Capítulo 1

Verdad sobre las citas #1: Justo cuando cómodamente has formado un grupo de amigas

solteras, ocurre un desastre.

—Yahiko es todo lo que siempre quise en un chico. —Konan hizo girar el agitador

del cóctel alrededor de su Martini—. No puedo creer que Nagato nunca lo trajera

a casa antes. Quiero decir, han sido mejores amigos desde la universidad.

Lo dijo como si la universidad estuviera décadas atrás en lugar de sólo un par de

años. No podía dejar de preguntarme si tal vez saber que su hermana robaría a su

mejor amigo, era el motivo por el cual nunca había llevado a Yahiko a casa. Él había

ocultado al pobre tipo. Significaba que probablemente lo había perdido para siempre.

—Wow. —Karin sonrió. Lo que me puso nerviosa.

No era que no le agradara Konan. Pero el sentido del humor de Karin era cortante,

incluso si tenía razón. Tenía el armario de Carrie Bradshaw y el ingenio de Dorothy

Parker. Sus comentarios siempre parecían venir de la nada. Al igual que un resfriado

de verano. Un día estás en la playa, entonces… ¡Bam!... estás enferma en la cama. Ella

me asustaba un poco.

—Volver a casa debe ser la manera de encontrar un chico —continuó Karin antes

de una pausa dramática—. Regresé con Suigetsu.

—¿En serio? — Amaru empujó su copa fuera de su camino—. ¿Cómo sucedió eso?

Sin sorprenderme, estaba perdida. —¿Quién es Suigetsu?

Karin hizo un gesto a la camarera y señaló su copa medio llena, sin molestarse en

mirar en mi dirección. —Siempre se me olvida que no estabas cuando sucedió eso.

La verdad era esa, no estuve presente en un montón de sucesos con estas damas.

El otoño pasado había tenido un hermoso grupo de amigas. Al igual que cualquier

grupo, tenía un círculo íntimo de amigos y círculos exteriores de ligeramente

conocidos. Al igual que un diagrama de Venn de relaciones. Una vida cómoda, con un

montón de amigas con las cuales salir.

Hasta que sucedieron los primeros compromisos... entonces bodas… luego casas en

los suburbios. Lo siguiente que sé, tu círculo íntimo está casado y ahí estás. Quedas

con una mezcla de círculos menos interesante. Aun así, un pequeño grupo agradable.

La vida era buena.

Hasta la semana de Acción de Gracias.

—Suigetsu y yo crecimos juntos, pero no empezamos a salir hasta el último año de

universidad. Cuando nos graduamos, se trasladó para dirigir la empresa constructora

de la familia y yo me mudé aquí para estudiar publicidad. ¿Puedes verme a mí viviendo

en la Gran Tierra de Cultivo de los Estados Unidos?

No. Realmente no podía. Karin se negaba a dejar que alguien sin estatus de

celebridad local tocara su pelo o piel. Sólo mantenerse arreglada significaba viajes

mensuales de cuatro horas.

—Pero cuando lo vi en el partido de fútbol el jueves, era como si nunca nos

hubiéramos separado y... bueno, digamos que todo está en marcha de nuevo.

Parecía tan feliz —tan no Karin— que no tuve el corazón para preguntar cómo iba a

funcionar esta vez.

—No puedo creer que se enrollaran el fin de semana, porque… —Amaru sacó la voz

y sabía lo que venía—. Conocí al chico más genial en el avión. Es abogado en Tokio. Nos sentamos uno al lado del otro. Nunca he estado tan feliz de estar atrapada en la pista durante tres horas. Cambió su vuelo, así que hicimos nuestro regreso juntos también. Y… —Amaru contuvo el aliento, emocionada antes de terminar rápidamente—… vendrá aquí para el Año Nuevo.

Me recosté escuchándolas hablar sobre sus chicos —nuevos y reciclados— y sus

viajes y el Año Nuevo y cuán genial iba a ser es el día de fiesta.

—¿Sabes lo que debemos hacer? Si todos vienen aquí, debemos cambiar nuestra

reserva para Año Nuevo.

Espera. ¿Qué? No.

—Los añadiremos a nuestra mesa.

—Pero pensé que estaba lleno. —Traté de ocultar la desesperación en mi voz.

Habíamos planeado esto hace meses. Chicas solteras teniendo una noche de diversión.

Sin parejas que nos hicieran sentir solas y perdedoras en la fecha de la segunda noche

más importante del año.

—Voy a llamar a mi chico de los boletos ahora mismo. Estoy segura de que puede

ayudarnos. —Karin estaba en su teléfono antes de que pudiera decir noche de chicas—.

Hola, guapo. Es Karin. Estoy buscando un favor. —Ella se echó a reír en su forma

esto-no-es-divertido-pero-necesito-algo-de-que-reírme antes de deslumbrar a nuestra

mesa con una sonrisa—. Oh, eres demasiado dulce... Lo sé, ¿no? Necesito un poco de

ayuda con nuestra mesa para la fiesta Asesinato en las Rocas... Lo sé, ¿verdad? Voy a

lucir fabulosa en mi vestido flapper. Todo el misterio del asesinato de los años veinte es

genial.

Konan y Amaru empujaron sus bebidas a un lado para inclinarse, escuchando sobre el

estruendo de la creciente multitud del bar.

—Bueno, nos gustaría tener unas pocas personas más sentadas con nosotras. ¿Hay

alguna forma en que podríamos incluirlas? Ajá... Sí... Absolutamente. Puedo hacer que

estés en la lista para esa apertura... por supuesto. Bueno, necesitamos tres más.

—Espera. —Konan agitó la mano delante de Karin—. ¿Qué pasa con Hinata?

Todo el mundo se volvió hacia mí y estuve tentada a decirles que estaba

comprometida y me casaría en la víspera de Año Nuevo si ellas y sus más recientes

encontrados acompañantes estaban disponibles.

—Oh. Hinata, ¿conociste a alguien también? —Desde el principio, conocido como la

boda de Sakura hace cuatro años, yo le disgustaba a Karin. Su naturaleza competitiva

parecía triplicarse a mí alrededor. Simplemente no sabía realmente por qué

competíamos, así que sólo trataba de permanecer fuera de su camino.

Pensé en mentir, pero sabía que fingir un novio llevaría a todo tipo de peligros

sociales que no podía manejar. Además, había visto El día de la boda. Ese era un tipo de

camino que no quería recorrer.

—No. No realmente. —Arrastré el realmente con la esperanza de que entendiera lo

que no quería decir, como si tal vez hubiera un chico que les había ocultado. Un chico

increíblemente caliente que era dueño de una pequeña isla no revelada en la costa de

un país rico. Obviamente, no podía hablar de él por razones de seguridad.

—Di cuatro —susurró Amaru—. Estoy segura que Hinata no tendrá problemas en

conseguir una cita.

Karin levantó una ceja hacia mí como si no supiera cuán dudoso era, pero esperase

que lo corroborara.

Oh, no, Karin. No pidas un cuarto asiento. Todos sabemos que nadie va a querer salir

conmigo, y mucho menos renunciar a una de las mejores noches de fiesta del año para pasar el

rato con una nerd conservadora de museos.

Cierto.

En su lugar, me limité a sonreír.

Y tuve pensamientos desagradables.

Karin inclinó la cabeza como si pudiera leer mi mente y sonrió de una manera que

claramente decía: Oh. Pobre cosa.

—¿Por qué no pides cuatro? Esa es una mesa llena, ¿no? - Karin sonrió y asintió—.

Sólo ponlo en mi tarjeta de crédito. Nos encargaremos de dividirlo por nuestra parte.

Genial. Qué manera de humillarte, Hinata. Exactamente lo que hace que los días de

fiesta sean geniales. Pagar por una silla vacía.

CONTINUARA...