Nuevas Direcciones.
-I -
Rachel, salimos en 10 minutos. Ya le ordené a Alfred corregir el reflector izquierdo.-
Gracias, Adam.- respondió desde las profundidades de su camerino. ¿Cuántas iban ya? Había perdido la cuenta hacía rato. Tomó el último sorbo del aquél té específicamente preparado para ella y se miró en el espejo. El maquillaje verde le cubría cada centímetro de su rostro (tanto que a veces le costaba encontrarse a sí misma entre toda aquella parafernalia). Alguien golpeó suavemente la puerta, y se encontró al abrirla con una muchachita de no más de 16 años.
¿Puedo ayudarte en algo?- inquirió, con vos suave, reconociendo la mirada en su rostro al instante: miedo, admiración… y algo de amor también.
Soy Inés… la hermana de Gloria, la vestuarista, y quería… quería conocerla, Srita. Berry.- dijo, temblorosa, en un susurro casi inaudible. Rachel le hizo un ademán con la mano, invitándola a pasar.
Gloria me ha contado que tienes talento, que te gusta cantar.- Inés asintió, aún en el mismo estado de shock. Rachel sonrió otra vez, tratando de aligerar a situación.- ¿Estudias, Inés? ¿Te estás preparando? Porque debes saber… que en este medio nadie va a regalarte nada.- explicó.
Quiero hacer esto desde que tengo conciencia de mi misma, Srita. Berry. Voy a hacer lo imposible para lograrlo.- respondió la niña. Rachel no pudo evitar soltar una risita: aquella determinación, aquél fuego en sus ojos, aquél resplandor en su rostro como si sus propios sueños de le escaparan por los poros. Inés se parecía (tal vez demasiado) a la Rachel Berry que ella solía ser.
Veo mucho de mí en ti. Yo era exactamente igual que tu. Y… aquí me tienes, ¿no?- esta vez fue Inés la que soltó la risita, y su rostro se tornó más dócil.
¿Es difícil?- murmuró, mirándola a Rachel directamente a los ojos. Ésta asintió, acercándose a donde se encontraba la niña, y abrazándola por los hombros.
Requiere de tiempo, esfuerzo y muchos, muchos sacrificios. Pero entonces…- el sonido de los aplausos provenientes del piso inferior se coló por las paredes, y Rachel pudo sentir como a Inés le daba un escalofrío.
Entonces eso pasa.- dijo la niña. Se vieron interrumpidas por Adam, quien inrrumpió en la habitación en busca de Rachel.
Rómpete una pierna.- gritó Inés, antes de ser arrastrada por el séquito de asistentes que empujaban a Rachel hacia el escenario. Ésta se detuvo en seco: no había escuchado esa frase en varios años. Si, generalmente se la deseaban, pero escucharla de Inés era… como escucharla de su propia boca. Cuando retomó la conciencia, ya se encontraba enfrente de cientos de entusiasmados rostro recitando sus líneas.
Excelente, Rachel. Hoy estuviste exquisita.- murmuró el director, sonriéndole. Ésta apenas contestó con un guiño, preparándose para el saludo final. "Rómpete una pierna", eso era todo lo que le sonaba en la mente desde hacía casi dos horas. "Rómpete una pierna". Aquella vida, esa que ahora recordaba, le parecía a años luz. Los nervios, las ansias, los ensayos, el temor de ver todo lo que uno ama convertido en pedazos… esas cosas no le sucedían a la nueva Rachel. La nueva Rachel era la estrella indiscutida del musical Wicked. En Broadway. Y sin embargo… aquellas tres palabras habían bastado para sembrar esta sensación de vació en su interior que no podía apagarse ni con la multitud que ahora la aplaudía de pie. ¿No había sido ella misma la que le había deseado al poco coordinado de Finn Hudson unos diez años atrás que se rompiera una pierna? Sonrió al pensar que Finn, probablemente, no había entendido en ese entonces lo que le había querido decir. Pensándolo mejor, tal vez ni siquiera la había escuchado. Seguramente había estado muy concentrado en decirle… en decirle que la amaba. Se sonrojó al recordarlo, al recordar aquel tinte nervioso en sus ojos, o la media sonrisa que le regaló después. Se sonrojó aun mas al pensar en aquella canción, en esos primeros acordes, en el rio de adrenalina que le producía cantar con él, y sintió su pecho inflarse de orgullo: aun entonces, todos esos años después, nada iba a hacerla tan orgullosa como aquella versión de Faithfully que presentaron en los Regionales del 2010. Trató de concentrarse en el momento, en los rostros que la miraban embelesados, en el sonido de la multitud aplaudiéndola. Trató de sacarse el rostro juvenil de Finn de la mente, puesto que tanto pensaba en él que el gigante de la tercera fila comenzaba a parecérsele. Vio el telón cerrarse, y el sonido de los aplausos se apaciguó.
¿Salimos a tomar algo?- preguntó Garret, su co-protagonista, desprendiéndose el disfrás.
Creo que esta noche paso. No te ofendas, pero fue un día cargado.- le respondió, quitándose ella también el vestido en cuánto entró a su camerino.
¿No crees que debemos tomar unos tragos antes de que te vea desnuda?- inquirió un voz extremadamente familiar. Rachel se sobresaltó al encontrarse con el sonriente rostro de Kurt Hummel reflejado en el espejo.
¡¿Qué haces aquí! ¿Cómo entraste?- le preguntó, abrazándolo tan fuerte como le fue posible. Kurt le devolvió el abrazo, levantándola unos centímetros del suelo.
Aparentemente soy un reconocido diseñador de escenografías. Eso me da vía libre en este teatro.- le explicó, aun sin soltarla. Se despegó un poco para mirarla a los ojos.- Mírate, Berry. Si que la hiciste.- murmuró.
La hicimos.- respondió ella. Se miraron un segundo en silencio, intercambiando miradas de orgullo, y ambos se soltaron antes de derramar algunas lágrimas.- No hay una sola noche en que no piense en ti al cantar Defying Gravity.
Me lo imaginé. Así de difícil es olvidarme.- respondió Kurt, hurgando en el closet de Rachel mientras su asistente le quitaba el maquillaje.- Entonces,- dijo, dando una voltereta tan exagerada que Rache no pudo evitar sonreir.- ¿Realmente estás cansada, o sólo querías sacarte a Garret de encima?
Nunca estoy demasiado cansada para ti, si a eso te refieres.
Bien. Te esperaremos afuera, y vamos a cenar algo.- con esto, se retiró de la habitación antes de que Rachel pueda preguntarle exactamente quienes integraban la comitiva.
Veinte minutos más tarde, Rachel se adentraba en las profundidades de fans tratando de firmar la mayor cantidad de Playbills y soundtracks posibles cuando divisó a Kurt posado en un auto rojo a pocos metros de distancia.
¿Es este el último?- pregunto, tomando con cuidado la pequeña caja plástica del Cd
Si, ese es. Es para Amy.- respondió el portador. Rachel firmó el autógrafo rápidamente, devolviéndoselo al portador.- ¡Señorita Berry! ¡Señorita Berry!- gritó éste.
¿Escribí mal el nombre?
No… me preguntaba por qué aún pone las estrellas al final de su nombre. Digo… no necesita de las metáforas. Ya se ha convertido en una.- sólo entonces Rachel se giró para mirarlo. Allí estaba, en carne y hueso, el terriblemente descoordinado Finn Hudson. Si hubiera podido quitarle los ojos de encima hubiera visto a Kurt y Blaine intercambiar miradas de triunfo.
