Tu voz me ayuda a dormir

Si el simple hecho de mencionar aquel incidente hacia que el rostro de Tsuna se volviera increíblemente pálido el soñar con lo que paso esos 5 largos, tristes y horribles días hacia que toda la luz se fuera de sus ojos y todo el ambiente a su se volviera deprimente hasta el grado de quitarle a las personas cerca de él toda la alegría como una especie de monstruo que quitaba todas las ganas de vivir con el simple hecho de existir y que jamás podría encontrar paz sin importar lo que hiciera.

Pero para fortuna el joven vongola tenía a alguien que lo ayudaba a volver a la normalidad.

Esa persona era su novia Uni quien siempre estaba allí para él cuando lo necesitara, ella lo reconfortaba con su voz angelical, ella le susurraba al oído que todo iba a estar bien, ella lo hacia reír con cualquiera de sus ocurrencias, cuando ella sonreía el no podía evitar hacerlo también, cada vez que ella se veía triste o afligida el no podía evitar sentir una especie de dolor dentro de su pecho el cual no pasaba hasta que la ultima pizca de tristeza se fuera de sus hermosos ojos y estos recuperaran esa expresión alegre y su cara volviera a tener esa sonrisa que lo motivaba a salir de su horrible estado de depresión y a olvidar su maldito trauma.

Y lo mejor de todo eran las noches cuando Tsuna tenía una pesadilla y se despertaba gritando como un loco en el manicomio despertándola a ella en el proceso, entonces ella ponía sus manos en su cintura y lo abrazaba mientras el recargaba su cabeza en su hombro y apretaba los ojos fuertemente para intentar volver lo cual era completamente inútil, y así Uni empezaba a acariciar su cabello castaño y a cantar suavemente en su oído canciones que sonaban como un coro de ángeles celestiales mientras que sus finos labios se rozaban con su oído ocasionando cosquillas y haciéndolo reír internamente, pero a pesar de los esfuerzos de Tsuna por controlarlo una sonrisa siempre se posaba en los labios del pelicastaño .

La voz de Uni era tan suave y hermosa que relajaba a Tsuna hasta el grado de estar en el umbral entre estar dormido y despierto y en esos momentos mientras se quedaba dormido Tsuna podía pensar en lo afortunado que era por poder estar durmiendo abrazado con el ángel más bello que jamás ha existido y por la mañana poder ver aquel hermoso rostro que tanto amaba, el cual siempre le sacaba una sonrisa sin siquiera tener que intentarlo, porque ese bello ángel siempre iba a estar ahí para el sin importar lo que pasara, en las buenas y en las malas (aunque el preferiría que todo siempre fuera bueno), en la salud y en la enfermedad, cuando el obrara bien y también cuando obrara mal.

Y así Tsuna entendió que era el hombre más afortunado en el mundo.