Prólogo.

"Por favor, no olvide llevar su tapabocas antigases, hay predicción de precipitaciones para las dieciocho horas aproximadamente, repetimos, tenga a mano su tapabocas antigases."

—"Otra vez"

El cielo naranja estremece sus sentidos, señal inequívoca de que el clima va a empeorar, levanta la vista al cielo, sintiendo la caricia del viento deslizarse en sus mejillas, aun un poco desorientado, no puede apartarse del lugar donde está, como si algo estuviera reteniéndolo. No obstante, el eco de los truenos cercano a su posición lo despabila.

—Maldición, de todas formas era bastante raro que no hubieran temporales esta semana, espero que nada malo esté sucediendo cerca de la casa, esto sólo me puede pasar a mí.

Lo que ha comenzado como una misión en busca de algo de comida, se vuelve una carrera hasta su hogar, los vientos del Norte le indican una pronta lluvia, y era ley que ningún ser humano se encuentre fuera bajo esas condiciones.

Lanza un bufido corto y se queda quieto mientras el viento frío lo envuelve completamente, siente en su nariz un cosquilleo peculiar y automáticamente se lleva las manos a la boca para evitar el estornudo, genial, ahora está cerca de pescar un resfriado.

"Por favor, no olvide llevar su tapabocas antigases, hay predicción de precipitaciones para las dieciocho horas aproximadamente, repetimos, tenga a mano su tapabocas antigases."

Mientras el sigue transitando, el cielo se oscurece y el astro rey desaparece a sus espaldas, a lo lejos se lo ve, caminar despacio distraído con el movimiento del viento, si se lo enfocara más de cerca podemos notar que está cubierto con una capucha oscura, que deja vislumbrar un extraño dispositivo que le cubre tres cuartas partes de su rostro, lleva las manos en los bolsillos, mientras patea una lata de la marca de algún líquido.

—Es sólo un día más, nada raro ha sucedido—es el murmullo que se desliza por las corrientes de aire; que lleva los susurros cansados al horizonte desconocido. Mientras el emisor continúa su rumbo la vista se eleva obsequiando las imágenes de una ciudad derruida, las calles en un pasado estilizadas y elegantes hacen contraste con la fría realidad del presente; evocando en su imagen a las nubes grises que cubren el firmamento; edificios fulgurantes y admirables en sus comienzos ahora son sólo sombras de su existencia, yaciendo quemados en su mayoría, sólo muy pocos se mantienen firmes a pesar del paso de las épocas, del tiempo.

"Por favor, no olvide llevar su tapabocas antigases, hay predicción de precipitaciones para las dieciocho horas aproximadamente, repetimos, tenga a mano su tapabocas antigases."

El cielo se oscurece completamente y la caminata no se detiene, las huellas se van borrando en pocos segundos después de ser impresas en la tierra, ahora el caminante es sólo una sombra que difícilmente es distinguida en la oscuridad reinante, sólo contemplada completamente cuando la figura aparece bajo los escasos postes de luz que siguen irradiando la luminiscencia que poseen; pequeñas gotas cristalinas empiezan a caer desde el cielo, el caminante aprieta el paso cuando vemos que se ha llegado a una zona aparentemente residencial, el fétido olor de algunos materiales descompuestos los ha traído el viento travieso, con la poca luz apenas es visible como la figura arruga su expresión; dándole un aspecto sombrío debido a aquel dispositivo en su rostro, sólo sigue caminando mientras aquella voz seca y de tinte mecánica sigue resonando a lo largo de ese paraje gris y frío.

La sombra exhala un vaho mientras se abraza a sí mismo en un intento de reprimir el frío que lo va consumiendo de manera lenta; levanta la cabeza levemente y el atisbo de una sonrisa se deja vislumbrar en su rostro, solo sabemos que sonríe debido a que sus ojos se curvan un poco; es de suponer que ha llegado a su destino.

Forcejea un poco con una puerta desvencijada, un foco amarillento cumple la función de iluminar la entrada a su hogar, dentro se escuchan voces finas y gruesas, la figura deja la labor para frotarse las manos un momento y finalmente tocar la puerta; harto probablemente de pelear con la vieja barrera.

Sólo espera unos segundos antes de que la puerta se abra, cuando esto sucede un calor extraño lo inunda; el estado del lugar no es mucho mejor que el de afuera pero, sin embargo en esa casa abandonada había algo que no se podía hallar en otros lares, la razón por la cual ese lugar pequeño en comparación con el ancho mundo se hacía tan especial, en ese espacio pequeño se encontraba su familia; su hogar, o al menos lo que quedaba de ella.

Una sonrisa socarrona lo recibe, levanta el rostro y se revela que es un adulto entrado en años, sus ojos oscuros lo examinaron con cuidado, como buscando una aguja perdida en el desierto, sus cabellos blancos bien peinados eran bastante largos, sujetos por una cola de caballo que bajaba hasta su media espalda; cubierto por un abrigo gris bastante grande y unos guantes sin dedos que sostenían una taza con un contenido humeante.

—Estaba preocupándome por ti, de veras—empezó a hablar aquel adulto al tanto que una sonrisa comprensiva suavizaba las expresiones de su rostro, levanta las manos para entregarle al recién llegado aquella taza.

—No tienes porqué padrino, pero de igual forma gracias—contesta la figura más joven, mientras con una de sus manos tomaba aquella taza; se baja la capucha mientras el calorcillo propio del hogar lo inundaba una vez más—hoy la lluvia casi me toma desprevenido, pero tranquilo, al menos ya estoy aquí—una sonrisa escapa de sus labios, revelando unos blancos dientes, toma el pomo con la mano libre y se dispone a cerrar la puerta, escuchando una vez más la voz mecánica que poco a poco se va volviendo un eco inaudible.

"Por favor, no olvide llevar su tapabocas antigases, hay predicción de precipitaciones para las dieciocho horas aproximadamente, repetimos, tenga a mano su tapabocas antigases."

Avanza lentamente por el pasillo de aquella casa, mientras el cansancio va haciendo mella en él, inspecciona sus alrededores con la mirada, siguiendo de cerca a aquel adulto-ahora conocido como su padrino-llegan a una habitación iluminada con dos lámparas ubicadas en dos esquinas de la misma, trozos de metal yacen esparcidos por la estancia, y un sofá viejo en un rincón cumple la función de sala de estar, en el centro, una fogata en un viejo barril hace las veces de un calefactor, un televisor emitiendo una novela-pensó él, debido a las exageradas expresiones de los actores-eral el responsable de las voces que escuchaba afuera, aparte de todo aquello, sólo el silencio hacía eco, pero para él, todo esto es suficiente.

El único adulto en la estancia remueve las cenizas ardientes de la fogata con una rama, mientras observa a su ahijado acomodarse en el viejo sofá, cada uno de sus movimientos era vigilado por el mayor, una sonrisa escapa de sus labios al ver cómo el chico forcejeaba con las mantas.

—Pronto nos iremos, de aquí—habla de pronto el adulto peliblanco—hablé con un viejo amigo que actualmente vive a unas ciudades al sur de aquí, nos quedaremos con él y tú podrás recibir educación en la academia militar.

El chico deja su batallas con las mantas y contempla al mayor visiblemente sorprendido, era una realidad que su padrino venía sugiriéndole indirectamente aquella opción, sin embargo, a sus trece años aún era pronto para pensar en guerras y muerte, que irónicamente, era justo lo que estaba pasando, en esos momentos, sufriendo las consecuencias, la nueva generación.

— ¿La academia militar?—susurra el joven, que ya se había acostado en el sofá, miraba el fuego como ido, aunque escuchó perfectamente a su padrino mencionar aquello— ¿por qué?

A pesar de aquello, no espera respuesta, el que su padrino mencionara aquello no era una pregunta, era llanamente una decisión tomada y sin derecho a discusión, resignado y aceptando lo que ocurría, el joven chico se acurruca con aquellas mantas mientras observa el fuego, una atracción extraña le induce a contemplar las flamas amarillentas, moviéndose al compás de una melodía inaudible, de pequeño, esa misma sensación lo había hecho tocar las mismas, quemándose en el proceso, aquel recuerdo de su niñez lo despertó de su ensoñación, divirtiéndole un poco, la inocencia de su alma a los siete años antes de que toda aquella fantasía explotara.

No queriendo recordar cosas sin sentido se sacude la cabeza y se pasa una mano por el rostro, no tenía sentido volver a recordarlos, sólo se hacía daño a sí mismo al tener en su mente esas imágenes, aún era difícil después de todo, sólo era un crío que aún observaba al mundo protegido por el apapacho de su madre, un chico inocente y sonriente que hacía travesuras para divertir a su pequeña hermana.

Fue entonces que una solitaria lágrima recorrió su mejilla, ese era el recuerdo más doloroso, toscamente; pasó el dorso de su mano por su rostro limpiándose aquellas lágrimas.

El anciano hombre observa silencioso a la única familia que le queda, los ojos grises del muchacho relampaguean a la luz de las llamas, como dos pequeñas linternas, en medio de la oscuridad de la estancia, un rostro conocido aparece en su mente a la vez que un punzante recuerdo se hace presente.

—Lo comprenderás pronto hijo, muy pronto, mientras tanto solo duerme, partiremos al amanecer.

El chico asiente despacio en señal de conformidad a su mentor y única familia, su vista concentrada en la fogata, como evocando recuerdos del pasado, luego se da la vuelta y se arropa mejor con las escasas sábanas que estaban a su alcance, el lugar queda sumido en el silencio bastante rápido, afinando el oído, el joven escucha, una vez más, la voz mecánica que se vuelve un eco en el infinito.

"Por favor, no olvide llevar su tapabocas antigases, hay predicción de precipitaciones para las dieciocho horas aproximadamente, repetimos, tenga a mano su tapabocas antigases. Se prevén más precipitaciones de nivel seis para el resto de la semana"

—Sólo es otro día, nada más que eso ha sucedido.

Fin del Prólogo.

"Corren los años 2225, la humanidad ha dejado atrás los viejos estándares de su civilización adentrándose en las oscuras sendas de su evolución, en el recuerdo han quedado los campos verdes y el aire fresco, ahora sólo la cuenta regresiva de un corazón ennegrecido por la maldad separa a la humanidad de su apocalipsis."