Drabble que participa en la actividad del grupo de 'Zona Hero'. Cuarto día, Edades diferentes.
Aoyama sabía que su vecino, Katsuki, no era alguien malvado. Sólo era gruñón. Es por ello que no le afecta en absoluto sus rabietas cuando él iba a su casa para pedirle ayuda, usualmente estaba solo en casa durante la tarde, y aquello le daba cierto temor. Pero desde el día en que la mano cálida del rubio cenizo se posó en sus cabellos y escucho el suave susurro de «Lo estás haciendo bien, eres un niño fuerte. No tengas miedo.» no ha dejado acercársele. ¿A él molestaba? Sus palabras decían que sí pero sus ojos decían que no. Y era todo lo que necesitaba.
—¿Tus padres saben que vienes aquí casi a diario? —Gruñe, cuando lo deja pasar a su vivienda.
—Mamá dice que no te cause problemas, pero sé que Katsuki está feliz de tenerme en casa.
—Estaría feliz de que te largaras.
—No es verdad.
—Hmp.
Katsuki le sirve una pequeña porción pastel, tal y cómo había la última vez que pasó por su casa, Aoyama había saltado de alegría cuando supo que era repostero. Porque sí, lo era, que fuera una amargado no le impedía hacer dulces.
—¡Esto está delicioso!
—Claro que sí, mierda con piernas, lo hice yo.
—¿Harás también el pastel de nuestra boda?
—Claro qu-… ¡¿Qué?! —Voltea a verlo sorprendido. El chico le sonríe, como si fuera lo más normal del mundo.
—Sé que te casarás conmigo.
—No jodas, ¿cuántos tienes? ¿Siete? ¿Ocho?
—¡Tengo doce!
—La mitad de mi vida, vete a joder a alguien más.
—Pero sabes qué es verdad.
Mientras más lo escucha, más se enfurece. Su corazón late con fuerza, debería de darle una patada a ese chico y sacarlo de su casa. Pero simplemente no puede, aunque quiera negarlo, su compañía es agradable.
—No me casaré contigo. Pero haré tu pastel de bodas, si tanto lloras por eso.
—Harás el pastel, y serás mi esposo.
—Tragate esa mierda y te largas.
—No deberías de apenarte
—¡¿Quién demonios se apena, niño estúpido?!
Aoyama ríe ante su actitud.
Daba igual lo que dijera en ese momento.
Trece años después se casaron.