Bueno… esta es mi primera historia… así que no esperen mucha calidad, tenía mucho con esta idea en mente, y ahora que estoy un poco libre y me siento inspirado la voy a escribir… a ver que sale.

Kami Nomi Zo Shiru Sekai ni ninguno de los personajes me pertenece, esta obra es por y para fans, sin ánimo de lucro

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Una joven pelirroja había despertado como cualquier día de su vida, estaba en preparatoria y su vida no podía ser más normal… sin contar el hecho de que todos la conocían en su escuela, pero no por su propio merito, la conocían por su padre.

Bajo a desayunar para encontrar a su madre en la cocina, pero no la veía, lo raro fue no encontrar a su padre en la mesa, eso era raro, por lo que decidió preguntar.

-Mamá, ¿Dónde está papa?- pregunto lo más calmada posible, su madre era demasiado sensible cuando se trataba de su padre, algo relacionado con cuando tenían su edad, nunca se molestó en preguntar, esas cosas no le importaban, sabía que sus padres se amaban por más que ambos dijeran no entenderse.

-No lo sé… si no está aquí tal vez este con su otra familia…- el tono de su madre era claramente el de molestia, algo había pasado, eso era más obvio que el hecho de que el cielo es azul.

-Entonces… ¿está en su estudio?-

-Lo más seguro… llámalo y dile que venga a desayunar, que yo tengo que atender la cafetería y si no lo sacamos de ahí rápido, se va a morir de hambre- su tono había cambiado, ahora sonaba resignada, como si la costumbre hubiera superado a su molestia, era lo mismo de toda la vida, llevaban 18 años casados, la habían tenido un año después de casarse, y ella no sabía cómo había pasado, era imposible considerando la actitud de su padre.

Se levantó y subió las escaleras hacia el estudio de su padre, la puerta negra que separaba a su familia, la había tratado de derribar de pequeña, pero siempre que lo intentaba su padre abría la puerta en el último segundo, la miraba con una sonrisa, y eso era suficiente para la niña, y seguía pasando, por eso le pareció raro que cuando se acercó a la puerta esta no se abriera, estaba cerrada y de detrás de la puerta se sentía un olor raro… olía a quemado…

-MAMA! El estudio de papa huele a quemado!- Se sentía desesperada, era raro, nunca antes había pasado algo así, escucho los pasos apresurados de su madre y cuando la miro sintió miedo, su madre nunca había puesto esa mirada, estaba claramente desesperada, sus ojos marrones habían perdido el brillo de siempre, sintió ganas de llorar, hasta que escucharon ruido del otro lado de la puerta, alguien estaba tosiendo.

No lo pensaron dos veces y trataron de abrirla, su madre la golpeo hasta que venció el cerrojo y la puerta se abrió, y lo que miraron las hizo sentir mejor, pero a la vez las hizo enfadar, su padre estaba tirado en el suelo, había humo en el cuarto, pero 24 pantallas y 24 consolas estaban encendidas, su padre había activado su "modo dios de las conquistas", y alguno de sus juegos había explotado, obligándolo a tratar de evitar que algo le pasara a la casa, se había acercado para apagar el fuego, pero el humo lo había hecho retirarse, el fuego ya había pasado, pero a costa de su ropa, él estaba lleno de ceniza, tosiendo, pero a su madre pareció no importarle que estuviera jugando galges, simplemente corrió hacia el con lágrimas en los ojos.

-Tonto, ¿por qué no saliste antes del cuarto?, que habríamos hecho si algo te hubiera pasado- le partió el corazón la escena, su madre estaba llorando.

-Tenia *cof* que *cof* guardar la partida…- lo había hecho, la había cagado, todo el sufrimiento de su madre se convirtió en ira.

-¿Por qué no te matas? Katsuragi Keima-san…- Su voz denotaba odio, y para su padre esa frase representaba mucho, le había sonreído a su madre, y lo que vino después era algo que ella no sabía que fuera a afectarla tanto.

-La primera vez que me dijiste eso terminamos tomando te durante horas- esa sonrisa que había puesto, las mataba a las dos, Katsuragi Ayumi y su madre quedaban rendidas ante esa rara, muy rara sonrisa.

Después de lo que había pasado, su familia regreso a la normalidad, Ayumi y su padre comían su desayuno mientras Katsuragi Chihiro los miraba desde la cocina, con la cara recargada en las manos, la situación era común para ellos, pero nunca nadie había entendido como es que precisamente la chica que más lo insultaba termino casada con él, ni siquiera ella lo entendía, pero entendía meno su existencia, su padre parecía tan serio y distante que era una locura imaginar que habían tenido relaciones, y si lo habían hecho, que aun las tuvieran, la duda la llevo a preguntar…

-Mamá, ¿cómo es que convenciste a Papá de que se acostara contigo?- la inocencia adornaba la pregunta, pero la respuesta de su madre le hizo cambiar su imagen de su padre

-Nunca tuve la necesidad de convencerlo, Keima puede ser un friki, pero nunca ha dejado de ser un hombre- lo había dicho con una sonrisa, y cuando lo miro a el su mundo se vino abajo, su padre estaba sonriendo, y estaba claramente sonrojado, no lo soporto más, termino su desayuno lo más rápido que pudo y salió corriendo a la escuela, su madre empezó a reír.

-me recuerda tanto a Ayumi, siempre sale corriendo- Ante la mención de su compañera de clases, Keima agacho su cabeza, Chihiro sabia porque, aun se sentía culpable por todo lo que había hecho, conquistar a chicas que no lo recordaban, y las que lo hacían seguían molestándolo, pero una se había distanciado de ellos, a ella le dolía, pero lo entendía, Takahara Ayumi seguía enamorada de Keima, igual que las otras huéspedes de las Diosas, pero ella había ganado, la "chica normal" había ganado el amor incondicional de Dios.

Se acercó a su esposo y lo abrazo por la espalda, sintió su mano tocar las suyas, era muy poco expresivo, pero con pocas acciones le demostraba lo mucho que la amaba, tanto que ella nunca le reprochaba nada, bueno, casi nada, había una cosa que aún no entendía.

-Keima, ¿cómo es posible que con lo poco que se vende en la cafetería, sigamos viviendo como si nada, aun con todos los juegos que compras?- había verdadera duda en su pregunta, pero el solo se limitó a sonreír y contestar.

-Me pagan por jugar galges, hemos vivido casi 20 años del dinero que gano por crear guías y jugar videojuegos- estaba totalmente sorprendida, era la cosa más estúpida que le había dicho jamás, pero ahora entendía el sin fin de horas que pasaba jugando.

-entonces quieres decir que ganas dinero haciendo lo que te gusta, ¿debe de ser genial para ti, no?-

-era genial cuando era joven, hace años que le perdí el gusto a los galges- se levantó y fue a su cuarto, seguramente a dormir, dejándola con la boca abierta, Katsuragi Keima le había perdido el gusto a las chicas 2D, y ella no lo entendía, habían sido su vida durante tanto tiempo, y ahora era diferente, jugaba galges porque era la mejor forma de ganar dinero.

Chihiro fue detrás de Keima, pensando completamente diferente de él, ese día había sido un día de cambios en la casa de la familia Katsuragi.

Y ahí estaba de nuevo, ese ruido que no la dejaba en paz, el anciano Kodama vociferaba cosas como que nunca había esperado pasar por los mismo dos veces, ella había aprendido a ignorarlo, ya había tenido suficiente de que le arruinaran los ratos en los que podía estar así.

-Katsuragi Ayumi! Guarda tu juego en este instante, ya tuve suficiente con tu padre como para que ahora tenga que aguantarte a ti!- chupo los dientes, odiaba que la compararan con su padre, si bien ambos se la pasaban jugando en clase, ella no vivía en el mundo 2D, tenía una vida como cualquier otra chica, pero nunca la dejaban jugar en clase, no lo entendía.

-Dejare de jugar cuando su clase se vuelva interesante- seguía jugando, y Kodama seguía gritando, era una alumna de excelencia, se merecía que la dejaran jugar, ella era la Diosa de los juegos Otome, había conquistado a miles de chicos, una clase de inglés no podía ser más interesante que la conquista que tenía enfrente, ajusto sus lentes y siguiendo la trama de su juego, una frase salió de sus labios.

-Ya puedo ver el final…-

Y así como el color de cabello de su abuela, había algo que Katsuragi Ayumi había heredado de su padre, para ella era natural conquistar a los chicos de los videojuegos, y de su madre había heredado la normalidad como chica, era en todo caso, el resultado del destino, y de varias horas de tomar té, que terminaron en un cuarto, por obra de su abuela Mari que había puesto algo diferente en él te de sus padres aquel día en que su madre lo había invitado a tomar té.

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Bueno, eso fue todo, espero sus rewievs, tal vez con un poco de ánimo e inspiración convierta este one show en una historia de la hija que muchos esperaban pero que nadie miro xD

Hasta otra y gracias por leer!