-Prologo-

Calidez. Aquella sensación que nace de lo más profundo del alma cuando se está cerca de alguien a quien se ama, de alguien en quien se confía. Una necesidad básica del ser humano: sentir que no se está solo. Ese no fue lo que obtuvo del demonio al cual invocó en un momento de desesperación y rabia. Había aparecido su salvación. Gracias a aquella bestia conservó su vida y pudo cumplir la momentánea venganza de ver como despedazaban brutalmente a los que habían abusado de él y a los que habían asesinado a su hermano. Pero no sintió tranquilidad. Le Pidió, no, le exigió más poder a aquel demonio. Un poder tan inmenso que sobrepasaría el de cualquier otro, para así vengar a los que habían destruido su hogar y su niñez.

Ojos carmesí lo miraban atentos. Tan rojos como los charcos de sangre que había dejado a su paso aquel ser infernal. Una mirada tan profunda como el grueso timbre de su voz, que lo hacía estremecer tanto de excitante vitalidad como de miedo. Ese ser que ahora estaría a su lado a cada instante del resto de sus días, el arma letal que se le había concedido a cambio de tanto dolor. Aquel demonio, transformado ahora en mayordomo, solo le miraba y sonreía. Le diría que con él estaría protegido, que él le concedería todos y cada uno de sus caprichos y reproches. Pero, a pesar de que lo sacó de su cautiverio y lo regresó a su mansión, la habitación que ahora estaba llena de lujos y confort no se podía sentir más fría. Jamás volvería a sentir la calidez del cuerpo de su madre, los brazos protectores de su padre o el amor incondicional de su hermano gemelo. Aquella criatura infernal solo lo miraba y sonreía. Gestos que denotaban lastima como si fuera un pequeño cachorro que acababa de ser sacado del basurero. Gestos que hacían las sangre del pequeño Phantomhive hervir de Rabia.

Su tormento había terminado, pero el dolor seguía ahí. La suave cama de su nueva habitación era demasiado incomoda después de haber dormido un mes dentro de una jaula. Vio a su ahora mayordomo, Sebastián, dedicarle una pequeña reverencia en forma de despido, si quitar aquella sonrisa de su rostro, antes de desaparecer detrás de la puerta. Al estar solo rompió en llanto. Un llanto que llevaba horas ahogando para que su nuevo sirviente dejara de acusarlo por ser un niño llorón. Llevó su pequeña mano a su boca en un desesperado intento por ahogar sus sollozos. Su rostro se lleno de lágrimas y en cada bocanada de aire que agarraba para seguir alimentando su llanto, la tranquilidad nunca llegó. La tranquilidad jamás volvería. Las risas y juegos que antes llenaban de alegría la mansión eran opacadas por el desgastante sonido de la soledad. A partir de ese día tendría que aparentar ser alguien que no es. Tendría que aparentar la fortaleza que nunca ha tenido. Incluso de si mismo y del demonio que lo conduciría lentamente hacia su muerte.

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Notas del Autor: Bien. He estado un par de años desconectada del mundo del fanfiction, aquí les presento un nuevo trabajo. Espero que les sea de su agrado. Ahora sí le daré más seguimiento a mis historias. Visiten mi página de perfil para que conozcan los días en los que estaré publicando One-Shorts y capítulos de fan fics más largo, trataré de crear una interesante dinámica con mi trabajo. No se les olvide dejar comentarios. Gracias.

Diclaimer: Kuroshitsuji es una creación de Yana Toboso (2006)