Declaimer: Estos lugares y personajes no me pertenecen. Son propiedad de JK Rowling
Este es mi primer fanfiction, espero que les guste.
Acepto críticas constructivas.
Capítulo 1: La Pérdida.
Si alguien veía a Sirius Black en ese estado, hubiera dicho que había perdido a un familiar recientemente. Y así era. Sirius no podía explicar lo que sentía.
Tenía una angustia y un dolor en el pecho, que no se podían comparar con nada en el mundo.
Había perdido a un hermano, el mejor hermano que alguien podía tener. James Potter había sido asesinado por Lord Voldemort la noche anterior, la noche en que su vida cambió para mal, y nunca pero nunca iba a volver a ser como antes.
Porque¿quién iba a reemplazar a ese hermano que había hecho pasar a Sirius las mejores épocas de su vida? No había nadie igual a James, nadie. Y el solo pensar que nunca más volvería a verlo, le producía, mayormente, miedo. Porque James era lo más grande que Sirius tenía, y sin él, no iba a volver a ser el mismo de antes, nunca más...
Lo invadía un sentimiento de culpa por haber confiado en Peter. No podía creer lo que había hecho, sentía que él había matado a su mejor amigo.
Debía hacer algo. No podía quedarse ahí sentado, llorando e invadido por un sentimiento que ni Lunático, su otro hermano, podía consolar.
Bebió la última botella de cerveza de manteca, y se internó en la noche, dispuesto a hacerle a Pettigrew el mayor daño posible.
Sin saber dónde podía encontrar a Peter, decidió aparecerse en el Valle de Godric, y ver, por última vez, a su hermano James.
Nunca se había imaginado ver la casa en ese estado. Estaba totalmente destruida. Las paredes se habían derrumbado, y el techo ya no existía.
Sin dudarlo, caminó por los escombros. James y Lily debían estar en algún lado.
Desesperado, se ayudó con la varita, y comenzó a mover los restos de la casa de su hermano.
Hubo algo que por un momento lo paralizó, era como si volviera atrás con un gira tiempo, como si volviera a revivir todos los momentos de su no tan lejana infancia.
Allí estaba, casi destrozado pero legible, el mapa del merodeador.
No lo podía creer, hacía años que no veía ese mapa, ese simple pergamino, cómplice de sus travesuras con James, Remus y Peter.
Pero solo acordarse del nombre de Pettigrew, le causaba un odio inexplicable, lo irradiaba un sentimiento de ira que nunca había sentido, ni siquiera en presencia de Severus Snape.
Se guardó el mapa en el bolsillo de su túnica, y con lágrimas de rabia en los ojos, siguió buscando…
No podía dar crédito a sus ojos. Encontró cosas que ni se acordaba que existían.
Una caja de objetos que robaban en Hogsmeade una vez por mes, cuando salían como animagos para acompañar a Lunático; un frasco irrompible de una poción adormecedora que utilizaban en contra de Severus para robarle apuntes y deberes después de clase; la vieja escoba que Lily le había regalado a James en su séptimo año de Hogwarts y un recorte del Profeta en el que aparecía una foto de la Casa de los Gritos, en el cual contaba a los lectores del diario que era una casa embrujada.
Pero hubo algo que lo sacó de su ensimismamiento. Al lado de todas estas cosas que lo llevaban a su infancia, había una foto. Una foto que lo hizo llenarse de cariño y de alegría. Una foto de James, Lily y Harry.
Le sonreían y saludaban, con una sonrisa los tres. El cariño que sintió hacia ellos en ese momento era inexplicable, y un segundo después, una lágrima cayó sobre la foto.
Amaba a Harry con todo su corazón. Y a pesar de todo el dolor que sentía por la pérdida de James y Lily, una parte de él estaba llena de alegría. Porque Harry, su ahijado, había sobrevivido a aquella tragedia. Había derrotado al mago más tenebroso de todos los tiempos, y Sirius sabía que estaba a salvo en la casa de sus tíos. Aunque esta derrota implicaba una vida difícil para su ahijado, sabía que lo importante era que Harry estaba a salvo. Y de repente sintió un amor inmenso hacia él.
Tenía que verlo, tenía que ir a buscar a Harry a casa de sus tíos. Tenía que ver cómo estaba y si sus tíos eran de confiar.
Sirius sabía que eran muggles, y que despreciaban a los magos, ya que Lily en varias ocasiones los mencionó. Pero lo que él no sabía era que los Dursley, eran la peor clase de muggles que existían. Eran envidiosos y malas personas. Y nunca se iba a imaginar que lo iban a tratar a Harry, su ahijado, como un esclavo.
Sirius sabía dónde vivían los Dursley. Le había prestado la noche anterior su motocicleta a Hagrid, para que llevar a Harry allí.
No quiso aparecerse tan cerca de la casa, por si había algún muggle cerca.
Decidió aparecerse en la calle Magnolia, detrás de unos arbustos que había en la plaza.
Caminó las calles desiertas y oscuras, hasta llegar a la esquina de Privet Drive.
De repente se detuvo.
Se acordó que cuando salio de su casa, era ya demasiado tarde, y en el Valle de Godric estuvo mucho tiempo.
Si los Dursley eran tan correctos y despreciaban a los magos como Lily le había contado, lo mejor iba ser golpear la puerta a la mañana siguiente.
Decidió volver a casa, y esperar hasta que amanezca para partir.
