Aclaración: Shingeki no Kyojin no me pertenece, es de su creador "Hajime Isayama". Solo me encargo de crear la historia de mi fanfic sin lucros de su magistral obra.
"Esperanza y Salvación"
La pequeña vela estuvo iluminando lo oscuro que se encontraba en su celda. Eren estaba sentado en su cama y apoyando su espalda en la fría pared, tenía la vista hacia la nada, pensando y analizando, porque ahora todo iba de acuerdo a su plan.
Tal vez se había vuelto un monstruo ante sus conocidos, hasta él mismo no lo negaba en lo absoluto. Pero hubo una razón para llevarlo a cabo, y, finalmente lo consiguió.
Poseía al Titán Martillo de Guerra junto a su medio hermano.
Esa noche decidió no dormir, quería evitar tener pesadillas por lo ocurrido en Mare o de la muerte de Sasha. Apretó los dientes por recodarlo. Todavía se memorizaba la promesa que se hizo esa misma tarde, incluso seguía pensando en pelear y pelear.
Pero la conversación con Hanji lo hizo alterarse más de lo debido, cometiendo el terrible error de revelarle su nuevo poder adquirido, todo esto por mencionar a Historia. Ya había pasado meses desde la última vez que la vio, en su habitación, intentando creer que ella seguiría a salvo de heredar el poder del Titán Bestia, gracias al hijo que espera.
El tiempo poco a poco se le acababa, necesitando hablar urgente con Zeke.
Repentinamente, el cuerpo le empezó a temblar con sólo imaginar esa devastadora posibilidad, queriendo salir de ahí cuanto antes, pero enseguida se tranquilizó. No podía dejarse llevar de nuevo por sus impulsos y empeorar más de su situación actual. De pronto se dio cuenta que ese lado suyo de preocuparse por los demás no había cambiado, al menos esa parte de él aún seguía viva por el momento.
Mirando la luz que la vela transmitía, estuvo pensando en todos sus compañeros, queriendo saber cómo se encontraban en este instante. Hasta supuso que Connie debía odiarlo más que nadie por lo que hizo.
No lo podía culpar. Todo esto fue por su causa y no habría forma de remediarlo. Sabía muy bien que debía pagar las consecuencias de sus actos, sin embargo, todavía no era la hora de hacerlo. No hasta que haya eliminado a todos sus enemigos.
Fue entonces que Eren no necesitó preocuparse por Historia, no lo requería, puesto que confiaba plenamente en que él la protegería en su lugar. Tan sólo debía preocuparse por las acciones de Mare, las de Paradis, y las de Armin.
Ya no estaba seguro si su amigo aceptaría en llevar su plan hasta el final, o, quizás, ya se había cansado de siempre confiar ciegamente en todas sus ideas egoístas.
No importa qué situación ocurriera primero, nadie le pararía con sus objetivos. Estaba convencido que hacía lo correcto, y no solo él, también Historia lo creía. Porque esos sacrificios que ambos hicieron tenían un valor muy importante para llevar a cabo su plan.
"Flashback"
La mente de Eren le daba vueltas por lo que hizo aquella noche, se sentía culpable y arrepentido, incluso debió haber pensado en una solución más razonable. No deseaba tener que repetirlo de nuevo con Historia, aun sabiendo que era un deber para ambos.
Se odio por ceder, por ser impotente, y por no poder ayudarla de otra forma.
—¡Maldición! —gritó con resentimiento, golpeando con fuerza el mazo de madera que traía en sus manos.
—¡Eren!
En eso reaccionó tras escuchar la voz preocupada de Mikasa, quien se encontraba a su lado, los demás se voltearon a verlo. Pudo darse cuenta que, sin querer, había roto la madera para los rieles.
—Lo siento —dijo ya un poco calmado, secando el sudor de su frente.
Mikasa le tocó su hombro, y éste la vio con confusión.
—Eren, descansa, ya has hecho mucho.
El chico iba a protestar, pero Jean lo interrumpió.
—Hazle caso a Mikasa. Llevas esa maldita expresión de amargado toda la mañana.
No tuvo más opción que aceptar a regañadientes ese descanso obligatorio, pasando a sentarse en la torre de madera reunida mientras se limpiaba los ojos por el degaste generado por la intensa luz del Sol. Aunque tal vez se debía a que no había dormido muy bien después de lo ocurrido en la habitación de Historia.
Tenía que verlo a él, a su hermano, Zeke era el único que podía ayudarlo con el Retumbar de la Tierra. Aún creía que había una salvación para Historia, quería evitar a toda costa que fuera convertida en un Titán y que, además, tuviera por obligación a un descendiente de sangre real.
Sabía que estaba a tiempo de poder remediar su error, teniendo fe de que podía cambiar este trágico desenlace.
—Eren... ¿Puedo sentarme a tu lado?
Cuando alzó su vista pudo ver a Armin, que tenía el rostro todo rojo y su ropa transpirando en abundancia.
—Claro.
Ambos muchachos estuvieron en silencio por unos minutos, el de cabellera rubia pudo notar que su amigo estaba muy concentrado, igual como ocurría con el entrenamiento de puntería, pero la diferencia era que parecía estar fuera de la realidad.
—Hoy hace mucho calor, ¿no lo crees? —dijo, tratando de captar su atención.
—Sí, demasiado —contestó, sin voltearse, mirando el horizonte—. Armin... Has visto algo nuevo en los recuerdos de Bertholdt.
Su amigo agachó un poco la cabeza.
—Nada nuevo que contar, ni mucho menos importante.
Eren no dijo nada. No estaba decepcionado por su respuesta, aunque le hubiera encantado saber un poco más de las costumbres de los Marleyanos o una ruta segura para infiltrarse, ahora que no podía confiar en la supuesta promesa de los Azumabitos.
—Estás preocupado por la situación de Zeke.
—Más que preocupado, lo necesitamos —su rostro reflejo firmeza—. Si queremos evitar que ocurra nuevas desgracias, tenemos que hacer que Zeke venga a la isla.
—Todavía sigue pensando en usar el Retumbar. ¿No crees que sería una buena idea buscar otro método para que el mundo no nos vea como simples demonios?
Y, de nuevo se repetía la misma discusión entre ambos, porque lo siguiente era un rotundo silencio. Eren no podía comprenderlo, lo intentaba pero no podía. ¿Acaso merecían algo de piedad luego de presenciar todas esas injusticias en los recuerdos de su padre?
No, no se lo merecen en lo absoluto.
Fue entonces que decidió levantarse e irse a retomar con su labor, mientras Armin sólo lo veía alejarse sin poder escuchar una respuesta a su pregunta tras su obvia evasión.
La noche se hizo presente a las horas siguientes, siendo ya la medianoche, en el cual Eren estaba mirando intranquilo el balcón de la Reina. Una vez que entró con la ayuda de su equipo tridimensional, ahí la vio de nuevo, esperándolo como aquella noche para cumplir con el tercer paso que ambos aceptaron.
El soldado no pareció moverse de su lugar y la mirada lo tenía en el suelo, dudando en hacerlo y temiendo que vuelva a perder el control debido a las hormonas. De repente sintió las manos frías de Historia en su rostro, levantando un poco su cabeza y viendo sus ojos zafiros iluminados, esto producto por la luz de la Luna. Para entonces observar con pánico cuando ella se acercaba peligrosamente a sus labios.
Eren, en un arranque de miedo, la apartó sujetando de sus hombros y desvió su mirada con de la ella. Historia tuvo algo de temor por haberse apresurado, e intento disculparse por lo ocurrido, pero Eren se le adelantó.
—No puedo hacerlo, Historia —su voz sonó distante, apretando sus manos, ella lo sintió temblar—. No puedo hacerlo.
—Eren... —intentó acercarse pero el soldado retrocedió con cada paso que daba, deteniéndose ahí, y poniendo una expresión de arrepentida—. Lo entiendo. Creo que es muy pronto para volver a intentarlo, ya que lo hicimos hace pocos días y...
—¡No me refiero a eso! —le alzó la voz, callándola enseguida—. Lo que trato de decirte es que no puedo continuar haciendo esto. Lo siento Historia, pero deberás buscarte a otro para que tengas a tu hijo. Yo... no puedo hacerlo.
Y acto seguido Eren corrió hasta el filo del balcón, para luego saltar y salir impulsado por el gas. Lo único que pudo escuchar fue el grito desgarrador de Historia llamándolo, pero no se detuvo y siguió con su trayectoria. No iba a retroceder a su propia decisión, sabiendo que las cosas para ambos ya no volverían a ser como antes.
La Reina apoyó sus manos en el barandal, viéndolo desaparecer a través de sus ojos, entonces depositó su cabeza en medio de sus brazos y comenzó a quebrarse en llanto.
—Eren... Por favor no te vayas.
Desde los siguientes días. Eren intentó evitar a Historia con los trabajos jornales y el entrenamiento con las armas, siempre dando una excusa cuando alguien venía a darle un mensaje de parte de ella, igualmente ocurrió con las reuniones, evadiendo sus ojos de forma no disimulada cuando se encontraba con las de ella.
Y así pasaron dos meses hasta que ninguno se dirigió la mirada o la palabra. El soldado se sintió aliviado de que ella pudiera comprenderlo, pero también se sintió culpable de ignorarla para escaparse como un maldito cobarde.
La reunión de ese día se trató sobre las mejoras en el desarrollo del tren a vapor, durando apenas dos horas hasta darlo por finalizado. La primera en salir fue la misma Reina, yéndose sin ver a alguien o sin siquiera despedirse, algo que muchos en aquella sala ni se percataron a excepción de Eren, quien la comprendía por ser el causante de ese cambio radical.
Paso saliendo entre los últimos junto con Armin y Mikasa, quienes estuvieron a su lado a cada momento, pero justo cuando se estaban dirigiendo hacia la salida la voz de Hanji los detuvo en su andar.
—¿Sucede algo, Comandante? —preguntó Armin, viéndola respirar de forma agitada.
—La verdad es que olvide entregar estos documentos en la reunión, pero ahora mismo me espera el carruaje para salir de la muralla e irme a ver el puerto —ella los vio con ojos que incomodaron a los tres presentes, mostrando los papeles que traía en sus manos—. ¿Qué me dicen, chicos? Me pueden dar una mano en este problemita.
Los tres se vieron por unos segundos, hasta que Eren decidió tomar los papeles.
—Yo lo hago, Hanji-san.
—¡Muchas gracias, Eren! —le agradeció, tomándole de las manos—. Bien, nos vemos luego.
Ya cuando se retiró, el soldado de ojos esmeraldas soltó un suspiro desganado.
—Mikasa, Armin, ustedes adelántese. Yo iré a dejar esto.
—Está bien. Te esperamos acá afuera para irnos y continuar con el trabajo en el tren —dijo Armin.
—Eren, no vayas a tardar mucho.
—¡Ya lo sé, Mikasa! No tienes que tratarme siempre como un niño, no ves que ya soy un adulto —se quejó, malhumorado, pero ella no pareció afectada con su reclamo.
El soldado corrió apresurado hasta el lugar donde fue la reunión, esperando que alguien de los altos cargos estuviera aún ahí. Tardó sólo unos cinco minutos, cruzando varios pasillos hasta llegar a la puerta indicada. Agitado por la carrera que hizo. Iba a tocar la puerta, pero oyó enseguida las voces de algunas personas en el interior de la sala, decidiendo mantenerse en silencio para no interrumpirlos. Sin embargo, estos fueron tan fuertes que escuchó algo que lo dejó pasmado y aterrado.
Y bien, caballeros. ¿Ya decidieron que vamos hacer cuando Zeke venga a la isla?
No es obvio. Una vez que recibamos ese suero para transformar Titanes, mataremos a todos esos Marleyanos, y luego haremos que Historia se lo coma para asegurar la supervivencia de los Eldianos.
¡Ja, ja, ja! ¿Asegurar la supervivencia? Porque no eres honesto y dices que es para eliminar de nuestro camino a esa inútil Reina, para así tomar el poder de todo el gobierno.
Pero eso no lo hacemos desde hace cuatro años.
Eren abrió los ojos en grande, indignado y molesto, apretando los dientes por escucharlos hablar de esa forma. Sintió asco por esas personas que confió, pensando que hacían un bien para la humanidad. Pero se equivocó, otra vez. No solo sus enemigos eran los sujetos que estaban atravesando el mar, sino también los que estaban en el interior de las murallas.
Quiso patear la puerta para callar sus fastidiosas risas dirigidas a la Reina, pero se contuvo, y en cambio tocó la puerta para hacer el encargo de su Comandante. Una vez que recibió permiso para abrirla, entró haciendo el saludo militar e informando sobre el contenido de los papeles. Luego se marchó haciendo de nuevo el saludo, no sin antes ver las caras de esos desgraciados, cerrando la puerta lo más natural que pudo.
Entonces el soldado emprendió su camino hacia la salida, en donde sus amigos lo esperaban. Dentro de sus pensamientos necesitaba hablar con Historia, quería advertirle de todo lo que había escuchado. Incluso tenía nuevos problemas que le surgieron, ahora no podía dejar el futuro a esos sujetos, o, más bien, ya no podía confiar en nadie.
—No permitiré que se salgan con la suya, malditos infelices.
Esa misma noche decidió ir a la habitación de la Reina, esperando que ella lo escuchara, aunque supo que eso sería muy complicado. Pero eso no le importó, no iba a permitir que ella estuviera en peligro, y eso también venía para su medio hermano.
Eren nunca se imaginó que ese encuentro intimo con Historia lograría desbloquear algunos recuerdos del primer rey que, sin importarle esas extrañas circunstancias del destino, pudo obtener las piezas necesarias para poner en marcha su plan de invadir a Mare y poder llevarse a Zeke. No obstante, supo que no podía hacerlo solo por su cuenta, necesitando la ayuda de la Legión de Reconocimiento junto con los aliados de su medio hermano.
Pero una decisión difícil surgió en el soldado.
¿Acaso tenía que exponer a sus compañeros ante tal peligro?
Comenzó a dudar por meterles en semejante responsabilidad, ya que no quería perderlos por cumplir con su ansiado objetivo, pero, también sabía que no podía avanzar sin llegar a tener sacrificios en ello. Lo supo, siempre lo supo. Desde la destrucción del muro María aprendió que este mundo era cruel y despiadado, pero que desprendía un fuerte resplandor al final del recorrido.
A eso se le llamaba tener esperanza, esperanza por un futuro mejor y pacífico.
Llegando a un castillo donde se alojaba temporalmente, caminó con cuidado hasta llegar a su habitación. Sin embargo pudo ver a una sombra cerca de su puerta, alarmándolo, nunca creyó que alguien lo descubriría, y temió que esa persona le avisara a sus superiores por haber salido sin permiso. Acercándose a pasos lentos, pudo reconocerlo cuando las nubes se dispersaron para aclarar a través de las ventanas la zona oscurecida.
—Hola, Eren.
—Armin...
Ninguno de los dos dijo nada por unos largos y tediosos minutos. Eren decidió caminar y entrar a su habitación, pasando por delante de su amigo y sin dirigirle la mirada, tomando la perilla para abrir la puerta.
—¿Adónde has ido a esta hora?
Eren se detuvo en su acción mientras sus ojos revelaron un vacío profundo.
—Estaba caminando por ahí —respondió con voz apagada, decidiendo entrar, pero sintió la mano de su amigo en su hombro.
—Entonces me vas a decir que también has estado caminando en las anteriores noches —decidió no callarse esta vez, notando de nuevo su silencio—. ¿Acaso no piensas responderme, Eren? ¿Por qué no me dices lo que estás haciendo?
Eren apartó bruscamente su mano, decidiendo voltearse para confrontarlo. Armin pudo ver sus ojos intimidantes y su rostro que carecía de emoción alguna.
—Eso es algo que no te incumbe, Armin. Por favor, te pido que no te entrometas en mis asuntos —dicho esto, paso a abrir la puerta y entró en su interior—. Te agradecería que no dijeras nada de esto a nadie, no quiero causarle problemas a la Comandante. Recuerda que en dos días tenemos que asistir a la celebración por el futuro hijo de Historia.
—Espera Eren...
—Buenas noches —y cerró la puerta, cortando de esa forma la conversación.
Armin decidió marcharse de ahí para no seguir molestándolo, sabía que algo drástico cambio en Eren, porque ni siquiera lo reconoció. Creyendo que estaba hablando con otra persona en vez de su amigo quien tenía curiosidad por el mundo exterior.
Una vez que se aseguró de cerrar con seguro. Eren caminó hasta su cama y se sentó en ella, colocó una de sus manos por su frente, poniéndose a recordar el rostro de Historia y la promesa que le hizo. Nunca pensó que se enamoraría de él, e incluso que quisiera saber el nombre de ese niño que estaba creciendo en su vientre.
Soltó un largo un suspiro, recostándose entre las sábanas, ya no había vuelta atrás. Porque una vez que pasaran esos dos días, él escaparía hacia Mare para cumplir con su misión. Lamentándose por ocultarle esa información, pero era muy vital para protegerla de esos sujetos que quieren usarla para sus fines personales.
Además, también hubo una gran importancia en el nacimiento de ese niño, porque su hijo sería el que heredara sus poderes una vez que terminara con todo sus enemigos. Ese niño iba a ser su último legado y, a la vez, la persona que tendría su total confianza.
"Fin del flashback"
Cuando notó que la vela ya se había agotado, no supo cuántas horas pasó en la misma posición. Echó un rápido vistazo en toda el área que estaba siendo iluminado por la luz del exterior, supuso que ya era de día, aunque de igual forma no tenía ni idea de la hora exacta.
Eren no supo en que momento lo iban a liberar de su encarcelamiento, ni tampoco sabía el motivo si lo hacían. Ya no podía confiar en nadie, tan sólo esperaba resultados favorables para que su plan siguiera por buen camino.
De pronto escuchó el sonido de la puerta de al fondo abrirse, luego se escucharon pasos acercarse hasta el lugar donde se encontraba. Pensó que de nuevo se trataría de Hanji para sermonearlo con preguntas incoherentes como sucedió ayer, no obstante, cuando dirigió su mirada para verla a la cara, inmediatamente sus ojos cambiaron a una reacción sorpresiva.
Ante su presencia estaban Armin y Mikasa, sus dos primeros amigos, parados ahí en su celda con una expresión distinta. El primero lo veía con total seriedad, y la segunda con suma melancolía.
—Hola, Eren. ¿Podemos hablar?
No tardó en sospechar que Armin estaba planeando algo con esta visita inesperada, pasando por su cabeza miles de posibilidades por el cual vinieron a verlo personalmente, siendo una de ellas en averiguar su verdadero propósito luego de la invasión a Mare.
Tenía la certeza de saber sus verdaderas intenciones, y debía ser muy cuidadoso con sus palabras ante el posible interrogatorio. No importa que ambos tuvieran diferentes ideales, el jamás permitiría que destruya lo que con tanto esfuerzo ha logrado.
La tensión en el ambiente empezó a crecer en el trío de amigos, porque cual fuese la respuesta de Eren, definiría por completo el destino de toda la humanidad.
F I N
Notas del Autor:
Y nuevamente este último capítulo me dejó con la boca abierta. Todavía nada está dicho o confirmado respecto al supuesto padre, porque realmente esa conversación que tuvieron los altos cargos eran puras suposiciones, ya que sólo relatan al sujeto que tiene una "relación" con la Reina, mas no se explica las razones exactas del por qué Historia hizo algo así, sabiendo que primero debía heredar al Titán Bestia. Además, durante ese recuerdo se puede observar a alguien encapuchado mientras Historia hablaba con aquel sujeto, llegando a sospechar que se trataría del mismo Eren (esto lo digo por el capítulo 70), quien desea que Zeke siga convida para llevar a cabo su plan de activar el Retumbar de la Tierra.
Por el momento puedo afirmar que Isayama nos quiere poner tensos y nerviosos, puesto que siempre tiene la manía de romper las teorías del fandom, y esto lo digo porque ahora todos creen que el verdadero padre es el sujeto que le tiraba piedras a Historia en su niñez.
Agradezco en grande a unos compañeros que me dieron sus ánimos, en especial a mi hermano que me dio esa posibilidad sobre un acuerdo entre Eren e Historia, porque todavía hay esperanza para desmentir todo lo que dicen al respecto sobre este capítulo. Incluso pienso que habrá grandes sorpresas cuando Eren, Armin y Mikasa se reúnan.
Por cierto... Haré una continuación de este fanfic, tal como sucedió con la anterior, explicando desde el punto de vista de Historia para no dejar un cabo suelto.
¡Comenten que les pareció este One-shot!
Emilion se despide de ustedes lectores, hasta la próxima.
