CRONOLOGIA: 38 DBY
Cuatro años después de los eventos de El Despertar de la Fuerza
Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana…
...
Ya ha pasado un año desde la derrota de la Primera Orden y la galaxia se recuperaba de la extensa guerra civil que afrontó. Si bien era cierto que la Primera Orden restante decidieron refugiarse en las Regiones Desconocidas, aún todavía quedaban ciertos almirantes que no admitían la derrota y están decididos a seguir luchando.
Entre ellos está el Almirante Korlo Zinji; un hombre regordete, cabello corto negro y ojos astutos. Vestía su habitual uniforme blanco pero el rasgo más distintivo era su bigote grueso con las puntas curvadas.
A bordo del destructor estelar Orgullo Imperial, se hallaban en los Territorios del Borde Exterior, en el sistema Zhar.
Zhar es un planeta gaseoso, no habitable y con doce lunas, de las cuales dos eran aptas para ser ocupadas por seres vivos. Ellos tenían un enclave la luna llamada Gall.
Pero el destructor sobrevolaba por encima del planeta y el almirante, quien se nombró asi mismo como Señor de la Guerra, ocupando los territorios del sistema Zhar. Y él no era el único Señor de la Guerra.
El otro Señor de la Guerra, quien tenía el control de Rodia iba a tener un encuentro con él, acompañado de un amigo. Zinji se preguntaba quién era tal amigo que se iba a reunir con él y porque tanto el interés con destruir la Nueva República. A pesar de eso, cualquier ayuda para restaurar el Imperio siempre era bienvenida.
—Señor—exclamó el alférez cuadrándose ante el Señor de la Guerra, el mencionado, quien se hallaba de espaldas a él, no se giró—El Señor de la Guerra Davos Morlot ha arribado a nuestra nave.
—Nos reuniremos en nuestra sala, alférez. Y que nadie nos interrumpa.
—A la orden, mi señor.
Minutos después, Zinji se hallaba calmado en la sala de reuniones, se pasó una mano en su lustrosa cabellera y vio al Señor de la Guerra ingresar a la sala. Un hombre viejo, totalmente calvo y delgado.
—Almirante Zinji—exclamó Morlot.
—Almirante Morlot—saludó el Señor de la Guerra, estrechándole la mano—Bienvenido al Orgullo Imperial.
Morlot se inclinó levemente y sin mostrar ninguna emoción en su arrugado rostro, se hizo a un lado levemente.
—He aquí al embajador de Dubrillion, Pedric Cuf.
El mencionado entró a la sala, alto e imponente, Zinji se sintió algo intimidado al verlo ingresar, cubierto con una capa y una capucha que ocultaba su rostro.
Zinji los invitó a sentarse.
—Supongo que usted ya escuchó hablar de mí—exclamó el Señor de la Guerra Zinji a Pedric Cuf.
—Ciertamente—exclamó con voz ronca—El Almirante Morlot me puso al tanto de las cosas. No solo soy embajador, también soy un científico.
—¿Ah, sí? ¿En que está trabajando?—preguntó curioso el Señor de la Guerra, no veía el rostro del invitado, no estaba seguro si estaba irritado o de mejor humor.
—Pedric Cuf está trabajando en un proyecto, una arma biológica.
—Exactamente—gruñó el mencionado, girándose levemente hacia Morlot— No está completo, falta algunos detalles que tengo que afinar. Por ahora, solo afecta a ciertas especies.
Un arma biológica, eso era algo nuevo para Zinji; no más super armas que puedan ser destruidas por el enemigo por un punto débil. Zinji se regodeó de placer al escuchar; tendría al Jefe de Estado de rodillas si tuviera esa arma.—
—¿De casualidad la lleva con usted?
Pedric sacó un estuche y lo colocó en la mesa, Zinji estiró su mano para alcanzarlo y abrió, encontrando dos frascos pequeños. En su interior parecía vapor verde.
—Eso es una copia; aún falta mejorar algunas cosas—exclamó Pedric.
—Por algo debemos empezar, Señor de la Guerra Zinji—exclamó Morlot—Ellos deben saber de nuestra arma biológica y debemos amenazarlo con esparcirlo en Naboo si no escuchan nuestras demandas.
—¿Naboo?
—Naboo y Taris son los que más están ayudando a la Nueva República—exclamó Morlot—Corellia nuevamente se encerró en si misma por el problema de Centrallia. Hapes solo fue un aliado y no está ayudándoles en la reconstrucción. Taris está demasiado lejos para una prueba.
—Y Naboo está cerca de nuestro sistema—exclamó Zinji con una sonrisa de oreja a oreja y se dirigió a Pedric—¿Cómo se llama esta arma biológica?
—Esporas coomb.
Yavin IV
El Templo Jedi, ubicada en la cuarta luna de Yavin no había sido completamente dañado pero aún asi fue reconstruida. El antiguo templo, construida en el pasado por los massasi para adorar a su antiguo señor Sith, Naga Sadow para luego convertirse en la base de la Rebelión en su enfrentamiento con la primera Estrella de la Muerte.
El lugar fue mudo testigo de la total aniquilación de la Orden Jedi de Luke; solamente sobreviviendo él mismo, su hija Rey y dos aprendices, uno de ellos, Ben Solo; quien traicionó a sus compañeros.
En un principio, el maestro Luke Skywalker no deseaba que la Orden se restaurase en Yavin IV pero Rey quería hacerlo. Si la Academia fue derrotada en el mismo lugar, la joven Jedi quería reconstruirlo de sus cenizas.
Luke Skywalker se hallaba sentado en el pasto, las enormes copas de los árboles se agitaban por el aire fresco, el sol ya se encontraba en lo más alto, por encima del Templo Massasi.
Veía con atención a los árboles, él no estaba solo; a su lado se hallaba Rey, de pie.
—Padre— exclamó la Caballero Jedi, el mencionado se giró.
—¿Ya es hora?—preguntó Luke, Rey asintió y le mostró el holocron que consiguió en su viaje a Sakuub.
—Pero esta vez no buscaré a sensibles a la Fuerza. Lo harán Poe y Finn, con ese artefacto que encontraron en Coruscant. Yo emprenderé un viaje para entender porque Ben se fue al Lado Oscuro.
—¿Ossus?—preguntó el maestro Jedi y Rey asintió. Ella había visto el fantasma de la Fuerza de Obi—wan Kenobi, instándola a irse a Ossus. Ella supo que era un Jedi al contárselo a su padre.
Finn y su grupo de avanzada militar habían ingresado al Palacio Imperial al día siguiente de haber logrado la gran victoria. En las excavaciones y rastreos, un soldado encontró un artefacto redondo. Lo arreglaron e ignoraban la función de aquel instrumento cuando Finn se lo acercó a la agente de seguridad corelliana, Iella Horn. Emitió un pitido mientras se encendía una luz verde pero en otros, no emitía una señal alguna.
Luke lo identificó como un instrumento para detectar sensibles a la Fuerza, y asi supo que era la manera que usaban los soldados clon para buscar a los Jedi fugitivos, meses después de la Orden 66.
El avezado piloto y el joven desertor de la Primera Orden irían a ayudar a Rey en ese aspecto.
Rey alzó la vista hacia el claro, en el bosque aparecieron dos mujeres corriendo, una de ellas mostraba entereza pero la otra ya estaba muy exhausta. Ellas eran las primeras aprendices Jedi: Iella Horn, ex agente de la SEGCOR y Masla Dey, antigua miembro de los boshi, un grupo de adeptos a la Fuerza. Rey ya los había conocido hace cuatro años, cuando aún era una aprendiz de Luke y se enfrentó a Masla para conseguir el holocron, que estaba en el poder de ellos.
Masla Dey, cabello ondulado y más alta que ella, se acercó hacia sus maestros, cansada pero satisfecha, extendiéndole una esfera verde a Luke.
—Lo encontré—exclamó con una sonrisa de oreja a oreja. Iella llegó después de ella, cansada.
—Bien hecho—exclamó el maestro Skywalker, recibiendo la esfera.
—Descansen, chicas—exclamó Rey.
—Para un Jedi no hay descanso—exclamó Luke, mirando a su hija, Rey asintió.
—Claro, pero les has hecho correr todo el bosque, padre. Una hora está bien.
—Sí, una hora está bien—exclamó Iella, recobrando el aliento.
—Está bien, pero mientras descansan, meditarán.
—¿Se va, maestra Skywalker?—preguntó Masla.
—Sí, tengo preguntas que deben ser respondidas y debo irme a Ossus. Supongo que ahí encontraré lo que busco.
—Que la Fuerza la acompañe, maestra—exclamó Masla.
—Lo mismo digo.
Rey se despidió y se dio la vuelta, no había avanzado más de diez pasos cuando sintió a Iella llamarla. Se giró y esperó que el aprendiz recobrase el aliento.
—Solo…quería agradecerte por esto—exclamó Iella—Las meditaciones, el entrenamiento intenso…esto no lo recibía en la academia. Me está ayudando mucho, maestra.
—Yo te agradezco que te unieras a nosotros, Iella. Sé que la SegCor ha sido lo más importante para ti y no ha sido fácil dejarlo. Pero tienes buen potencial y sé que lo lograrás.
—La SegCor tiene la responsabilidad de mantener el orden y proteger a Corellia—exclamó Iella, asintiendo—Ser un Jedi...va más allá de proteger un mundo, es
proteger la galaxia y defender la justicia—acotó, Rey asintió pero Iella quería decir algo más—¿Traerás a uno más?
—Por ahora no.
—Vaya, tenía la esperanza que llegara uno—exclamó casi decepcionada.
—¿Qué pasa?
—Bueno…Masla es buena pero es un poco…¿creída?
—Debemos aprender a llevarnos bien con los demás, Iella. Masla se dará cuenta que su comportamiento no es el adecuado y esa será tu principal tarea. Sé paciente.
—Está bien, lo intentaré.
—No—exclamó Rey mientras apoyaba una mano en el hombro de la joven—Nunca se intenta…
—Se hace o no se hace; eso lo sé—sonrió Iella—Haré mi máximo esfuerzo. Que la Fuerza la acompañe, maestra.
—Lo mismo para ti.
Iella se dio la vuelta y Rey siguió su camino.
El hangar del Praxeum Jedi era muy amplio, el mismo hangar que sirvió de base para las naves de la Rebelión, poco antes de la batalla de Yavin, Poe; con barba de tres días, Finn, Jessika Pava y BB-8 se hallaban ahí.
Rey avanzó rápidamente hacia donde estaba Poe. El piloto sujetó la cintura de su chica y la besó. El droide BB-8 solamente pitó.
Finn y Jessika Pava solamente miraban la escena, la piloto tosió para hacer notar que no estaban solos.
—¿Estás lista?—preguntó Poe.
—Sí ¿y ustedes?
—Listo para ayudarte—exclamó Finn mostrándole el detector y lo encendió. Apuntó a Jessika y no emitió sonido alguno pero si pitó al apuntar a Rey.
—Está bien, sé cómo funciona el cacharro ese— y miró a Jessika Pava—Me alegra que vinieras a ayudarnos.
—Poe me convenció pero me alegra ayudarte, Rey. Aún eres una de nosotros—exclamó la piloto, en referencia al escuadrón que pertenecía.
BB-8 emitió sonidos agudos, Rey interpretó el entusiasmo de su amigo droide.
—Nos vemos, Rey—exclamó Jessika.
Los cuatro amigos se despidieron, la joven Caballero Jedi se subió a su Ala-X, el droide astromecanico pitó mientras era ascendido a la parte trasera del caza. Mientras Poe y sus dos amigos, se subían a una lanzadera plateada.
Las naves salieron juntas del hangar y una vez en el espacio exterior, se separaron.
NA: Este fic está en el mismo universo de mis anteriores fic: Sombras de la Rebelion y Luz en la Oscuridad; asi que habrá alguna referencia a ellos pero no es necesaria leeerla para entender esta.
