Dejo los lineamientos de siempre.

Aclaraciones:

Narración.

— Diálogo —

"Pensamientos".

Advertencias:

Posible OoC en los personajes.

Situaciones sexuales implícitas o explícitas.

Lenguaje inapropiado o soez.

Género: Romance | Humor.

Clasificación: T.

Disclaimer: la serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto.

Nota de Autor:

Si hay algún comentario o disconformidad, ya saben, pueden dejarla ahí abajo en la cajita de comentarios. Recuerden siempre dirigirse a los escritores con respeto, yo les responderé en la medida de lo posible. Los comentarios son siempre bien recibidos, y les estoy enteramente agradecida por tomar unos minutos de su tiempo para leer mis historias y de paso, comentarlas. Mil gracias. Es en parte por ustedes que yo sigo al pie del cañón, además de ser uno de mis pasatiempos favoritos.


IS NOT AN ORDINARY LOVE.

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«Los hombres son como los vinos: la edad agria a los malos y mejora los buenos»

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Marco Tulio Cicerón.

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Capítulo 1.


Una pequeña partícula blanca se precipitó desde el cielo, minúscula y con forma simétrica. A esa partícula se le adjuntaron muchas más.

¿Sabían que la nieve es un fenómeno meteorológico que consiste en la precipitación de pequeños cristales de hielo, y que estos cristales adoptan formas geométricas con características fractales y se agrupan en copos?

No, probablemente no. Ella era una empollona que vivía entre libros. Eso fue lo primero que dijo al entrar a la universidad en su clase de química, y nada tenía que ver con el tema que trataba el profesor. Entonces todo el mundo supo que era la nerd.

Frunció el ceño. ¿Por qué recordaba eso?, ah sí. Porque miraba la nieve caer.

Observaba con atención los pequeños copos asimétricos precipitarse hacia el suelo aumentando la capa de nieve que ya estaba crecida. El frío calaba los huesos. Agradecía que esa casa tuviera calefacción, ¿Cómo no iba a tenerla?, pertenecía a los Namikaze. Sería el colmo sino.

Soltó un suspiro, miró de reojo la sala y se recordó que estaba rodeada de hombres. ¿Por qué estaba rodeada de hombres? Ah, sí… El clima se volvió loco y aquella nevada débil, se convirtió en una nevada severa que los encerró en esa maldita casa antes de poder ir a algún lugar.

Imposibilitados a salir de la casa y por ende no pisar carreteras, les tocó que quedarse ahí a hacer nada. Los aeropuertos estaban cerrados, sus amigas no llegarían posiblemente hasta dentro de dos días. Se encontró confinada a compartir espacio con seis hombres.

Los cuáles se dedicaban a ver partidos de fútbol en la televisión, a discutir los marcadores o quién favorecía al equipo contrario, con el afán fastidiarse entre ellos. Vaya vacaciones las suyas.

Hizo una mueca aburrida y regresó la mirada hacia la ventana, la nieve comenzó a caer con menos lentitud. De no estar la puerta fuertemente cubierta por esa gruesa capa, seguramente salía a atrapar algunos copos de nieve. Por lo menos sería más divertido que estar escuchando a un grupo de hombres discutir sobre qué jugador derribó al otro.

Se aburría, ya llevaba dos horas así y se encontraba harta. Miró de reojo de nuevo, atisbó la figura de Sasuke. Lucía hastiado, con el mentón apoyado en la palma de la mano. Tan atractivo como siempre…

Se sonrojó instantáneamente.

"Ya deja esos pensamientos estúpidos, fueron los que te metieron en este lío. ¿Qué no aprendes?"

Oh, ahí estaba su consciencia hablándole. Como siempre, diciéndole lo que no tiene que hacer, lo que no debe pensar y donde no debería estar. ¿Le hacía caso? Evidentemente no.

O no se encontraría ahí fastidiada con tanta testosterona. ¡Pero no, ella tenía que perseguir a Sasuke Uchiha! Todo porque no podía quitarse esa maldita obsesión por ese tonto.

¿Cómo es que su consciencia y su razonamiento lo sabían, pero ella seguía de terca?

"Porque eres una idiota, Sakura".

Otra bofetada mental, de ser real tendría las mejillas hinchadas. ¡Tenía que hacerle caso a Ino!

"Deberías ir. A lo mejor la lejanía y el poco estrés te hace el milagro frentona".

Si claro, como no.

Así lograría que Sasuke Uchiha se fijara en ella.

"¿Es que acaso no bastó lo que te dijo la última vez, no fue suficiente humillación?"

Oh, su consciencia sabía bien donde darle. Un golpe certero y justo en el pecho.

Eres solo una mocosa jugando a ser mujer.

Esas habían sido las palabras del Uchiha, aquella noche que el alcohol le dio el suficiente valor para declararle sus sentimientos. ¿Y qué pasó?, le dio un revés.

Un bien plantado y poderoso puñetazo a su autoestima. ¿Por qué demonios lo seguía? ¿Se había vuelto loca, o se quería poco? Ella creía que ambas.

"¡A la mierda! Me volveré lesbiana…"

Ese habría sido solo un pensamiento, un absurdo y estrafalario pensamiento de no haberlo dicho en voz alta.

En cuanto dejó de escuchar las peleas por los marcadores, a Naruto gritando que estaban locos, a Shikamaru diciéndole lo problemático que era discutir deportes con él, a Gaara y Sasuke emitir ruidos extraños y monosílabos. Supo que había hablado en voz alta.

Todo se volvió silencio, un sepulcral y extraño silencio…

Con un rubor en las mejillas volteó hacia la sala, todos estaban mirándola. Naruto tenía los ojos tan abiertos que parecían platos, temía que pronto le saltaran de sus cuencas. Shikamaru casi se ahoga, de no haber escupido la colilla de cigarro que fumaba; estaría azul por la falta de oxígeno. Gaara tenía los ojos levemente amplios de la sorpresa, Sasuke tenía una expresión desencajada que causaba risa, Itachi tenía abierta la boca de asombro. Tenía suerte de que estuviera de helada y no en verano, porque seguro le entraban moscas.

Quiso reírse, de no sentir tanta vergüenza, seguramente estaría corriendo escaleras arriba por su cámara para captar tan hermoso momento y echárselos en cara luego.

Sin embargo, más allá, alejado de todo el jolgorio se encontraba Neji. Sus ojos perlas la miraban de una forma inexplicable, su rostro permanecía inmaculado con esa expresión de seriedad. Aislado de todos, pero pendiente al mismo tiempo.

Su sonrojo se acentuó en sus mejillas, se sintió totalmente expuesta al escrutinio de esos ojos. Intimidada y atrapada por su mirada, de alguna manera no podía apartarla.

— Cerezo… Si necesitas de un hombre solo dímelo, pero no digas bobadas. — habló Itachi, recuperado de su shock.

Obligada por el comentario, desvió la mirada hacia el Uchiha mayor y frunció el ceño. ¿Es que acaso tenía letrero de necesitada o qué?

— O Naruto que está más que dispuesto — sugirió Gaara.

El ceño de la Haruno se pronunció aún más, ¿pero que se creían esos idiotas?

— Yo no necesito a nadie, fue solo un decir.

Se defendió, inútilmente, sin embargo, su voz molesta era bastante convincente.

— Entonces, ¿por qué lo dijiste? — preguntó Naruto, mientras se rascaba la mejilla desconcertado.

Sakura quiso darse con la palma de la mano en la frente.

"¿Ves lo que te pasa por estar con un montón de hombres? No, esto es el maldito encierro".

Maldita tormenta que no la dejaba salir.

Maldita la hora en que decidió ir.

Y maldita ella por no engraparse la boca para mantener callados sus pensamientos. Debería tener un cofre donde pudiera guardarlos bajo llave, así no pasaría tantas vergüenzas por su bocota.

Sus mejillas enrojecieron a punto de ebullición. ¿Por qué? ¿Por qué Dios la ponía en esas situaciones en las que su mente se iba de vacaciones? ¿Es que acaso había sido tan mala en su vida anterior que ahora se la cobraba? ¡¿A quién mató?!

¡Maldito encierro, la volvería loca!

"Noooo, si loca ya estás".

Plisó el entrecejo, molesta, maldita fuera su consciencia. La cual le encantaría perder en esos momentos de vergüenza. Y su ser irónico brillaba por su ausencia, si es que alguna vez lo tuvo…

— Sakura-chan.

Naruto era insistente, pero en lugar de mirar a su amigo rubio observó al pelinegro que tenía a la par. Por alguna extrañar razón, se sintió irritada.

— Agh, eso no es de tu incumbencia, Naruto — profirió enojada.

De un salto bajó del alfeizar de la ventana donde estaba acomodada y con todo el paso digno que podía tener se retiró de la sala. Al referirse a paso digno, se insinuaba a pisar con fuerza y agitar los brazos con puños cerrados, manifestando o más bien, camuflando su embarazoso episodio fingiendo un enfado.

— ¡Este encierro me volverá loca! — gritó.

Y todos supieron que nada estaba alejado de la realidad. Sakura pronto enloquecería, pero no precisamente por el encierro.