"Oportunidad de Vivir"
By Dany-Chan®
Esta historia ocurre en un Universo Alterno, por lo que la línea de la historia no tiene que ver con la de la serie animada. Espero que les guste n.n!
- Aclaraciones:
- Palabras - Dialogo de los personajes
- Palabras en cursivas - Pensamientos de los personajes
- (Palabras en paréntesis) - Aclaraciones o palabras de la autora
Disclaimer: Los personajes de Inu Yasha no me pertenecen, pertenecen a sus respectivos dueños (Aunque me encantaría ser uno de ellos u.u)
Prólogo: "Triste Pasado"
Había gran alboroto en el palacio real. Hace pocos minutos había sido invadido por los súbditos y guerreros del hombre que quería derrocar a la dinastía que había gobernado en paz al país de Japón por mucho tiempo.
Dentro del palacio, se encontraban el emperador y su esposa, sus hijos, una princesa, la servidumbre, los samuráis encargados de proteger a la familia real, entre algunos otros. La mayoría de ellos se encontraban muy asustados, puesto que jamás pensaron que algo así ocurriría, en época de paz en que se hallaba el país.
En el salón principal del palacio...
- Padre¿por qué ocurre esto?—preguntó el hijo mayor del emperador. Él tenía aproximadamente 18 años y era el heredero directo al trono de su padre.
- No lo sé. Esto es precisamente por lo que yo luchaba para que no sucediera nunca. Siempre he tratado de que la gente se encuentre satisfecha con mi reinado—contestó el emperador, algo afligido.
- Claro que la gente es feliz bajo su reinado, majestad—dijo la princesa decididamente, pero con mucho respeto. Ella tenía el cabello negro, largo y peinado de la manera típica de una princesa, unos ojos color café muy expresivos. Su edad se encontraba alrededor de los 11 años y vestía un típico traje de princesa japonesa – Eso se ve puede ver en sus caras y actitudes. Ellos no han tenido que enfrentar guerras desde que usted gobierna este país –
- Eso es verdad, padre—dijo el hijo menor del emperador. Tenía alrededor de 12 o 13 años de edad. Tenía el cabello negro, largo, ojos cafés y vestía como un príncipe de palacio – Todos lo quieren y respetan mucho. Usted es un emperador amable y justo con su gente –
- Querido—dijo la esposa del emperador – Lo mejor sería huir del palacio, por nuestra seguridad. Si no lo hacemos, todos podríamos morir –
- Es cierto—dijo el emperador y llamó a algunos de los samuráis que estaban encargados de su custodia, para explicarles su plan – Escúchenme bien. Nos separaremos en dos grupos. Los niños—señalando a la princesa y al hijo menor – Irán contigo—le dijo a su esposa – Deberán escapar por el lado norte del castillo, al lado del bosque. Ahí podrán ocultarse fácilmente y escapar de palacio. Yo, iré junto con nuestro hijo mayor—dijo, poniendo su mano en el hombro de él – Nosotros escaparemos por la parte sur del castillo, que da hacia las montañas, yendo hacia alguno de los poblados que allí se encuentran para ocultarnos y pedir protección.
- Esta bien—la emperatriz asintió y tomó las manos de los niños.
- Su misión—dijo, señalando a algunos samuráis – Será protegerlos incluso con su vida—ellos asintieron – Los otros, vendrán conmigo. Cuando ya nos encontremos a salvo, debemos dirigirnos al castillo de la princesa, en el norte, para reunirnos y planear algo para contrarrestar esta rebelión ¿Están todos de acuerdo conmigo? –preguntó el emperador.
- Sí majestad—contestaron haciendo una reverencia, los samuráis y condujeron a sus respectivos protegidos hacia los lugares de escape acordados.
- Espero que todos terminemos con vida después de esto—pensó el emperador, tristemente. Le dolía mucho pensar en perder a alguno de sus hijos, a su esposa o a la pequeña princesa, a quien le había tomado mucho cariño – Vamonos hijo—dijo, éste obedeció y fueron seguidos por los samuráis.
Cuando estaba a punto de salir del palacio, después de haber tenido que enfrentarse a algunos soldados opositores, los mejores guerreros del malvado que quería apoderarse del poder, los acorralaron. El emperador y su hijo desenfundaron sus katanas y opusieron resistencia al ataque, junto con los samurais. La pelea fue pareja, hasta que llegaron más refuerzos de los opositores y lograron asesinar a todos los samurais. Luego, llegó el jefe de todos los opositores, el hombre que había gestado la rebelión.
- Es un honor encontrarme con su majestad real, el emperador Inu Taisho—le dijo este, con un falso respeto.
- ¿Por qué haces todo esto¿Por qué rompes con la paz que tanto me ha costado construir y mantener?—preguntó enfadado el emperador, que se encontraba rodeado por los soldados de su detractor.
- Simplemente, porque no me gusta toda esa paz. Quiero ver a la gente sufrir y estar en guerra... Así se debe vivir, luchando por la supervivencia. Y eso es algo que en su reinado no se da, querido emperador—desenvainó su espada – Y por ello, debo empezar por acabar con su sustentador... —lo miró fijamente –... y luego, con su descendencia—miró al heredero al trono.
- No te será tan fácil—apuntó su katana hacia él – Lucharé por impedírtelo –
- Será una lucha interesante—sonrió – Aléjense todos—ordenó a sus soldados y estos obedecieron. Algunos de los soldados del emperador que aún quedaban en los alrededores y que no formaban parte de su escolta personal, se acercaron para combatir a los soldados enemigos. Mientras estos peleaban, empezó la pelea entre el emperador y el jefe de los soldados opositores. Esta fue muy pareja, pero el enemigo aprovechó un error cometido por el emperador, para asestarle el golpe final. Su hijo, que se encontraba luchando con algunos soldados, corrió para auxiliarlo.
- ¿Padre, estás bien?—preguntó desesperado.
- Perdóname hijo, fallé. No fui capaz de defender a la nación ni la vida de mis seres más queridos –
- No digas eso, padre. Juntos venceremos al enemigo –
- Ya no me queda tiempo. Escapa, yo los distraeré mientras pueda—susurró.
- No—dijo tajante – Yo me quedaré a tu lado, luchando hasta el final –
- Que conmovedora escena—dijo con ironía el jefe de los opositores – Lástima que tenga que tener un final tan triste—unos soldados enemigos, ordenados por el jefe, asestaron el golpe final al hijo del emperador – Por lo menos, ambos morirán juntos—rió malvadamente y se retiró del lugar, dejándolos morir solos.
- Sólo espero que Izayoi, tu hermano y la princesa logren escapar con vida de aquí...—dijo débilmente el emperador, cayendo de rodillas al suelo – Yo los protegeré, desde el más allá...—fueron sus últimas palabras, antes de fallecer.
- Ahora... mi hermano es el futuro de la nación...—el también cayó – Todo queda en tus manos, hermanito—sonrió y cayó su cuerpo al suelo, inerte.
La reina, junto con los dos pequeños príncipes y los samurais asignados a protegerlos, escapaba por la parte norte del castillo, mientras todo lo anterior sucedía.
- Corran más rápido niños—dijo la reina, mientras corría para escapar de allí – O nos van a atrapar los soldados del enemigo—sintió un mal presentimiento y se le oprimió el corazón, adivinando lo que acababa de pasarle a su esposa y a su hijo mayor.
- Esto es lo más rápido que puedo correr, madre—dijo el niño, cansado.
- Animo, debemos escapar de aquí lo antes posible. ¡No debemos rendirnos!—le dijo la niña, animándolo.
- Sí, tienes razón—contestó el niño y puso más esfuerzo al correr. Un par de samuráis habían muerto en la huida, atacados por soldados enemigos, pero aun quedaban otros para protegerlos. De repente, apareció un guerrero de la nada, que tomó a todos desprevenidos e hirió a la reina mortalmente. Los samuráis comenzaron a pelear con él y lo vencieron.
- ¡Madre!—gritó el niño, con lágrimas en sus ojos y corrió hacia ella, que yacía en el suelo.
- No te preocupes por mí, hijo. Huye rápido y sal de este peligroso lugar—dijo, con las pocas fuerzas que le quedaban.
- No te puedo dejar aquí, madre—dijo el niño, con sus ojos empapados por las lágrimas.
- ¡Vete ya!—gritó, reuniendo las pocas fuerzas que tenía – Escapa, para que puedas seguir viviendo y puedas continuar el legado de tu padre. Por favor, vete y sálvate... –
- No se preocupe, su majestad—dijo la princesa – Yo cuidaré de él, para que nada le pase—dijo decidida, pero con lágrimas en sus ojos por la pena de perder a alguien muy valioso para ella – Se lo prometo—tomó la mano de la reina entre las suyas.
- Gracias, querida princesa—dijo y cerró sus ojos – Yo cuidaré de ustedes en el cielo, mis queridos niños...—pensó la reina y luego falleció
- ¡Madre!—gritó el pequeño, muy entristecido.
- No hay nada que podamos hacer...—dijo apenada la princesa – Lo mejor será hacer lo que tu madre nos pidió: escapar... –
- Esta bien—dijo, quitándose las lágrimas de los ojos y comenzaron a correr, seguidos por los samurais que los custodiaban. Ahora ellos eran el futuro de la paz de Japón.
- Ya nos falta poco para salir del palacio, majestad—dijo uno de los samuráis al niño – Pronto estaremos a salvo del enemigo –
- Sí—dijo el niño, corriendo más rápido – Démonos prisa—los samuráis asintieron y todos corrieron más velozmente.
Cuando estaban a punto de salir del palacio, aparecieron muchos guerreros malvados, que venían con la intención de matar al último heredero del trono que quedaba con vida. Los samuráis lucharon con toda su fuerza, para defender a su príncipe, pero sólo uno de ellos logró salvarlo del ataque y quedar con vida. De lo que ellos dos no se habían dado cuenta, por la prisa de la huida, es que la princesa se había quedado dentro del palacio, inconsciente, al tropezar con algo y caer al suelo golpeándose la cabeza, y que unos guerreros enemigos la habían encontrado.
- ¿Qué hacemos con ella¿La matamos o la llevamos con nuestro señor?—preguntó uno de los guerreros a otro que se encontraba a su lado.
- No lo sé—le contestó – Yo creo que lo mejor sería acabar con ella, como se nos ordenó que hiciéramos con toda la gente que encontrásemos... -
- Esperen un momento—dijo una chica, apareciendo. Los soldados mostraron mucho respeto hacia ella. Parecía que ocupaba algún cargo importante dentro de los soldados del enemigo, aunque parecía tener sólo 13 años de edad. Estaba vestida con un traje negro que se ceñía a su joven cuerpo, junto con unas coderas, rodilleras, hombreras y cinturón rosados. Tenía el cabello y los ojos color marrón oscuro. Su largo cabello estaba atado en una cola de caballo – Yo me haré cargo de la niña—dijo, la tomó en brazos y se la llevó.
El príncipe y el samurai que lo acompañaba habían logrado escapar del palacio y se encontraban en el bosque. Por suerte, nadie había logrado verlos escapar.
- ¿Dónde está la princesa?—preguntó el niño mirando hacia atrás, en el espeso bosque por donde estaban escapando, en dirección a algún poblado cercano.
- No lo sé, su majestad—le contestó el samurai – Pensé que cuando estábamos peleando contra esos guerreros que querían matarlo, ella se había escondido en este bosque–
- Yo también lo pensé—dijo el niño – Seguramente nos encontraremos más adelante con ella. Sigamos –
- Sí, su majestad—siguieron andando por el bosque.
Pasó aproximadamente un mes y medio desde del ataque al palacio real. El pequeño príncipe había llegado sano y salvo junto al samurai al castillo de la princesa, pero no había rastros ni de ella, ni de su padre, ni de su hermano. Esto lo tenía muy preocupado, y a los familiares de la princesa, también.
- ¿Dónde podrán estar todos?—pensaba triste el príncipe. Su cara de angustia era evidente para todos en el castillo. Él se encontraba sentado a las orillas de una laguna perteneciente a ese lugar.
- Ya verás que mi hermana y todos estarán bien—le dijo el pequeño hermano de la princesa, sentándose junto a él.
- Ojalá que así sea—dijo triste el príncipe
- Disculpen—dijo una mujer, doncella de la madre de la princesa, llegando al lugar donde ellos se encontraban – Mi señora—refiriéndose a la mamá de la princesa—desea hablar con ustedes en este momento –
- Enseguida vamos—dijo el hermano de la princesa y ambos fueron donde los esperaba la señora del castillo. Cuando llegaron allí, la vieron con una cara de mucha tristeza, y lágrimas en sus ojos. Llevaba una carta en una de sus manos y en la otra un kimono, que se le hizo muy conocido al pequeño príncipe.
- ¿Qué sucede madre¿Por qué estás así, tan triste?—preguntó su hijo.
- Ha llegado una carta, informándome de una terrible noticia, queridos niños—dijo, entregándosela a su hijo – Léanla ustedes mismos—dijo y ambos niños comenzaron a leerla.
- No puede ser—dijo el príncipe, al terminar de leer la carta – Es... imposible—dijo derramando lágrimas en sus ojos, incrédulos por lo que acababan de leer.
- Mi hermana... mi hermana no puede estar... no puede estar... mu... muerta—dijo el niño, incrédulo – ¡Esto debe ser una mentira, madre! –
- No lo es, Souta—dijo su madre, tristemente – Mira este kimono—dijo y lo extendió – Es de tu hermana, o, mejor dicho... era...—dijo y siguió llorando – Tu padre y yo no vamos a poder soportarlo, este es ya el tercer hijo al que perdemos. Primero fueron tu hermana mayor junto con tu hermano, y ahora, tu hermana...—lloraba desconsoladamente, abrazando el pequeño kimono.
- ¿Por qué¿Por qué tuvo que matarlos a ellos si eran las personas a las que yo más quería?—pensaba el príncipe, desconsolado, una y otra vez.
La carta, decía que todas las personas que se hallaban en el palacio real y que no eran súbditos del malvado que había invadido el castillo, habían sido asesinadas, incluidos el padre, la madre y el hermano del príncipe, además de la princesa.
- Me vengaré del maldito de Naraku...—dijo el príncipe lleno de ira. El nombre del asesino lo había averiguado, porque la carta venía firmada con su nombre – Madre, padre, Sesshomaru, princesa Kagome... ¡Les juro por mi nombre, Inu Yasha, que vengaré sus muertes!—gritó mirando al cielo, el pobre príncipe Inu Yasha, con todo el dolor de su joven corazón.
Notas de la autora¡Hola! Aquí les vuelvo a traer esta historia que había publicado hace un tiempo, pero que había detenido en su publicación, por motivos de falta de tiempo (El colegio, principalmente, era el que se "comía" mi tiempo...) y que no había podido escribir mucho en ella.
Pero bueno, ahora estoy en vacaciones y he podido retomar la historia. Sí, al fin vacaciones n.n!
Eso si, le he hecho algunas modificaciones, ya que al releer lo que había escrito, pensé que podía agregarle más cosas, que hicieran la historia un poco más interesante y atractiva para ustedes. Espero que les guste.
Ahora, aquí les va un avance de lo que viene en el próximo capítulo!
- Tienes razón. Iré en este momento a hablar con él—dijo y fue al salón principal de la fortaleza, donde aquel hombre se encontraba, esperándola para asignarle su misión. – Aquí estoy, mi señor—dijo y se arrodilló ante él.
- Levántate y acércate, para que escuches bien mis palabras—le dijo él, sentado en su trono. Ella obedeció y volvió a arrodillarse ante él.
- Deberás matar a este hombre—dijo, arrojándole un dibujo del objetivo de la joven – Fue visto hace algunos días cerca de esta fortaleza y me ha parecido muy sospechoso. Debes matarlo y traer alguna pertenencia de él, para estar seguro de que lo mataste. De preferencia, tráeme su cabeza—dijo y observó una repisa que estaba detrás de él. Aquella repisa estaba llena de parte de personas, que fueron asesinadas por las Princesas de la Muerte. Luego rió malvadamente.
¿Qué les parece¿Quiénes serán aquellas personas? Eso lo descubrirán en el siguiente capítulo n.n!
Cualquier duda, comentario, queja, entre otros, pueden dejármelo en un review o escribirme a uno de mis mails: danychankawaii (arroba) gmail (punto) com o a Dany (guión bajo) chan (guión bajo) xd (arroba) Hotmail (punto) com. (Si no hago esto mi mail no sale publicado aquí -.-)
Esperaré sus comentarios con ansias n-n.
Bueno, me despido. Ojalá les haya gustado la historia!
Nos vemos!
Atte. Dany-Chan
P.D: Dejen reviews por favor! Necesito saber su opinión sobre esta historia n.n!
