Notas:
Gracias por haber elegido una historia de mi creación.
No sé cuál es la actitud que tienen otras personas de él, pero para mí Kristoff es un personaje realmente genial. Desde su aparición inicial con Anna, cubierto de nieve y pieles, no hay forma de verlo que no sea como un gigante temerario que realmente sería capaz de sobrevivir lo que sea que lancen en contra de él. Creo que su forma de ser, anterior a haber conocido a Anna, era parecida en la de Elsa en que no son personas de mucho hablar y que disfrutan estando sin otras personas.
Me gustaría sobremanera que en la secuela Elsa y Kristoff tengan mas interacción, pues creo que, aun cuando lo pondrán en un tono cómico, ellos dos son un tanto parecidos y en cierta forma se podrían tratar como hermanos sin parecer extraño. Por eso he decidido escribir esto, donde sus personalidades son frías, sinceras y sin rodeos, como la soledad (en el caso de Elsa) y la vida en las montañas (en el caso de Kristoff) los moldearían.
Sin más, les dejo la historia. Gracias y que la disfruten.
Sinceros
La noche era fría en Arendelle, la briza nocturna desplazándose en el reino como una fugaz capa congelada que arropaba a todo y a todos los que tenían contacto con ella. Una capa de escarcha cubría techos, banderas y cubiertas de barco, así como también las desiertas calles, dejando una superficie tan uniforme que hacía ver el suelo como nubes.
Noches como estas siempre han sido detestadas por la guardia real nocturna quienes, aun entrenados para encontrarse firmes en todo momento, eran incapaces de ignorar el punzante frio que maltrataba sus huesos en la intemperie. Capas de abrigos y pesados sombreros de piel eran la única defensa que tenían contra el único enemigo que no eran capaces de derrotar. Fue por esto que, luego de que la reina Elsa haya desmantelado las patrullas externas bajo la excusa de que "si algún enemigo del reino estaba tan deseoso de acabar con ella como para entrar a su casa, ella lidiaría con él personalmente", los soldados de la guardia bebían y festejaban en el calor de sus hogares en honor a la generosa reina, dispuestos más que nunca ha dar su vida por ella.
Y ciertamente la reina estaba confiada de la seguridad que ella brindaba a su hermana y los que trabajaban dentro de su palacio. Se hacía presente a diario, caminando los corredores y saludando a sirvientes, visires y guaridas, recordando sus nombres y familias, haciéndolos sentir una parte importante de sus vidas. Era de las que primero se levantaba y de las ultimas en dormir, algunas veces por motivos de trabajo y otras, como esa noche, porque el sueño no llegaba hasta ella.
Camino hasta los jardines reales, donde los arbustos y estatuas brillaban en un tono blancuzco bajo la luz de la luna debido a la nieve que los cubría. Sus zapatillas se cubrían de nieve con cada paso, pero la temperatura no la afectaba en lo mas mínimo. Copos de nieve tocaban la piel de sus manos, hombros y cuellos, pero eran prácticamente imperceptibles. De hecho el peso de la nieve acumulándose sobre ella era más incomodo que la temperatura de la misma, cosa que causaba en su hermana una mirada de sorpresa cada vez que lo escuchaba.
Camino a paso lento, la cola de su vestido dejando un rastro inconfundible en la nieve, hasta el estanque que decoraba la sección principal de los jardines, larga como una piscina, poco profundo y con una exquisita fuente de mármol en el centro que arrojaba agua de forma elegante, perturbando la superficie lo suficiente como para que esta no se congelara. Se sentó en uno de los doce bancos que rodeaba el estanque y respiro profundamente, apoyando su barbilla sobre una mano.
Se sentó pensativa durante un tiempo, como había hecho otras noches. Observo la luna radiante, la opulencia de los jardines que la rodeaban, la belleza de la nieve que arropaba todo lo que componía su reino, y se sintió melancólica, pensando en cómo podía disfrutar todo eso solo cuando caía la noche y no tenía que responder a sus temas reales, al pueblo, a su hermana y a los fantasmas de sus padres y de lo que había hecho cuando sus poderes se habían salido de control, como si el precio que tenía que cargar por su titulo, su nombre y lo que había hecho era no poder ver la belleza de lo que había a su alrededor mientras hubiese algo importante en su mente.
El crujir de la nieve detrás suyo disparo su atención. Sorprendida de lo mucho que la persona que estaba con ella en su jardín se acerco sin que ella se diera cuenta, soltó un suspiro de asombro antes de girar sobre el banco con una mano erguida. Apretó los ojos y se concentro decidida, solo para detenerse en el último momento al reconocer la inmensa figura de Kristoff, empuñando su guitarra a modo de arma, dispuesto a despedazarla sobre un oponente. Ambos cruzaron miradas y se detuvieron al instante.
-Kristoff, me asustaste -Dijo Elsa, su voz firme y suave.
-Lo lamento -Respondió Kristoff mientras se rascaba la cabeza. -Vi tu figura en la oscuridad y pensé que teníamos un intruso.
Elsa guardo silencio un minuto y luego sonrió. -Muy bravo de tu parte, aunque mi figura es fácil de reconocer.
Kristoff se encogió de hombros. -Es casi la media noche y veo alguien sentado aquí en la oscuridad. No voy a tomarme ningún chance, sobre todo si mi esposa esta allí adentro.
Elsa miro al hombre enfrente suyo. Con más de seis pies y un físico apto para las montañas, las palabras de Kristoff sonaban tan imponentes como él. Se recordó lo feliz y sonriente que se veía cuando estaba en compañía de Anna y se pregunto si solo ella podía sacar ese lado suyo, pues cada vez que lo veía solo su aspecto era serio y firme.
-Entiendo lo que dices -Dijo finalmente. -No te preocupes. Te aseguro que soy solo yo.
-Es todo un alivio escucharlo. -Respondió con una ligera sombra de sonrisa. Se distrajo un momento entonando una cuerda de la guitarra antes de continuar. -Bueno, me estaré yendo ahora si no te importa. Buenas noches.
Elsa levanto una mano. -Espera, que estás haciendo por aquí a estas horas?
Kristoff se acerco al banco y se sentó a su lado. Su tamaño hacia ver a Elsa como una muñeca de trapos-Estaba donde Anna. -Respondió, sin la mas mínima intensión de engañar a la reina u ocultar sus motivos. -Eso, y quería sentir un poco la briza. Viejos hábitos como te podrás imaginar.
Elsa se imagino las noches heladas que Kristoff soportaba en la intemperie de las montañas. Observo sus robusto brazos, cubiertos parcialmente de nieve. Al igual que ella, no parecían afectarle en lo mas mínimo.
-Te entiendo. Debes ser el único en este reino que admitirías abiertamente que extrañas el frio.
-No creo. También estas tu.
La boca de Elsa se convirtió en una delgada línea. Acostumbrada tanto al miedo como a la devoción de su pueblo, le parecía sorprendente como Kristoff, aun viendo de lo que era capaz y de su titulo, no la trataba distinto en lo mas mínimo. No era solamente porque era alguien sincero, sino también porque no le tenía miedo en lo absoluto. A ninguno de sus dos lados. Los extremos de sus labios se curvaron hacia arriba.
-Es cierto. -Dijo, asintiendo con la cabeza. -Creo que aun sin mis poderes, diría que me gusta la nieve y el frio. Eso me volvería rara?
-No creo. Creo que te volvería perfecta para la vida en las montañas, lo cual está bien para mí. -Kristoff levanto un pulgar de aprobación. Elsa no pudo evitar reírse. -Escucha, se que estabas aquí seguramente porque estabas hundida en tus pensamientos, así que me puedes decir que me vaya cuando quieras, no te preocupes.
-Agradezco tu intensión, pero no me molesta la compañía.
Tomándolo como la respuesta más directa que podía recibir de ella, Kristoff se encogió de hombros y continuo sentado. Ambos se mantuvieron en silencio un largo tiempo. Ambos eran de temperamento paciente y sangre fría, por lo que pronto la nieve empezó a cubrirlos como si fueran estatuas. Para cualquiera que no conociera su forma de ser la imagen de dos individuos tan diferentes físicamente, sentados bajo la nieve de la noche, sería una de las imágenes mas bizarras de Arendelle.
Finalmente, Kristoff rompió el silencio. -Como te está tratando tu trabajo como reina? Es una carga pesada?
-Tiene sus malos momentos -Respondió Elsa con una seca risa -Pero estoy haciéndolo lo mejor posible. Como me ha ido hasta ahora?
-Bueno, no nos ha conquistado ningún reino rival y los mares que nos rodean no se han congelado, así que creo que todo ha ido bien por el momento.
La boca de Elsa se abrió por completo. Miro intensamente a Kristoff luego de ese aquel comentario tan irrespetuoso y, sin poder evitarlo, lo golpeo en el hombro con una fuerza tan patética que la nieve encima suyo apenas se sacudió. Kristoff se llevo la mano al hombro y fingió dolor, lanzándole una sonrisa.
-Que atrevido eres! -Dijo Elsa, claramente divertida por lo entretenido que era estar con alguien tan difícil de leer como Kristoff, alguien tan temerario. -Sabes lo difícil que es evitarlo?
-Que cosa? -Pregunto Kristoff, incapaz de contener la risa. -Mantener el reino a flote o evitar congelarlo?
-Congelarlo! Para mantenerlo a flote tengo dos docenas de consejeros.
Kristoff enseño todos los dientes de la boca. Levanto su enorme mano he hiso un gesto de saludo. Elsa choco su palma con la suya, el aplauso resonando en la noche. Se reían con tanto animo que la nieve se cayó de ellos como si fuese una segunda piel.
-Esa estuvo buena, reina de Arendelle. -Kristoff se rio por un par de segundos más antes de retomar un tono de seriedad. Llevo su mano al hombro de Elsa, apretándolo con delicadeza. -Hey, lo estás haciendo bien, créeme. No dejes que te quite el sueño.
Elsa se froto la frente pensativa. -Gracias Kristoff. Aprecio eso, de verdad que sí. A veces es difícil, sabes? Algunos días es demasiado sobre mis hombros.
Kristoff asintió silenciosamente. -Te dan ganas de soltarlo todo algunas veces, cierto?
Elsa guardo silencio. Ese era el tipo de pregunta que alguien a cargo de un reino no debía hacerse, ni por su bien ni por el de sus súbditos, pero la noche no estaba para pensar en reglas.
-La verdad? Algunas veces sí. -Dijo finalmente, llevándose las manos al rostro. Respiro profundo antes de continuar. -Dejarlo todo y subir a otra montaña, crear otro castillo, encerrarme, y mandarte a buscarme comida un par de veces a la semana.
-Lo haría con gusto -Replico Kristoff entretenido. Se acerco a Elsa lo suficiente como para escuchar su susurro. -Para que veas lo mucho que te aprecio, de ahora en adelante pondré en el tope de mi lista buscarte un pretendiente para que fabriquen un heredero y puedas darle esta carga lo más pronto posible.
Elsa chillo y se abalanzo sobre Kristoff, golpeándolo una docena de veces con la fuerza que un gato golpearía una montaña. Finalmente lanzo su mano hasta una de sus orejas, jalándola fuertemente. Kristoff se dividía entre risas y quejidos. Cuando finalmente lo dejo los nudillos de Elsa dolían con la misma intensidad que la oreja de Kristoff, pero ambos estaban llenos de buen humor y se sentían en buena compañía.
-Kristoff, como es que nunca antes nos habíamos sentado a hablar, solo tú y yo?
Kristoff alzo la vista hacia la luna. -Esa no es una pregunta difícil de responder. Tu y yo disfrutamos estar a solas y no nos gusta hablar más de lo necesario. Las condiciones no estaban a nuestro favor.
Elsa asintió, satisfecha con esa respuesta. -Tienes razón. Es una suerte que te hayas escapado del cuarto de mi hermana esta noche para salir a pasear.
-Ella no se queja. Sabes lo mucho que le gusta dormir. Es mejor dejarla sola y que consuma toda la cama.
Elsa giro y toco el hombro de Kristoff, su rostro lleno de sorpresa. -No me digas que todavía es imposible dormir con ella.
-Si te refieres a revolcarse en la cama y abarcar los cuatro extremos entonces sí, todavía lo hace.
Elsa estallo en risas -No puedo creerlo. El mayor sacrificio que he hecho en mi vida? Dormir con ella cuando éramos pequeñas. Esa niña es incontenible cuando duerme. Creo que ella me ha maltratado físicamente mas que Hans.
-Dímelo a mi -Asintió Kristoff, envuelto en risas. -Esa mujer pega duro y constante. Suerte que solo lo hace en la cama cuando está durmiendo y no cuando estamos despiertos, si sabes a lo que me refiero.
Elsa doblo la cabeza en duda, pensando en lo que Kristoff acababa de insinuar. Cuando finalmente comprendió se sonrojo profundamente y le abofeteo el brazo, su mirada una mezcla de asombro y desaprobación.
-Malo Kristoff. Malo! -Le dijo, sacándole la lengua.
-No entiendo como las dueñas de estas casa me pegan y aun así yo soy el malo.
Elsa le lanzo una mirada intensa. Finalmente le sonrió y se acerco a él, apoyando su cabeza sobre su brazo. Duro y frio, como una roca.
-Cuida bien a mi hermana Kristoff, por favor.
-No tienes que decirme eso. -Agrego él, rodeándola con el brazo. -Destrozare a cualquiera que intente lastimar a mi esposa y a mi cuñada. Eso es algo implícito. La familia se quiere y se protege Elsa.
Elsa se acurruco bajo el brazo de Kristoff, sintiendo seguridad en sus palabras. Un fuerte alivio la inundo por dentro al saber que alguien más aparte de ella estaba pendiente de la seguridad de su hermana en todo momento. Un enorme peso se fue de sus hombros al saber que este hombre, brusco, sincero y temerario, mantendría a Anna a salvo pase lo que pase. Protegería a su familia.
-Gracias Kristoff. -Dijo, luego agrego con una sonrisa. -Pero procura priorizar a Anna. Puedo defenderme yo sola.
Kristoff se rio sonoramente. -Estamos un poco sobre confiados de nuestras habilidades, verdad?
Elsa se separo, entretenida. Se paro y flexiono los brazos, claramente en burla considerando lo pequeño y delicado de su figura. -Kristoff, congelo reinos enteros. Quien puede derrotarme?
-Con un buen plan se puede derrotar a cualquiera Elsa, inclusive tu. -Las palabras de Kristoff hicieron que una ceja de Elsa se arqueara. Se levanto y tomo su guitarra, parándose en frente de la reina. -De hecho, te apuesto a que, si peleásemos ahora mismo, podría ganarte sin tener que dar un solo golpe.
Elsa rio secamente, negando con la cabeza. Camino hasta el estanque y hundió un dedo en el agua. Concentro sus poderes y toda la superficie se congelo al instante, así como el agua que brotaba de la fuente, creando un majestuoso arco plateado. Subió sobre la plataforma de hielo, y se giro en el medio del estanque, señalando a Kristoff.
-Quieres intentarlo ahora?
-No me atrevería a negarme a una orden real. -Rio. Subió al estanque, su enorme peso haciendo que el hielo bajo sus pies cruja peligrosamente. Aun así, camino lentamente sin la mas mínima sombra de miedo. Sus pasos eran largos y seguros, rodeando a Elsa con un margen de distancia. -Sin embargo, no digas luego que no te lo adverti.
-Creo que deberías dejar tu guitarra. Odiaría tener que terminara rota. -Dijo Elsa con los brazos extendidos. Si bien se encontraba la situación entretenida, no tenía idea de lo que tenia Kristoff en su cabeza. Si la confianza que tenía en su rostro era un farol, lo estaba ocultando de manera perfecta.
-Si la dejara perdería pues, aunque no lo creas, esta será mi arma de la victoria. -Empezó a tocar una cuerda, graduándola cautelosamente. El hielo bajo sus botas empezaba a partirse, incapaz de aguantar su anatomía. -Veras, imaginando que alguna vez, por muy remota que sea la probabilidad, tendría que pelear contra ti, decidí estar preparado. Así que Acudí a sabios, ancianos, consejeros, alquimistas, incluso a mi familia de troles, y logre conseguir algo que podía detenerte. -Golpeo una tonada fuertemente. -Una canción, mística y poderosa, que te detendría por completo donde estas y te hará actuar exactamente como yo quiera. Prepárate Elsa, contempla mi poder!
Las palabras de Kristoff pusieron la piel de Elsa de gallina. Su postura se torno a una de tensión y cautela. Su frente se frunció y aguanto la respiración, deseando poder saber lo que estaba pasando por la mente de Kristoff en ese momento. Su mano empezó a golpear las cuerdas de la guitarra, la primera tonada poniendo en total alerta a Elsa. Sin embargo, cuando la melodía continuo y la reconoció, empezó a reír incontroladamente, llevándose las manos a su rostro en señal de vergüenza.
-Kristoff, NO! -Grito ella, sonrojándose profundamente.
-Si.
-NO!
-Si -Insistió Kristoff, altamente entretenido. Continuo cercando a Elsa, la música inundando los jardines reales, obligándolos a moverse a su ritmo.
-Basta! Donde la escuchaste?!
-Tu hermana me la enseño. Me dijo lo mucho que significa para ti. -Se rio, a medida que la melodía tomaba intensidad. Justo como había planeado, el cuerpo de Elsa empezó a moverse fuera de su voluntad, la melodía llevándola a un estado de completa felicidad. Ambos se miraron a los ojos y sonrieron. -Así que dime Elsa, vas a congelarme, o vas a hacer justo lo que tenía planeado y vas a completar este dúo con tu armónica voz?
Elsa resoplo, arrojando sus cabellos al aire. Rindiéndose ante lo ridículo de la situación, lanzo los brazos al lado y tomo una exagerada pose artística. Cerró los ojos y alzo la cabeza al cielo, recordando las letras de la canción que le habían permitido soportar la clase de persona que era.
-Let it go, let it go. I am one with the wind and sky! -Empezó, sincronizando perfectamente donde se encontraba la canción, moviéndose de un lado a otro. Kristoff asintió con la cabeza satisfecho, girando en compas con la música, como si hubiesen practicado eso durante toda su vida. Hiso una exagerada reverencia que Elsa respondió sacándole la lengua -Let it go, let it go. You'll never see me cry! Here I stand, and-
Al momento en que Elsa golpeo el hielo con su pie, la superficie no aguanto más. En una fracción de segundos pasaron de estar parados sobre una peligrosa capa de hielo a estar hasta la cintura cubiertos de agua Helada. Como si una corriente eléctrica los hubiera golpeado desde adentro, ambos chillaron y saltaron en el agua, moviéndose desesperadamente hasta la orilla. Saltaron el borde del estanque y cayeron pesadamente en la blanca nieve, tiritando violentamente. Las piernas de ambos goteaban estrepitosamente y la ropa se les pegaba a la piel.
-Oh por Dios, que fría! -Grito Elsa, levantándose del suelo y dando vueltas como un zorro de pelaje blanco, evitando que la falda tocara su piel.
-Tú crees!? -Se burlo Kristoff, sintiendo sus piernas como si fueran bloques de madera. Su caminar se torno torpe y ridiculo. -Ven, vamos antes de que te mueras y me acusen de asesinato real.
-Por favor! Por puro principio, si alguien NO debe morir esta noche a causa del frio seré yo.
Elsa empujo cómicamente a Kristoff, quien reciproco el gesto. A medida que ambos retornaban al palacio dejaban detrás suyo un camino húmedo, como si de dos babosas gigantes se tratasen. Al entrar ambos tomaron dirección hacia sus aposentos, que quedaban en direcciones opuestas.
-Ve, sécate y caliéntate hombre de las montañas. No digas que la familia real no te mantiene saludable.
-No te preocupes. Me encargare de que el Anna me caliente. Después de todo solo estoy mojado de la cintura para abajo.
Kristoff se dio vuelta y salió corriendo, sin girarse a ver la cara de Elsa, la cual gruñía frustrada ante el comentario. Al escucharla un par de guardias reales se hicieron presente al segundo. sus miradas se dirigieron entre su reina, la falda mojada y el rastro de agua que quedaba detrás de ella. Hicieron lo posible por no reflejar en su rostro la cantidad de duda que tenían por dentro.
-Su majestad! -Dijeron al unisonó. -Se encuentra bien. Necesita algo?
-Elsa miro a ambos hombres y luego se dio cuenta de su aspecto. Se llevo una mano a la boca y se rio para sí misma. Con un gesto de la mano le quito importancia a la situación.
-Sí. Por favor vayan y revisen como se encuentra Kristoff. No me perdonaría si muriese de hipotermia esta noche.
Elsa se dirigió hacia su habitación, dejando a los guardias completamente sin idea de lo que había ocurrido. Mientras se dirigía a la recamara real tarareaba otra vez la canción que conocía de memoria, llenándola de buenos ánimos. Kristoff realmente la había derrotado.
Fin.
