Ciaossu ~~
Este fic es dedicado a Daya-chan por el fic que me ha dedicado :) asique espero que le guste mucho y no olvides que Hibari es mío! solamente te lo estoy prestando para efectos del fic.
Será el primer fic que escriba en narrador protagonista porque no sé xd aunque si Daya me lo pide puedo cambiar a omnisciente.
PD. También aparecerá mi OC y en caso de que necesite más gente, buscaré entre quienes lean (?)
Capítulo 1
Desperté en algún lugar desconocido, el cuerpo me dolía y todo se veía negro. Toqué mis párpados cerrados y retiré mis dedos para abrirlos, en ambos casos todo estaba oscuro. Extendí mi mano y sentí que algo estaba cubriéndome, intenté hacerlo a un lado, pero fue inútil.
Entonces comprendí, estaba dentro de una bolsa.
La cabeza aún me dolía demasiado como para pensar, pero intenté hacer memoria de lo que había pasado antes de caer dormida -puesto a que me conozco lo suficiente como para saber que jamás me habría quedado dormida dentro de una bolsa por voluntad propia-.
Las imágenes llegaban entrecortadas.
Salí de escuela, recuerdo haberme despedido de mis amigas en la esquina de mi casa.
Forcé mi mente a recordar más.
Entonces llegó a mi algo que de verdad me servía: un grupo de hombres vestidos de negro que se me acercaron y...
¡Maldición! Mi cerebro se negaba a darme más información.
Esta bien, no importa. Me dije a mi misma. Tal vez lo primordial no es recordar sino intentar salir. Así es, no podía perder el tiempo, considerando que la bolsa se estaba moviendo.
Podía escuchar el sonido de un coche andando... Entendí que yo estaba dentro de ese coche. Me sentí indignada, si tenían un coche no era necesario capturarme dentro de una bolsa, ¿qué podía hacer? Probablemente ni siquiera me atrevería a lanzarme afuera del auto.
Reconsideré eso último, probablemente en un caso de emergencia me habría lanzado sin pensar, quizás era buena idea la bolsa, cuidaba mi integridad.
Lo siguiente en mi análisis fue intentar adivinar dónde me llevaban. Fracasé, pues no hallé respuesta a esa pregunta, asique intenté pensar en cómo me había ganado esta situación, realmente no recordaba haber hecho nada fuera de lo normal. ¿Acaso había provocado a alguien poderoso no-intencionalmente?
El coche se detuvo, ¿habíamos llegado a nuestro destino?
Me quedé quieta pues no quería que me pusieran a dormir de nuevo, necesitaba estar conciente para poder huir.
Por un minuto lo único que pude escuchar fue el sonido de mi agitado corazón, que parecía querer salir corriendo de la situación, sinceramente no podía culparlo.
Entonces oí el sonido de algo rompiéndose, un vidrio quizás. Le siguieron gritos, voces roncas que pedían perdón.
En medio de la desesperación pude razonar algo, esas voces eran de mis captores siendo golpeados. La idea no me alivió para nada, pues ahora debía enfrentarme a alguien mucho más poderoso.
Seguí en silencio, hasta que no pude contener más un ligero chillido que escapó de mis labios cuando vi que la bolsa se rompía.
Pensé que iba a tener que enfrentarme a la brillante luz del sol, pero descubrí que ya era de noche. Esa idea me alarmó, ¿qué hora era? ¿cuánto tiempo estuve dormida? No podía ser, ¿cómo iba a explicarle esto a mis padres? De seguro me iban a castigar por un mes, espero que la excusa del secuestro sirva de algo. ¿Si quiera llamaron a la policía? Por que si no lo hicieron...
-Arriba-dijo la persona frente a mí.
Solo entonces dirigí mi mirada a quién me había "salvado". Era un hombre un poco mayor que yo, unos veinte años quizás. Tenía el cabello negro azabache y una mirada azul grisacea muy particular, había algo en él que lo hacía aterrador.
Al ver que no movía ni un músculo, me levantó en sus brazos y me sacó del portaequipaje, al principio me sentí un poco perturbada, pero luego me di cuenta de mi situación y comencé a patear desesperada.
-¡Bájame! ¡Auxilio! ¡Secuestrador! ¡Llamaré a la policía! ¡La justicia de mi país me protege! -,sabía que mis amenazas no tenían sentido, pero valía la pena intentarlo, era el único modo que tenía para decirle "Ten cuidado conmigo".
Finalmente me quedé sin aire y dejé de gritar. Estábamos en frente de un lujoso auto negro cuando me detuve, estuvo a punto de sentarme en el asiento trasero, pero cuando vio que mis gritos cesaron, me acomodó en el lugar del co-piloto.
Cerró la puerta y se dirigió a su asiento.
-Ponte el cinturón.
-No quiero-respondí, si me lo ponía sería más difícil saltar.
-Son las leyes de tránsito- argumentó. Suspiré, tenía razón, recién diciendo que la ley me protegía y lo primero que hago es desobedecerlas.
-Secuestrar gente también va contra la ley-dije, en cuanto me percaté de ese detalle.
-Por eso los mordí hasta la muerte.
Enarqué una ceja, este tipo tenía una curiosa forma de hablar.
La falta de edificios, casas y civilización en general, me indicaron que íbamos en la carretera. El vacío en mi estómago me recordó que había pasado mucho tiempo durmiendo.
-Tengo hambre-anuncié. Él ni siquiera me miró.- No sé qué quieras de mí, pero no puedes dejarme morir de hambre, hay maneras más efectivas de matar a una persona, además, por lo que veo creo que me necesitan viva.
Dobló en algún lugar y antes de darme cuenta, estábamos frente a una gasolinera.
No alcanzó a estacionar, cuando yo ya estaba corriendo al mostrador de la comida.
Rebusqué en mis bolsillos y los encontré vacíos, suspiré y me volteé a buscar a mi secuestrador, quien se encontraba perfectamente sentado comiendo una hamburguesa.
-¿Secuestrador-san?-pregunté lo más pasiva posible, solo por que debía convencerlo para que me prestara dinero.
-Hibari Kyoya-corrigió él.
Consideré la idea de saber su nombre como un avance, no sé por qué, pero algo me decía que era bueno saber el nombre de quién me había secuestrado, podría servirle a la policía. Pensé en decirle mi nombre, pero después recordé que como buen secuestrador, él ya debía saberlo.
Me tendió un poco de dinero, abrí los ojos de par en par al darme cuenta que con esa cantidad podía comprarme mi almuerzo por toda una semana.
-Quédate con el cambio-dijo desinteresadamente.
Lo miré curiosa, esta no era la manera en la que se comporta un secuestrador, darle dinero a la víctima y dejarla libre en un lugar público, pero no me iba a quejar ahora. Corrí a comprarme mi hamburguesa y volví a sentarme con él para comenzar el interrogatorio.
-Está bien. Dime qué te traes ahora mismo-exigí, dándole el primer mordisco a mi comida.
