HAPPY LIFE: CEMENTERY FLOWER
CAP 1
"El nombre en la lápida"
Yoh Asakura se estiraba y daba un vistazo de forma animosa a aquel lugar que le parecía, sería un sitio maravilloso para pasar los días sin que nadie le molestase
Definitivamente, todo aquello le presagiaba algo muy bueno
Acababa de llegar a Tokyo desde su hogar en Izumo, sabiendo que desde hacía años se había indicado que el torneo de shamanes de esa era se llevaría a cabo en Japón, más específicamente en aquella ciudad por lo que había tenido que trasladarse para poder estar a tiempo y preparare para cuando finalmente la estrella que anunciaba el inicio indicase que era el momento de comenzar todo; no podía negar que se sentía entusiasmado, quizá no de la manera en que debía de haber sido, pero aún así…
La promesa de una vida mejor se asomaba desde las sombras de lo que su familia deseaba para él
Los ojos del chico se ensombrecieron unos segundos, dejando ver quizá el fantasma de un pasado donde el odio y el dolor fuesen su única compañía en medio de varias personas que se dividían entre aquellas que lo odiaban o esas que solo parecían verle como una herramienta para lograr sus propios fines
Los chicos en Izumo. Definitivamente, no extrañaría en absoluto a todos aquellos chicos que le habían acompañado en la escuela y que solían aprovecharse de él tan solo por el hecho de ser diferente y por venir de una familia que desde hacía un tiempo se consideraba supersticiosa y al mismo tiempo, acarreadora de mala suerte; toda su infancia hasta hacía poco había transcurrido entre maltratos y abusos por parte de chicos y chicas, por lo que solía pasar las horas del día encerrado en casa, donde nadie pudiese alcanzarlo y solo, consolado por la maravillosa música de Soul Bob
Y luego, su familia…
Su familia…
Los Asakura eran un clan muy antiguo y muy poderoso de shamanes y sacerdotisas que descendían de los grandes místicos de la antigüedad que sirvieron a emperadores y gente importante, manteniéndose siempre a su servicio para controlar a los demonios y para intervenir ante los dioses para traer prosperidad y fortuna a quienes les buscaban; aunque los miembros de la familia habían ido disminuyendo severamente con el pasar de los siglos, de todas maneras se mantenían aferrados a sus ancestrales costumbres y maneras, lo que hacía que todos los niños nacidos y recibidos por adopción en su seno, fuesen guiados para nada menos que traerle honor y orgullo a quienes formaban parte de ellos.
Y no se esperaba menos de quien era considerado el último heredero de la familia, aunque a veces Yoh no lo sintiese de aquella manera
Desde que tenía memoria, su abuelo le había presionado por no solo convertirlo en un shamán sino para que cambiase su actitud hacia la vida; y cuando el pequeño había creído sentirse animado e impresionado por el asunto del Gran Espíritu y creyó que podría conseguir esa vida feliz y calmada que deseaba, ese mismo hombre se había encargado de irle manipulando para que de poco en poco, todos los ejercicios y todas las situaciones donde tenía que esforzarse, el propio Yoh las sintiese como que las hacía porque así era como él lo quería y nada más
Hacía muy poco había reaccionado a cómo había terminado llegando hasta ese punto y una sensación de pesadez y ahogo lo envolvió
Él solo deseaba una vida tranquila
Una existencia donde las preocupaciones y el dolor desapareciesen y no fuesen parte de su día a día porque de alguna manera, dentro suyo sentía que ya había vivido suficiente de eso a pesar de su juventud; solo quería parar, solo quería desaparecer y no pensar más y por una sola vez, ser egoísta y pensar en él mismo
Y sin embargo, había caído nuevamente en las manos de lo que sus abuelos y sus padres querían, atándose de una forma que le resultaba irracional ahora
Se había comprometido con una niña
Bueno, no era como que se hubiese comprometido él en realidad. La elección de esposa era un asunto de gran importancia para los suyos y no cualquier chica podía ser elegida para tomar ese lugar
La primer opción había sido una alumna de su padre, Tamao Tamamura; realmente Yoh le tenía cariño, era una chica muy dulce que siempre se preocupaba por él y aunque sus poderes espirituales no se habían terminado de desarrollar, se podía notar que tenía un gran espíritu y que luchaba fuertemente para conseguir superarse a pesar de su timidez. Realmente no le hubiese molestado que ella hubiera sido la elegida (en realidad en ese entonces, tampoco era como que hubiese más de una opción) pero entonces, otra niña había sido dejada en el templo de Osore y esta tenía tanto poder que sus abuelos quedaron maravillados y decidieron que esa era la mujer indicada para convertirse en quien les daría descendientes fuertes
Y esa niña era Anna Kyouyama
Bien, no iba a negar que de principio le había parecido bonita. Aún y con todos sus problemas, físicamente era linda y creía que entendía la soledad y el sentimiento de dolor de la chica, por lo que el aceptar el compromiso y casarse con ella podían ayudarla a sobrellevar la fuerza que tenía y quizá, hasta encontraría una amiga que comprendería su situación por lo que tendría apoyo cuando él más lo necesitase y cuando requiriese de una mano en la cuál confiar al sentirse caer
Craso error
Si bien la niña rubia en un momento había sido bastante tímida y sentida en cuanto a sus poderes, en cuanto se había confirmado su matrimonio la actitud de esta había cambiado completamente
Había sido como haber destruido alguna especie de telón o máscara, que una vez abierta la confianza había mostrado lo que se guardaba en el fondo de la chica a la que se le había dado una posición de poder que al parecer, la superaba; aunque no trataba de forma altanera a la otra niña que había sido relevada de su posición, si se encargaba de hacerle saber a quién tuviera oídos que ella era la futura esposa del heredero de la familia y que tendría mucho poder sobre las decisiones de la casa principal
Hablaba de riquezas, hablaba de comodidades… hablaba casi de tenerle como esclavo o como un proveedor que se encargaría de satisfacerla en todo y él, resignado a su destino había aceptado sin luchar
Qué sentido tenía?
Pero lo peor había sido cuando los golpes comenzasen a aumentar de frecuencia y en fuerza, al grado que a veces no sabía si prefería los azotes con las varas o las bofetadas que de todas maneras, dolían y dejaban marca…
Con razón era que esa chica podía crear semejantes onis!
Por eso era que en cuanto vió la oportunidad para alejarse con la excusa del torneo de shamanes había partido de inmediato, dispuesto a no darle oportunidad alguna de alcanzarlo en Izumo para torturarle. Quizá la había dejado en el monte Osore y había pasado unos años de relativa paz si no contaba a su abuelo y su insistencia en hacerlo entrenar hasta fracturarse los huesos y desgarrarse la piel, pero de todas maneras ahora que se acercaba la fecha de inicio de las batallas, estaba seguro de que la enviarían a su lado para supuestamente, hacerle más poderoso
Le habían cedido la antigua casa de su madre para que pudiese vivir durante las preliminares en Tokyo pero estaba seguro de que en muy poco tiempo, la rubia lo alcanzaría y eso hacía que se le erizase la piel
No le quedaba mucho tiempo para disfrutar de su breve libertad y descanso
Además…
Aún tenía un trabajo, que era el de encontrar un espíritu acompañante adecuado para tener consigo durante las batallas. No podía utilizar a los ko-oni que aparecían gracias a su odio y resentimiento, nunca había sido capaz de invocarlos a voluntad y mucho menos, de hacerlos obedecer sin añadir que realmente no se trataba de fantasmas poderosos por lo que en un torneo como aquel serían completamente inútiles; por lo tanto ello significaba que debía de esforzarse en obtener a un buen espíritu con el que pudiese trabajar en armonía y entonces, volverse ambos fuertes para ser dignos competidores de aquel evento
Y si todo salía bien…
Convertirse en el rey shamán sería la única vía de escape que le quedaría para poder obtener esa existencia que tanto anhelaba; no le importaba morir en el intento o como consecuencia de su victoria, solamente, deseaba alcanzar esa libertad que lo llamaba dulcemente desde que era un niño pequeño
Frente al cementerio, el chico de cabello castaño cerró los ojos y alzó la barbilla para que la brisa nocturna removiese su cabello y entonces, suspiró
Amaba aquello
Amaba esa sensación de no sentirse atado, el aroma de la ausencia de vida rodeándole, la sensación de estar completamente solo y sin personas que le fastidiasen o le hiciesen sentir que la muerte era mil veces mejor que nada
Discretamente, se pasó una mano por el cuello, pareciéndole recordar de algún momento en su infancia, el ardor y la quemazón de la soga que hubiese colocado en su cuello alguna vez, pero entonces negó con la cabeza
Eso ya estaba atrás. Ya no podía intentar huir de esa manera y lo sabía
Lo sabía desde que su madre le hubiese abofeteado y su abuelo le hubiese recordado que siendo shamanes, no les resultaría difícil el devolver su espíritu al cuerpo antes de que siquiera lo hubiese abandonado y el castigo que le habían dado en aquel día, se le había grabado con fuego en el cuerpo; volvió a sacudir la cabeza e intentó concentrarse en aquel instante, en esos momentos en que estaba lejos de ellos, fuera del alcance de sus voces y en completa y amada soledad
Si, bueno…
Lo habían transferido de escuela, pero nadie lo conocía en Tokyo. Faltaría toda la primer semana, quizás dos… y de todas maneras, siendo sus compañeros ignorantes de sus poderes, él no tendría nada de qué preocuparse y siempre podía ser el raro "normal", que sencillamente era antisocial y al que no fastidiarían porque no se acercaría a nadie; la perspectiva de lo que aquello significaba le hacía sentir un palpitar animoso en su pecho y le hacía olvidar por momentos las cosas malas que habían quedado atrás
-Muy bien, Yoh!
Se dijo en voz alta, cerrando los ojos y palmeando ambas manos una sola vez
-Hora de empezar una nueva vida! Y si todo sale bien, solo será el comienzo de la mejor etapa de tu existencia y ya no habrá más Asakuras!
Levantó un puño cerrado y con energías, comenzó a caminar casi trotando en dirección del cementerio, silbando con alegría y metiéndose las manos en aquel pantalón marrón que llevaba consigo al menos, hasta que consiguiese el uniforme escolar
Sería algo fastidioso tener que llevar esas prendas todo el santo día, pero bueno…
Ya daba igual
Tal cómo lo imaginaba, el cementerio estaba lleno completamente de fantasmas y otros espíritus humanos que de principio lo ignoraron y permanecieron con sus charlas y conversaciones, pensando que muy probablemente el chiquillo ni siquiera les veía o siquiera sabía de su existencia por lo que le ignoraron lo que le permitió al shamán explorar los alrededores bastante feliz; no era un cementerio muy grande y contaba con una pequeña colina desde la que se podía ver una buena parte de la ciudad y lo mejor de todo, era que había un pequeño templo donde podía recostarse si lo deseaba, un árbol que servía para el mismo propósito y además, podía ver las estrellas desde ahí
A pesar de estar tan cerca de la ciudad, las luces no eran lo suficientemente fuertes en el lugar como para afectarle, lo que hacía el sitio simplemente perfecto
Dio unas cuantas vueltas en el sitio, simplemente paseándose por el lugar hasta que uno de los espectros cercanos lo notó y sonriendo grandemente, flotó hasta donde el chico se había detenido a apreciar una de las lápidas más sencillas y al espectro de un anciano que bebía sake con expresión de pocos amigos
-BU!
Soltó aquel enorme ser alzando ambos brazos como si pretendiese asustar al Asakura, para luego, comenzar a reír sin notar como el niño le veía de reojo con expresión neutra
-Estos humanos, jajajaja
-Para qué te esfuerzas? Ni siquiera te ve- dijo el fantasma de un obrero que usaba un overol enorme y observaba aburrido al otro fantasma de gran tamaño, que sonreía grandemente con diversión y aún con los brazos alzados; el obrero llevaba en la mano una botella de bebida y se la llevó a los labios para darle un largo trago
-Ya sé… pero es mejor que solo estar escuchando todos los chismes que circulan alrededor… siempre es lo mismo
Dijo el hombretón sin percatarse de cómo era observado por el niño de trece años, que dejó salir un pequeño suspiro
-Y dado que estoy tan aburrido… qué importa? –inquirió aquel enorme sujeto mientras que comenzaba a desatarse el cinturón que usaba hasta que se dejó caer los pantalones, mostrando su enorme miembro en dirección del crío al que e brotaron varias rayas azules en el rostro y compuso una expresión de asco y tensión
-Oye! Eso es muy desagradable!
El Asakura veía de reojo a los fantasmas que emitieron un "Eh?", abriendo mucho los ojos al ser llamados por el de cabello castaño para luego, dejar salir un grito y erizarse completamente señalándole con cara de sorpresa
-Puedes vernos!?
Gritaron ambos al mismo tiempo lo que hizo que Yoh se girara y se rascase la cabeza, aún con gesto de molestia e incomodidad
-Sí, claro… desde siempre he podido ver fantasmas… -dijo con los labios algo salidos y un tic en un ojo- si pudieras por favor subirte los pantalones… eso no es lo que quería ver al venir aquí…
-No puedo creerlo –dijo el obrero bastante sorprendido mientras que su compañero, aún con la impresión reflejada en sus ojos se alzaba nuevamente la ropa sin dejar de ver al shamán- los humanos por lo general no pueden vernos!
-Es verdad… -dijo despacio el segundo sujeto, inclinándose para ver con sospecha al niño de los auriculares naranjas que tenía los párpados bajados a medio ojo- cómo sabemos que realmente no mientes y solo finges vernos?
-Te estoy respondiendo a tus preguntas, no?
Dijo Yoh nuevamente con un tic a lo que el adulto delante suyo, parpadeó un par de veces para luego frotarse la barbilla asintiendo un par de veces
-Si… supongo que si…
-Qué haces aquí, niño? –inquirió el obrero volviendo a beber un poco de su botella, ya un poco más calmado al tiempo que un poco más allá otros fantasmas comenzaban a acercarse para escuchar lo que sucedía, murmurando entre ellos con gusto al ver como existía un vivo que era capaz de comunicarse con ellos- los muchachos de tu edad ya deberían de estar en casa, haciendo la tarea…
-Si… eso –señaló otro fantasma con un pequeño triángulo de papel en la frente y un kimono de estar en casa- no querrás terminar como ese idiota- señaló con el pulgar al sujeto que había tratado de asustarlo y que se viró hacia quien acababa de hablar
-Qué quieres decir con eso!?
Los fantasmas comenzaron a reír con gusto y diversión, siendo seguidos por el joven de ojos castaños que los había cerrado al tiempo que reía
-En todo caso… en verdad, porqué un pequeño como tú se encuentra en un lugar tan deprimente como este? –otro fantasma de gesto amable le sonrió levemente al niño, que le observó- aquí solo hay gente muerta, pequeño… ni siquiera tenemos niños fallecidos aquí… todos somos adultos, unos bastante aburridos que aún no son capaces de cruzar al otro lado…
-Bueno… -dijo despacio el Asakura, rascándose la mejilla- no es mi intención molestarles ni incomodarles
Se explicó para después, señalarse con un pulgar
-Yo soy un shamán. Significa, que tengo la capacidad de ver a los muertos y comunicarme con estos así como lo estoy haciendo con ustedes- dijo con sencillez, lo que provocó un pequeño "Ohh" colectivo entre los presentes
-Así que un shaman…
-Vaya! Nunca había escuchado de ellos… -dijo una mujer con un gran abanico, observando a otro sujeto sentado a su lado que parecía interesado
-Son como esos que leen las manos, verdad? –inquirió con ánimos el sujeto, lo que provocó unas nuevas risas en el chico
-Bueno… no negaré que hay quien tiene esa habilidad, aunque no es la mía- confesó cerrando un ojo antes de volver a dejar un corto "jijiji" –además, yo solamente he vendo porque quería estar en un sitio tranquilo dónde poder ver las estrellas… en la ciudad no se puede mucho, en realidad…
-Sí, eso es verdad –dijo otro fantasma, cerrando los ojos y cruzándose de brazos- las luces lo tapan todo y es difícil ver nada… escogiste un buen lugar…
-Sí… y eres bienvenido niño –dijo el obrero de buen ánimo mientras que su compañero gritaba en aprobación- no solemos tener más visita que la de los familiares de quienes están enterrados en este sitio y uno que otro monje a veces… pero fuera de eso, el sitio es bastante tranquilo
Aseguró el fantasma lo que hizo que al niño se le iluminasen los ojos de alegría
-Muchas gracias
Dijo el Asakura inclinándose en gratitud a lo que los espectros residentes asintieron; una vez hecho esto, los espectros siguieron con sus actividades sin verse incómodos por su nuevo visitante y entonces, Yoh se acercó nuevamente al fantasma del obrero al que ahora acompañaba el fantasma de un aviador que aún llevaba sus ropas de piloto
-Entonces…
El piloto se llevó un puro a la boca y observó tranquilo al chico que se sentó en una roca cercana
-Cómo te llamas, hijo?
-Yoh
Respondió el aludido con una expresión de calma y gusto por el hecho de ser bienvenido en aquel lugar
-Yoh Asakura
En cuanto dijo aquello, las voces de los espectros se apagaron y los más cercanos le observaron en silencio con gesto congelado y algo sorprendido para después, verse levemente inquietos entre ellos; aquello no era normal, por lo que confundido el chico se inclinó un poco hacia ellos, cambiando su expresión a una preocupada
-Pasa algo malo?
-Tú… tienes algún pariente que haya fallecido en Tokyo? –inquirió el obrero con cuidado, dejando su botella a un lado lo que hizo parpadear al niño
-Eh?
-Si… algún pariente, un padre… un hermano, que haya muerto en esta ciudad o que simplemente, lo hayan enterrado aquí- dijo el aviador moviendo una mano a lo que el shamán negó varias veces con la cabeza
-No… -dijo despacio- que yo sepa, soy el único Asakura que ha venido a este sitio y a nuestros familiares suelen enterrarlos en Kyoto o en Izumo –dijo
Los espectros se vieron entre ellos y otro, de aspecto más larguirucho se acercó con los brazos cruzados, dejando salir una nubecita de vaho helado
-Tal vez es un caso de homónimos…
-Homónimos… -repitió Yoh para luego, poner un gesto aún más confuso- de qué… están hablando?
-Bueno… es que hay un Yoh Asakura enterrado justamente en este mismo cementerio- explicó el fantasma obrero moviendo una mano para luego, ver en dirección de dónde se encontraba la entrada así como lo hacían otros espectros con gesto algo sobrecogido; el niño se puso de pie despacio y entornó los ojos, tratando de ver en aquella dirección- tiene cosa de un año desde que le trasladaron a este sitio pero su espíritu al parecer si ha partido al más allá porque nunca le hemos visto
Dijo aquel espectro con lentitud
-Siempre viene a visitarlo una sola persona y por lo general, se queda aquí hasta la madrugada –explicó el aviador rechistando un par de veces- pero hoy ha sido la excepción: se ha ido más temprano. Aún así… que tú te llames igual que ese sujeto…
-Sí. Por eso pensamos que tal vez eran parientes
Dijo el obrero mientras que el niño se ponía de pie y comenzaba a andar lentamente en aquella dirección con expresión nerviosa y algo asustada. Ya había pasado por esa entrada de principio pero ni siquiera se había fijado en la lápida a pesar de que en realidad, se trataba de una bastante vistosa; después de andar por el camino finalmente se detuvo frente a la pequeña parcela que pertenecía a aquel memento, pudiendo apreciarlo en su totalidad y terminando por tragar pesado y luego, su mirada pareció llenarse de sentimiento
La lápida estaba formada por una enorme roca de mármol negro al cuál le habían incrustado miles de pequeños cristales en la parte superior del frente, los laterales y la parte posterior de forma que literalmente parecía un enorme cielo estrellado; incluso, estaba seguro de que las pequeñas rocas formaban en parte constelaciones y en parte, una imitación de los cúmulos de estrellas que a veces se formaban en el firmamento. Con un tallado exquisito y con tintura de plata, habían dibujado la forma de un muchacho sentado, aparentemente observando el cielo encima suyo y aquello le hizo sentir una enorme punzada de dolor en el pecho
Quien quiera que se hubiera tomado el tiempo de pedir esa lápida, realmente quería reflejar la vida que se había perdido y se había esmerado en los detalles. El propio niño casi podía sentirse identificado con la persona que representaba aquella figura e incluso, no pudo evitar sonreír un poco al notar como los cristales formaban la constelación del cisne en primer plano
Sonrió levemente enternecido para entonces, finalmente ver el nombre que se encontraba grabado:
"Tao-Asakura Yoh. 12 de mayo, 1985- 15 de Junio, 1999- 27 de Septiembre, 2017"
Yoh sacudió la cabeza
Volvió a leer
No, no se había equivocado
-2017? –dijo confundido para después, comenzar a hacer cuentas con los dedos y otra vez, sacudir la cabeza con frustración
Cómo era posible que hubiesen tres fechas diferentes en aquella lápida?... al menos sabía que compartía cumpleaños con aquel chico y que se suponía, debía de tener su edad para ese momento… pero nuevamente, no tenía sentido alguno
-1999 –tembló con un tic- eso es el próximo año! –soltó y se pasó una mano por el cabello- qué demonios le pasa a este sujeto?
Se preguntó para después, dejar salir el aire y volver a darle una mirada neutra y calmada a la lápida, sintiendo de nueva cuenta un pesar que se iba haciendo más profundo con el tiempo y una sensación de intranquilidad al leer una y otra vez aquel nombre; y luego, el poema de muerte "Ahora, eres libre como una nube y puedes hacer música con el viento" solamente le hacía sentir todavía más de aquel sentimiento de dolor y casi de abandono
Dio un respingo sorprendido cuando una pequeña lágrima salió repentinamente de su ojo derecho y se deslizó por su mejilla hasta que el chico la seco y se observó la mano temblando
Porqué estaba llorando?
Cerró los ojos e hizo una mueca para luego, sin entender por qué, inclinarse profundamente frente a la lápida y luego, se enderezó observándola. Había un algo en ella… algo que le hacía sentir la extraña necesidad de quedarse, de seguir viendo el cielo ficticio creado sobre la superficie de brillante roca, de sentarse en el pequeño escalón delante y acompañar las flores que habían sido dejadas hacía muy recientemente en el sitio y de percibir el aroma del incienso aún dejando salir su perfume
Dio un suspiro profundo y entonces, se dejó sentar a un lado y dio una última mirada a la roca
Había… una extraña conexión entre ellos dos y no sabía porqué
Sonrió suavemente, cómo si estuviese viendo a un viejo amigo al que no hubiese visto en mucho, mucho tiempo
-Esto es por ti, "Yoh" –dijo a la lápida cerrando los ojos con gusto para luego, retirar los auriculares de su aparato y subirle el volumen- este es Soul Bob. Es un gran cantante y tengo la impresión, de que también te gustaría a ti. Es mi ofrenda para ti, es un gusto conocerte
Añadió
Y dejando que la noche corriese, como las notas de las canciones de aquel sujeto, el niño se recargó en la lápida y empezó a canturrear, observando el negro cielo sobre él y sintiendo de forma extraña pero placentera, que el destino le había guiado justo a aquel sitio preciso, por algún motivo especial
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