Papá

Edward Pov.

Estaba en mi cuarto, junto a mi piano, tocando la nana de Bella, cuando el gritito de Alice interrumpió mi concentración.

Pero, Bella, no estaba, y Renesmee estaba en la casa, supuestamente con Alice.

Renesmee, mi hija, tenía dos semanas y parecía de dos años.

Sus hermosos ojos, chocolates como los de Bella, me cautivaron. Y sus rizos, heredados de Charlie, color dorado, como los míos, eran la envidia de Rosalie.

Salí de la habitación a la velocidad vampírica y me dirigí a la sala, donde encontré a…

Renesmee, en medio de la sala, dando pequeños y dudosos pasos, caminaba hacia Jasper, que estaba de cuclillas.

¡Mi hija estaba dando sus primeros pasos!

Y Alice, con una cámara en las manos, le tomaba unas fotos.

Me acerqué a mi hija y la tomé en brazos, era increíble, y yo lo había presenciado.

Le dí vueltas en mis brazos y Nessie no paraba de reír, con esa linda risa, que era música para mis oídos.

Si pudiera llorar, lo estaría haciendo ahorita por la felicidad que sentía.

La senté en el suelo de nuevo y ella, se paró y caminó despacio hacia Alice, que seguía con la cámara.

-Bella! Carlisle! Esme! Rose! Emmett!-los llamó.

En menos de dos segundos, ya estaban en el marco de la puerta, con su semblante asombrado.

-Wow!-dijo Emmett divertido.

-Es increíble-dijeron en unísono Esme y Rosalie.

-No lo puedo creer Edward-me dijo Carlisle.

-Ni yo-le respondí.

-Hija…-dijo mi esposa acercándose a Nessie

Renesmee se acercó hacia nosotros y nos sonrió, con sus brillantes dientes de leche.

Nessie estiró sus brazos hacia mí y la cargué.

Posó su palma de la mano en mi mejilla y me mostró a…

Jacob.

También quería que se enterara el chucho ése.