Este fic lo comencé a escribir hace un poco más de dos años atrás, junto a mi mejor amiga, antes de que saliera el libro "Harry Potter y las reliquias de la muerte", así que me perdonen los errores que pueden haber.

Está escrito como si este fuera el final de la saga Harry Potter, y comienza cuando terminó el sexto libro.

EN CAMINO AL VALLE DE GODRIC

La joven estaba tendida boca arriba en la vieja cama de madera, cubierta por una sábana. Para ella, era extraño volver a esa habitación, a esa casa, después de lo que había descubierto. Aún pensativa, se sentó en la cama, pasó los dedos por su cabello rojo oscuro que le llegaban hasta la cintura, y observó la habitación con sus ojos castaños: la pintura estaba descascándose, la ventana estaba entablada y el fino rayo de luz que entraba por entre las tablas iluminaba una mesa, que tenía sobre ella una gran taza de café, una tostada y, doblado a la mitad, un ejemplar de El Profeta.

Ella se quitó la sábana de encima y se encaminó hacia la mesa, aburrida, tomando el periódico y viendo una foto mágica de un mago de cabello y barba largos, cuya noticia titulaba: ALBUS DUMBLEDORE MUERE.

-Logró lo que quería… -murmuró ella, dejando el diario donde estaba. Abrió la puerta de la habitación y salió del cuarto, encontrándose con alguien en el living-. ¡Ah, Peter! –exclamó ella-. ¿Podrías…?

-¿Por qué yo? –farfulló Peter Pettigrew, asustado por la simple presencia de la joven. Trotando, se retiró de la habitación.

-Hola, Rachel –dijo una voz fría detrás de ella, que se dio vuelta. Con sus 18 años, casi alcanzaba la altura de Snape-. ¿Ya has vuelto? –preguntó él, utilizando el mismo tono que empleó para saludarla.

-Sí, y ya recibiendo la noticia. Salió en El Profeta –respondió Rachel-. Fue Draco, ¿no?

Snape hizo una mueca y se fue, haciendo ondear su túnica negra detrás de sí, sin responderle.

-Veo que no.

*****

Harry Potter estaba sentado sobre su baúl, que estaba cerrado, con el falso relicario en la mano, leyendo y releyendo el mensaje que estaba contenido en él. Volvió a mirar el recorte de diario que estaba sobre la cama, con la foto de Dumbledore. Se levantó y guardó el recorte dentro del baúl; su muerte aún lo afectaba. Luego miró el reloj: 11:59 p.m. faltaba solamente un minuto para ser un mago mayor de edad.

Miró hacia la ventana: dos lechuzas entraron en picada hacia la cama. La primer carta era de Ron, diciéndole que el Sr. Weasley lo iría a buscar al día siguiente junto a varios aurors (lo que a Harry no le gustó) para ir al casamiento de Bill y Fleur. Hermione ya estaba en la Madriguera, y ella, Ron y todos los Weasley les deseaban un feliz cumpleaños.

Bajó las escaleras mientras leía la otra carta, que era de Hogwarts. La casa estaba completamente vacía. Había convencido a los Dursley a irse, porque el encantamiento que caía sobre la casa se había acabado, y ellos estarían en peligro.

Un ruido lo sacó de su distracción. Sacó su varita y se acercó a la ventana de la cocina. El Sr. Weasley se apareció con un leve estampido.

-Harry, te vine a buscar –repuso él. El chico lo notó cansado y con ojeras-. Le dije a Ron que te escribiera que yo vendría mañana para despistar por si los mortífagos interceptan la carta.

Harry asintió y se desaparecieron.

*****

Al día siguiente, Rachel se había despertado temprano a la mañana, con El Profeta en la mano, observando la foto de Dumbledore, recordando la única vez que estuvo con él. Dejó el periódico dentro de su mochila y salió de la habitación, encontrándose con Snape, Narcisa y Bellatrix en el living. Planeaban la ida a Privet Drive a capturar a Harry Potter.

-Hola –saludó Rachel, sin mirarlos, dirigiéndose hacia la puerta.

-¿Ya te vas? –preguntó Narcisa. Bellatrix hizo una mueca desagradable-. Pero… pero si llegaste ayer…

-Tengo asuntos pendientes –dijo Rachel cortante. Colocó su mano en el bolsillo del pantalón, certificándose que llevaba todo, y se sorprendió al sentirlo vacío. Volvió a su dormitorio, preocupada, y revolvió el armario. Al oír que la puerta se abría, se incorporó velozmente, viendo a Snape entrar, y, disimulando, escondió algo en el bolsillo trasero del pantalón.

-Severus…

-¿Por qué desististe de tu misión? –preguntó Snape, fijando sus ojos negros en los de ella.

-Porque me di cuenta que no valía la pena matarlo –respondió ella con indiferencia.

-¿Perdiste el coraje después de tantos que has destruido? –inquirió Snape, sarcástico. Rachel arqueó las cejas.

-No puedo vivir siempre pendiente de ustedes, Severus, principalmente de Él –Rachel se dispuso a salir de la habitación, pero Snape la detuvo.

-¿Qué has estado haciendo en estos últimos meses, Rachel? –preguntó él. Ella no respondió-. ¿Qué te pasa?

-¡Me has mentido! –bramó ella bruscamente, soltándose con un movimiento rápido. Lo miró a los ojos-. ¡Yo no fui abandonada por mis padres al nacer como me dijiste, ni mis padres se llamaban Blane y mi nombre no es Rachel! –explotó ella, jadeando-. Me criaste bajo una mentira, algo muy común entre ustedes, ¿no?

Salió del dormitorio golpeando la puerta detrás de sí, tomó su mochila y, sintiendo las miradas extrañadas de Narcisa y Bellatrix caer sobre ella, salió de la casa. Snape la llamó desde la puerta. Afuera llovía fuerte; Rachel se detuvo, dándose media vuelta.

-Descuida, no diré donde están, pero no quiero estar sirviéndole a Él a todo momento.

-¿Desprecias todo lo que te he enseñado? –dijo Snape, frío, arrastrando las palabras.

-Claro que no –respondió ella, viendo a Snape sacar su varita, adivinando sus intenciones-. ¿Realmente vas a hacerme eso, Severus? –se acercó a él-. Yo quiero ir. Y tu sabes que no puedes hacer nada para impedirme –Y, colocando la mochila sobre los hombros, Rachel desapareció por las calles de Londres muggle bajo la lluvia.

*****

Harry fue recibido con un fuerte abrazo de la Sra. Weasley y varias preguntas que tenían un mismo fin: saber cómo él estaba. Hermione y Fleur lo recibieron de la misma manera, pero Ginny lo abrazó con vergüenza, con las mejillas coloradas. Harry sintió el calo9r de la chica por unos pocos segundos, porque ella se separó rápidamente.

-¡Hagy! –exclamó Fleur con felicidad-. ¡Qué bueno que has venido!

Harry sonrió forzadamente, asintiendo, deseando estar a solas con Ron y Hermione, pero no lo logró. La Sra. Weasley los llamó a que comieran una torta de cumpleaños que le habían echo a Harry; y que éste abriera sus regalos. Al fin, cuando ya era de madrugada, Ron y Harry se dirigieron al dormitorio. Luego llegó Hermione.

-Bueno, Harry –suspiró Hermione, sentándose sobre la cama de Ron-. ¿Vas al colegio o saldrás en búsqueda de los horrocruxes?

-No sé si iré al colegio… -respondió él, paseándose por el dormitorio. Ron se sentó al lado de Hermione-. Pero antes de todo iré al Valle de Godric, y luego tratar de descubrir cuál es el orto horrocrux.

Hermione se puso de pie.

-Pero no tenemos ninguna pista para seguir con eso…

La puerta del dormitorio se abrió de golpe, y entró loa madre de Ron:

-¡Chicos! ¡A dormir!

*****

Rachel entró en el primer restaurante muggle que encontró. Se sentó cerca de la ventana que daba a la calle principal de Londres. Se quitó la mochila y comenzó a rebuscar dentro ella, que la había expandido mágicamente para poder colocar todo lo que llevaba. Sacó del bolsillo del pantalón lo que escondía desde que había salido de su antigua casa y lo colocó en el fondo de su mochila.

-¿Qué desea? –preguntó el mozo que se había aproximado con un cuaderno de notas en la mano.

-Dos tazas de café y algunas tostadas –contestó, sacando un papel del bolsillo exterior de su mochila. Lo desdobló y volvió a leer la lista: contenía los nombres de las personas que se habían enfrentado a Voldemort dieciséis años atrás-. Longbottom, Potter, Andrews… -murmuró-. Podría ser cualquiera de ellos.

-Pronto, señorita –dijo el mozo al traerle el desayuno. Rachel tomó un trago de una de sus tazas de café, memorizando las direcciones de las familias. Había decidido comenzar con los Potter, en el Valle de Godric, porque ya no creía en lo que le habían dicho desde pequeña y ahora quería buscar respuestas por sus propios medios.

Sacó de su mochila la varita y, escondido bajo la mesa, quemó el papel. Luego tomó otro sorbo de café, con la mirada perdida fuera del restaurante, sobre la calle. Del nada, surgieron dos grandes bultos, y el suelo comenzó a temblar: gigantes. Rachel se puso de pie rápidamente, dejando el dinero sobre la mesa, sacando su varita y saliendo del local.

Decidió no entrometerse más en los planes de Él, así que dejó todo como estaba, alejándose y desapareciéndose luego después.

*****

Harry, Ron y Hermione no tuvieron tiempo ninguno para conversar y planear la ida al Valle de Godric, porque Fleur y la Sra. Weasley los mantenía todo el tiempo ocupados con los preparativos del casamiento, que faltaba poco para realizarse.

Una noche, Harry oyó a los padres de Ron comentar entre ellos que gigantes habían atacado Londres, y que varios muggles habían muerto, y mucho más heridos. El ministerio muggle había dicho que fue un tornado.

Voldemort había decidido a dominar todo.

*****

Rachel estaba en duda en si llamaba al Autobús Noctámbulo o no, ya que había sido por su culpa que Stan Shumpike fuera detenido: entonces buscó en el bolsillo de su campera dinero muggle para hospedarse en una pensión que tenía un cuarto vacante cerca de donde estaba. Después de pagarle a la dueña, se dirigió a su dormitorio en el segundo piso. Dejó ola mochila dentro de un armario viejo, cerca de la ventana, y se acostó, sintiendo un apretón en el antebrazo, sabiendo lo que eso significaba: Él la estaba llamando.

*****

El día era hermoso, y los preparativos para el casamiento estaban por concluirse. Fleur estaba histérica, porque nadie le hacía caso hasta que gritó enfadada que se iba a preparar. La Sra. Weasley estaba de un lado a otro, y Hermione y Ginny estaban trancadas en el dormitorio, vistiéndose. Fred y George, mientras tanto, preparaban la poción multijugos para Harry.

-Parezco una esponja –dijo Ginny a Hermione mientras se preparaban-, y todo por culpa de Flegggrrr.

-Ron, no sé si es correcto espiar a las chicas –dijo Harry en un susurro, con la oreja pegada a la puerta de la habitación de las chicas. Se sentía algo incómodo.

-No hace mal –le respondió Ron, mirando por la cerradura-. Tu turno –y se cambiaron de lugar-. Y si no se enteran, mejor –murmuró, pero Harry no estaba muy convencido.

-Odio este vestido –dijo Hermione, frunciendo la nariz-. Pero mis padres quieren que me lo ponga…

-Pero ese no es tan feo como el que Fleur quiere que yo vista.

-¿Y que tal este? –preguntó Hermione, sacando un vestido azul del armario de Ginny.

-No lo sé, ¿y si Fleur arma un berrinche? –dudó ella. Hermione se encogió de hombros.

-Bueno… ¿te importa? –preguntó, comenzando a quitarse el vestido. Ron había empujado a Harry, y en ese momento estaba pegado a la puerta, mirando atentamente por el agujero. Harry lo codeó, oyendo pasos por la escalera.

-Espera un poco –murmuró Ron.

Harry miró hacia la escalera, tomó a Ron por el brazo y se lo llevó. Estaban por abrir la puerta de su dormitorio cuando oyeron la voz de la Sra. Weasley.

-¿Qué sucede? –preguntó ella. Los chicos contestaron "nada" tratando de poner cara de despreocupación, pero la Sra. Weasley quedó algo desconfiada y les entregó las ropas de gala. Luego George le entregó a Harry la poción multijugos, y se transformó en un pelirrojo muggle de una ciudad cercana.

Por la tardecita, poco antes del casamiento, la Madriguera estaba a punto de trasformarse en un caos. Bill estaba nervioso y Fleur estaba trancada en el dormitorio con la Sra. Weasley. Afuera, los invitados estaban conversando alegremente, mientras Fred, George y Ron recibían a los que llegaban. Percy había llegado un poco antes y arreglado todos los asuntos pendientes con los Weasley.

Ginny parecía evitar a Harry, pero, casi al final de la fiesta, ella lo llevó a su dormitorio.

-Sé que vas a ir con Ron y Hermione a algún lado.

Harry se puso nervioso.

-Ginny, yo…

-No voy a pedirte para ir con ustedes. Sé que quieres protegerme –interrumpió ella, alisando el vestido dorado y esponjoso que llevaba puesto. Luego levantó loa mirada hacia Harry-. No sé si vas al colegio, y si vas…

-¿A dónde quieres llegar, Ginny?

-A esto.

Y le dio un beso.

*****

Rachel ya no podía esperar. Se levantó y salió de la habitación con su mochila. Sacó el objeto que insistía en esconder, no podía destruirlo y eso la frustraba. Salió de la pensión con enfado y fue a un callejón vacío y se desapareció. Minutos después se encontraba saliendo de una de las tiendas del callejón Knockturn.

-¿Cómo lo conseguiré? –se preguntó en voz baja. Miró su reloj, que marcaba la una de la madrugada-. Será mejor irme –salió hacia el Caldero Chorreante y se marchó.

*****

Eran las dos y cuarto de la mañana. Todo estaba oscuro, y Harry Potter bajaba las escaleras de la Madriguera. Abrió lentamente la puerta de entrada.

-Harry, ¿ya vamos? –preguntó en voz baja la voz de una muchacha.

-No, yo… -comenzó Harry, dándose vuelta y tratando de explicarse.

-Qué bueno que ya vamos, demoraste mucho –dijo su amiga, sonriendo y caminó hacia la puerta y la abrió-. Después de ti.

Harry salió y escuchó el ruido de un motor. Pudo divisar en la oscuridad un vehículo.

-¡Al fin! ¿Por qué tardaron? –preguntó Ron. Harry sospechó que era otro juguete del Sr. Weasley-. Suban –dijo el pelirrojo, abriéndoles la puerta trasera. Los dos subieron rápidamente. Harry iba abrir la boca para protestar cuando Ron continuó:- Papá le puso un sistema de invisibilidad, y es indetectable por los hechizos de presencia. Hermione lo ajustó para evitar fallas.

El pelirrojo presionó un botón cerca del volante y el coche quedó completamente invisible. Luego elevó el vehículo en el aire, mientras que Hermione le entregaba a Ron un mapa, que enseguida buscó dónde estaba el Valle de Godric.

-¡Ron, cuidado! –exclamaron Harry y Hermione al unísono.

El interpelado levantó loa mirada del mapa, al tiempo de ver que el coche iba en dirección a un árbol. Ron elevó el vehículo, pasando muy cerca de la copa. Hermione se puso nerviosa.

-¿Realmente sabes manejar esta…?

-Claro –le interrumpió Ron, intentando tranquilizarla-. Sólo falta un poco de… práctica.

Siguieron en silencio durante un par de horas, y el nerviosismo reinaba entre ellos.

*****

Cuando miró el reloj, eran casi las tres de la madrugada. Rachel apuró el paso, estaba a menos de un kilómetro del Valle de Godric. Sacó su varita y un arco de dentro de su mochila, teniendo el presentimiento de que no sería fácil entrar en la casa de los Potter.