LOS PORQUÉS.

¿Por qué, por amor a Merlín, había llegado a eso?

Porque, aunque todos lo veían como un exmortífago bastardo, cuya vida no valía ni medio knut, ella lo veía como alguien que merecía una segunda oportunidad. Y él, Draco Malfoy, se dio cuenta al mirar esos ojos color chocolate, que aún había una esperanza para él. Hermione misma se lo dijo, el mismo día que lo absolvieron de sus crímenes en el Winzegamont,

-Sigues vivo, Malfoy. No vuelvas a tomar las decisiones equivocadas. Aún hay esperanzas para ti.

Así empezó todo.

Regresar a Hogwarts después de la guerra se había sentido jodidamente mal, y era peor si considerabas que, además de tener la marca tenebrosa grabada en el brazo izquierdo, debías lidiar también con ser considerado como la peor paria social del mundo mágico.

Seamos honestos, ¿quién querría ser amigo de la persona responsable de la muerte de Albus Dumbledore? ¿Quién querría estar al lado del exmortífago cuyo padre había traicionado incluso a su propio bando tan sólo por salvar su pellejo? Bingo. Absolutamente nadie.

Pero ella era diferente. Hermione Granger siempre había sido la excepción, siempre poniendo el ejemplo. Claro, era una honorable gryffindor. Por eso, la primera vez que saludó a Malfoy en medio del Gran Comedor, deteniendo así abucheos e insultos por parte de los demás alumnos, Draco pudo darse cuenta de que siempre había sido ella.

Porque, en cuarto año, cuando la vio llegar al baile de Navidad irradiando belleza, tomando la mano del acéfalo Krum, él sintió celos. No lo había admitido nunca ante nadie, tal vez jamás lo haría, pero así era. Porque Hermione era más de lo que el slytherin se merecía, y él siempre lo supo. Por eso prefería disfrazar sentimientos tan acongojantes con insultos, bromas de mal gusto y lo que fuera que nublara lo que en verdad sentía hacia la sangre sucia de Hermione Granger.

Y fue hasta que recibió la marca cuando se dio cuenta de que su mundo era una entera mentira. Aprendió que no hay sangres sucias, porque la sangre que él vio caer era igual para todos.

Porque ahora, mientras trataba vivir de nuevo, ahora sí, sin sentirse acorralado por la inefable necesidad de mantenerse a sí mismo y a su familia con vida, la única persona que parecía dispuesta a aceptar al nuevo Draco Malfoy era Hermione Granger.

Lo demostraba con cada saludo en medio de una clase o en los pasillos, con cada sonrisa sincera, con cada pregunta preocupada cuando notaba que Malfoy llegaba con algún nuevo golpe en el cuerpo, nada que no pudiera soportar.

Porque había muchas razones que Draco necesitaba explicar para poderle decir a Granger que se había, desesperada y tremendamente, enamorado de ella.

Por eso, ahora mismo estaba parado en un pasillo, esperando a que Hermione saliera de clases.

-Granger, ¿podemos hablar?-le preguntó, justo cuando la vio salir del salón.

La gryffindor sonrió ampliamente, porque aunque Draco no lo sabía aún, ella también tenía sus porqués.