DISCLAIMER: Créditos de los personajes pertenecen a Misuki e Igarashi, autoras de Candy Candy. La historia a continuación es de mi autoría.
DEDICATORIA: Esta lectura va dedicada a Gina Riquelme de las Brujitas de la Cabaña Andrew por su cumpleaños.
"Capuchino"
Es una mañana ajetreada y en el corre corre de la sala de emergencias, me muero por tomar una taza de café junto a una de las ventanas del hospital.
Estar toda la noche de guardia y seguir de corrido en la mañana no es fácil, pero ser enfermera es un trabajo que amo demasiado como para quejarme de él.
Solo que hoy, siento una extraña agitación en mi interior y estoy deseosa por salir un momento y degustar ese delicioso néctar de líquido negro.
Me siento un poco indecisa, pero… ¡qué rayos! Después de acumular muchas horas de guardia y casi cero vacaciones creo que me merezco aunque sea unos veinte minutos para mí. ¿verdad?
Así que me dirigí al locker y cogí mi chamarra para salir un momento por uno de los pasillos del hospital hacia la cafetería. Si quería aprovechar mi tiempo debía darme prisa, así que ingresé a la carrera y ordené mi capuchino con extra de crema.
Era un día muy especial para mí y me daría un gustito. ¡Sí, señor!
Cogí mi vaso muy de prisa y zasssssssss al girar hacia la salida del lugar, el tipo que estaba ingresando, no notó mi presencia y colisionó conmigo, donde parte de mi café cayó en mi uniforme límpido.
«¡Joder! Quería reventar internamente y mandar al hombre a buen sitio. Respiré profundamente e hice un inmenso esfuerzo por no gritar.»
-¡Lo siento! - le oí decir con una profunda voz apenada.
«¡Ay! Se supone que debía estar molesta en esos momentos, pero desde el instante que había escuchado aquella voz, mi interior se había agitado y derretido, así que cuando nuestras miradas se conectaron, supe que estaba perdida.»
¡Era todo un machote! ¡Mi machote! Digo… un machote exquisito, que estaba vestido de ropa formal pero cuyos ojos me habían dejado deslumbrada por ser de un azul tan límpido como si pudiese ver su alma.
¡Awww! Y qué decir de sus labios… Eran de un rojo carmesí tan bien delineados y hechos para ser besados, degustados…..
Sacudí mi cabeza, tratando inútilmente de no evaluar de una manera física a tremendo hombre tan imponente.
Pero mi mente lo único que veía eran imágenes lujuriosas y todo lo que podría hacer con él.
- Estas toda mojada y es mi culpa.- dijo él con una media sonrisa a modo de disculpa.- ¿Estás bien? Lamento ser un poco despistado. Debí tener más cuidado.
Al oírle nuevamente, me puse toda roja de vergüenza. Era como si hubiese leído mis pensamientos y la respuesta de mi cuerpo, así que incómodamente le sonreí sin decir nada unos instantes.
-No es nada Sr. los incidentes suelen pasar.- Le dije unos segundos después con aplomo. Era ahora o nunca debía zafarme de ese bochornoso instante.- Lo bueno es que tengo uniforme de repuesto para cambiarme.
-De todos modos, permítame reponerle su café. – Insistió él.- Ha sido culpa mía y es lo menos que puedo hacer con una señorita tan hermosa que no me ha echado encima a los perros ante semejante descuido.
-No es necesario, Sr.-comencé a excusarme a la vez que le miraba de reojo dándome cuenta lo alto que era y cómo los rayos de sol se reflejaban en su dorado cabello haciéndolo ver exquisito.
-Por favor, hágalo por el bien de mi conciencia.- me pidió con una mirada tan dulce que yo sentí que debía salir pronto de ahí antes de que me lanzara a sus brazos y rogarle que hiciera conmigo todo lo que su conciencia quisiera.
Así que en un arrebato infantil me volteé y salí corriendo hacia el piso de emergencias dónde seguro habían notado mi retirada y llegué agitada ante las emociones vividas.
OOO
Pasé toda la mañana de lo que restó mi turno, recriminándome el no haberme quedado en la cafetería unos instantes más, al menos de esa manera podría haber averiguado el nombre de "mi machote".
Terminé mi turno y me dirigí hacia mi departamento a descansar un momento ya que en la noche tenía una invitación junto con mis amigas del hospital dónde iríamos al evento de caridad dirigido por el Dr. Lenard.
Desperté unas horas después sobresaltada. Faltaba media hora para que Chicuelita y Bowerslittlegirl pasaren por mí y yo no estaba lista.
«¡Oh! Y debía hacerlo pronto»
Fue una carrera de destreza entre el baño, el lavarme el cabello, maquillarme y vestirme en ese lapso de tiempo antes de que mis amigas tocaran el timbre de mi piso.
Cuando me reuní con ellas estaban inusualmente calladas en el auto, dirigiéndome miradas furtivas.
No le di importancia y terminé de colocarme mi perfume favorito de rosas con vainilla.
Llegamos al salón de eventos y uno de los internos se me acercó muy galante y me recibió con una rosa la cual agradecí con una sonrisa y me dirigí poco a poco al interior, a la vez que notaba como la Jefa de enfermeras, la jechu Soraya daba indicaciones a diestra y siniestra.
Aby Zara, Abby y Suno conversaban entre ellas, verificando que todo se llevara conforme a lo programado, bueno al menos eso es lo que pensaba yo, mientras que por el otro lado , todo el grupo de mis amigas "las brujitas" me saludaban con efusividad.
El evento dio inicio y cuando llegó el momento de las palabras de apertura fue que lo vi.
¡Ay, mamma mia! Era el machote rubio de la mañana con quien había chocado incidentalmente y se veía tan apuesto y distinguido. No escuché muy bien que decía, estaba tan distraída evaluándolo desde mi lugar.
-…. Y mi brindis va para tan hermosa enfermera, quien el día de hoy está cumpliendo años. – comentó él hacia el público.- Candy White esto es para ti, hermosa.
Decir que estaba sorprendida, es poco. Nadie en el hospital sabía la fecha exacta de mi cumpleaños y ello me había agarrado desprevenida.
En el salón comenzaron a vitorear a viva voz:
-¡POR CANDY!
-¡SALUD POR CANDY!
-¡FELIZ CUMPLEAÑOS CANDY!
Todo el público se puso de pie y comenzó a aplaudir a la vez que una música de fondo comenzó a sonar.
Mi machote desconocido, comenzó a descender del estrado con paso seguro y firme fue dirigiéndose en dirección mía.
Parpadeé una y otra vez, a la vez que sentía que mi estómago se había elevado al cielo y mis pies flotaban en algodón.
No fue hasta que estuvo frente a mí, con la mano extendida que caí en cuenta que no estaba soñando.
- ¿Candy, harías el honor de bailar conmigo?
Respirando agitadamente y con los labios secos, miré hacia mis costados y todo el público me miró expectante y sonriente esperando que abriera el baile de esa noche.
Me mojé los labios con un poco de champagne y extendí mi mano a la vez que Él aferraba mi cintura con destreza y me alineaba con su cuerpo mientras que yo apoyaba mis brazos en sus hombros.
«Felicidad absoluta»
- No sabes cuánto tiempo he esperado por verte otra vez Candy.- me comentó él sacándome momentáneamente de mi ensoñación.
-¿Eh?-pregunté aturdida.- ¿Qué… quiere decir señor…?
- Me conoces Candy, solo tienes que recordar.- me dijo él muy confiado.
Aquello me intrigó mucho.
-¿Te conozco dices?
- Sé que han pasado muchos años desde aquella vez, pero he movido cielo y tierra con tal de saber de ti. Quería ver si eras feliz y si tenías la misma sonrisa de niña dulce.
Fruncí el ceño sin querer y miles de imágenes comenzaron a pasar por mi mente. Teniéndolo tan cerca, comencé a recordar a una niña de 5 años llorona y despeinada, que había sido herida por el abandono de su hermana.
Abrí los ojos desmesuradamente y le reconocí.
-¡Eres tú! – musité conmocionada.
-Soy, yo, pequeña.-me dijo él seductoramente.
Lágrimas comenzaron a rodar por mi níveo rostro. Después de tantos años tenía frente a mí a «Mi machote»
- Candy, cielo…
- Estoy bien.- le dije tratando de calmarme y sonreírle como antaño.- Son lágrimas de alegría…
- Eso es bueno cariño.- me dijo acercándose peligrosamente hacia mi rostro para besarme intensamente durante unos segundos que para mí fueron eternos.
Cuando nuestros alientos estuvieron a punto de mezclarse otra vez me dijo entre susurros.- ¿Sabes? Eres mucho más hermosa cuando ríes que cuando lloras.
FIN
Hola a ti. Gracias por pasar a leer este one shot dedicado a una chica muy especial en su día.
Gina, corazón. Esto es para ti de parte de CBA. ¡A pachanguear! Yujuuuu!
Un abrazo en la distancia,
Lizvet
