¡Por fin!

¡Por fin!

¡Por fin!

¡Hasta que pude comenzar con este proyecto! Llevo más de un año planeando este fic pero como siempre surgen ideas las voy anotando (tengo una larga lista), lo malo es que si me parece que es mejor muevo la lista y anoto al inicio esa nueva idea y los fics se van recorriendo, y por eso, por recorrer fics, este fic lo he pospuesto por mucho tiempo, debió ser subido como por febrero del año pasado, pero antepuse otras ideas, y como ya no quería seguir recorriendo la numeración, me decidí terminar los fics que están pendientes, y si me llegan otras ideas las pondré al final (ni modo); así que este fic y los siguientes 24 son ideas de hace mucho pero mucho tiempo.

Aunque el posponer este fic creo que estuvo bien, ya que la idea original se trataba sobre un monstruo bajo la cama (bajo la cama de Mia –osease Miguel Ángel-), pero hace unos meses que comencé a retomar este fic y entonces se me ocurrió cambiar la trama (siendo sincera, cambie mi idea original porque alguien se me adelantó, ya hay un fic –o capitulo más bien de un fic- sobre un monstruo bajo la cama); creo que quedó mejor porque hay un gatito que es el prota, y desde cuando quería que Klunk fuera el héroe de algún alucine mío.

Con este fic cierro esta pequeña trilogía de Desesperación, Miedo y Sangre (Crisálida, El Huésped, Ojo de Gato), porque se me ocurrió hacer esto por un fic especial de jaloguin del año pasado (En la Oscuridad algo acecha), y varios comentarios que me dejaron me dijeron que debería escribir un fic de miedo, y bueno, me avente 3.

XD

Este fic es más fantasioso, pero espero que igual lo disfruten.

Después de esta breve intro, ahora sí, el fic.

MI FIC # 40

Y ya saben: ¡Tengan piedad de esta pobre loca soñadora fan de las tmnt que quesque escribe fics!

X )

Disclaimer: LAS TORTUGAS NINJA no me pertenecen, es mi corazón el que le pertenece a Leo hasta el fin de los tiempos; tampoco gano dinero por escribir este fic porque escribo por puro gusto, mi única recompensa son sus invaluables reviews.

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OJO DE GATO

1. Viene por ti

El agua fría cae sobre su cabeza y escurre por todo su adolorido cuerpo. El frío le brinda un dulce alivio a su dolor físico, porque al contrario de los humanos, el ducharse con agua fría lo relaja.

Después de una agitada noche de perseguir maleantes y de darles una lección sobre que el crimen es el peor de los caminos, una ducha fría le ayuda a quitarse la tensión de los hombros; y sobre dolencias, ajusta el chorro de agua para que caiga sólo en uno de sus hombros, como para darle un leve masaje.

-Un poco más a la derecha, por favor.

Mueve su cuerpo y el agua cae justo donde le duele más.

-¡Ahí, ahí! … Perfecto.

Cierra los ojos, deleitándose por el confort.

Dejar pasar unos minutos y después se mueve para que el agua caiga en su otro hombro.

-¡Ah! ¡Qué bien se siente! Es lo que necesitaba. En cuanto vaya a mi camita…caeré como tronco.

Se queda unos minutos más en la ducha.

El único sonido que se escucha es el agua corriendo, como si cayera una suave llovizna de verano.

-¡Miguel!-de repente, el alarido de Rafael resuena en el cuarto de baño.

Él abre de un tirón la cortina de baño.

-¡Miguel, ya salte! ¡Ya llevas un buen rato, y también quiero ducharme!

El aludido no parece haberlo escuchado, como si se hubiera quedado dormido de pie.

Rafael lo toma de un brazo…

-¡Con permisito!

…lo saca a la fuerza de la ducha y lo avienta…

-¡Ay!

…y se mete.

Miguel Ángel cae de sentón.

-Auu. Tan bien que me sentía.-se pone de pie-Hasta se me había quitado el dolor. Ahora siento que me duele todito y otro tanto más.

Toma una toalla para secarse y se va a su habitación.

-Necesitaba más tiempo-dice cansado-Casi casi me estaba durmiendo, sólo así…-ya seco y con la toalla en el cuello, llega a la entrada de su habitación y se queda ahí de pie-…sólo así…me hubiera quedado dormido en un tris.-dice con cierta preocupación-Con el trancazo me desperté.

Se queda en el umbral, mirando hacia el interior que está a oscuras. Y sin luz, su habitación le parece una enorme cueva, en la que si entra…puede encontrarse de que se trata de una mina repleta de oro y diamantes, pero sabe que no lo está, que lo único que se encontrará será con "eso" que lo ha estado persiguiendo por varias noches…

-Miguel.

-¡Aah! ¡Doni! E…Eres tú.

-Disculpa si te asuste.

-¿Asustarme? ¡Cómo crees!

-Estabas muy sumergido en tus pensamientos ¿Qué haces mirando sin pestañear?

-Estaba…estaba… ¡Estaba pensando la manera en desquitarme de Rafa! ¡Me sacó de la ducha!

-Estuvo justificada su acción: te tardaste demasiado. Sabes que sólo tenemos diez minutos para ducharnos, a menos que seas el último, de lo contrario, a los demás nos haces esperar.

-Ah, sí.

-Si quieres permanecer más tiempo en la ducha, deberías tomar el último turno.

-Eso haré.

-Que descanses.-va a su propia habitación.

-Igual.

Miguel Ángel prende la luz y entra a su habitación. Arroja la toalla en un perchero. Camina hacia una caja de cartón en la que tiene muchas cosas. Busca en ésta y saca una cinta adhesiva de gran anchura. Se dirige a la entrada. Corta un gran pedazo con los dientes y lo pega al interruptor así como está, de modo que la luz continúe encendida. Pega muchas tiras de cinta en el interruptor. Luego, con un leve forcejeo, intenta bajar el interruptor pero por la cinta no cede. La luz sigue prendida.

-¡Ya quedó! Ni los músculos de Rafita podrán apagar la luz.

El rollo de cinta lo arroja a la caja.

Regresa a su cama. Se mete entre las cobijas y se acurruca.

-Y por si acaso…

De debajo de la almohada, saca una linterna de mano, la enciende para checar que funciona y la apaga. La deja junto a la almohada.

-Ahora sí…aaaauuuhhmmm-bosteza-….dulces sueños.

Se recuesta y casi al instante se queda dormido.

Todos los que habitan La Guarida ya se han ido a dormir, aunque Leonardo todavía no. Él se encarga de cerciorarse que no haya nada prendido, como la computadora o la televisión, incluso ve si la estufa está adecuadamente apagada, o que la puerta del refrigerador no esté abierta; también revisa que no haya en el suelo algún juguete o herramienta con la que alguien pudiera tropezar, que no haya alguna envoltura de chicle o el empaque de una nueva USB o la cubierta de una nueva revista que no consiguió llegar al cesto de basura; tampoco debe haber ningún traste sin llevar al fregadero, o que la llave de agua no esté goteando. Por último, da un vistazo a cada habitación en la que duermen cada tortuga. Él sabe perfectamente que sus hermanos ya no son unos niños, ya tienen quince años y no tiene que ir a ver a cada uno para asegurarse de que la almohada está bien acomodada para que en la mañana no despierten con dolor de cuello, o que estén bien cobijados aunque no haga frío, tampoco tiene que darles el beso de las buenas noches; no tiene por qué hacer eso, pero para él, su familia lo es todo, y lo único.

Como parece que está todo en orden, al ir a su propia habitación da un par de aplausos, y las luces de La Guarida se apagan. El lugar queda en completa oscuridad, excepto su habitación y la de Miguel Ángel, pero al pasar con él, pensó que estaba bien que durmiera con las luces encendidas. No dándole mayor importancia, Leonardo se retira a descansar.

Pasa de media noche.

En la habitación de Miguel Ángel, el interruptor sigue en la misma posición por lo que la luz continua prendida, pero en un momento, la cinta comienza a desgarrarse por si sola; lenta y cuidadosamente, la cinta se va rasgando en pequeñas tiras; rasgadura tras rasgadura, van cayendo pedazos de cinta hasta que el interruptor queda libre y por sí mismo se acciona y la luz se va.

Miguel Ángel continúa durmiendo placidamente.

Sueña que corre por una calle que está casi completamente sumergida en la oscuridad de la noche. Casi, porque de alguna parte proviene una débil luz. Tal vez sea porque es una noche de Luna llena, o tal vez sea el alumbrado público, no se molesta en averiguarlo, lo único que le importa es dejar muy atrás a sus hermanos. Están compitiendo en una carrera, pero le parece extraño que por más que voltea, ya no los ve. ¡Ahora sí que es tan veloz como un avión supersónico!

Repentinamente presiente peligro. Voltea sin dejar de correr. No hay nadie, pero sabe que alguien… más bien, algo lo persigue.

Sabe qué es.

Su corazón se agita más, y no es por que esté corriendo.

Echa a correr mucho más deprisa, corre desesperadamente. No están sus hermanos con él, sabe que está en gran desventaja si lo atrapa estando solo, así que debe correr más rápido y regresar a casa. Llega a un callejón y encuentra la entrada del drenaje. Quita la tapa y brinca dentro sin tomarse la molestia de ponerla de nueva cuenta como estaba.

Corre a todo lo que dan sus piernas.

¡Está solo!

¡No puede solo contra eso!

Se gira a ratos para ver si ese algo lo sigue, pero ahí en las profundidades no hay ni una pizca de luz, salvo por las rendijas que hay a nivel de la calle por las que llega a pasar algo de la luminiscencia del exterior. Aún así no ve que nada detrás suyo, pero sabe que lo está alcanzando.

¡Corre!

¡Corre!

¡Corre!

Su miedo le suplica que no deje de correr.

Sus piernas comienzan a dolerle por el esfuerzo. Su corazón retumba frenéticamente en su pecho. Todo su cuerpo le duele, le grita que ya no puede dar un paso más.

Pero si deja de correr…... Debe llegar a su casa, es el único lugar seguro.

Sigue corriendo y corriendo por las penumbras y por los delgados hilos de luz.

Corre y corre y el alcantarillado no tiene fin.

Cierra los ojos, su mente lanza un grito de agonía.

¡Por favor! ¡Ya quiero llegar!

Abre los ojos justo antes de chocar contra una pared.

Ha llegado a su casa.

La pared se abre y entra.

Ya está a salvo.

Jala aire intensamente por la boca.

La luz de las televisiones de la sala, que están encendidas en un canal sin señal., es lo único que ilumina su hogar.

Se toma un momento para recuperarse. Voltea para todos lados, pero parece que no hay nadie. ¡Les volvió a ganar a sus hermanos y con bastante ventaja! Está por gritar para que lo escuchen no importa qué tan lejos estén todavía y para que sepan quién es el mejor en…

De repente escucha un fuerte trueno, lo que lo obliga a dar un brinco de sorpresa. Se gira. De nuevo retumba un alarido del cielo. Se estremece. No es un trueno, es una de las entradas de metal que está siendo golpeada del otro lado.

Se queda clavado en el suelo, esperando con ansiedad que la gruesa puerta resista los poderosos golpes.

Un golpe más y… luego el silencio.

Deja que una enorme sonrisa se ensanche es su rostro. ¡Sabía que no podría entrar a su casa! ¡Nada puede entrar en la fortaleza que ha construido su hermano!

Va a sentarse en sillón de la sala en espera de sus hermanos. Necesita descansar, corrió como jamás ha corrido y está completamente exhausto.

Está por sentarse cuando otro golpe sacude la puerta. Mira, y lo que ve lo paraliza, hasta deja de respirar…

Cuatro grandes y afiladísimas garras han traspasado la pesada puerta.

Jala una rapidísima bocanada de aire y corre. Se va al estanque, pero antes de llegar se frena y corre a la cocina.

Entra y rápido se mete en un pequeño compartimento de abajo de la alacena. Como puede se acomoda para caber en ese pequeño espacio y cierra la puerta.

Trata de calmar su agitada respiración pero sigue respirando muy fuertemente.

Oye los crujidos al ser rasgada la gruesa puerta de metal con tal facilidad como si fuera una hoja de papel que es despedazada.

Intenta que su respiración sea más lenta y menos ruidosa, pero no puede, su corazón golpea con mucha potencia su pecho, como si quisiera derribarlo como hizo "eso" con la puerta.

Luego escucha unos pasos... unos muy pesados y lentos pasos.

BUM

BUM

BUM

Su escondite vibra por esas monstruosas pisadas.

No puede ver quién es, pero lo sabe. Sabe "qué" ha entrado a su casa.

Podría salir y enfrentarlo. ¡Es un ninja! ¡Puede él solo contra eso! Si hasta ha podido pelear contra el mismísimo Shredder… Pero eso ha logrado traspasar una puerta de metal, no tiene ninguna oportunidad.

¡Y sus hermanos que no llegan!

¡No llegan!

Comienza a temblar y se abraza a sí mismo. Cierra fuertemente los ojos ya sin poder hacer nada por su respiración que se acelera al igual que el temblor que sacude desenfrenadamente su cuerpo.

Las pisadas son más fuertes. Está cerca.

¡BUM!

¡BUM!

¡BUM!

Se detienen.

Ya lo encontró.

La puerta de su escondite se abre lentamente, un horrible chirrido sale de las bisagras, el estridente sonido perfora sus oídos, los cubre, pero esto no evita una fuerte punzada en su cabeza. Aprieta los dientes para no gritar por el dolor, y por el miedo.

No quiere abrir ojos, sabe qué es lo que verá.

En el último chirrido con el que cree que su cabeza se partirá en dos, siente una enorme mano que araña su cuello y que lo aprieta.

Lo ahoga.

Trata de gritar para pedir ayuda, pero no puede jalar el aire. Sus pulmones comienzan a arderle, no tiene manera de poder respirar. No pude pedir ayuda. Intenta desesperadamente zafar los dedos que le aprietan la garganta, pero son demasiado fuertes.

Se ahoga.

¡Va a morir!

En la desesperación da un manotazo al azar, y funciona, lo que lo tenía apresado lo suelta, y jala una gran bocanada de aire, y por fin un potente grito sale de su lastimado cuello.

Se despierta sobresaltado y aferrando fuertemente la almohada sobre su rostro para amortiguar el grito. Suda, respira muy agitado y tiembla compulsivamente. En su aturdida mente, busca los sabios consejos de su Maestro que le ayuden a controlar su desbocado miedo, pero no hay nada en su cabeza, sólo persiste el eco del chirrido al abrirse la puerta; pero dejar que el aire entre y salga libre y rápidamente de sus pulmones le ayuda a calmarse.

Pasado un rato, entonces se da cuenta que está a oscuras, se levanta rápido y al ponerse de pie siente algo que roza su tobillo y mira abajo pero no ve, no lo piensa más y busca la linterna, la prende, busca bajo sus pies, no hay nada. Se apresura a encender la luz de su habitación. Mira el interruptor: de toda la cinta que había pegado, sólo queda unos cuantos jirones.

Da un suspiro muy pesado, se pasa un brazo por la cara para secarse el sudor.

Baja a la sala, usando la linterna para iluminar el camino. Al llegar, toma el control remoto, prende la televisión, sólo entonces apaga la linterna, toma asiento y cambia de canal, ni siquiera se fija que están transmitiendo y le cambia, y vuelve a cambiar a otro y luego a otro y a otro y a otro…

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Si lo he subido antes de acabar con mi fic El Huésped es que el año se me acaba y debo cumplir con mi calendario n.n Antes de que se acabe el 2010 debo subir 3 one shots más y otro fic largo, así que hay que ajustar tiempos, la siguiente semana subo el otro fic largo, ¡trabajaré con dos fics a la vez, este y el otro! ¡qué miedo! y con lo último de el huésped será mucho trabajo, pero como me dijo un amigo hace mucho: es cuestión de organizarse.

XD

Comentarios, sugerencias, dudas, peticiones, aclaraciones, zapes, jitomatazos, abucheos, reclamos, ultimátums, etc., etc., son bienvenidos.

Muchas gracias por leer mi fic y por sus reviews.