Saludos~
El siguiente drabble lo escribí para un concurso en DZ, pero nunca vio la luz porque decidí no mostrarlo, pues de hacerlo solo tendría este drabble para publicar, y necesitaba bastantes de una misma categoría (drama en este caso) así que me cambié de categoría y este quedó sin publicar. Ahora lo comparto (porque me acabo de acordar owou)
Está basado en la mitología griega, contada con digimons c:
Cielo, tierra y muerte
Aún por cuanto él lo amaba, Plutomon sabía que hasta el último de sus días sería el enemigo mortal de Jupitermon, su hermano menor. Su padre, en toda su sabiduría, no había sabido administrar suficiente juicio a su hijo del rayo. Les dejó a sus hijos la repartición del mundo, mientras él regresaba al cosmos para descansar.
—Yo quiero el cielo—pidió el joven Jupitermon a sus hermanos—, puesto que soy el menor de ustedes y quiero tener respeto por parte de las criaturas de este mundo; deseo que me vean hacia arriba y no como uno inferior.
—Yo me conformo con tener las aguas—dijo Neptunemon—, puesto que el océano es pacífico cuando se lo respeta, y embravecido cuando se le provoca, así quiero que las criaturas de esta tierra sepan que enfureceré con ellos cuando se atrevan a lastimar a mis seres marinos.
Plutomon lo pensó. Él era el mayor de los tres, por tanto tenía derecho a adjudicarse el terreno que él deseara. Sin embargo, su padre lo había dotado con el corazón más compasivo, y siempre había guardado especial aprecio al menor de ellos. Hubiera deseado poseer los cielos, y velar a las criaturas que existían bajo este, pero confió en que Jupitermon haría bien esta labor y cedió a su deseo. Él se quedó con lo que había en la tierra y bajo ésta.
Durante mucho tiempo las cosas en el nuevo mundo estuvieron muy bien. Sin embargo, las ambiciones de Jupitermon no tardaron en aparecer. Pronto comenzó a criticar el trabajo que hacían los otros, diciendo que eran demasiado permisivos con sus criaturas, y por eso se formaban tantos problemas que acababan en guerras. El inframundo acabaría alimentándose de las almas de todos los seres digitales, del cielo, de la tierra y del mar. Intentó ganar el favor de Neptunemon, pero éste, siempre neutral, se abstuvo de aliarse a él o a nadie. El menor enfrentó directamente a su hermano mayor:
—Es por esto que me cediste los cielos sin más—le acusó—, ¡porque sabías que al final tendrías las almas de todos!
—Yo no elegí nada, solo te permití obtener lo que querías. Si no has sabido administrar correcta justicia a las criaturas bajo el cielo que deseaste, no me culpes entonces por tus errores.
Jupitermon enfureció y le atacó. Lucharon durante días sacudiendo el cielo y la tierra, uno tratando de apaciguar al otro, el menor queriendo quitar a ese de en medio para poder adjudicarse la tierra de las almas perdidas. La intervención de Neptunemon solo los calmó por un tiempo. Jupitermon regresó una y otra vez para quitar a su hermano lo que sentía, le correspondía a él. Finalmente ante el clamor de dolor de las víctimas de la ambición de Jupitermon, Plutomon le arrojó a él y a sí mismo a lo más apartado del cosmos, donde las ambiciones de su hermano no harían daño, y tendría la eternidad para maldecirle por la debilidad de su corazón.
