Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, sino a Stephenie Meyer.

Lo que está escrito "entre comillas" son los pensamientos de la gente.

Los que está escrito en cursiva son conversaciones telefónicas o en la lejanía.

Los personajes son humanos.

Esta historia está escrita en 3ª persona.

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1.

El fuerte viento hizo a un lado las nubes y dejó aparecer el sol, brillate y fogoso.

Jacob abrió los ojos lentamente, intentando acostumbrarse a la luz del sol, que le cegaba. Sentía la boca seca, claro que la noche anterior había estado ahogando sus penas con su amigo el vodka.

Seguía sentado frente al ordenador. Alzó la vista para mirar la pantalla y solo vio un puñado de letras en el lugar en el que debía estar su artículo. Se pasó la mano por la cara y notó las marcas del teclado en su mejilla.

- ¿Ha vuelto a echarte de casa?

Jacob miró hacia la puerta y allí vio a su mejor amigo.

- Si. - suspiró.

- Ya es la tercera vez.

- La cuarta. - abrió un cajón de su escritorio y sacó la botella a medio empezar de su amigo el wisky.

La noche anterior habían discutido, otra vez, con su mujer y esta la había echado, por lo que le había tocado quedarse a dormir en el despacho.

- Solo son las nueve.

- ¿Y?

- ¿No es un poco pronto para empezar a beber? - dijo, quitándole la botella de la mano.

- Edward, no te metas en esto. - Jacob volvió a coger la botella de las manos de su amigo y bebió un largo trago.

- Jacob, solo lo hago por tu bien. - dijo, quitándole la botella de nuevo y la guardó en su maletín. - ¿Ya escribiste el artículo?

- Me quedé dormido. - se limpió las legañas con los dedos y empezó a borrar lo que había escrito y se quedó mirando a su amigo. - No entiendo a Bella.

- ¿Por qué discutisteis anoche?

Edward se sentó en la silla que había frente al escritorio y se quedó mirando a su amigo. Jacob no quería hablar del tema, pero conociendo a su amigo, no iba a poder escaquearse.

- Es por el artículo.

- Entiendo.

Jacob estaba escribiendo un artículo sobre los trapicheos de una mafia croata. Bella estaba muy preocupada porque habían estado recibiendo amenazas y a ella le habían destrozado el coche. Ella insistía en que Jacob se olvidara del artículo, pero él se había negado.

- ¿Por qué no te olvidas ya del artículo?

- Porque no me da la gana.

- La próxima vez puede que no se conformen solo con destrozar el coche de Bella.

- Ya lo sé. - suspiró, pasando las manos por su rostro. Era perfectamente consciente de la situación.

- Podrían matarte.

- Ya lo sé. - exclamó, exasperado. - Edward. ¿Te crees que no me asusta la situación? Yo no quiero que le pase nada a Bella. Antes prefiero que me maten a mí.

Toc, toc.

La puerta del despacho se abrió de golpe y el jefe de reacción se quedó mirando a sus dos mejores empleados. Llevaba una bolsa de papel en la mano. Como cada día, llevaba el desayuno para los tres.

- ¿Otra vez te has quedado a dormir aquí?

- Bella le ha echado de casa. - dijo Edward, por lo que recibió una patada por debajo de la mesa.

- Ya es la tercera vez, no?

- La cuarta. - dijo Edward, apartando la pierna y esquivando la patada que le iba a dar Jacob.

- Ya te dije que te olvidaras de ese artículo. - dijo, sentándose en la silla que había al lado de Edward. - Tengo otro que puedes escribir.

- Seth, no quiero escribir otra cosa. - Jacob cogió el café que le tendía Edward y se lo bebió de apenas dos tragos. - Alguien tiene que destapar este asunto.

- Que lo haga la policia.

- Esos no mueven un dedo por nadie. Solo para comer donuts.

- Ya... Va, tranquilízate y come.

Los tres desayunaron juntos hasta que dieron las nueve y media de la mañana, hora a la que empezaban a llenarse los despachos contiguos. Edward se marchó del despacho, no sin antes registrar el despacho de su amigo, para comprobar que no guardaba ninguna botella más de alcohol.

- Deberías irte a casa y hablar con Bella. - dijo Seth, poniéndose en pie.

- No puedo.

- ¿Por qué?

- Anoche me dio un ultimatum. Me dijo que no volviera a casa si no había dejado el artículo. - dijo, poniendo los pies sobre la mesa. - Así que...

- Deja ya el artículo. - dijo Seth, poniéndose serio. - No voy a publicar un artículo que consiga que te maten, así que déjate de gilipolleces.

- Este es un artículo digno de un pulitzer! - exclamó. - No me puedes hacer esto.

- Claro que puedo. Soy tu jefe.

- ¿Entonces qué quieres que haga?

- Ten. - dijo, dejando un periódico de la competencia encima de la mesa. - Se nos han adelantado.

- Tercer asesinato en la aldea Amish. - leyó Jacob. - ¿Tercero? ¿Qué ha pasado? No me había enterado de nada.

- Pues empieza a enterarte y ve a investigar.

- ¿Me haces dejar el artículo de las mafias por una mierda de artículo?

- Jacob, siento mucho lo que le pasó a tu hermana, pero no puedes obsesionarte con Demetri, o tu también acabarás muerto. - le dio un manotazo en los pies, quitándolos encima de la mesa y probocó que Jacob cayera de espaldas al suelo, con la silla incluída. - Empiezas ahora mismo, así que ponte en marcha.

Seth salió del despacho, dejando a Jacob en el suelo, mientras éste se ponía en pie.

"No pienso dejar el caso." - pensó mientras colocaba bien la silla. - "Solo voy a dejar que se calmen las cosas."

Cogió sus cosas, se peinó un poco con los dedos y fue hacia el despacho del jefe, que le dio la dirección de la aldea y la tarjeta de crédito del periódico, para la gasolina, hoteles, restaurantes... Esa era la parte buena escribir un artículo de investigación. Todo le salía gratis.

Fue al parquing en busca de su moto. Al primer lugar al que fue, fue a casa. Para no presionar a su esposa, en vez de abrir la puerta directamente, decidió llamar al timbre.

- ¿Qué haces aquí?

- Vengo a buscar mi maleta.

- Eres de lo que no hay! Prefieres abandonar tu casa y abandonarme a mí antes que dejar de escribir ese estúpido artículo! - comenzó a gritar, pero Jacob se limitó a sonreír. - ¿De que te ríes ahora?

- Acaban de asignarme otro artículo. Me marcho a investigar un triple asesinato.

- Ah! - Bella gritó y empezó a reír, abrazando a Jacob. - Gracias! Gracias por dejar el otro artículo!

- Lamento haberte puesto en peligro, cariño.

Bella saltó a sus brazos y empezaron a besarse. Jacob entró en el apartamento y dejó a Bella en el sofá, tumbándose encima de ella.

- ¿A donde vas? - preguntó, sin dejar de besar a su marido.

- A una aldea Amish.

- ¿Tú? Me gustaría verlo. - se puso a reír, al tiempo que le quitaba la camisa.

- No voy a vivir como ellos, solo iré a hacer preguntas.

- ¿Cuando te vas?

- Debería haberme ido ya.

- ¿Y por qué no te has ido?

- No me iré hasta que no te haya hecho el amor.

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En cuanto amaneció, Renesmee se levantó de la cama y fue a vestirse. En dos días cumpliría los dieciseis años y podría ir a la gran ciudad. Al fin podría elegir vivir su própia vida, y ya tenía una ligera idea de lo que iba a hacer.

Cuando ya estuvo vestida, bajó directamente a la cocina y empezó a hacer el desayuno. Oyó como sus padres bajaban por las escaleras, así que se dio un poco más de prisa y, mientras se calentaba la leche, empezó a poner la mesa.

- Buenos días, pequeña.

- Buenos días, padre. - besó la mejilla de su padre y continuó preparando el desayuno. - ¿Madre no baja?

- Si. Ahora viene.

- Bien, porque no quiero que se le enfríe la leche.

- Ya lo encontré, Emmett. - dijo la madre de Renesmee, entrando en la cocina, aunque escondió la mano en cuanto vio a su hija allí. - Vaya! ¿Ya te has levantado? - preguntó a su hija, intentando disimular.

- Si. Sentaos. El desayuno ya casi está. - disimuló Renesmee, aunque había visto lo que su madre llevaba en la mano y se moria de curiosidad por saber que era. - Espero que os guste lo que he preparado.

- Estoy seguro de que si. - dijo Emmett, terminando de poner la mesa. - Va. Sentaos las dos.

Los tres se pusieron a desayunar en silencio, algo que no solía suceder, ya que aprobechaban los momentos que estaban en la mesa para hablar. Todos estaban nerviosos. Renesmee por las ganas de que pasaran ya esos dos días y poder marcharse y sus padres por la noticia que estaban a punto de darle. Una noticia que llevaban dieciseis años guardando en secreto.

- ¿Qué os pasa? - dijo Renesmee, al cabo de diez minutos. Nueve minutos más de lo que solía aguantar sin hablar. - Os veo muy nerviosos y la nerviosa suelo ser yo.

- Cuando terminemos de desayunar, tenemos que hablar. - dijo Emmett, acariciando la mano de su hija. - Pero tranquila. No es algo catastrófico. - dijo, sonriendo débilmente, intentando disimular los nervios que tenía en el cuerpo.

- Vale. Es algo malo. ¿Qué ocurre? - dijo, dejando el plato a un lado. - ¿Tiene algo que ver con que en dos días es mi cumpleaños?

- Más o menos.

- Contádmelo.

- Primero deberías leer esto. - dijo Rosalie, entregándole la carta a su hija.

Renesmee cogió el sobre que le tendía su madre y la abrió.

- Querida Renes...

- No hace falta que la leas en voz alta. - dijo Emmett. - No tenemos porque saber lo que pone.

Por primera vez en su vida, Renesmee desobedeció a su padre.

- Querida Renesmee. En dos días cumplirás dieciseis años. Lamento no haber estado nunca a tu lado, pero es que mi vida era muy complicada cuando tu madre se quedó embarazada.

Renesmee alzó la vista y vio que su madre estaba llorando en los brazos de su padre. Se aclaró la garganta y continuó leyendo.

- Quedan dos días para que se te permita conocer el mundo. Me gustaría mucho conocerte, aunque entenderé que me odies por no haber hecho lo correcto, que era quedarme con tu madre y contigo. Aunque no lo creas, te quiero. Edward.

Renesmee se puso en pie en pie de golpe, dejó la carta encima de la mesa, cogió los bajos de su vestido y salió corriendo de la casa. No quería que sus padres le vieran llorar. Se sentía engañada y abandonada por ese hombre que le había escrito la carta. Ese supuesto padre.

Fue corriendo hacia el rio, como siempre que le apetecía estar sola. Se sentó al lado de su árbol favorito y dejó de contener sus lágrimas.

- Cariño, ¿te encuentras bien?

Renesmee miró hacia su lado y vio sentarse a su novio, que la abrazó al momento.

- Oh, Embry. - le abrazó con fuerza y lloró aun con más fuerza. - Me han mentido. Mis padres me han mentido.

- ¿En qué?

- Ni siquiera puedo decirlo en voz alta.

- De acuerdo, tranquila. No digas nada - secó las lágrimas de su chica y la besó brevemente en los labios. - Tranquilízate.

- Si... El corazón me late demasiado deprisa.

- ¿Quieres que vayamos a dar un paseo?

- No puedo. En realidad ninguno de los dos debió salir de casa. Estamos violando el toque de queda. - dijo Renesmee poniéndose en pie, aun de la mano de su chico.

- Ese toque de queda es una...

- Sht. Han matado a dos personas, que sepamos. Al menos, yo no quiero ser la siguiente.

- No voy a permitir que nadie te haga daño. Haría cualquier cosa por ti..

Renesmee abrazó a su chico por la cintura y comenzó a besarle.

- Entonces hazme el amor.

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Hola, hola.

Historia nueva.

Espero que os haya gustado lo suficiente como para continuar leyendo.

Y espero vuestras opiniones.

Besos.