Se acabó. De una vez por todas, tras todos los intentos posibles por alargarlo, Robin había entendido la situación y había tomado la iniciativa, y el valor, de marcharse del apartamento donde vivía con Regina. No fue fácil para ella por muy cansada que se sintiese, el 'muerto' de la relación seguiría sintiéndose durante días, semanas, y quien sabía si durante meses.

No podía permanecer en el apartamento durante mucho tiempo, el hueco de las cosas que se había llevado hacía mella en el corazón de Regina. Por lo que decidió hacer algo nuevo; nunca había subido a la azotea de aquel edificio donde vivía. No es que fuera muy alto, pero sí que suponía que tendría buenas vistas, vivía en el centro y las luces de la ciudad estarían ya encendidas… pero, sobre todo, necesitaba tomar el aire.

Tras subir las últimas escaleras, había la puerta cortafuegos que daba a aquella salida tan alta… Caminaba, observando el suelo, mirando a los lados, creyendo que estaba sola hasta que ve como algo se movía en uno de los rincones… parecía ser una chica que escondía algo entre sus manos cuando ella pasa, dándose cuenta después que se trataba de un cigarro. La miraba unos segundos antes de continuar su camino hasta el final de la planta, donde apoya las manos en el muro que cortaba hacia el vacío, emitiendo un suave suspiro, cerrando los ojos.

-¿Vas a suicidarte?

Regina abría los ojos en demasía al escuchar la pregunta, girándose hacia la misma muchacha del cigarro.

-¿C-Cómo…?

-Sí, como has ido tan decidida al muro, pensaba: quizá va a subirse y a tirarse.

La morena no daba crédito a la pregunta y a las razones que seguía aportando la joven, negando enseguida con la cabeza.

-No, no voy a suicidarme. ¿Te ha pasado alguna vez y por eso preguntas? O quizá subes aquí para eso y nunca te decides. –Acababa murmurando, molesta, con los ojos entrecerrados, escuchando como unos pasos se acercaban a ella.- Déjame adivinar… Subes aquí porque no puedes fumar en casa, o en el portal, por si bajan tus padres…

-¿Se lo vas a decir…?

-¿A quién?

-A mi madre…

-¿El qué?, ¿Qué querías suicidarte? –Prensaba los labios, evitando una sonrisa, pasándose una mano por el rostro… ¿qué más daba el maquillaje si ya había llorado lo suficiente ese día?-

Antes de que la muchacha pudiese reponer que no se trataba de eso, que se trataba de que la había visto fumando, Regina negaba.

-No, ni sabía que vivías aquí.

-Eso es porque eres muy poco observadora… llevo viviendo aquí toda mi vida. –Tiraba el cigarrillo acabado al suelo, apoyando los codos en el muro.- Me llamo Emma. Y no, no quiero suicidarme, no estoy loca.

-Encantada, Emma que no quiere suicidarse y no está loca…-Giraba el rostro hacia ella, tornándose sus labios en una suave sonrisa.- Regina…

-Regina… ¡qué nombre más… arg! –Se llevaba las manos a cubrir su cara, en una suave y vergonzosa risa.-

No dejaba de salir de su sorpresa a cada palabra que la joven emitía. Se detenía a observarla, pudiendo ver bajo ese gorro que llevaba, una larga y brillante melena rubia, que caía por sus hombros en suaves ondas. Su rostro; pálido, dulce y soñador. Toda la energía que desbordaba por sus manos, su risa y ese descaro con el que había abordado la triste serenidad con la que contaba Regina… reflejaba que no podía tener más de la mayoría de edad establecida en el país.

Tras terminar su rápido examen visual, no tardaba en arquear las cejas, acabando por emitir una suave y ronca risa, disimulada… ahora sí, negando claramente con la cabeza.

-Tan… ¿qué?

Emma moría de vergüenza, apoyando su rostro cubierto por sus propias manos, en la superficie del muro.

-¡Ay, no sé! Déjame…-Musitaba, con una tonta vocecilla, queriendo esconderse de la situación.-

Y ya estaba, Regina no podía evitar insistir en que la pequeña respondiese su pregunta… charlando, escuchándola… y sin darse cuenta, se había olvidado de pensar, de tomar aire, de la idea de obligarse a olvidar y evadirse, pues ya lo estaba haciendo, de la manera más sencilla e inesperada.