Dos almas solitarias

Maya había sido secuestrada de pequeña, entrenada para ser una máquina asesina por un señor de la guerra. Muchas veces su jefe la mandaba a hacer pequeños trabajos para otras personas, desde matar a un accionista a poner bombas en un museo.

El mundo había cambiado mucho desde su primer asesinato a los trece, por ejemplo había espíritus deambulando por la ciudad, o mejor dicho lo que quedaba de la ciudad.

Todo el lugar estaba hecho un desorden, personas que volvieron a escombros quemados, hospitales destruidos, la miseria se podía ver en todos lados, palpable para todos por igual. Excepto quizás su jefe y sus amigos. Después de todo ella estaba enterada de una boda entre Varrick y otra como Maya, pero distinta porque la tal Zhu-Li era libre (le había gritado a su propio Jefe decían los rumores)

Maya se detuvo en seco, su grupo de mercenarios estaban haciendo trabajo carroñero de escavar en las ruinas y robar lo que pudieran, después dárselo a su jefe. El resto estaba lejos de ella.

Ser libre jamás se le había cruzado, ni siquiera cuando veía a las hermosas estrellas en el cielo, su único consuelo real durante 12 años.

"Merezco ser libre. Así que..¡a huir en este instante!" Maya pensó en un par de segundos.

Sin dar más vueltas al asunto comenzó a correr, olvidando la sutileza porqué está era la primera verdadera orden que se había dado a si misma en su vida. En su cabeza correr era lo más importante. Estaba sola pero no le importaba.


Era una tarde común y corriente, una en las que el sol se oculta y da paso al cielo nocturno para ser iluminado por un gigante portal espiritual. El que estaba en medio de la ciudad, rodeado de peligrosos matorrales espirituales y quien sabe que más. Pero eso no le importaba a Mako, que estaba demasiado ocupado mirando el atardecer en la playa, solo.

Él no estaba molesto por lo de Korra y Asami, no podía. Ellas eran amables y gentiles y merecian todo el mundo, que ambas estuvieran felices bastaba para Mako, por eso no estaba enojado aunque de nuevo su casa había sido destruida y toda su ciudad estaba en ruinas. Era un pequeño precio que pagar por detener a Kuvira y la felicidad de Korra.

Aún así su pecho ardia un poco todo el tiempo y de vez en cuando sentía su sangre intentando escapar por los poros de su piel. Pero él estaba completamente feliz, porque Bolin, Asami y Korra eran felices, así que él también.

Enfoco su vista al mar e intentó ver al sol meterse en el agua pero su mente estaba demasiado enfrascada en que Korra y Asami estaban juntas que no podía concentrarse en nada por más de tres segundos. Antes de levantarse y rendirse por su fracaso de estar feliz por todos una persona tropezón con él.

Una muchacha de quizás 18 cayó a la arena a su lado. Cabello negro recogido en trenzas sujetadas en un molote, piel morena, cara redonda y brillantes ojos dorados, era ligeramente atractiva, aunque sus ropas grises estaban hechas harapos.

La mujer se levantó rápidamente, observó a Mako, después algo atras de él, después sin más tomo el brazo del maestro fuego y lo hizo correr a su lado. Si el policia no tuviera la cabeza llena de dudas y vergüenza en si mismo quizás hubiera reparado en la espada de la mujer para intentar romper el agarre.


Maya miró de nuevo al joven que había salvado en la playa, delgado, alto y con una cara demasiado bonita para ser de la calle como los otros vagabundos que había cruzado. Había tropezado con él por accidente, pero sus perseguidores eran como ella y no dejarían a ningún testigo que los hubiera tocado vivir.

O quizá si lo hubieran dejado en paz, después de todo que era la palabra de un vago para dar testimonio de una banda extraña que perseguía en apariencia a otra muerta de hambre.

Bueno, quizás ahora con la ciudad destruida la mayoria de las personas eran muertos de hambre peor que ella, personas que no sabian sobrevivir tan bien como ella. Una parte de Maya sabía que debía sentirse culpable por estar feliz de la pena ajena, pero ahora ella era la que estaba arriba en la cadena. Además quien era en realidad culpable era la desquiciada Avatar.

El muchacho estaba sentado en la pared, mirandola sin hacerlo. Ella reconocía esto. Un amor no correspondido era bastante común en su ex grupo, aunque este había tomado la ruta no violenta, prefiriendo matar su cuerpo a olvidar o matar a la otra persona. Sólo así se explicaba su falta de curiosidad ante la situación.

-¿Quien es ella?

La miseria de otros podía hacerla sentir superior, pero no cuando tenía una cara para acompañar.

-...¿disculpa?- el muchacho pestañó un poco y sus ojos dorados la miraron con confusión.

-La mujer en la que estas pensando -contestó Maya sin más y volvió a inspeccionar al hombre.

Ahora que lo miraba bien su cara le parecia familiar. O sí, la burla del pueblo, con sus dos ex novias terminando juntas. El Avatar y una millonaria. Hijo de...entre todas las personas para encontrar y meter en una situación de vida o muerte era el ex del loco Avatar. (El Avatar destruia ciudades en un solo día y arruinaba vidas antes de irse a explorar su sexualidad...eso decían los periódicos, al menos los que no se enfocaban en el hazme reír del pueblo)

Este quizás era el momento más vergonzoso en la existencia de Maya solamente porque ella había caminado a él por su propia voluntad.

-¡No me mires así!- él se levantó de un golpe con sus puños cerrados, lo gritó con tal fuerza que los perseguidores debían haberlo escuchado.

Maya tubo que apresurarse a tapar la boca del ex del Avatar. Qué acaso no sabía que tenían a un grupo de mafiosos siguiendolos.

La espadachín cerró sus ojos al darse cuenta de su error, no le había dicho nada al otro y lo había metido en una situación increiblemente peligrosa, a lo lejos escuchó el sonido de los botes de agua de sus perseguidores.

Lanzó una mirada suplicante a los bellos ojos dorados del ex, sonrió un poco en lo que esperaba fuera una señal tranquilizadora y soltó sus labios.

-Perdón... Creo que ellos no han visto tu cara. Los alejare de aquí y tú te vas por el lado contrario.

Era cierto, la miseria de otros la hacía feliz, pero ella jamás se sentiria bien de ser la causa y abandonar a su suerte a los que con sus acciones había arriesgad. Eso era demasiado desonohorable y ruin. Por eso, aunque fuera peligroso, quizás el fin de su vida, iba a alejar a los sujetos del muchacho.

Salió corriendo del lugar, viendo los ojos de sus perseguidores justo en la salida del edificio, después se dio a la fuga. Corrió por casi un kilómetro cuando sintió agua fría apresando sus piernas y brazos. Intentó alcanzar su espada pero ya estaba demasiado encarcelada en el hielo.

Este era su fin, por qué había tropezado con él, por qué había decidido salvarlo y no dejar que lo tomarán en la playa o en la casa. Si solo fuera más como el Avatar y le pudiera valer un sorbete todo menos ella entonces no tendría que morir, o volver a vivir como esclava. Chin..chi.n..volver a la vida de no persona era un destino peor que la muerte.

Miró al cielo, ahora ya ni se veían las estrellas gracias al portal de luz amarillo, cómo podría soportar entonces esa existencia que le esperaba en manos de ellos.

Antes de ponerse a llorar de la desesperación escuchó el sonido de flamas y el sonido de una pelea, él los había seguido y ahora estaba arriesgando su vida por ella. Más le valia ganar o sino Maya se enojaria con él por desperdiciar su sacrificio.

Él golpeo al último sujeto y lanzó una bola de fuego a las ataduras de hielo de Maya, después tomó su brazo y salió corriendo sin soltarla. Ella estaba demasiado confundida con tantas emociones en tan poco tiempo que se dejo conducir por él hacia las enredaderas espirituales.

Ambos estaban escapando juntos, y ninguno sabía que iba a pasar mañana. Pero lo que fuera lo enfrentarian.