A/N: este capítulo tiene referencias (leves) a uso de drogas por parte de un menor de edad.
— ¿Le entras? — el pelirrojo dudó, inclinando su asiento hacia atrás hasta el grado en que la silla se tambaleaba en el aire. Él y sus amigos tenían la retorcida costumbre de hacer apuestas como estas, teniendo a las chicas de la escuela como presas a quien cazar.
— No lo sé, yo... ¿no creen que es arriesgado? — habló por fin, tomando un gran sorbo de su bebida.
— Vamos Hans, es la única con la cual no te has acostado. Y su hermana ya no está aquí para protegerla, es carnada fácil. Y así podrás tomar venganza por lo que ella te hizo — palmeó el hombro de su amigo — No sé qué esperas para ponerle las manos encima a esa muñeca.
Hans Westergard era quizás el más veterano de la clase, conocido por tratar al mundo a su alrededor como una basura y por su cabello rojizo sacado del mismísimo infierno. A sus 20 años nadie comprendía cómo seguía atado a este lugar, había repetido el mismo curso más veces de las que podía recordar, siendo el martirio y verdugo de los maestros. En los anuarios lo votaban como el más exitoso en el ámbito popular y económico — tener un padre decano de una universidad le valía para no tener que preocuparse de sus calificaciones, llamándolas incluso distracciones del verdadero goce de la vida. Había dejado su marca en cada chica del lugar, rumores afirman que incluso algunas mujeres del personal habían estado a sus servicios, catalogándolo como un psicópata sexual con lindas pecas y piel brillante, y un increíble poder de seducción. Las mismas tácticas de hacer valer menos a los demás las ponía en práctica en la cama, mostrando su lado oscuro cuando la puerta de la habitación era cerrada con llave.
Sus innumerables conquistas le hacían vanagloriarse frente a sus compañeros, su récord actual eran de 8 eyaculaciones por día, pero éstos destrozaban su gloria mencionando al único trofeo que hasta ahora no había podido tener.
Anna Andersen.
Por muchos años Hans trató de acorralar a esa pequeña corderita en su juego. Anna era petite, pecosa y pelirroja, justo el tipo que solía volverle loco. Pero siempre que veía oportunidad, la entrometida hermana de la corderita sacaba sus garras al ataque, golpeando su rostro con brusquedad y amenazándole de hacerle algo peor si le veía junto a Anna una vez más. Un momento, ¿los corderos acaso tienen garras? Quizás sí debí haber prestado atención a aquella clase.
El último año Anna había estado a la sombra vigilante de Elsa, y Hans no podía culparla por querer cuidar a su hermanita menor. Corrían rumores — algunos falsos, otros que el mismo pelirrojo se había encargado de confirmar — que su noche con Elsa no fue del todo placentera, teniendo que recurrir a otros métodos poco ortodoxos para llegar a obtener su placer.
Hans sonrió al pensar que finalmente podría ganarse a Anna, las miradas que ella le propiciaba no eran nada discretas, mucho menos sus suspiros a la hora de hablarle.
— Estoy dentro — dijo golpeando la mesa y celebrando con sus amigos.
Sin duda tenía todas las de ganar.
~•~•~•~
Su cuerpo cayó al suelo luego de ser empujada por todos los compañeros de su sala, riendo al ver como su falda se amontonaba en su cintura dejando al descubierto las bragas de Hello Kitty que a pesar de su edad le seguía gustando usar.
Anna ya estaba acostumbrada a ser el blanco de sus burlas, tratando de ignorarlos mientras caminaba cabizbaja hacia su casillero para vaciar toda su ira allí. Su primer año sin Elsa cerca era todo un infierno, al menos antes tenía a su hermana para que la protegiese, a pesar de que sabía que a sus amigos también les caía mal. Elsa era la bonita, la inteligente, la popular. Y ella era la chica de 16 años que todavía aprendía a dividir entre dos cifras sin caer gracias a un colapso mental — incluso su profesor le sugirió regresarla dos años para nivelar su aprendizaje. No guardaba resentimiento ante ella por ser superior, es más, día tras día Anna se sentía deslumbrada por la facilidad que su hermana tenía para perfeccionar sus estudios sin descuidar el hogar.
A veces, no iba a negarlo, se sentía culpable por el hecho de que Elsa no hubiese aplicado en una universidad superior. Sus profesores habían enviado cartas de recomendación a Harvard, e incluso algunos le habían sugerido estudiar en el exterior. Pero Elsa simplemente negaba agradecida, optando por matricularse en una universidad no lejos de casa, incapaz de dejar a Anna sola luego de que sus padres fallecieran unos meses atrás.
Little orphan Annie*. No fue coincidencia que el musical elegido este año fuera ese, y mucho menos que la protagonista usase una mal hecha peluca pelirroja que buscaba imitar las trenzas gemelas de Anna.
A pesar de todo siempre lograba tener una actitud positiva ante el mundo, limpiando su falda para eliminar cualquier rastro de suciedad y encaminarse así a su siguiente clase, teniendo la esperanza de que al menos sus lecciones de inglés no serían tan desastrosas como las de álgebra. Solo unas cuantas horas más, luego podrás ir a casa y...
Sin tener tiempo para reaccionar Anna se vio nuevamente de bruces en el suelo, su mala suerte solo parecía empeorar. Había tropezado con un chico por estar completamente sumida en sus pensamientos, sintiéndose el doblemente apenada al ver como este se levantaba con todas las ganas de empeorar aún más su día.
— Lo lamento, yo... no te vi, o tú no me viste. El caso es que tropecé contigo, que torpe. No digo que seas torpe, solo que... No, no creas que estoy achacando todo a la torpeza. Mi torpeza, no la tuya — divagar, como odiaba eso, otro de sus defectos para que se rieran en su cara.
— Descuida, fue un simple tropezón — su voz ronca le hizo estremecer.
— Hans — definitivamente su día solo lograba empeorar —. Debes querer matarme, no te culpo. Soy un desastre.
El pelirrojo solo pudo reír ante sus palabras, acercándose para acariciar las mejillas de Anna en un intento por hacerla tranquilizar.
— No creo que seas torpe. Y en caso que lo seas, creo que te hace ver muy linda.
A estas alturas Anna no sabía cómo lograba seguir con vida. Hans era todo lo que ella quería en la vida — eso y dejar de ser tan despistada — y el que estuviese aquí hablándole era un sueño hecho realidad. Nunca ningún chico le había prestado atención, sin mencionar al extraño geek amante de los renos que la había acosado en Tinder más de una ocasión.
— Entonces, ¿qué dices?
Anna ladeó su cabeza al notar que Hans tenía un largo rato comentando acerca de una fiesta que sus hermanos planeaban realizar en unos cuantos días, conversación en la cual ella había estado fantaseando como siempre. Trató de recordar sus palabras exactas pero no podía pensar en nada más que sus brillantes ojos verdes y la forma en que estos recorrían su silueta. Elsa sin duda no aprobaría esta situación. Elsa sin duda no aprobaría esta situación, ¿por qué el saber que su hermana estaría renuente a esto hacía todo más emocionante?
— ¿Quisieras ir como mi acompañante? — Hans tomó su muñeca para acariciarla, las demás personas en los pasillos empezaban a murmurar.
— Eh… ¿yo? ¿Estás seguro?
— Más que nunca. ¿Sabes qué? Te enviaré toda la información por mensaje ¿sí? — lo siguiente que Anna pudo sentir fue un beso fugaz en la mejilla y una caricia en sus cabellos. Hans se había alejado antes de que ella pudiese responder, dejando una expresión embelesada en su rostro.
Al parecer la pequeña Annie iba a lograr cumplir su deseo al final del camino amarillo... Se vanaglorió antes de darse cuenta que había citado al musical equivocado.
— ¿Por qué tienes que ser tan torpe? — arrastró su mochila deseando desaparecer en el pasillo.
~•~•~•~
— ¿Anna? ¿Estás en casa?
La joven detuvo su paso hacia su habitación al escuchar la sonora voz de su hermana. Eran pasadas las 2 de la tarde, por lo que se le hizo extraño que Elsa estuviese en casa en vez de atender a una de sus clases. Arrojó su mochila en medio de la sala y corrió para encontrarse con la rubia trabajando en su estudio, rodeada de un montón de papeles y cartulinas que Anna trató de no dañar cuando se abalanzó para abrazarle.
— ¿Qué tal la escuela? — Elsa besó tiernamente su frente.
— Bien, aunque pudo estar mejor, álgebra es un asco.
— Apuesto a que lo es, pero sabes a lo que me refiero.
— Meg me hizo caer en gimnasia — jugó con los pequeños árboles de plástico que Elsa guardaba en su escritorio —. Pero está bien, para la próxima seré más cuidadosa de no toparme en su camino. ¿Y tú? Es muy temprano para que estés en casa.
— Tuve unas horas libres — se aseguró de quitarle el pequeño objeto antes de que pudiese romperlo — y quise venir a adelantar la propuesta de dibujo.
— Está quedando genial. Si no obtienes un 10 es porque tus profesores están dementes.
Anna se tomó su tiempo para admirar la inmensa cantidad de edificios y autos diminutos que Elsa había creado a base de cartulinas, papel mache y acrílicos. Todos acomodados en una perfecta calle diminuta ubicada sobre un gran trozo de metal. A Anna no le molestaría ser uno de los pequeños habitantes de Elsalandia — aún debo trabajar en el nombre, lo sé —, paseando su perro hasta llegar al abismo que el borde de la mesa representaba y durmiendo en una habitación con paredes sacadas de una caja de cereal. Apostaba que todos sus habitantes eran gentiles y ninguno hacía burla del otro por su color de cabello.
— ¿Por qué no vamos a comer algo? — Elsa se acercó para abrazarle por la espalda.
— ¿Que no querías adelantar un poco? — tomó la punta de su trenza para deslizarla por su cuello, dándole cosquillas a la chica mayor.
— Sí, pero hace mucho que no almorzamos juntas. Pensé que sería lindo.
— ¿Podemos ir por pizza? — Anna no podía retener su emoción, Elsa simplemente asintió guiándola hacia el salón principal — ¿Con mucho pepperoni y queso?
— Lo que usted ordene, su alteza. Pero primero cámbiate rápido esa ropa, yo te esperaré en el auto, ¿si snowflake?
No tuvo que repetirlo dos veces para que Anna corriera apurada a su habitación.
~•~•~•~
— Entonces el sr. Foxworth trató de detener la pelea, pero los chicos le arrojaron pequeñas bombas de pintura. Debiste verlo — Anna se inclinó en su asiento tratando de contener la risa —, cubierto como si fuese un arcoíris. Algo irónico si consideras su política de "no gays".
Elsa adoraba pasar estos preciados momentos con su hermana menor; su carrera de arquitectura le impedía pasar tiempo en casa, regresando solo para encontrar a la pelirroja durmiendo en el sofá a su espera. No le había molestado hacerse cargo de Anna a tan corta edad; cuando sus padres todavía estaban presentes había días en los que no paraban en casa, dejando toda responsabilidad a su hija mayor. Sabían que Elsa era lo suficientemente madura como para criar a Anna, inclusive les gustaba contar una tierna anécdota de como a los 5 años había bañado a la pelirroja sin tener ningún tipo de complicación.
Para ella, Anna era la única persona que le daba sentido a su vida, el amor en el sentido más puro.
— Debió ser muy gracioso — cubrió sus labios para minimizar su risa.
— Sí... ¿Sabes? extraño mucho tenerte en la escuela — Elsa pudo notar tristeza en su tono de voz, no hubo necesidad de preguntar qué ocurría, la rubia conocía muy bien todas las burlas con las que Anna debía lidiar. Se culpaba a sí misma cada vez que la veía llegar con su mochila rota o sus piernas golpeadas, queriendo hacer más para animarla pero terminando elegir encerrarse siempre en su habitación.
Sabía que los consejos que a ella le habían servido en secundaria no surtirían efecto en Anna, sumando el hecho de que no tenía a sus padres para aconsejarle acerca de qué decir o hacer. La universidad y repentina muerte de sus progenitores habían hecho que Elsa se sintiera indefensa en un ámbito desconocido y caótico, refugiándose en sus planos y maquetas al ser estos los únicos objetos en los que encontraba perfección.
Extendió su mano para acariciar la de su hermana, corriendo su silla para así acercarse más a su lado; el lugar quizás no era el propicio para hablar del tema — las risas de los comensales y el olor a queso fundido eran todo lo que sus sentidos podían captar — pero esperaba que el bullicio del lugar le brindara la valentía que siempre parecía faltarle al tratar los problemas.
Al menos el acoso no ha pasado a mayor... aún, la simple idea hizo estremecer a Elsa.
— ¿Han tratado de hacerte algo peor? — Anna negó atragantándose con su bebida.
— Por ahora solo apodos, y de vez en cuando algún tropezón — no se atrevía a mirar a Elsa, por alguna razón se sentía mareada al querer hablar de ese tema —. Al menos ya no tratan de romper mis cosas, el director dio una orden para evitar daños materiales. Te ahorrarás mucho dinero que solías gastar en mochilas.
— Sabes que ese no es el problema, Anna. No quiero que este sea tu experiencia en la secundaria — deslizó su pulgar por su mejilla —. Se supone que deberías salir con amigas, ir a fiestas, conocer chicos. Todo lo que haces es quedarte en casa y a duras penas sales de la cama.
Anna dudó en mencionar la fiesta del sábado y mucho menos decir que Hans había decidido invitarla. Sabía muy bien el desprecio que le tenía y la cita fallida que Elsa había tenido que soportar, pero su padre le hizo jurar no molestarla más hablando acerca del chico, conociendo la enorme ansiedad que generaba en su hermana mayor.
No le gustaba mentir pero si todo salía bien esa noche quizás iba a poder mejorar su status y lograr hacer sentir orgullosa a Elsa. No tenía nada que perder y si su plan fallaba, podría enterrar su orgullo roto bajo litros y litros de helado de chocolate.
— Bueno, no veo que salgas con tus amigos srta. "mi hermana es un desastre social, debo ayudarla aunque yo sea un alma solitaria en pena" — Elsa no pudo evitar querer besar las mejillas de la pelirroja —. Solo me tienes a mí y a las 5 temporadas de Orphan Black grabadas en tu ordenador.
— Es porque yo solo te necesito a ti en mi vida.
Anna no pudo evitar sonrojarse frente ese comentario y frente al hecho de que Elsa estaba peligrosamente cerca de su cuerpo. Sus narices se rozaban con delicadeza y su mano, la cual antes reposaba en su mejilla, había descendido hasta caer en su muslo. Sus labios se sentían calientes gracias al aliento que Elsa exhalaba, creando escalofríos que recorrían todo su cuerpo hasta llegar a la punta de sus pies.
Anna sabía que su hermana era hermosa, pero no tenía idea de cuánto. Sentía que todo su cuerpo iba a convulsionar, sus emociones eran mucho más intensas que cuando Hans la besó esta mañana, y solo pudo volver en sí cuando el camarero tosió incómodamente junto a ellas, sosteniendo su orden y esperando que ambas terminaran de hacerse el amor con los ojos.
¿Hacer el amor con los ojos? Solo a ti se te ocurren estas locuras.
— Umm, gracias… — se las ingenió para decir cuando la pizza ya estaba servida en la mesa, debía de asegurarse de dejarle una buena propina al chico.
Anna forzó a su garganta a pasar los grasientos trozos triangulares mientras veía como Elsa solo mordisqueaba la corteza. A estas alturas ya había perdido el apetito — bueno, quizás no lo suficiente para negar el helado que su hermana le estaba invitando al salir de allí, pero si como para centrar toda su concentración en los delicados movimientos que hacía Elsa al comer. Dios ¿siempre es tan regia? No podía pensar en una sola ocasión en que no haya ensuciado su ropa al sentarse frente a una mesa, y estaba preguntándose si Elsa no se sentía avergonzada de que la vieran a su lado.
Otra razón más para ir a esa fiesta y hacer que nadie más vuelva a hacer burla de mi personalidad.
— ¿De qué sabor pedirás tu helado? — Elsa sacó su tarjeta de crédito para pagar.
— Triple chocolate con cobertura de fudge y maníes.
Sí, este va a ser mi año.
~•~•~•~
hans (9:25 pm):
estás lista?
no puedo esperar para verte.
anna (9:27):
sí, solo dame unos minutos.
nos vemos en el sitio acordado.
Anna lanzó su teléfono a la cama mientras trataba de arreglar su vestido. Horas antes se había escabullido en la habitación de Elsa para tomar prestado uno de sus tantos vestidos strapless, prometiendo regresarlo al amanecer. No es que tuviese mucho con que lucirlo — 16 años y aún nada — pero esperaba que su brassier de relleno fuese suficiente para lucirse en la fiesta.
Era sábado, y por lo general ella y Elsa solían pasar su noche libre viendo películas y buscando acomodo en el angosto sofá de la sala, riendo ante la imitación de Anna de Bugs Bunny y atragantándose a más no poder de comida chatarra.
Sin embargo, esta vez Anna usó su talento para fingir malestar, encerrándose con llave en su habitación y dejando a una consternada Elsa junto a pilas de películas animadas que ella le había rogado comprar hace solo unos días. Se imaginó lo emocionada que debió haber estado en la tienda de vídeo, escogiendo las cintas que sabía Anna adoraría y pagando por ellas para así esconderlas y darle la sorpresa esa noche. Aquel pensamiento hizo todo peor, limpiando su boca con el revés de su mano para tratar de no vomitar ante la sensación de ser la hermana más egoísta del mundo.
Su teléfono vibró en algún sitio entre su almohada y sus osos de felpa, buscándolo para leer los mensajes que indicaban que Hans ya estaba empezando a impacientarse. Arregló su labial con rapidez mientras calculaba cómo bajar por la ventana sin morir, sosteniendo sus tacones en su boca y rezando todas las aves marías que se encargaba de ignorar siempre en la iglesia.
Se dio crédito al sentir como sus pies tocaban el húmedo césped, corriendo por toda la vereda sin atreverse a mirar hacia atrás. ¿Enserio estoy haciendo esto? Era la primera vez que se escapaba de casa y la adrenalina le hacía pensar de más, ¿Y qué pasa sí es la última? ¿Y si no regreso? ¿Qué le dirán a Elsa cuando encuentren mi cuerpo tirado en una zanja utilizando su más bonito vestido?
Detuvo su trote cuando sintió que estaba lo suficientemente lejos de casa, respirando para así recobrar un poco la energía
anna (9:42 pm)
lo siento, prometo que estaré bien.
te quiero.
enviar a: sunflower (elsa)
El mensaje nunca salió de su casilla, manteniéndolo allí para utilizarlo en una siguiente ocasión.
~•~•~•~
— Estaba empezando a preocuparme — Hans tenía sus manos sobre su cuerpo, pellizcando sobre el delgado vestido que cubría su piel —. Luces hermosa.
— Gr-gracias... — Anna trató de alejarlo, pero el auto era lo suficientemente angosto como para arrinconarse en el lado contrario — ¿Nos vamos ya? Estoy muy emocionada.
— Claro, pero antes tengo algo para ti.
Hans tomó su mano para extenderle una pequeña pastilla color rosa pastel. El diseño era algo infantil, una cara sonriente con el logo de Superman al reverso, similar a los dulces que Anna solía recibir cada noche de Halloween. La sostuvo entre sus dedos un largo rato, girándola para memorizar la expresión del emoticón.
— ¿Qué es esto? — ella lo sabía con claridad, pero necesitaba que Hans fuese honesta con ella.
— Solo es algo que nos va a ayudar a pasarla mejor — bebió un sorbo de agua para pasar las que él había tomado para sí.
— ¿Y es seguro? — claro que no idiota. Definitivamente Elsa va a matarme.
Quizás sí sea mejor que la encuentren tirada en una zanja.
— Anna, yo jamás te pondría en peligro — acarició su mejilla, esta vez la sensación era muy distinta a la de esa mañana en el pasillo —. Además, es muy común que chicos de tu edad hagan esto. Entiendo que estés escéptica, yo también lo estaría si tuviese una hermana como Elsa a mi lado. Prometo que cuidaré de ti esta noche.
Anna tomó la botella de agua con nerviosismo, tragando la pequeña pastilla y sintiendo como ésta se deslizaba hasta su estómago. El sabor era amargo pero aceptable, haciéndole sentir una ligera nausea al no estar acostumbrada a su consistencia. ¿Quién la viera? Negándose en casa a tomar pastillas para pasar dolores de cabeza pero aceptándole una dosis a un desconocido.
Hans conducía sin despegar su vista del camino, apagando el aire acondicionado para encenderlo luego de intervalos de cinco minutos. ¿O era cada cinco horas? Sacudió su cabeza para calmar sus pensamientos. Su cuerpo parecía arder en fiebre, teniendo unas enormes ansias de desgarrar su vestido y quedarse solo en ropa interior; Hans parecía brillar más y más mediante se adentraban en la carretera, nublando su vista con colores que nunca creyó posibles.
— Hey, Anna — no sabía de dónde provenía la voz, pero sin duda era agradable a sus oídos — ¿Qué hay de nuevo, viejo?
— ¿Bugs? — rió, acercando su cuerpo hacia Hans y restregándose contra él.
Sería una larga noche.
~•~•~•~
Elsa se espabiló al escuchar como su notificación de correo titilaba sin parar. Se había quedado gran parte de la noche adelantando su propuesta, tratando de mantener la compostura cada vez que el sueño parecía querer vencerla.
Frotó sus ojos mientras desbloqueaba su ordenador, observando con nostalgia su fondo de pantalla antes de abrir su navegador de internet. Anna era fan de las fotografías por lo que siempre buscaba una excusa para tomar una con su celular; esta en particular mostraba a las dos chicas abrazadas, cubiertas completamente en pintura y descansando en la cama luego de que Anna hubiese aceptado a ayudarla pintar su habitación.
Escribió con velocidad su dirección de correo, aun sintiéndose triste por no haber pasado su noche libre con su hermana, clickeando en su bandeja de entrada para así callar la notificación en su celular.
"anna,mov"
Releyó el asunto tratando de comprender bien lo que significaba, evocó sus años de nerd en la escuela y sus conocimientos en informática le permitieron saber que ".mov" era un indicativo de que se trataba de un archivo de vídeo. Sus conocimientos también eran suficientes para saber que era arriesgado abrir un mensaje de un remitente desconocido — algo obvio pero ignorado por muchos, por lo que decidió encriptar el mensaje para así abrirlo en un navegador onion* y que nadie pudiese rastrear su ubicación.
Una sola palabra conformaba el texto, seguido de un adjunto que según el preview era de 27 minutos de duración.
To: els_andersen
From: desconocido
Subject: anna,mov
disfrutalo ;)
Elsa dudó en descargar el archivo, no sabía con certeza si se trataba de una broma (y de ser eso cierto, sería una de mal gusto), pero la curiosidad pudo más con ella y, estirándose para alcanzar sus audífonos, clickeó para abrir el vídeo en el reproductor, configurándolo para pantalla completa.
Cubrió su rostro al ver apenas los primeros segundos, conteniendo las ganar de vomitar y apagando con rapidez el ordenador sin preocuparse por dañarlo.
Jamás creyó poder sacar esas imágenes de su mente.
Update: hice muchos cambios porque fanfiction me elimina todo lo respectivo a direcciones y formatos de vídeo en el texto.
Ok, ¿qué les pareció? Quiero opiniones, teorías, comentarios (?). Se me ocurrió esta idea luego de publicar el final de Flores en el Ático, así que empecé a escribir y toda esta cosa es el resultado. Será un three-shot (como 12 Horas pero con caps más extensos).
Muchas gracias por leer y haber comentado mis otras historias 3 me animan a seguir escribiendo. Espero les haya gustado. (La portada es de un concept art de Anna por si las dudas).
*Little Orphan Annie: Anita la huerfanita (me sonaba más bonito en inglés)
*Navegador onion: sirve para entrar en páginas sin ser rastreado (mi headcanon es que Elsa es una nerd en cuestiones de internet y computadoras).
