My little Rose

Un frío viento matutino hacía balancear los árboles del centro de la ciudad de Londres atormentadamente. Las calles, hasta ahora desiertas, se empezaron a llenar de un cúmulo de gente apresurada con sus quehaceres, y los niños disfrutaban de su inocente diversión acompañados de sus padres por el parque.

-Cariño, te dije que Mickey hoy no vendría...Y conociendo a su abuela, dudo que quiera venir un frío sábado por la mañana.-afirmó una mujer rubia acompañada de su hija.

-Sé que vendrá. ¡Ayer me lo prometió!-respondía la niña ante tal afirmación.

La mujer, demasiado arreglada y maquillada para salir solamente con su hija por el parque, hizo una mueca de desaprobación y esperó sentada en un viejo banco junto a su hija. De pronto, un hombre de unos treinta años apareció en el paisaje, acompañado de su hija, que parecía más pequeña que Rose. Ella bufó, mientras veía como su madre se levantaba repentinamente e iba hacia el hombre, seguramente para entablar una conversación o alguna cosa más.

-Rose, quédate aquí quieta, yo enseguida vuelvo.-dijo de espaldas a ella mientras se acercaba al hombre.

Rose volvió a resoplar. Sabía perfectamente que no iba a volver enseguida, así que hizo caso omiso a su madre y se fue corriendo a un columpio cerca suyo.

Empezó a columpiarse poco a poco, debido a su ligereza. Tenía el pelo rubio, recogido en dos graciosas coletas a cada lado, con dos lazos. Iba muy abrigada y llevaba una bufanda más larga que ella. El viento volvió a apropiarse del parque y estornudó en el acto, con la nariz enrojecida.

De pronto, un suave sonido se mezcló entre el sonido del viento contra los árboles.

Se giró y vio que todo se encontraba sumido en calma. Hasta qué, cuando volvió a girarse hacia delante, un hombre se había aposentado en el columpio de al lado, con un rostro sombrío.

Ella se quedó mirándole extrañada.

-Hola.-atisbó a decir el hombre, saludándola con demasiada confianza.

-Hola...-contestó casi en un susurro.

-Dime, ¿Cuántos años tienes Rose?-preguntó sin pudor.

-Dentro de dos semanas haré 9.

-Eso está bien. Muy bien.

El hombre se recolocó la pajarilla roja que llevaba, se pasó la mano por el pelo y sonrió tiernamente a la pequeña.

-Oye...¿Cómo sabes mi nombre? -preguntó algo intimidada.

-Soy...un viejo amigo. -comentó sonriendo tristemente.

El extraño paró de balancearse sobre si mismo, y pasó una mano por encima de su estómago, adoptando una expresión de dolor en su rostro. La niña lo miró con gesto preocupado.

-¿Estas bien?

Él tardó unos segundos en contestar.

-La pequeña Rose Tyler, preocupándose de un extraño desde que tiene uso de razón-le miró intentando no parecer dolorido.-No cambiarás nunca.

Ella le miró aún más extrañada.

-Si quieres puedo llamar a un hospital...Mi madre está ahí.-dijo señalando hacia donde se encontraba su madre, entablando una conversación con un chico que parecía exasperado.

El hombre se rió al verla.

-Ya veo que tu madre tampoco cambiará.-volvió a pasar su mano por el pelo, intentando parecer tranquilo bajo la mirada atenta de la niña.-Estoy bien, muy bien. Sólo que ya es hora de volver a irme, y nunca me han gustado las despedidas.-se levantó del columpio torpemente.-Solamente quería volverte a ver una vez más, al menos con este rostro, mi pequeña Rose.

-¿A dónde vas?-preguntó levantando la mirada hacia al hombre ya derecho, menospreciando el pensamiento sobre las palabras de su madre sobre hablar con desconocidos-Puedo ayudarte a...

Él se sentó de rodillas a ella, la miró con esa mirada triste y joven al mismo tiempo, y Rose sentía que nunca había sido un desconocido para ella.

-Con el paso de los años te darás cuenta de que ya has hecho demasiado por mi.-pronunció con un hilo de voz, mientras le sonreía con melancolía.

Inmediatamente le besó en la mejilla en un gesto de gratitud y añoranza y se giró sobre si mismo, dándole la espalda.

"Lo siento. Lo siento mucho, Rose."

Rose se quedó en el mismo sitio, sin moverse, mientras veía como el extraño hombre se iba yendo en dirección contraria.

De pronto vio por la lejanía a Mickey cogido de la mano de su abuela, sonriendo, mientras el mismo ruido sordo se volvía a entremezclar con el viento.

Cuando volvió a girarse, el misterioso hombre hubo desaparecido, junto con el ruido ensordecedor.


Realmente es una historia que tenía abandonada desde hacía meses, así que pensé que antes de quedarse abandonada entre mis archivos, mejor subirla a fanfiction.

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:3