Todos sabían que la muerte llegaría de un momento a otro, pero, en realidad, nadie lo esperaba. Todos sabían también que la batalla era algo inminente, algo peligroso, algo difícil de salir con vida. Como bien dijo Molly aquella noche de agosto en la que la guerra solo comenzaba: si salían todos con vida sería un milagro.
No obstante, en realidad nadie esperaba que los 9 Weasleys terminaran siendo 8.
Al llegar a la Madriguera nadie sabía que hacer. Nadie quería hacer contacto visual con los demás pues sabían que si lo hacían, su fuerza de voluntad se rompería en mil pedazos.
Todos se reunieron en la sala sin saber muy bien que hacer, mirando de reojo a George.
Molly se sentó, con la mirada perdida posada en el reloj mágico que siempre había servido. Ahora todas las manecillas estaban 'en casa', incluida la de Fred.
Y ahí se quedó siempre.
