Amor de Unicornios

Había una vez, un unicornio deprimido porque no le había salido el cuerno. Entonces se le vino una idea a la cabeza. Si buscaba una novia, tal vez la novia lo engañaría con otro y le saldría su tan anhelado cuerno.

El unicornio encontró a su novia y la novia no tenía idea de lo que el unicornio quería que hiciera.

Habían pasado dos horas y el unicornio al fin se anima a decirle a su novia…

—Bella, espero que no te molestes conmigo por lo que te voy a pedir. —Dice el unicornio, nervioso.

—Oh, Edward, tranquilo. Dime, no me molestaré. —Dice la unicornia, disimulando el nervio.

—Bueno, quiero que me dejes por otro, que me seas infiel…—Dice el unicornio, ansioso por saber la respuesta de su novia.

—Pero Edward, yo te amo, no puedo hacer eso. Solo han pasado dos horas que somos novios y siento que ya no puedo vivir sin ti. —Dice la unicornia, con los ojos cristalizados. —¿Por qué quieres que haga eso?

—Por favor, no llores. Pensé que si me engañabas, me saldría mi cuerno…—Dice el unicornio, con la cabeza abajo. —Nadie quiere un unicornio sin su cuerno.

—Yo te quiero tal y como eres. No me importa si tienes un puto cuerno o no. Te amo, pendejo. —Dice la unicornia, rompiendo su delicado cuerno rosa y plateado. —Ahora ya estamos iguales. Te invito a ser diferente, yo pago. —Dice la unicornia, ofreciéndole una pata.

—Eres la unicornia de mi vida, Bella. Te amo. —Dice el unicornio, tomando su pata, sube a su skate y se van juntos hacia el prado.

Los unicornios se van felices, tan felices que no vieron el tronco que había delante y murieron, fin.