¡Hola a todos! Esta vez los saludo con una pequeña historia que hace tiempo tenía ganas de escribir, una que hablara sobre la relación tan linda que mi personaje Elizabeth "Beth" Black tiene con su mamá, y también porque no, con el ambiente mágico que nos regalo J.K Rowling.

Quisiera dedicarle este fanfic, que aunque pequeñito es hecho con mucho cariño, a Angela Grindelwald, que me motivó a ponerlo, o más bien que dio la inspiración para hacerlo, ella sabe la unión tan padre que hay entre las dos, y entre nuestros personajes y estarás muy de acuerdo que es como un regalo de día de las madres, y espero que por eso te guste mucho.

También con esto quiero saludar a quien siempre me ha seguido, y que me ha apoyado con mis fics, Carito, Saku, Jessi, Arwen, y Ricardo.

Y a quien entre a verlo no se desanime y me de la oportunidad de mostrar que es una historia muy tierna, y que honra a los personajes y lugares de J.K Rowling.

¡Muy especial saludos a mis amigos del metroflog!

Uno no se pregunta en su vida cotidiana como es que suceden las cosas, las da por algo seguro

¿Cómo es que uno conoce a alguien y se enamora?, o ¿cómo es que una persona se va y aparece alguien más en su lugar?, ¿uno puede amar de nuevo?

Yo no me había hecho esas preguntas hasta el día en que mi hija; parada en el umbral de la puerta, con la cabeza baja, con esos ojos que heredó de su padre; tapados por mechones negros, viéndome en busca de respuestas, por un momento, creí que se trataba de una aparición, se parecía tanto a él, que me perdí en mis pensamientos.

-Beth, cielo-le hice una indicación que se sentara, ella lo hizo sin verme-¿todo bien?

-Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Claro, ¿cuál?

-¿Cómo te diste cuenta que estabas enamorada de papá?

Ahora sabía que algo le pasaba; algo referente al amor, por eso, me hacía esa pregunta que yo tantas veces cuando era pequeña le respondí. Algo la estaba haciendo sufrir, y siempre venia a mí para escuchar esas historias que tanto amaba, y yo no dudaría en ayudarla, aunque no sabía exactamente como.

-Bueno cariño, creo que desde el primer momento supe que estaba enamorada de Sirius, desde el primer momento que lo vi me enamoré de él, su sonrisa, sus ojos, su confianza en si mismo, y eso que sólo éramos niños. Mi amor por él fue creciendo, siempre en silencio pues pensé que ni siquiera me conocía, aunque siempre andaba con Lilly y a veces con Remus, hasta el día que hablamos, y una cosa llevó a otra-suspiré-como algo de cuento ¿Beth?

te molestes mamá, adoro esa historia, pero no me refería a Sirius, me refería a Remus; tú sabes que para mí él es un padre, lo ha sido por tantos años, pero jamás me contaste como te diste cuenta que lo amabas

.- ¿Entonces jamás te lo conté?

Ella sacudió su cabeza, en su pequeña boca mantenía una sonrisa curiosa, traviesa, sus ojos brillaron, recuperando ese azul grisáceo, y yo feliz de verla contenta un rato; a pesar de lo que la atormentaba, empecé a contarle, como día a día, me enamoré de ese gran hombre….

**********************

Era una mañana de marzo cualquiera, bueno no tanto cualquiera, había pasado la noche anterior en vela tratando de mantener a mi pequeña hija sin llorar, la pobre, aunque de mas pequeña, no nos daba problemas a su padre o a mí, desde que él se había…¿cómo decirlo… ido?, no…mas bien, llevado lejos, no dejaba de llorar, era raro un día que ella me dejara dormir toda la noche, o que no quisiera pasarla conmigo.

Hoy era su cumpleaños, el segundo, y para colmo, yo también no me sentía muy bien, habíamos planeado ese día con tanto cuidado Sirius y yo, que ahora por mas fiesta, pastel y regalos, seria un día gris.

-Ya voy nena, no llores-a veces trataba de no gritar para no asustarla más-mamá esta preparándose una gran y cargada taza de café.

Subí a prisa las escaleras y me dirigí a mi habitación, donde en un pequeño corralito; lleno de juguetes, la pequeña mantenía pegado a su corazón un enorme dragón de felpa verde, el último regalo de su padre.

-¡Como adoras ese dragón!-la cargué en mis brazos y me acosté en la cama -hoy iremos a Diagon Alley, te compraré uno nuevo, y tu primera escoba, aunque de eso no estoy tan segura, temo que te rompas algo en el intento, apenas si caminas

Y era verdad, Sirius siempre había presumido de lo lista que era su cachorrita, como él cariñosamente le decía, que ya hablaba y caminaba antes que los otros niños, yo también lo hacía, entre él y yo teníamos mareados a quien nos preguntara sobre ella. Pero era una bebé, y estaba todo lejos de la realidad, aun la llevaba yo en brazos o en su carreola, y si balbuceaba y lloraba por su "maita" era mucho, me pregunté donde había quedado esa criatura que gritaba "rata mala, Peter malo" el día que su padre fue llevado a Azkaban, talvez sólo había sido producto de mi mente, una desesperada llamada de auxilio para que el amor de mi vida fuera traído de regreso

Después de tomar mi café y darle de desayunar a la pequeña, no tarde mucho en arreglarme, arreglar a la festejada, y meter todo en el pequeño auto de mi hermano, lo único del mundo muggle que tenía, y que para estas ocasiones era perfecto, y lo único de él que quería utilizar aunque me despertara recuerdos. Manejé hasta la casa de Augusta Longbottom, que desde ese día trágico para mí, junto con Alastor Moody, se había vuelto mi única familia, con ellos festejaríamos el cumpleaños de la niña, hasta la tarde, que las dos pasaríamos en Diagon Alley.

-¿Ya te vas Lizzie?

-Si, Augusta, la pequeña ya se esta impacientando y no quiero que ella y Neville terminen de pleito

-Si son sólo bebes, déjalos jugar un rato más.

-Por lo mismo, no quiero que se peleen, quiero que los dos crezcan juntos, a Frank y Alice les gustaría, y estoy segura que a Sirius…

-Hablando de Sirius

-¡No voy a tocar ese tema Augusta!-por reflejo, me puse en guardia, el tema de mi esposo y padre de mi hija estaba vedado para todos los que no creían en su inocencia.

-Ni siquiera sabes que quiero-me lanzó una mirada de madre a punto del regaño, que me puso tranquila en el éntate por favor, linda.

Suspiré, y con las manos en la cintura me deje caer en el sillón, haciendo una seña con la mano para que Alastor mantuviera entretenida a su "sabandija", como él le decía, y no hiciera llorar a Neville.

-Ya sé que quieres, pero créeme, aunque nadie lo haga, Sirius es inocente, y hasta que no salga de Azkaban no estaré tranquila, y no-la miré de reojo-¡no estoy amargada!

-Ya lo sé, tú no eres así, ni con todo lo que ha pasado lo eres, -se sentó a mi lado-pero ¿ves cómo no sabes de que te voy a hablar?

-¿Entonces?

-Tú eres una joven muy linda Lizzie, te vi crecer al lado de Frank, guardé incluso esperanzas de que tú y él, algún día…

-¡No con lo mismo!, desde que éramos niños, más bien desde que entramos a Hogwarts, Frank sólo tenia ojos para Alice, y yo solo para Sirius, ese era nuestro secreto, lo que nos mantenía unidos, así que –me puse de pie, pero Augusta me jaló de nuevo para sentarme, decidida a ignorarla, fije mi vista en algo muy extraño, Beth; como todos los que no éramos sus padres le decían a mi hija, estaba alegremente jugando, Alastor la cargaba y la soltaba, dejándola caer en un suelo mágicamente arreglado para que rebotara a sus brazos.

-¡Pero si Beth no le gustan los brazos de nadie más que los míos! –sonreí al ver ese cambio extraño, aquello era una luz de esperanza, ¿acaso las dos nos estábamos recobrando de esa pérdida?, ¿o al menos sobreponiendo?

-¿Qué dices?-preguntó Augusta aun con la vista fija en mí, por lo tanto, no veía lo que yo, o eso creía-¡a eso!… ¿a poco no te gusta ver a la pequeña feliz?

-¡Pues claro!

-Lo que yo quiero decirte tiene algo que ver ahí, si tú estás feliz, Beth es feliz, y tú no puedes ser feliz, si te apegas a alguien que no saldrá nunca de prisión

-¡Augusta!

-Es la verdad cariño, por lo tanto, vuelvo a mi punto-tomó mi cara entre sus manos para que le pusiera atención-tú eres muy bella, joven, dulce, lista, estoy segura que no te faltan pretendientes

-¿Yo?-grité-¿pretendientes?

-Claro, que tú quieras cerrarte es muy diferente. Si te casaras de nuevo, tú serias feliz y Beth tendría un padre

-¡Beth tiene un padre!-me calmé al ver que mi grito había llamado la atención de los niños-tiene el mejor padre del mundo, y lo honraré siempre

-Una cosa es honrar Lizzie, otra es amar, ¿no lo has pensado?, ¿no has pensado en amar de nuevo?

-¡No!-ahora no me importaba si los niños lloraban, quería dejar claro que la sola idea de amar a otro era absurda, ridícula, y lo que era peor, un insulto.-¡eso jamás pasará!

-Pues no es que sea yo bruja, pero algo me dice que el amor volverá a ti pronto, y no deberías de decir "de esa agua no beberé" porque, quien sabe que te tenga preparado el destino.

Aquella fue la primera risa en mucho tiempo, me sentía en esos pequeños salones de té, donde por unas monedas una adivina leía en las cartas tu futuro, la idea de ver así, como una adivina, a la siempre seria Augusta, me hizo empezar a reír más fuerte.

-¡Eres una bruja, Augusta! y no, lamento decirlo, pero no tienes el talento que tenia mi madre para predecir lo imposible, así que me voy, antes de que me convenzas de que mi hija, de grande, se casará con un Slytherin-hice gestos con la manos, como si leyera una bola de cristal, mientras entrecerraba los ojos-y que yo encontraré el amor con alguien a quien siempre le tuve afecto, y que de grande, Lizzie sufrirá grandes tormentos por encontrarse entre el amor de un Slytherin redimido, y-miré a todas partes y Neville me llamó la atención-y tu nieto…¡sí tu nieto!¡Lizzie y Neville se verán separados mucho tiempo por un tercero…un Slytherin!

Augusta que jamás le gustó la adivinación, me miró con reprobación, como cuando era pequeña, y mi hermano, Frank y yo le hacíamos alguna travesura. Al parecer la broma había calmado sus ideas proféticas, y yo di gracias al cielo, que el don adivinatorio de las mujeres de mi familia se saltaba una generación, porque de no ser así…estaba sentenciado a los pequeños a una vida de tremenda agonía amorosa, aunque la idea de que Beth y Neville fueran felices juntos, me agradaba bastante.

Me despedí de Augusta con cariño, levanté a Neville en mis brazos pidiéndole perdón por mis ideas descabelladas, y lo abracé fuertemente por unos minutos; era como sentir a mis amigos cerca, en ese momento, también pensé en Harry Potter y su vida con esos muggles, quería mantener la cabeza ocupada para no pensar en esa ridiculez, que en ese momento, no me pareció que fuera algo profético…