La tarde caía lentamente, el cielo pintado con tonos otoñales reflejaba visos dorados en su cabello y sus ojos soñadores que divagaban fuera de la ventana. Ensimismada recorría con la mirada las calles por las que aquel bus pasaba, miraba una y otra vez como buscando algo… qué?, aún no estaba segura, tal vez una respuesta, sí, una respuesta, algo que le aclarara lo que estaba sintiendo, ya que ni ella misma a ciencia cierta sabía que era lo que sentía.
Mil y un pensamientos se agolpaban en su mente, cómo era posible que dos personas tan diferentes tuvieran al mismo tiempo tanto en común?. La forma en que había iniciado todo era inusual, para tratarse de algo así; pero al mismo tiempo muy común. Hacía relativamente poco tiempo que se conocían, pero ella sentía como si lo conociera de todo la vida, y de hecho lo quería como si así fuese.
El bus se detuvo por sexta vez esa tarde, era su parada. Por inercia se levantó de su lugar, bajó y encaminó lentamente sus pasos hacia su hogar, la oscuridad avanzaba notablemente, por lo que era posible vislumbrar pequeños luceros regados a lo largo y ancho de aquel oscuro manto celestial; un suspiro involuntario la sacó de sus pensamientos, y al levantar la vista la vio: la estrella más brillante, ubicada al norte, muy cerca de la luna, tan cerca que parecía querer quitarle algo de su brillo y belleza.
Aquella estrella, tan única e inigualable, tan llena de vida e ilusiones, le devolvió la sonrisa a su atribulado rostro, recordándolo a él, la persona que más quería en ese momento, la razón de su confusión, pero tal vez lo más extraño de todo, la causa de su sonrisa…
Recordaba apartes de un hermoso poema que alguna vez leyó, y veía con desconcierto como se ajustaban perfectamente a lo que le ocurría, detestaba la extraña sensación que le producía despertar "dedicándole su primer pensamiento", odiaba soñar mil y un cosas que parecían tan imposibles. Tanto tiempo viviendo una mentira, tantas ilusiones y tantos sueños en vano, para que seguir con lo mismo, se preguntaba si valía la pena seguir luchando, contra si misma y contra el mundo que parecía confabular en su contra…
De pronto una gran preocupación invadió su pecho, haciéndole sentir pequeño el corazón, empezó a caminar más rápido, tenía que hablar con él, saber que estaba bien, poco importaba ahora lo que la gente pensara, sólo le importaba su bienestar y felicidad, después de todo era… su persona más importante.
