Parte I
– Admítelo. – dijo él y ella simplemente sabía que él estaba con esa estúpida sonrisa de Cheshire en su rostro otra vez. Y eso, si es posible, la molestó diez veces más.
Cuando Marinette accedió en dejar entrar a Chat Noir, ella tenía la convicción de que la decisión sería algo de lo que se arrepentiría tarde o temprano. Pero ella sabía muy poco que el sentimiento sería reemplazado con pura indignación. Cómo se atrevió él a tener el coraje de transformarse en Chat Noir y tocar la ventana de su balcón suplicando que lo dejará pasar a su habitación con la excusa de que había un akuma alrededor de su edificio y, tan pronto como ella cerraba la puerta, le dijera que todo eso fue una mentira.
– La verdadera razón por la que no me echaste… – él estaba hablando otra vez mientras jugueteaba con una bola de estambre en la que ella trabajaba en sus diseños desde temprano. – Es porque desde lo más profundo te gusto, purrincesa.
Marinette apretó sus puños pero estaba sin palabras. Sí tan sólo ella pudiera transformarse en Ladybug y echarlo fuera (posiblemente mandarlo a volar por toda París). Ella rápidamente sacudió su cabeza, Tikki jamás aprobaría algo como eso, sería peligroso y eso expondría su identidad, lo cual nunca pasaría. Así que en vez de eso, ella tomó un profundo respiro y contó hasta 100 dentro de su cabeza.
– En tus sueños, gatito. – dijo Marinette, sonriendo de lado pero su confianza no estaba lo suficiente para arruinar su momento.
Él estaba sonriendo de oreja a oreja y ahora ellos estaban de una nariz a otra. Los latidos de Marinette estaban fuertes en sus orejas y de pronto ella tuvo conciencia del hecho de que ella estaba siendo presionada desde la pared de su recamara.
– No me gusta esto. – se dijo para sí misma pero las memorias de la noche anterior con el gato negro y la chica de dos coletas besándose bajo la luz de luna que alumbraba a través de su balcón no estaba ayudando. Ni siquiera a él, con esa fastidiosa sonrisa y sus labios tan cerca que sí ella sólo se inclinará sus labios… – ¡NO! ¡¿En qué demonios estoy pensando?!
Marinette alzó su mano tratando de bloquear la boca de él pero ella sabía que él no haría nada sin su permiso. Nunca lo haría. Siempre había una pregunta antes de cada beso. Sólo una.
– ¿Puedo besarte ahora, princesa? – murmuró y él estaba tan cerca, prácticamente él respiraba en sus oídos, mandándole escalofríos desde la espalda para abajo.
Ella se sorprendió, ¿Cómo es que siempre terminan en este tipo de situaciones? ¿Cómo terminó ella en esa posición? ¿Por qué ella? Estaba enamorada de Adrien Agreste, el supermodelo con un corazón tierno y una personalidad tímida que le prestó su paraguas a ella cuando se conocieron, ella lo deseaba, no a ese gato superhéroe callejero. Ella nunca pidió las visitas de Chat Noir, pero él siguió viniendo y Marinette lo dejaba. Marinette nunca lo admitiría, pero estaba empezando a descubrir fuertes sentimientos por Chat Noir, aquellos que ella nunca se permitiría sentir bajo el disfraz de Ladybug.
Por supuesto, ella siempre lo rechazaba fácilmente bajo esa mascara, pero como Marinette parecía imposible privarse de su compañía. Él era su compañero después de todo y ellos se divertían mucho pasando el rato, primero llegaron las conversaciones, luego los chistes y ahora los besos… no podía decirlo en voz alta, pero lo apreciaba y se lo merecía más de lo que debería. Con todo eso en mente, ella tuvo su respuesta.
Ella alzó su mano demasiado cerca de su rostro pero en vez de transformarlo en un puño y propinarle un golpe, sostuvo sus mejillas bajo su palma y se deshizo de la distancia que impedía que sus labios se encontraran. El aroma de él habían golpeado sus sentidos, camembert; ella recordó cuando le preguntó por qué y simplemente dijo que era por el extraño gusto de su kwami. Él sabía a galletas y ella se dio cuenta de que probablemente había robado una o dos de su mesa mientras pensaba en una forma de deshacerse de él.
Las manos de él se dirigieron a su cintura y las de ella se aferró a su cabello, acariciando suavemente detrás de sus orejas de gato, pero con cuidadosamente para que no reconociera el toque de Ladybug. Llevaban un tiempo besándose y, sin embargo, ella no sintió que necesitara aire y eso fue lo que la llevó de vuelta a la realidad y se enfrentó a lo incorrecto de toda la situación. Necesitaba detenerse, la peliazul sabía que si seguía así, esos misteriosos sentimientos se le presentarían a ella. Sí, estaba enamorada de Adrien, pero no se podía negar que Chat también tenía un lugar en su corazón.
Marinette se apartó, sus manos soltaron de su agarre, se aferró a sus brazos y lo empujó suavemente esperando que él lo entendiera. Pero no lo hizo, los ojos verdes de Chat estaban tan perdidos como los de un gato callejero que acababa de ser abandonado.
– Oh no, ¿Qué es lo que he hecho? Tal vez, tal vez si arreglo esto sí sólo lo besará otra vez… ¡NO! No puedo hacer esto, esto está mal, nunca funcionara, él descubrirá mi verdadera identidad y… y no me gusta, ¡Definitivamente no!... ¿Cierto?
Abrumada por sus emociones, Marinette arqueó las cejas. En su rostro se frunció el ceño y mientras luchaba en una de sus batallas contra sus sentimientos contradictorios, se olvidó por completo del chico que estaba frente a ella.
– ¿Marinette? ¿Estás bien? – se acercó hasta ella, sus ojos estaban llenos de preocupación mientras buscaba su mano. – ¿Qué esta pasan…?
Antes de que él pudiera terminar con su comentario, la azabache apartó su mano, sobresaltándolo cuando ella cambio sus posiciones y lo acorraló en una esquina. Marinette estaba enojada, no, estaba furiosa, ¿Era tan débil sin su máscara que se dejó enamorar por él? ¡Qué patético!
Chat intentó en hablar con ella otra vez, pero ella apunto su dedo hacia a él tocando su traje de cuero, un fuego se incendió dentro de sus ojos azules.
– No. Me. Gustas. – respondió ella entre cada palabra segura y lenta, mirándolo fijamente a los ojos como si estuviera viendo a través de su alma aunque no tenía idea de cómo se las arreglaba para decirle tal cosa cuando ni siquiera podía entender su línea de pensamientos antes.
Suspiró y esperó la reacción normal, cómo siempre él se reía, elogiaba o intentaba besarla de nueva cada vez que ella intentaba sonar dura. Esta vez, sin embargo, su enojo se derritió cuando los ojos de él se entristecieron, su boca se encorvó en una delgada línea. La comprensión de lo que hecho vino a estrellarse contra ella.
Él ha creído en sus palabras.
Su corazón se desvaneció, eso no era una pelea ordinaria, esta vez lo tenía de verdad. ¿Pero cómo? ¿Acaso él…? ¿Acaso él también sentía algo por ella? ¿Pero qué hay de Ladybug?
Ella abrió su boca pero no se atrevió a decir nada mientras él se alejaba de ella, deteniéndose justo enfrente de su balcón.
– Está bien, lo siento por molestarte princesa. – comentó todo él sin siquiera girarse o mirarla a los ojos, sus orbes océanos que le recordaban tanto a los de su Lady.
Y así saltó a la oscuridad de la noche, desapareciendo detrás de las chimeneas de los tejados. Y ella se quedó ahí, con el corazón dolido y la culpa comiéndola viva. Esta vez, sin su caballero para protegerla de los ataques de los akumas, no estaba segura sí él volvería al día siguiente.
O nunca.
Tal como se los prometí mis ladies y mis lords.
Esta historia tiene su origen en "Miraculous One-Shots", un libro bajo mi autoría que esta dedicado para todos ustedes. Que aún así les invito a que lo lean y se diviertan con cada historia de sus personajes y/o parejas favoritas del programa MLB.
Les deseo un feliz 14 de Febrero 2018 y que se la pasen genial con las personas que aman y que les dediquen tiempo y alegría.
Que tengan un hermoso día, tarde o noche.
Atte.: Queen-Werempire.
