Como dice el summary, es una serie de drabbles. No más de mil palabras (con algunas excepciones), ya que es lo que más me acomoda y en lo que me desenvuelvo mejor. El título está inspirado en la letra de The Beatles, "You're going to lose that girl". Espero que lo disfruten y me hagan llegar sus comentarios :)
Disclaimer: Prince of Tennis le pertenece a Takeshi Konomi.
Capítulo 1: Meditación
Acostado en su amplia y confortable cama, Ryoma suspiró casi apesadumbrado debido a los últimos sucesos ocurridos. Nunca tendía a darle más importancia de la necesaria a ciertos eventos (o a casi todos), pero desde hace algunos días estaba viendo cosas que no le gustaban. Cualquier rutina que implicara tenis estaba bien para él, cualquiera. O eso pensaba él. Pero cuando vio que cierta muchacha ya no iba con tanta frecuencia a los entrenamientos y a los partidos, comenzó vagamente a sentir curiosidad al respecto. Una curiosidad a la que no le atribuía (o intentaba no hacerlo) demasiada importancia.
Dado que —inevitablemente— uno termina acostumbrándose a la rutina, ver algo fuera de ella siempre descoloca por un momento. Y eso le pasó a Ryoma. El problema es que no lo descolocó sólo por un momento, pues ya llevaba un par de días así. Y no era una sensación agradable. Tampoco era algo con lo que no podía convivir pero, ciertamente, era una especie de molestia que le hacía un tímido cosquilleo en el cuerpo y que, por momentos, le quitaba la vital concentración que siempre poseía.
Pero no era algo por lo que desesperarse; no, no y no. El tiempo le ayudaría a arreglar esa molestia. O a encontrar las respuestas a su pequeña incomodidad. Cualquiera de las dos funcionaría para él.
Al día siguiente llegó de lo más normal al Seigaku. Había entrado al salón y, como siempre, muchas personas se acercaron para saludarlo. Normal. Luego vio a Sakuno sonrojarse y saludarlo tímidamente con la mano, agitándola lentamente, como si tuviese miedo de que se le escapara. Eso también era normal. Hasta ahí, todo bien. Pero cuando pasaron unos minutos y escuchó a esa niña escandalizada y molesta gritar de manera casi aberrante, supo que aquello se escapaba de lo común. Vio aquello como una oportunidad, así que disimuladamente decidió ver y escuchar lo que hablaban.
Ryuzaki le hacía señas desesperadas con las manos, como diciéndole que bajara el tono de voz. Pero su amiga —de la cual Ryoma no recordaba el nombre, o creía nunca haberlo escuchado— alzaba su voz cada vez más, intimidando hasta a sus compañeros más extrovertidos. De los gestos y muecas que hacía, pudo —con algo de dificultad, ya que sus gritos eran desagradables— descifrar un par de palabras. Shitenhouji y Tooyama.
Sintió cómo lentamente el párpado de su ojo izquierdo comenzó a palpitar, y se intensificó aún más cuando vio cómo ella se sonrojaba tiernamente ante esa mención.
La cabeza de Tomoka fue un vaivén entre el Echizen y la cobriza. Cuando pudo interpretar la mueca del ambarino supo que aquello iba a ponerse entretenido. Muy entretenido. Esbozó una sonrisa maliciosa al tiempo que le daba unas leves palmaditas en la espalda a su amiga, como diciéndole que estaba haciendo lo correcto.
Ryoma no le quitó un ojo a la nieta de la entrenadora y, luego de meditarlo por unos segundos, decidió que iba a llegar al fondo del asunto. Si aquello podía quitarle la leve —muy leve, según Ryoma— molestia que sentía, pues el actuar era bienvenido.
Averiguaría qué estaba sucediendo, y de paso erradicaría aquel fastidioso cosquilleo de su cuerpo. Y luego todo volvería a ser como antes. Su interminable concentración por el tenis volvería a ser lo que era.
O eso esperaba.
