¡Hola!

Hoy traigo un pequeño oneshot que escribí sobre esta pareja que tanto me gusta, lo tengo desde hace tiempo y vagando entre mis carpetas lo encontré, así que después de leerlo dije, ¿por qué no? y pues, lo subí.

Espero que les guste aunque sea cortito.


Amantes Secretos

Era una noche de luna llena, la joven sacerdotisa se encontraba contemplando aquella magnífica dama plateada dentro del oscuro cielo, sus ojos mostraban nostalgia y tristeza algo que era muy extraño en ella lo que causó que el hanyou se le acercara preocupado por su actitud.

–Kagome… –Susurró al acercarse a ella.

–Ah, Inuyasha… ¿Qué pasa? –Pregunta algo perdida.

–Nada, solo me preguntaba si te ocurre algo… desde hace tiempo que pareces deprimida y distante –Dice mirándola fijamente.

–Estoy bien…

–Si es por la vez en que yo me fui a buscar a Ki…

–No te preocupes –lo interrumpe–, en serio estoy bien…– insiste sonriendo consiente de la mentira más nota que el muchacho no se da cuenta de ese detalle–. Ve a dormir, después iré yo, solo me quedaré un momento…

–Pero… –intenta reclamar pero cuando ve como la sonrisa frente a él se suaviza en una muda petición decide ser comprensivo aunque sea por esa vez, dándole el espacio que la chica pedía.

Kagome se quedó en silencio junto a la fogata, dejándose absorber por la imagen de los leños siendo consumidos por el fuego mientras en su mente contaba hasta cien, cien segundos que sabía era lo que tardaba el hanyou en encontrar una posición cómoda sobre el pasto para caer dormido. Una vez terminó la cuenta, en completo silencio y casi conteniendo el aliento la sacerdotisa se levantó de su lugar emprendiendo el camino hacia el bosque, evitando las ramas que produjeran algún ruido, intentando hacer casi invisible su presencia para no alertar a sus amigos, sin prisa y con calma caminó por casi una hora hasta que llegó a su destino, un pequeño jardín escondido en lo más profundo del bosque.

Una leve sonrisa delineó los labios de la joven una vez sus pies se detuvieron, mientras sus ojos brillaban con expectación y su corazón empezaba a agitarse en su pecho, ¿por qué ocurría eso? Quien sabe, quizás era por las cosquillas que provocaban las pequeñas flores en sus piernas o la melodiosa melodía de los grillos que cantaban en la noche, también podría ser por esa agradable brisa que acariciaba su piel o la luz de la luna que se reflejaba en los marrones, son muchas las razones para justificar esa emoción, incluso podría ser por esa silueta que se mantenía oculta en la oscuridad.

Una sombra que lentamente y casi invisible se acercaba cada vez más.

Muchos podrían haber sentido miedo, después de todo esa silueta se mantenía oculta rechazando la luz de la luna, pero Kagome no tenía miedo, ella no iba a huir al contrario, su corazón latía cada vez más desesperado pidiendo que el extraño llegara pronto junto a ella.

Porque ella lo esperaba a él, ella había ido a ese lugar en busca de él.

De pronto una nube cubrió la luna oscureciendo todo, las flores se volvieron invisibles, los grillos enmudecieron y la brisa se detuvo, incluso el tiempo pareció suspenderse por unos segundos, todo parecía en pausa, todo menos las dos sombras al medio del jardín, no, ellos no querían parar, ellos no iban a detenerse por la vana oscuridad, así que yendo en contra de todo a su alrededor ambos continuaron para encontrarse en el centro de las tinieblas, fundiéndose entonces el uno en el otro.

Asombrados por tal acto las nubes se dispersaron permitiéndole a la luna bañar a la pareja… la joven sacerdotisa enredaba sus dedos en el largo y blanco cabello sintiéndose amada, deseada, mientras que su acompañante la abrazaba presionándola contra su cuerpo, sintiéndola con él, de él. Los besos se intensificaban consumiendo con su calor el miedo y la inseguridad, las preguntas eran remplazadas por caricias y las respuestas pronunciadas con suspiros, todo el dolor se desvanecía a cada segundo que pasaba… ¿cómo fue que ocurrió? ¿Cómo empezó todo? Ni ella ni él lo sabían y tampoco les importaba, no, lo importante era amarse durante esos instantes efímeros, ella una fiel amada y él un amante nocturno, siempre bajo la luna ambos podían expresar todo el deseo y el amor que quemaba en su interior, sólo bajo aquella luz plateada podían ser libres de las circunstancias, alejarse del miedo, del orgullo, de todo lo que los separaba bajo los ojos del sol y de la adversidad…

–Te amo… –Susurra la morena entre suspiro y beso.

–Y yo… –Responde su amante.

No necesitaban nombrarse, ella sabía su nombre y su identidad, a pesar de ser un aparente enemigo de su grupo (más de aquel quien es su medio hermano), ella no podía hacer nada más que amarlo, así es, aquel enamorado que le robaba el aliento y el corazón no era otro más que el Príncipe del Oeste, Sesshoumaru.

¿Quién creería que ella lo amaría?

¿Quién creería que él amara?

Mas era así, él la amaba como jamás amó, como jamás se lo imaginó, ese impensable milagro ocurrió en algún momento de su vida, finalmente su frío corazón sucumbió ante la belleza y atracción de la sacerdotisa.

Mientras sus labios se perdían en esos hermosos besos, sus mentes divagaban, se iban hasta aquel momento en que sintieron el amor.

Un día como todos, envuelto en peleas y discusiones la joven se enfadó con el muchacho de orejas de perro, lo que ocasionó su separación de aquel grupo de aventureros, sin saber a dónde se dirigía corría sin cesar, lo único que podía sentir eran las hojas que acariciaban su piel mientras se alejaba… ya cansada se detuvo junto a un gran árbol, a pesar de que el enfado desapareció no tenía intención alguna de regresar por lo que decidió quedarse ahí. Y fue en ese momento en el que lo vio, se acercaba con la misma tranquilidad y serenidad de siempre, sus pasos invisibles al igual que sus emociones empezaban a acortar la distancia con la sacerdotisa, ella solamente se quedó estática, sabía muy bien que aquel guerrero era enemigo de su grupo por lo que no era bueno incomodarlo, siendo por eso que decidió ignorarlo hasta que se marchase, pero algo sucedió, ese joven youkay no se marchaba, aún se encontraba a unos pocos pasos de ella, pareciera que la observaba cosa que la incomodó y haciendo honor a su peculiar personalidad lo encaró con firmeza y determinación, él sólo parecía perdido en ella y no emitió ninguna de las respuesta que exigía la chica, entonces en verdad exhausta por aquel silencio que jamás le agradó ella pidió que hiciera cualquier cosa pero que no callase, un hechizo fueron esas palabras, un hechizo que nubló la mente del youkay y selló los labios de la sacerdotisa, un contacto que ambos deseaban, un beso que él no podía resistir y que ella no podía rechazar. Envueltos en aquel mágico momento empezaron a sentir lo que sus corazones ocultaban con recelo, empezaron a darse cuenta de ese amor que guardaban celosamente, de esa pasión que se desencadenó con tan solo un beso que fue seguido por un roce, una caricia, un te amo…

Ya la luna empezaba a desaparecer, y la oscuridad de la noche empezaba a abandonar a la pareja que aún estaba perdida en su amor, entonces fue que se separaron, y aprovechando la ya agonizante tiniebla derramaron una lágrima, sin decir adiós, sin planear un nuevo encuentro, solo sonriendo y desencadenando los mares en sus ojos.

Los benditos rayos de la hiriente y orgullosa estrella del día acapararon cada rincón del jardín, iluminando las flores quienes ahora gozaban su color, iluminando a los pequeños cantores nocturnos y a la brisa que siendo infiel también acariciaba su luz, mas solo algo no podía alcanzar su resplandor, ya que eso solo le pertenecía a la luna, la pasión de dos amantes secretos que solo bajo la dama plateada podían vivir libre su amor.

~ FIN ~


Y eso es todo, les dije que era cortito xD

¡Se cuidan mucho! ¡Gracias por leer! ^^

~ Cindy Elric ~