Bueno, después de leer por largo tiempo historias me atreví a hacer un intento de historia. No sé si vaya resultar pero ya veré si puede salir algo más. Es la primera vez que escribo un fic y no me considero muy hábil para ello, no he quedado muy convencida del título, ni del capítulo, ni del nombre del capítulo xDD pero bueno, uno va aprendiendo poco a poco, o por lo menos eso espero jajaj
Casos y encuentros.
La noche se hacía presente mientras el cuerpo sin vida de otro de los miembros del concilio yacía sobre un charco de sangre. Una herida en el pecho evidenciaba la causa de muerte. El diámetro de la misma era considerable y había atravesado el cuerpo de lado a lado, dejando en las paredes salpicaduras de tono carmesí que daban, irónicamente, vida a una habitación completamente de blanco. Esta, de gran extensión, estaba compuesta por un gran escritorio de color caoba al fondo con un sillón del mismo tono del lugar y con dos asientos al frente. En el centro una pequeña mesa rodeada de un sofá y dos sillas más. El cadáver se encontraba boca arriba con los ojos en blanco, entre el escritorio y la mesa de té.
Mientras los oficiales iban y venían recorriendo el lugar buscando evidencias y el forense inspeccionaba el cuerpo intentando encontrar señales de una posible arma, dos sujetos observaban la escena con recelo desde la puerta, prediciendo que al igual que los anteriores casos, una persona común sería incapaz de sentir la presencia que se encontraba en el lugar. La evidencia estaba más allá de la percepción de aquellos individuos.
- ¡Maldición! Volvió a suceder… - profirió en susurro uno de los jóvenes apretando los puños - Es el cuarto.
El cuarto miembro del concilio asesinado en dos semanas. La situación se hacía cada vez más inquietante, todos eran miembros respetados y muy poderosos. Quien hubiese cometido semejantes crímenes debía ser un individuo sumamente fuerte y con grandes habilidades, había logrado traspasar las barreras mágicas de seguridad sin problema y nunca dejaba rastro de su presencia en el lugar.
- Sucedió de la misma forma, no hay indicios de algún intento por defenderse y toda la habitación quedó impregnada de una intensa energía. - dijo su compañero intranquilo, desde que había sido avisado del homicidio, tenía el presentimiento de que esa noche las cosas serían diferentes. Al instante sintió un leve escalofrío lo que lo hizo girar para quedar completamente fuera de la habitación mirando intensamente el pasillo en silencio durante unos instantes - Pero esta vez algo ha cambiado.
- ¿De qué estás hablando Eriol? - preguntó el otro volviéndose hacia el pasillo.
- ¿No lo sientes Syaoran?
El nombrado se concentró en el lugar al cual se dirigía la mirada de su amigo y al momento sus ojos se abrieron con sorpresa - … un rastro de energía.
- Es extraño, siempre había sido muy cuidadoso para esconder su presencia. Pero hay algo raro… esta energía es muy diferente a la de la habitación "y por alguna razón me resulta muy familiar".
- Eso no es importante ahora. - sacando su tablero, siguiendo la dirección de la energía - ¿Vienes?
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El frío helado entraba por una de las ventanas de la enorme mansión ubicada a las afueras de la ciudad de Hong Kong. En la habitación, una joven de cabello castaño se revolvía en la cama intentando aguantar el dolor de su reciente herida. Había salido del lugar contorsionándose del dolor, no supo de dónde sacó las fuerzas para llegar hasta allí. Ya había sucedido en las oportunidades anteriores, siempre lo mismo, pero hasta ese día no había recibido ni un rasguño.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó una chica de cabellos oscuros que entraba por la puerta con un recipiente con agua y un paño.
- No muy… bien - respondió la castaña sujetándose en un costado. Nunca pensó que el dolor pudiera ser tan insoportable - Ninguno de mis hechizos logra aliviarme.
- Déjame ver – dijo acercándose y colocando el recipiente en la mesa de noche. Quitó los vendajes y tomó el paño sumergiéndolo en el agua para limpiar la herida - Oh, Sakura, esto no se ve nada bien. ¿No crees que deberíamos llamar a…?
- ¡No! ¡Auch! No puedo volver a involucrarlos Tomoyo, lo mejor es dejarlos fuera de esto.
- Pero… - pero antes de seguir el timbre resonó en toda la casa – ¿Quién será a estas horas? Iré a abrir la puerta, volveré en seguida, mientras, ponte el paño en la herida.
La joven salió de la habitación y bajó las largas escaleras con elegancia. Desde su llegada habían decidido mantener una servidumbre solo medio día. Con las constantes visitas nocturnas que hacía Sakura a aquellos hombres, no era prudente mantener durante la noche personas que pudieran comenzar a sospechar, siempre podían ocurrir situaciones como la que ese día se había presentado.
Recordaba claramente el inicio de todo aquello. Por fin, después largo tiempo entrenándose, Sakura fue capaz de controlar sus poderes logrando revivir aquel terrible momento en su mente. Si tan solo hubieran sido más cuidadosas y precavidas… aquello no hubiera ocurrido. Y ahora, ahí estaban, en una gran mansión lejos de sus hogares, intentando cerrar un importante capítulo en sus vidas.
Sus pisadas resonaron hasta encontrarse frente a la puerta. Posó su mano en el picaporte girándolo poco a poco hasta lograr abrir un poco la puerta, solo un poco, antes de darse cuenta. Con lo preocupada que estaba por su prima no se percató en el momento y al parecer ella tampoco, para llegar a aquel lugar se debía llamar desde el portón que recorría la extensión del terreno, siendo este hechizado por la joven castaña en caso de que alguien quisiera entrar sin ser identificado. Eso solo podía significar una cosa, las visitas debían ser… interesantes, después de todo, habiendo llegado hasta allí "¿Por qué tocarían para entrar?" pensó abriendo el paso por completo.
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Algo le debía haber salido mal, su rastro, aunque débil, había sido fácil de seguir. Condujeron por casi una hora llegando a las afueras de la ciudad. Se detuvieron frente al portón que cerraba el paso hacia una enorme mansión rodeada por un frondoso bosque y enormes rejas de metal.
- Hay que admitir que tiene buen gusto - dijo Eriol Hiraguizawa con gracia saliendo del automóvil.
- Deja de decir tonterías - siguiéndolo de cerca - Entremos de una vez.
- Espera Syaoran, no seas impaciente, deberíamos… - pero antes de que pudiera continuar, su amigo se encontraba en el suelo a varios metros del gran portón. Giró su rostro sorprendido, la magia desprendida de aquel hechizo la conocía muy bien, y eso se debía a que él mismo lo había creado en su vida pasada. Una mirada misteriosa surcó sus ojos, eso solo podía significar una cosa… - Deja de intentar con tus hechizos, usa tu espada.
- ¿Por qué…? - iba a preguntar el chico, quien tras su infructuoso intento por irrumpir en la mansión, hizo uso de numerosos hechizos que no daban ningún resultado.
- Solo usa tu espada - lo interrumpió el otro joven.
Syaoran lo miró con curiosidad ¿Así de fuerte era ese hechizo que había necesidad de usarla? Llevó su mano derecha hacia su espalda e inmediatamente de la nada, apareció una majestuosa espada. Se puso en posición de ataque, concentró su magia en ella y con un rápido movimiento hizo un corte en el aire. En ese instante desapareció el arma y su empleador se adelantó nuevamente hacia el portón, logrando esta vez, pasar sin inconvenientes.
- Por fin podré conocerte en persona… resultaste ser muy escurridiza - susurró para sí mismo con una sonrisa intrigante siguiendo a su amigo.
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No podía creer lo descuidada que había sido. Al comenzar su misión nunca pensó que todos ellos acabarían muertos, no estaba dentro de lo planeado. Aún después del tercero siguió, y a pesar de su experiencia con los tres anteriores, no pudo evitar bajar la guardia con lo dicho por aquel sujeto: "¡Tú! Tu eres… ¡Nos equivocamos! ¡Esa noche debiste ser tú!" Después de esas palabras volvió a suceder, pero estaba demasiado perdida en sus pensamientos como para darse cuenta y al final terminó herida. No lograba ni siquiera aliviar su propio dolor, lamentablemente solo había logrado aprender hechizos básicos de curación.
Nuevamente el dolor regreso, pero esta vez mucho más intenso. Al voltearse hacia la mesa de noche notó algo extraño, una carta. Se contorsionó del dolor pero se obligó a mirarla, ella las tenía todas guardadas en el libro, a excepción de…
- ¿Escudo? - la tomó rápidamente, no podía ser posible, se suponía que debería estar protegiendo la mansión ¿Cómo no se había dado cuenta al momento de escucharlo? Intentando hacer aún lado su malestar, se concentró cerrando sus ojos. Inmediatamente los abrió de nuevo, aterrada. - Dos presencias mágicas muy poderosas… ¡Tomoyo! - se levantó apresuradamente de la cama ahogando un grito de dolor. Se sujetó un costado y salió de la habitación apresuradamente en dirección a la puerta principal.
- ¡Tomoyo! ¡Tomoyo! ¡No…! - pero al llegar a las escaleras divisando la entrada, supo que ya era demasiado tarde.
Cruzó presuroso el camino que los separaba de la gran entrada. Syaoran Li se encontraba nervioso y ansioso, esperaba poder terminar el caso en ese momento. La noche que se encontró el primer cuerpo, a pesar de las extrañas circunstancias, se encargó una investigación sin mucha prisa en la que participaban tanto magos como mortales. Ni bien había culminado la misma cuando encontraron a la segunda víctima. Presentaba los mismos patrones del primero y ambos pertenecían al concilio como miembros del consejo supremo, no podía ser una coincidencia. Eran los cuerpos de dos magos muy poderosos e intocables, o por lo menos eso pensaban hasta ahora. No había duda, estaban asesinando a los cabecillas, y lo que más le preocupaba es que el líder y miembro más importante, era su madre. Como su único hijo varón, heredero del Clan Li y futuro dirigente del Concilio, era su deber ponerle fin al asunto.
Nunca había sido vanidoso, pero además, estaba consciente que era el único con los recursos suficientes para intentar encontrar al asesino. Sí, intentar. Por lo que había arrojado la investigación, se encontraban frente a un experto, un fantasma que no dejaba huella, no lograron encontrar la forma cómo entraba ni cómo salía. Y ese era el detalle más extraño en esta ocasión, después de esconder tan efectivamente su rastro ¿Cómo es que esta vez había sido tan descuidado? No podía ser tan fácil, ¿Y si era una trampa?
Miró de reojo a su compañero. Eriol se encontraba un poco atrás, caminando a paso relajado y ligero, típico de él, incluso en momentos como esos. Había sido su mentor desde los 11 años. A pesar de tener la misma edad, este poseía la sabiduría de un respetado caballero, del gran Mago Clow. Por supuerto, esto no le impedía jugar tretas como un niño, aunque de una forma muy particular que solo podía esperarse de la experiencia que le brindaba ser la reencarnación de tal personaje. Había aprendido a inquietarse con aquellas sonrisas enigmáticas características del sujeto, como diciendo: "Se algo que tú no". La mayoría de las veces no traían nada bueno.
Tenían más opiniones contrarias que parecidas, pero esto no impidió que con el tiempo logrará ganarse su confianza y se convirtiera en su mejor amigo. Supo que en el momento en el que le pidiera ayuda, este no se negaría, aunque no pudo evitar un escalofrío cuando le respondió: "Estaba esperando que me lo pidieras", seguida por una de sus conocidos y peligrosas sonrisas.
Una vez frente a la puerta, Syaoran se puso en posición para derribarla y entrar sorpresivamente con un hechizo sin dejar oportunidad de actuar a quien fuera que estuviera dentro la enorme mansión. Pero antes de lograr poner en marcha su plan, Eriol palmeó su hombro desviando su atención.
- ¿Por qué mejor no tocamos? - y antes de que pudiera responder, su amigo se encontraba pulsando el timbre.
- ¡Eriol! ¿Qué rayos haces? ¡Ya sabrán que estamos aquí! ¡Tenemos que prepararnos, en cualquier momento nos atac…!
- Alguien viene… y no posee magia - le interrumpió su interlocutor. Se quedó en silencio concentrando su mirada en la puerta que lo separaba del individuo que acaba de posarse frente a ella. Sus pasos firmes y a la vez delicados y ligeros, y un exquisito aroma que traspasaba el enorme trozo de madera, eran muestra de una persona de una grácil elegancia, y en su opinión, sensualidad, que solo podían ser encontradas en… - Una mujer… - dijo mientras la puerta era abierta, al principio con duda, luego con total seguridad - … y una muy hermosa.
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Terminó de abrir la puerta y se encontró con dos hombres de porte atractivo.
- Gracias - contestó con una sonrisa refiriéndose al halago hecho por el joven que tenía a su derecha. Le calculaba unos 19 años y con la postura de un caballero inglés. Poseía una cabellera negra con algunos reflejos azules y ojos de un profundo índigo. En ese momento su rostro era surcado por una sonrisa enigmática, sonrisa que podría hacer que cualquier mujer callera rendida a sus pies.
A su izquierda tenía a su compañero. Podía deducir que era originario de ese país pero aún así no dejaba de ser sumamente encantador para las féminas, con sus cabellos castaños oscuros y ojos de un atrayente color ámbar. Debía tener la misma edad que su amigo, pero era mucho más serio y reservado. Se notaba en la expresión con la que la miraba: el ceño fruncido, rostro tenso, mirada fría. Estaba segura que se encontraban ahí por los asesinatos… y por Sakura.
- Díganme, ¿En qué les puedo ayudar? - les preguntó amablemente.
- Buenas noches señorita, disculpe que la molestemos, mi nombre es… - se adelantó el ojiazul antes de que el castaño se precipitara, pero antes de culminar fue interrumpido por unos gritos provenientes del tope de las escaleras.
- ¡Tomoyo! ¡Tomoyo! ¡No…! - pero se calló bruscamente al ver los intrusos en el umbral de la puerta.
- ¡Es ella! - exclamó Syaoran al reconocer la energía de la chica. Corrió hacia adentro de la mansión, invocando en el trayecto su espada. Eriol se quedó inmóvil observando la escena y Tomoyo se había hecho a un lado llevándose ambas manos hacia su rostro en señal de preocupación.
Antes de que el ambarino pudiera realizar algún ataque, Sakura invocó, sin su báculo, una carta. Esto requería un uso mayor de energía y en sus condiciones no era muy recomendable, pero ya no había tiempo, la habían descubierto, aunque realmente no hubiera hecho nada.
- ¡Viento! - y con esta palabra una fuerte ráfaga golpeó al castaño haciéndolo retroceder, pero el ataque se detuvo en un instante. Levantó su rostro y vio como la joven se abrazaba a sí misma por los costados, conteniendo un gemido de dolor. Se tambaleó intentando mantener el equilibrio, su rostro se contrajo en una mueca hasta perder el conocimiento.
Todo sucedió muy rápido. Se escuchó un grito ahogado, Eriol se preparó para realizar un hechizo, pero Syaoran se adelantó hacia la joven con ágiles movimientos, tomándola en brazos, impidiendo que se precipitara contra el suelo. Al sentirse seguro de tenerla bien sujeta giró su rostro para verla directamente. Mientras uno pasos se acercaban apresuradamente hacia ellos, no pudo evitar quedarse embelesado por unos momentos, y es que esa mujer…
"Es… hermosa".
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Hasta aquí he llegado. Si no entienden nada (mi hermana me dijo que no entendió xD) es básicamente la idea. Más que nada pongo esto para ver algunas opiniones, pocas, muchas, las que sean, lo que me importa es el contenido xD. Solo me queda decir de antemano, gracias a los que se hayan tomado un tiempito para esto.
C-ya
