Esta viñeta está dedicada a todas esas lectoras que aman a Edward en su faceta de papá tierno y dulce.


Aceptar esa maravillosa felicidad

Es posible alcanzar la felicidad plena. Ese gozo absoluto. La certeza de saber segura a mi familia era lo que me proporcionaba esa felicidad absoluta.

Es cierto que por mucho tiempo creí que eso no era posible para los de mi especie, pero ahora habiendo conocido el amor y las maravillas que este proporciona me era impensada la posibilidad de volver a ese estado oscuro en el que me autoexilié por décadas, tras mi periodo de existencia más atroz.

Aprendí a perdonarme y a aceptar las cosas buenas que venían, del mismo modo que acepté que no era un monstruo y que por lo tanto era merecedor de todo lo bueno o bello.

Y ahora, acá recostado en mi vieja habitación de soltero, con mi pequeña acunada en mi pecho durmiendo plácidamente, podía cerrar los ojos tranquilo porque el peligro había pasado y nuevamente podía disfrutar de la felicidad que llegó cuando mi esposa y mi hija estuvieron a salvo.

Renesmee dormía, luego de una agitada tarde de juegos, sobre mi pecho con su diminuta mano apoyada en él haciéndome participe de sus sueños, que aunque los pudiera leer de sus pensamientos era maravilloso obtenerlos a través de su don.

Las mariposas que observó en el jardín desde los brazos de Rosalie cuando tomaba el biberón. Las flores del pequeño invernadero que tenía mi madre cerca del río, con sus diferentes formas y colores. Acostada sobre una manta junto a Emmett que le leía "Buenas noches luna".

Cada pequeña, pero significativa, cosa que hacía o compartía con alguno de sus tíos o abuelos lo reproducía en sueños como si tuviera la necesidad de no olvidarlos.

Acaricié sus risos hasta dejar la palma de mi mano sobre su espalda para ver como esta subía y bajaba con su acompasada respiración.

Un trueno se oyó y luego las luces de otro más cerca de la ventana que lo iluminó todo. Renesmee se removió y la arrullé para que no se perturbara su descanso.

–Tranquila, papá está acá para cuidarte.

Supe que estaba en la puerta, no solo porque reconocí sus pasos cuando subían las escaleras, sino además porque su aroma jamás me pasaría desapercibido, lo llevaba tatuado en la piel.

–Ella lo sabe, por eso disfruta dormir sobre tu pecho.

La observé acercarse, me dio un delicioso y corto beso y luego se acomodó de mi lado derecho descansando su cabeza al lado de la mano de nuestra pequeña y su mano derecha sobre su pañal. Entre ambos la conteníamos, como si temiéramos que desapareciera.

–¿Ya todo pasó? – su susurro sonó a pregunta más que afirmación.

Pasé mi brazo por debajo de ella para acercarla más y poder abrazar a mis dos amores antes de contestar.

–Sí, ahora solo debemos ocuparnos de ser felices y disfrutar cada momento los tres juntos, acompañados de nuestra enorme y loca familia.

–Ser felices, me gusta eso.

–A mi también. Te amo esposa mía.

–Te amo también esposo mío.

Y como si aún fuera humana cerró sus ojos, y por lo que quedó de tarde disfruté de velar el descanso de mis dos razones de existencia, que me habían dado un razón para ser feliz y disfrutar de cada momento, por el resto de la eternidad.


Cariños. Miss Variete