El despertador suena, avisando las 7:00 am en punto, al instante se extiende una pequeña y frágil mano de tés blanca intentado oprimir el botón de apagado.
-Huum, aquí vamos de nuevo – Refunfuñando debajo de las sabanas comienza a asomarse la suave cabellera de rubio cobrizo, aún con los ojos cerrados y el cuerpo adormitado, la chica intenta incorporarse después de una noche de descanso.
Hitomi Kanzaki, ahora con 19 años se prepara para irse a la escuela. Ella es una estudiante del tercer semestre de la licenciatura en educación en la Universidad Nacional de Yokohama, al noroeste de Kamakura. Vive en un departamento junto con Yukari y otras 3 chicas. Los fines de semana ella regresa a Kamakura para visitar a su familia, aprovechando así la oportunidad para recorrer la pista de atletismo en busca de una mínima conexión con Gaea. Hace 4 años cuando termino la Guerra contra Zaibach, Van cumplió la promesa de enviar a Hitomi a su hogar; y en aquél entonces, ella nunca imagino lo mucho que extrañaría estar al lado de ese chico.
-Cada día me resulta más difícil recordarte, parece una lucha contra mi mente para evitar borrarte de mí, aun cuando yo no quiero que estas memorias se esfumen, vivo aferrada porque tú, Van, me haces ser fuerte- Piensa en voz baja mientras se prepara un pequeño desayuno.
-Siempre me pregunto qué harás, las tantas ocupaciones que ahora probablemente tienes como Rey, te deben dejar sin espacio libre para recordarme…cierto?- Lo menciona frente al espejo, mientras cepilla su cabello el cual ahora lo mantiene bastante largo, a la altura de sus hombros, cargando un corte moderno, pero realmente bastante sencillo a la hora de peinar. Termina por colocarse su reloj digital, el cual fue regalo de sus padres en su último cumpleaños, y en su brazo derecho carga un brazalete, grabado en ella "Kanzaki", obsequio de Amano por haber aprobado el examen universitario.
-Hitomi llegaremos tarde si no te apuras- Una voz exasperante se escucha desde fuera del departamento, es Yukari quien comienza a desesperar. –Listo, solo guardaba los trabajos que debemos entregar, además aún queda tiempo, podemos tomar el tren de las 8:15 en la estación de Kanagawa- Contesta sonrientemente la chica que ha sido desde siempre amiga de Yukari.
Al bajar del tren:
-Estuviste bastante callada durante el viaje, existe algo que te incomoda Hitomi?- Pregunta Yukari extrañada por la seriedad del rostro de su acompañante.
- Eh? Perdón Yukari, no es mi intención preocuparte, no es nada importante, mejor cuéntame, como han ido las cosas entre Amano y tú, ¿ya estableció fecha de regreso?- Hitomi cuestiona a su amiga, colocando un ambiente tensionado entre las dos, sin intención de herirla, toco un tema difícil de hablar para Yukari.
-Él…no me ha comentado nada al respecto, durante las vacaciones de primavera, cuando nos vimos por unos pocos días, él me explico lo difícil que están los estudios, este semestre no ha sido muy agradable para él, cada vez le exigen más trabajos, y con el atletismo, prácticamente todo su tiempo se ve destinado para eso. Cuando podemos hablamos por teléfono y nos escribimos mensajes al móvil, bueno, prácticamente todos los días, pero aun así no dejo de extrañarle. Estuve pensando anoche, y tengo la enorme intención de ir a visitarlo en las próximas vacaciones de otoño, pero…- Haciendo una breve pausa, Yukari empuña sus manos y cierra sus ojos, dejando caer una ligera gota de ellos.
-¿Pero qué?, porque no hacerlo Yukari, probablemente el viaje sea costoso, pero aun podemos trabajar en verano, yo puedo ayudarte para que vayas a verlo, ahorramos gastos extras, ya verás lo lograremos…- Es interrumpida por la mirada triste y fija de su amiga, la cual intenta contener el llanto.
-Es que, tengo miedo de que Amano, ya no sienta lo mismo por mí, que en sus pensamientos yo no tenga espacio, por tantas ocupaciones, que yo solo sea un problema para él, o peor aún, que encuentre a alguien que ocupe mi lugar, tengo miedo Hitomi, de desaparecer de sus recuerdos y de su vida, que tal que al llegar ahí, todo sea en vano, y yo sola, en un lugar que no conozco, ¿Qué haría?- Explico con frustración, a lo que Hitomi no supo que responder. Usualmente siempre ha tenido comentarios y consejos que darle a las personas, en especial a su mejor amiga, sin embargo en esta ocasión, las palabras no brotaron de sus labios. Lo único que pudo hacer en ese momento fue abrazarla y decirle que todo estaría bien, cuando por dentro ella misma sabía que todo era incierto. Como podría dar palabras de aliento o aconsejarle sabiamente, si parecía ser que Yukari hubiera escuchado los temores de Hitomi, convirtiéndolos en propios.
Horas más tarde, al término de las clases, la chica de cuerpo delgado, con definición atleta, se encuentra calentando para su práctica en el club de atletismo. Una voz grave, da instrucciones a las orillas de la pista. Es el entrenador del club, un hombre sumamente conservado para los 45 años de edad que tiene. De complexión atlética, cabello negro y piel algo bronceada, su atención se enfoca en Hitomi en esos instantes.
-Kanzaki, pronto serán las nacionales, así que debes prepararte si deseas estar entre las 5 primeras enlistadas. Da lo mejor de ti.- Menciona el entrenador mientras prepara su cronómetro para medir el tiempo de Hitomi.
-Si! yo lo lograre- Asiente con la cabeza mientras coloca sus pies sobre los tacos de salida. Suena un silbato, y Hitomi corre aun con mayor velocidad en comparación con el día que viajo por primera vez a Gaea. Con la única intención de romper sus últimos records, visualiza la meta y llega presurosamente, al tiempo que voltea a ver a su entrenador para conocer el resultado él cual levantando el dedo pulgar, le corrobora lo anhelado. – Excelente Kanzaki, mantén este tiempo hasta las nacionales y seguro estarás en la lista-
-Gracias entrenador, seguire practicando aun en las vacaciones de verano, espero verlo por aquí para tener su apoyo, y sobre todo para que me diga acerca de mis errores.- Conversa Hitomi mientras se seca el sudor con una suave franela. –Obviamente, ambos daremos nuestro mayor esfuerzo, todos confiamos en tus aptitudes.- Le anima el entrenador mientras cierra su carpeta de anotaciones.
-Hitomi! Que bien lo hiciste.- Exclama Yukari emocionada por la velocidad de su amiga.
-Me siento muy bien cuando corro, pareciera que todas mis preocupaciones y mis problemas se esfumaran, dejándolos sobre la pista, deberías de intentarlo tú también Yukari.-
-Es broma ¿verdad?, tú sabes que a diferencia de Amano y de ti, yo no nací para el atletismo, mis piernas son torpes cuando camino, no quiero pensar que pasaría en una competencia.- Frunciendo el ceño le responde, así entre broma y carcajada, juntas se encaminan hacia la estación del tren.
Ya caída la noche, Hitomi se prepara para irse a la cama, después de haberse colocado su pijama, se acerca hacia la ventana de su habitación, mirando hacia la luna, ella se pregunta dónde y que estará haciendo aquel chico testarudo, audaz y amable, Rey de Fanelia, Van Slanzar de Fanel, al cual aun le conserva fuertes sentimientos. Repetidas veces escuchaba las palabras de Yukari, aceptando que ella también siente un temor inexplicable porque su amado Van le hubiese olvidado o peor aún que alguien haya usurpado el lugar en su corazón.
-Un momento, por que sentirme así, no hay motivo puesto que él y yo nunca fuimos nada…más que compañeros de viaje- Cabizbaja y confundida, susurra palabras al viento, sin embargo a pesar de no haber compartido más tiempo con él, a pesar de solo haber sido su acompañante, la chica de ojos color esmeralda, secretamente siempre le ha visto al Rey de Fanelia, como algo más.
-Es hora de dormir, dejare para mañana lo melodramático, buenas noches Van, espero poder ocupar un pequeño espacio en tus sueños- Pensativa se dispone a cerrar su ventana cuando de pronto una pluma brillante y blanca como luz de luna, cae rosando los delicados y alargados dedos de la ahora sorprendida chica. Acto seguido decide asomarse, oprimiendo la pluma, busca frenéticamente indicios de su ser alado.
–Que broma tan pesada de la vida, mira que caerme una pluma cuando justamente pienso en ti, eso sí es malévolo- Sonriendo sarcásticamente mira su mano empuñada para solo encontrar restos brillantes de lo que segundos atrás fuese motivo de risa, perpleja la chica cae de rodillas al suelo y una tras otra aquellas lagrimas que tanto tiempo habían estado guardadas, comenzaron a brotar.
En aquel preciso momento, en otro mundo alterno a la tierra, un rey de cabello tan obscuro como la noche, y mirada sombría, observando el cielo con cierta nostalgia, extendía sus hermosas alas para salir a volar unos minutos, con el pecho desnudo y sobre él, un colgante rosa en forma de péndulo, intentaba fallidamente, hacer contacto con aquella chica proveniente de ese planeta brillante, al que todos llaman la Luna fantasma.
-Hitomi, ¿por que no puedo ir por ti? mis esfuerzos se vienen abajo, al hacer preguntas que no encuentran respuestas, hago paso por paso, lo que justamente tú me enseñaste, visualizo el objetivo, pero no puedo abrir el portal entre nuestros dos mundos. Desearía poder conversar, hay tantas cosas de las cuales necesito seas participe…acaso ¿me has olvidado?- El joven Rey, no termina de cuestionarse un sinfín de temas, cansado por todas las actividades del día y después de un pequeño paseo por los cielos de Fanelia, se recuesta sobre el tejado de su habitación. Una pequeña chica-gato se acerca y limpia la triste lágrima que su amo ha dejado salir.
-Amo Van, tenga fe, ella vendrá antes de lo que usted imagina, de eso estoy segura, ella deberá venir y así enterarse de lo que está sucediendo, si no usted jamás podrá ser feliz-La fiel amiga y acompañante del Rey se inclina para lograr colocarse por debajo de su brazo. –Ella lograra escucharlo, amo Van…-
