortero¡¡¡ ;P) aquí lo tenéis. Ha costado un mes convencerme de ello. Gracias a todas esas personas que insistieron, aunque pueden que me lapiden a tomatazos más tarde... jejeje (risa nerviosa).

DEDICADO A:

* Meiko: Maldita pava insulsa, ¿por qué te sigo queriendo después de OBLIGARME a ver "La Familia Crece" por 4º vez consecutiva? ¿o la 5º? Bah¡¡ Menos mal que tu madre me da un buen salario por soportarte... por cierto, dile que en Julio hice horas extras :P. Ya en serio, Cactus te quiero un montón, ya lo sabes mi pequeña Supernena. Además, eres Superpoderosa¡¡¡¡ Jajajaja. Gracias por estar siempre ahí y aguantar mis quejas, que tiene muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho mérito. Amigas for ever.

* Yussi: Bueno, de ti qué digo que ya no se sepa. Si es que te tengo hasta en la sopa¡¡¡ Por cierto, hoy la cena estuvo deliciosa, lo mejor de todo es que no quemaste nada¡¡¡ Jijiji. Para ti niña, que sé que adoras a Ginny.

* Vero: Mmmm eres una desertora. Has cambiado, estamos enfadadas y no nos hablamos desde hace dos meses. PERO, aún así, te quiero muchísimo y sigues siendo una de mis mejores amigas, al menos por mi parte. Estás en mí Vero. Regresa Pétalo¡¡¡

OLVIDARTE

El sol entraba tímidamente por los huecos de las cortinas y poco a poco la habitación se fue llenando de luz. Harry llevaba tiempo despierto, mirando desde la cama cómo nacía un nuevo amanecer. Se acercó a la ventana y observó llegar el alba a cada rincón del Valle de Godric. Le gustaba vivir allí, en las afueras del pueblo, sin que nadie lo molestase. Pasaba el día volando en escoba, arreglando el jardín o simplemente leyendo libros sobre Quidditch.

Bajó a la cocina para preparar café y algunas tortitas para desayunar. Iba descalzo por la moqueta, en calzoncillos y con una camiseta gris encima, rascándose la cabeza, cuando tropezó con algo en el salón. Era un libro abultado, encuadernado en piel roja y grabadas con letras doradas se podía ver entrelazadas las iniciales H y G. Se quedó allí, quieto un momento, admirando el gran libro que tenía a sus pies, sus ojos verdes sin parpadear y su mano izquierda acariciando el cabello negro de la nuca. Lo había intentado abrir ayer, reunir las fuerzas suficientes para ver una página sin sentir el estómago pesado y quedarse sin respiración. Pero le había sido imposible.

Se agachó y lo tocó con las puntas de sus dedos. Sentía el tacto suave del cuero y el relieve de las iniciales. Las recorrió con el índice una y otra vez, hasta que finalmente se sentó en el suelo. Aquel libro guardaba tantos recuerdos para Harry... lo cogió entre sus manos y miró la primera página. En el papel amarillento había una dedicatoria escrita con tinta dorada en la que se podía leer:

Para siempre recordar lo maravillosa que es la vida cuando estás a mi lado

 

                                                             Con amor

    

                                                                         Ginny

Harry pasó de nuevo los dedos por la dedicatoria, cerró los ojos y aún podía sentir el aroma a caramelo que siempre envolvía a Ginny. Y se la imaginó, con su cabello pelirrojo recogido en dos trenzas y sus graciosas pecas adornándole el rostro, leyendo en el balancín de mimbre blanco del jardín, con el ceño fruncido por la concentración y meciéndose suavemente, como siguiendo el ritmo de una dulce canción. La observaba por tiempo indefinido, viendo como sus dedos pasaban hojas y hojas del libro que fuera mientras él regaba los rosales, entonces Ginny sentía su mirada, levantaba el rostro y le dedicaba a una bonita sonrisa; y al ver sus ojos marrones, sus pecas bailando alegremente en su cara y unos mechones rojos cayéndole por la cara, Harry pensaba que la vida era maravillosa, porque Ginny estaba en el mundo.

Pasó la hoja de la dedicatoria y vio la primera foto. En ella aparecían todos los Weasley en la fiesta  para familiares del último curso de Ginny en Hogwarts. También estaba Harry, justo al lado de Ginny y cogidos de la mano. Todos saludaban amablemente menos Fred y George, que estaban más interesados en echarle a Percy en uno de los bolsillos de su túnica de gala, una araña negra con pelos. Al pie de la foto había una nota que Harry identificó como la letra de Ginny: "Nuestra Familia" , se leía en el garabato. Harry no pudo reprimir una sonrisa.

Había vivido con los Dursley desde que sus padres murieron a manos de Voldemort, aunque jamás se sintió de la familia. Dormía en la alacena de debajo de la escalera, usaba la ropa estropeada de su enorme primo Dudley y lo mataban de hambre cuando lo encerraban en su habitación bajo llave. Ellos lo veían como un monstruo por ser un mago. Pero cuando comenzó Hogwarts, conoció a Ron Weasley y fue considerado por su familia como uno más. Todos los veranos pasaba las últimas semanas de Agosto en "La Madriguera", hogar de los Weasley. Allí practicaba Quidditch con los gemelos Fred y George y con Ron, la señora Weasley remendaba sus calcetines y el señor Weasley lo interrogaba acerca de las costumbres muggles. En las noches de verano se sentaban en el jardín lleno de gnomos pequeños y cabezones y cenaban a la luz de las velas. Y Harry era feliz rodeado de aquella familia de pelirrojos, con sus gritos, sus bromas y, sobretodo, con su cariño.

Pasó la hoja y pudo ver una nueva foto, ésta vez de Ginny y él. Harry vestía una túnica de gala azul marino y Ginny otra de un verde oliva muy bonito. Debajo de la foto se podía leer ésta vez: "Nuestro primer baile" y al margen de la foto Harry distinguió su propia letra: "Ese día descubrí que estaba enamorado de ti". Volvió a mirar la foto. Se veían sonrientes y Harry tiraba de Ginny para envolverla en un abrazo. Por detrás de la foto pasaban Lavender Brown con Parvati Patil, ambas de Gryffindor y miraban la escena murmurando en voz baja.

Pasó fotos y más fotos. En algunas salían con Ron y Hermione, que se veían en actitud muy cariñosa a veces, y otras en actitud desafiante. Pero Harry se detuvo en las dos últimas imágenes. En una abrazaba a Ginny por detrás, y ambos miraban como el sol se escondía en el horizonte. Sus manos entrelazadas, ella apoyada suavemente en Harry, mientras éste descansaba su cabeza en el hombro de la chica. Señalaban las estrellas que iban saliendo poco a poco.

La última foto hizo que las tripas se le revolvieran. En ella aparecía un Harry con veinte años radiante de felicidad, poniéndole un anillo en su mano izquierda. Ginny lloraba mientras se llevaba una mano temblorosa a la boca de la impresión.

"Cómo olvidar ese día", se dijo Harry, "Cómo olvidar tu aroma embargando la casa, como olvidar lo que sentía cuando mis dedos te desnudaban lentamente y te estremecías con cada caricia mía. Tantas veces que dibujé tu cuerpo con mis manos, que aprendí el recorrido de tu boca hasta tus pechos, cuando entre gritos desesperados decías que me querías..."

El sonido de la puerta lo volvió a la realidad y Harry cerró de golpe el libro mientras se levantaba y lo empujaba con su pie hasta situarlo debajo del sofá. En el umbral de la entrada estaba Cho. Su pelo negro y liso recogido en una cola alta, sus ojos orientales y oscuros lo miraban con sorpresa.

- ¿Aún no estás vestido? – miró a Harry de arriba abajo y se acercó a darle un beso rápido – tenemos cita en Magnolia Place para ver el menú.

Harry había olvidado por completo que había quedado con Cho para concretar lo que se iba a servir en el banquete de la boda. 

- Lo olvidé – dijo sin darle la menor importancia – ahora me ducho y nos vamos.

- Oh, no, no, no – dijo Cho impaciente – no hay tiempo para eso. Mira mejor quédate en casa, ya iré yo con mi madre. Tú descansa, tienes una cara de muerto...

- Trabajé hasta tarde ayer – respondió Harry restregándose los ojos.

- Cariño en el Ministerio te explotan – Cho se había acercado y le pasaba una mano por el cabello negro – Espero que para la boda te arregles el pelo, no quiero llegar al altar con un novio sin estilo.

Harry la miró ceñudo. Odiaba que criticaran su pelo. Cuando era más joven tía Petunia siempre se lo decía y la señora Weasley incluso se lo quiso peinar el día que tenía la vista para ver si lo expulsaban o no de Hogwarts en quinto curso, pero el pelo seguía siendo tan rebelde como el de su padre. Ginny adoraba su cabello negro siempre revuelto, le hacía gracia y se reía al comprobar que daba igual si se lo peinaba o no, porque no se notaba el cambio. Ginny...

- ... ¿Harry me escuchas? – se sobresaltó, no se acordaba de Cho. La chica entornó los ojos desistiendo de su intento por llamar su atención.

 - Olvídalo, me voy – y dicho esto se marchó sin despedirse, dejando a Harry sumido en un mar de dudas y emociones, todas ellas con un solo nombre: Ginny.