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No quiero ir


Se podría suponer que hay en la vida esos momentos que marcan profundamente y que, de alguna manera, deciden el destino de tu vida. Por supuesto, estos cambios suelen ser imprevisibles y, en ocasiones, lo suficientemente drásticos para que una niña de once años, de melena pelirroja, ojos grises y mirada sarcástica se ponga a gritar en el salón y comience a romper un papel, junto con su sobre, mientras patalea furiosamente y lágrimas de rabia le resbalan por las mejillas.

Veréis, Melissa no era una niña normal. Era una maga, y a los once años acababa de recibir su carta de Hogwarts, junto con su hermano mellizo Alex, cuya noticia logró de él una respuesta bastante más acogedora al hecho de que él también fuera un mago.

Pues bien, Melissa era una niña con unos conocimientos muy sólidos y no aceptaba bien los cambios. Además ella tenía un concepto acerca del mundo, y el hecho de que hubiera otro mundo, y en cierto modo conviviendo todo este tiempo con ella le hizo explotar de rabia. Ella no quería pertenecer al mundo de los magos. Suena paradójico, pero ella en su obcecación por la normalidad se estaba volviendo un poco rara.

En cambio Alex, acostumbrado a las rabietas de su hermana, la sonrió con aquellos dientes perfectos y le dijo:

-Ya sabes que papá dijo que necesitabas un cambio de aires… Esto te viene que ni que pintado.

Melissa lo miró con ganas de matarlo. Ahí estaba él, tranquilo, sentado en el sofá ojeando una revista de coches, con aquella insoportable media sonrisa autosuficiente. Sus padres, sentados en la mesa del comedor, acogieron esta noticia con sorpresa, mas no con estupefacción.

Pues era cierto que sus hijos habían hecho cosas paranormales desde que nacieron, Melissa incendió la cocina en una de sus rabietas cuando tenía seis años y se encontraron a Alex con tres años flotando por la habitación. Sin lugar a dudas, eran cosas que debían tener una explicación, y ahí estaba.

-Iréis los dos a ese colegio. No se hable más. –Apuntó su padre mientras los señalaba con el índice.

Melissa comenzó a protestar otra vez, pero el resultado parecía inminente. Así que decidió guardarse las energías para que una vez en el colegio se las ingeniara para salir de él, como si la expulsaban.


Me ha quedado un poco corto :( , pero este solo es el principio! acepto opiniones y críticas! un beso^^