Capitulo uno: La nueva misión.
La vida es como la ruleta rusa, uno sabe cuando comienza el juego pero nunca sabe cuando termina. Está el azar, el libre albedrío, el destino, la casualidad… pero ¿Cuál de todas esas palabras puede describir a la vida?
En sí, ¿Qué es la vida?
Siempre me pregunto lo mismo cuando estoy limpiando mi arma. Con este bello artefacto, puedo terminar con la vida.
La vida tiene caminos, tiene trampas, tiene dolores, cómo así también tiene alegrías.
Algunos tienen el privilegio de poder elegir sus caminos y tomar sus propias decisiones, estén bien o no. Pero en cambio hay otros, como yo, que tienen una vida hecha. No podemos elegir otro camino, no podemos decidir sobre nosotros mismos.
Fui hecha para matar, para terminar con eso que tanto me desconcierta por las noches cuando solo tengo contacto conmigo misma. Y lo más asombroso de todo esto, es que disfruto de la vida que tengo. Una asesina… lindo, ¿verdad?
—Tienes cinco minutos para salir, Monstruo.
—Ya salgo, Extraño.
La puerta se abrió cuando apoyé mi dedo sobre el escáner. Miré de soslayo a Hiram y este me hizo un gesto con la cabeza para que caminara hacia mi derecha. Caminé y salí hacia el pasillo principal. Sentí los pasos de Hiram a mi espalda.
—¿Quién está hoy? —le pregunté sin dejar de caminar.
—Corcoran —contestó con cierto odio.
—¿Sabes para que me llama?
—No, no ha querido decírselo a nadie.
Llegamos a la puerta, golpeé dos veces y esta se abrió al instante. Giré mi cabeza para mirar a mi guardia una vez más antes de entrar.
—Te veo mañana Hiram.
—Eso espero.
Entré a la habitación y la puerta se cerró despacio detrás de mí. Clavé la vista en la silla que estaba detrás del escritorio y esta giró para hacerme frente.
—Buenos días 403…
—Prefería que me llame Rachel o Monstruo en su defecto —la interrumpí.
—Bien —dijo ella y se puso de pie para salir detrás del escritorio y comenzar a caminar alrededor mío —La he mandado a llamar porque tengo una nueva misión para usted.
—¿De que se trata? —le pregunté sin dejar de mirar el movimiento que hacían sus manos.
—Primero que nada, necesito saber si esta dispuesta a dejar el cuartel para instalarse en una vida normal.
—¿Una vida normal?
—A lo que me refiero es que esta misión no es como las demás, Monstruo —dijo y la miré a los ojos encontrando diversión en ellos.
Nunca me había caído bien tratar asuntos con Shelby Corcoran, una mujer totalmente desagradable en carácter y forma de ser. Sino pregúntenle a Hiram
—¿Por qué? —me limité a decir.
Ella volvió a sentarse en su mullida silla y me hizo un gesto para que me sentara en frente. Negué levemente con la cabeza.
—Vamos Rachel, entremos en confianza, te invito un café —me dijo.
Analizándola brevemente tomé la silla y la alejé de la mesa para sentarme con cuidado allí. Corcoran tomó una taza y girando sobre su silla tomó la cafetera y sirvió el humeante café. Con cuidado lo colocó frente a mí.
—Esta misión es distinta, porque no es cuestión de ir matar y listo. Es un poco más compleja de lo habitual —tomó su taza y le dio un sorbo al café.
—Explícate por favor —le pedí mientras tomaba un poco de café.
Ella me miró sobre el borde de su taza y luego sonrió.
—Tienes 17 años, ¿no te gustaría conocer una vida normal? —preguntó.
Dejé de tomar y la miré fijo.
—¿Normal? ¿Acaso usted cree que yo podría ser normal siendo una adolescente con un prontuario de más de 150 asesinatos encima? —le dije con sarcasmo —No lo creo.
—Rachel, eres una niña muy inteligente y ambas sabemos que te encantan los retos ¿o no?
—Si, pero el reto de ser normal no —dije y volví a tomar café.
Corcoran me miró algo fastidiaba y alargó su dedo para apretar el botón del comunicador.
—Traigan a Hiram Berry —dijo sin dejar de mirarme.
Le sostuve la mirada en todo momento, sabía perfectamente que ella quería causarme miedo, pero está muy equivocada si piensa que va a lograrlo. La puerta de la oficina se abrió para darle paso al hombre más cercano que he tenido en mi vida, Hiram
Lo miré y pude ver en su rostro la frustración que le causaba estar en el mismo lugar que Shelby. Nunca supe muy bien porque ambos se detestan de tal manera. Tomó la silla que estaba a mi izquierda y se sentó.
—¿Para que me mandó a llamar? —le preguntó de manera fría. Shelby volvió a tomar un poco de café y clavó sus ojos hacía él.
—Voy a hablarles sobre la nueva misión de Rachel —dijo y se puso de pie.
Comenzó a caminar alrededor de la oficina. Miré a Hiram y leí sus labios 'Está loca'. Sonreí por lo bajo y tomé un poco más de café.
—¿Va a hablar o no? —pregunté y me giré a verla.
Ella me miró, algo sorprendida, ya que la encontré mirando fijamente a Hiram. Él también se giró a verla.
—Su nombre es Russel Fabray, y pronto se lanzara como candidato a gobernador de Luisana. El señor Fabray es…
—Ex comándate general del ejército de los Estados Unidos —la interrumpió Hiram
Shelby lo miró venenosamente y pude ver el toque de diversión que adquirieron los ojos de Hiram, le encantaba molestarla.
—Como decía, Fabray es ex integrante del ejercito y ha traicionado a su patria —habló y me miró —Tienes que matarlo —sentenció.
—Ajá, si. Y para eso ¿es necesario que yo me vuelva normal? —le pregunté.
—Fabray tiene demasiado poder, no podrás ir y matarlo fácilmente. Tienes que entrar en su vida de manera normal.
—No puedes pedirle que sea normal —dijo Hiram con tono divertido —Mi pequeña Monstruo es una maquina de matar.
—Para eso estas tú —le dijo sin dejar de mirarlo —Rachel tiene que ir a vivir contigo.
—¡¿Qué?! —soltamos los dos al mismo tiempo.
—Mañana mismo entrara al último año de la preparatoria Madisson, los papeles ya están listos. Tu nombre completo es Rachel Barbra Berry, tienes 17 años, naciste en Los Ángeles el 14 de diciembre, vives con tu padre —se detuvo y lo miró fijo —Y eres una buena niña.
—Directamente has perdido el sentido común —dijo Hiram y se puso de pie —Monstruo sal afuera, necesito hablar con la señorita Corcoran
—La única que da órdenes aquí soy yo —dijo ella con enojo.
—Ahora Rachel, sal —me ordenó él.
Me puse de pie y sin decir nada salí de allí. Escuché como ambos empezaban a pelear a la vez, reí por lo bajo y decidí recorrer un poco el lugar. Entré al laboratorio de logística y estadística, todos se giraron a verme.
—Buenos días —saludé con una amable sonrisa.
—Buenos días, Rachel —dijeron algunos.
—¿Qué tal dinamita? —preguntó Jacob y pasó por mi lado.
Lo miré y caminé detrás de él. Jacob Corcoran, hermano de la insoportable de Shelby, era el encargado de dictaminar y hacer cumplir las órdenes de su hermana.
—¿Sabes algo sobre mi nueva misión? —le pregunté.
Él sonrió y me miró para luego hacerme una seña para que me acercara a la pantalla de la computadora. Me senté a su lado y la miré.
—Tienes que infiltrarte en el mundo de Russel Fabray, y ¿Qué mejor forma que hacerlo a través de su hija? —preguntó y comenzó a buscar unas fotos.
—¿Hija? —dije con algo de duda.
La foto de una chica apareció en la pantalla que yo miraba.
—Lucy Quinn Fabray, única hija del ex comandante, tiene 17 años y va a la preparatoria Madisson. Tienes que acercarte a ella, que te acepte, que te considere su amiga. Tienes que darnos información sobre cada movimiento que el comandante haga y si es necesario convertirte en su sombra —me informó.
—¿Y cuando tendré que matarlo? —le pregunté sin dejar de mirar la foto del muchacha de ojos verdes.
—Cuando Shelby lo ordené —contestó.
—Y así será, ¿quedó claro? —dijo Shelby. Todos nos giramos a verlos. Ellos entraron a la sala sin dejar de discutir, pero se detuvieron ante el silencio que los rodeó —Vamos, sigan trabajando.
Todos volvieron a sus tareas y reanudaron sus charlas. Hiram se acercó a mí y pude notar lo fastidiado que estaba con todo.
—¿Acaso te molesta que viva contigo? —le pregunté. Él me miró.
—No es eso Monstruito, no puedo permitir que te expongan de esa manera —me dijo.
Sonreí por lo bajo y lo miré fijo.
—Vamos Extraño, he matado gente, ¿Qué puede ser peor que eso? —dije divertida.
—No lo se —soltó en un suspiro. Shelby se acercó a nosotros.
—Bueno Rachel, ahora comienza tu vida normal —me dijo sin dejar de sonreír.
Uno montón de personas entraron al lugar y se acercaron a mí para llevarme a otra habitación. Yo no sabía que estaban haciendo conmigo, pero estoy segura de que no es nada bueno. Me sentaron en un sillón blanco y unas cuantas mujeres me rodearon. Pude ver a Hiram a un costado mirando todo.
—¿Puedes decirme qué demonios hacen? —le pregunté.
—Quieren volverte una mujer 'sensual', según las palabras utilizadas por la señorita Corcoran
Miré a Shelby y está sonrió.
—Necesitas verte más atractiva, tienes que verte como una adolescente normal… no como una asesina, siempre vestida de negro —me dijo ella.
—¿Acaso tendré que ponerme vestidos? —pregunté aterrada.
—Y zapatos —sentenció ella.
—No, claro que no —dije e intenté salir del sillón.
—No, no, no —dijo Shelby y se acercó a mí —Quédate quieta, no querrás que por un mal movimiento te corten un dedo.
Miré a la mujer que estaba arrodillada haciéndole algo a las uñas de mis pies.
—Pero no quiero esto —dije quejosa.
—Tranquila Rachel, solo relájate —me aconsejó ella y se alejó de mí.
—Hiram, no quiero —le dije a él mirándolo con ruego.
Él se acercó a mí y se acercó a mi oído.
—Míralo así Monstruo, al menos conseguí que tu comisión fuese lo suficientemente grande como para solucionar la mitad de tu vida —me dijo y se acercó más —Además de que voy a dejarte usar pans y zapatillas en casa.
—Más te vale Extraño, porque voy a olvidarme de que te aprecio y te perseguiré hasta encontrarte y acabar contigo —le dije.
Él se alejó y sonrió divertido para luego salir de allí y dejarme sola con todas esas mujeres que iban y venían a mí alrededor.
Respiré profundamente y cerré mis ojos. La foto de la chica que Jacob me había mostrado apareció en mi cabeza. De repente me sentí nerviosa. La única vez que tuve contacto con personas de mi edad tenía 7 años y estaba en el orfanato.
En aquel horrible lugar con chicos y chicas más infelices de lo que yo era. Pero para mi suerte apareció Hiram, creo que nunca voy a poder entender porque él me eligió a mí de entre tantos niños.
—Ven aquí niña —me llamó el hombre que acababa de entrar.
Con un poco de miedo me acerqué a él —¿Cómo te llamas?
—Rach.. Rachel—dije con dificultad.
—¿Cuántos años tienes Rachel? —me preguntó.
Lo miré, era un señor alto y grande. Me recordaba a los superhéroes de los dibujos animados. Buscó algo en su bolsillo y lo tendió hacia mí.
—Tengo 7 años, señor —le dije y miré el dulce que acaba de colocar frente a mí.
—Puedes llamarme Hiram —dijo.
Con duda tomé el chupetín y mirándolo nerviosa lo abrí. Con la manga de mi delantal, limpie mi nariz y mi frente. De seguro estaba sucia y él no querría adoptarme si me veía en esas condiciones.
—Hiram, ¿Por qué me das dulces? —le pregunté.
—Porque eres una niña linda —me contestó.
—¿Va a adoptarme? —dije con tono de esperanza.
—¿Quieres irte de aquí? —me preguntó.
—Odio este lugar.
—Entonces, nos vamos —afirmó.
Salí del recuerdo y sonreí sin abrir mis ojos, al saber que no estaba tan sola como pensaba.
Continuara…
