Hola queridos lectores. Esto es lo más nuevo que estoy escribiendo es una historia que no sé cómo avanzara pero que espero podamos hacerla crecer juntos. Será un Elsanna porque a fin me decidi a escribir a uno. Espero que le den una oportunidad. También les cuento que la mayoría de los capítulos estarán desde la perspectiva de Anna, pero que tendremos pantallazos contados por Elsa y otros personajes. La trama ocurrirá completamente en un universo alterno ; y con respecto a los capítulos, algunos serán cortos y otros largos depende de cómo me sienta al escribirlos.
En fin… gracias por leer. Pueden dejar sus sugerencias, comentarios, preguntas y chocolates en los review.
Nos leemos pronto.
Disclaimer: Frozen es propiedad de Disney. La obra es mía, recuerda que robar es malo.
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¡Te odio! Quisiera poder irme lejos y no tener que volver a verte.- sí, esas fueron las palabras que condenaron mi destino. Todas ellas siendo enmarcadas por un rimbombante portazo en las narices de mi padre. Habíamos discutido por trigésima sexta vez desde que había regresado de la casa de mis abuelos, lugar en que solía pasar todo el verano; pero este año tuve que volver dos semanas antes. Generalmente no solía llevarme tan mal con mi padre, es decir, desde que mi madre había muerto las cosas iban relativamente bien. Yo trataba de comportarme y él trataba de no gritar. Pero el día en que llegue fue cuando todo cambio. No solo las cosas de mi madre habían desaparecido de la casa, para ser "trasladadas a un lugar apropiado" ¿Dónde era ese lugar? Nada más y nada menos que un horrible y mal oliente depósito de los que abundaban en la ciudad. No solo tuve que espantarme con ver el adorado piano de mi madre encajado en ese lugar sin vida, sino que por la noche tuve que conocer a esa horrible mujer. Dorotí no era físicamente horrenda, no. Ella era como escuche decir a mi tío de una exuberante belleza. Una belleza que le hablaba a mi padre como si tuviera que endulzar sus oídos con cada silaba mientras le sonreía de forma gatuna. Una belleza que abrazaba a mi padre y que le acariciaba la horripilante barba que se había dejado crecer. Una belleza que desato nuestra primera discusión, y la segunda, y la tercera… así hasta el día en que furiosa azote la puerta de mi habitación, en donde me quede con la música a todo volumen todo el maldito día. No quería escuchar a mi padre, no quería si quiera mirarlo a la cara. ¿Es que acaso se había vuelto loco? ¿Cómo podía pensar siquiera es suplantar a mi madre con… con esa? Él no podía hacer semejante cosa. Recuerdo como esa noche, mientras sonaba la música lo suficientemente fuerte como para no dejarlo dormir, planee meticulosamente como estropear la vida de esa mujer hasta que dejara a nuestra perfecta y rota familia en paz. Claro que jamás tuve en cuenta lo que mi padre haría en la mañana.
El hombre entro a mi habitación a zancadas con una copia de la llave en mano. Apago la música soltando un suspiro y yo me apee dispuesta a batallar.
-¿Es que acaso ya no existe la privacidad?- le espete pero él me miro serio, más serio de lo que jamás me había mirado.
-¡Detente allí con eso!- me dijo.- ¡ahora mismo me vas a escuchar, Anna!- agrego con una fiereza que le desconocía. Ese hombre no parecía mi padre.
-¿¡Qué se supone que tengo que escuchar!? ¿Cómo vas a planear tu boda?¿ Como le hiciste la propuesta? ¿El por qué decidiste deshacerte de todos los recuerdos de mi madre?- le espete. El endureció el rostro y me señalo a modo de advertencia.
-¡Cierra la boca y escucha!- sus palabras eran cuchillos.- ahora mismo comenzaras a juntar tus cosas. ¿Querías estar lejos y no tener que volver a verme? Pues se te ha cumplido.- me dijo, mi mandíbula quedo colgando.
-¿De que estas hablando? ¿Vas a echarme a la calle?- cuestione tan dolida como confundida. Mi padre negó.
-No, jamás haría eso hija. Pero he decidido que dejaras tu colegio actual y este año iras a Arendelle college.- aquello fue el golpe de gracia que dejo mi cabeza hecha papilla. Un internado, mi padre me enviaría a un internado. Aquello era tan… típico.
-Tú no puedes…- las palabras murieron en mi boca.
-Ya te he matriculado. Junta tus cosas, tienes hasta mañana y si te niegas iras con lo que llevas puesto.- advirtió con firmeza. Yo no supe cuando las lágrimas comenzaron a caer pero si note como la expresión de mi padre se suavizaba.- cariño, hago esto por el bien de ambos.- me dijo. Negué con la cabeza y evite sus brazos que buscaban consolarme. Aquello era una pesadilla, entre tinieblas tome mis llaves y comencé a correr. –Anna. Anna detente. Anna hablemos.- fueron los gritos que escuche tras de mi pero no quería detenerme, no quería hablarlo. Mis piernas me llevaron hasta el conjunto de depósitos y agradecí haber tomado mis llaves. Con la copia que mi padre me entrego me metía allí dentro y me reduje a una bola de carne junto a las cajas que contenían las ropas de mi madre. Allí pase la mañana y gran parte de la tarde aspirando de a poco los aromas que me recordaban a ella, mezclando mis sollozos con los fugases recuerdos de tiempos que jamás iban a volver. Recuerdo que antes de marcharme, ya con las lágrimas secas en mis mejillas tome una fotografía nuestra.
-Iré.- le dije a la imagen de mi madre.- pero si él se casa con ella… No voy a volver.- agregue; me quede como esperando que la fotografía respondiera, pero no lo hizo, solo siguió sonriendo. Volví a casa cuando el sol comenzaba a caer y me encamine en silencio a la habitación. Saque la misma maleta que lleve a la casa de mis abuelos y guarde solo lo necesario para sobrevivir.
La mañana que iba a marcharme, me presente a desayunar con la maleta hecha y no olvidare la cara de sorpresa de mi padre cuando le dije.
-Estoy lista para irme.- él se quedó mirándome como esperando que sea alguna trampa, pero no lo era. Asintió con severidad aun así no dejo de vigilarme, como si de buenas a primeras esperara algo más de aquella repentina aceptación.
El viaje hacia las afueras de la ciudad, lugar donde se encontraba el establecimiento trascurrió en silencio; no quería hablar con él; y él o no sabía cómo hacerlo o respetaba mi decisión. Cuando nos detuvimos para almorzar, en uno de esos puestos que uno encontraba al costado de la carretera. Me encontré a misma todo el tiempo pensando que el diría algo pero decidió mantenerse callado. Lo odie un poco más.
Estaciono el coche, me ayudo a bajar la única maleta del maletero y por fin hablo.
-Vendré por ti en el receso de invierno.- me dijo. Yo tome mi maleta y lo mire a los ojos.
-Si decides llevar a delante ese matrimonio no quiero volver a verte, pero agradeceré que sigas pagando mi colegiatura este y el año que sigue. Luego no necesitare de tu ayuda poder usar el dinero que me dejo mamá.- él se quedó viéndome con la boca abierta pareció estar dispuesto a decir algo pero yo nos e lo permití, gire sobre mis talones y comencé a caminar con paso firme hacia el edificio que a partir de ese momento seria mi hogar.
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fin del capitulo
