¡Hola! Les dejo este drabble, el primero de 4. Ha quedado un poco Angsty (?) pero me gustó. Es acerca de Juvia antes de que llegara a Fairy Tail. El drabble contiene 458 palabras.
Pues eso es todo, ¡espero que les guste!
Disclaimer: Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima.Este Conjunto de Drabbles participa en el reto:Mes de apreciación: Julio 2015 - Juvia Loxar del foro:Grandes Juegos Mágicos.
Culpa
El día era gris, el cielo estaba nublado y el agua caía con fuerza. Juvia regresaba al edificio con el resto de Element 4. Fue una caminata silenciosa, pues ninguno de ellos se atrevía a mencionar el hecho de que ella no había dicho una sola palabra en todo el camino, ni que su nariz estaba roja. Apenas entraron a Phantom Lord, se apresuro a firmar el papel que indicaba que habían terminado la misión exitosamente, y se dio la vuelta con velocidad, incapaz de contener las lágrimas. Ignoro a Sol, quien le entregaba su parte de la recompensa, y cuando Gajeel la llamó, ni siquiera se detuvo, sólo volteó un poco su mirada.
–Juvia lo siente, Gajeel-kun– comenzó. –Pero ella no tiene tiempo de hablarte ahora– dijo la maga de agua, quien maldijo por lo bajo al notar que su voz se quebró en el último segundo.
Gajeel simplemente le lanzó una mirada confundida y ligeramente irritada mientras ella salía del edificio.
No podía dejar que la vieran en ese estado, no ellos. Pues ella era Juvia, maga de rango S, la mujer más poderosa de Phantom Lord y el miembro más fuerte de Element 4. Simplemente no podía perder el respeto que tanto le había costado conseguir.
Una vez fuera, redujo su paso mientras se adentraba a los bosques que rodeaban a Oak, y finalmente se permitió ser ella misma.
No había querido hacerlo. Nunca lo ha hecho.
Sabia que no tenia que sentirse así, nada de lo que paso había sido a propósito, ella no podía controlarlo. Paró de caminar y soltó un pequeño llanto.
Aún sabiéndolo, no podía evitar sentirse así, con un sentimiento que le presionaba el corazón y le daba una leve sensación de nauseas. Culpa.
Lo sentía, sentía culpa. Por arruinar las cosechas de aquel pueblo, por apagar el fuego de su compañero, por no pensar en lo que pasaría. Culpa por su lluvia.
Por eso estaba en aquel lugar, en el centro de un claro, donde la nube gris que la acompañaba siempre no podía molestar a nadie.
El agua seguía precipitándose, cayendo cada vez más y más fuerte, tanto que su sombrilla rosada se había vuelto inútil, sus lágrimas eran camufladas por las gotas y sus gemidos no podían ser escuchados por el ruido de las salpicaduras.
Entonces solo se sentó en el suelo, su vestido azul manchándose con lodo y pasto. Tomó el muñeco blanco que se encontraba sobre su pecho y lo arrojó, cayendo a solo un par de metros de ella; incapaz de ir más allá por la fuerza de la lluvia.
Luego solo puso su cabeza entre sus rodillas, llorando aun más fuerte y maldiciendose a ella misma por ser incapaz de detener su condena.
