Pareja: Allena.
Desclaimer: Ningún personaje me pertenece todo es de Katsura Hoshino.
Prólogo
— Lenalee.
Esperaba otra cosa, no sabía qué exactamente, pero una sensación de extrañeza la engulló, cuando se encontró solo con un saludo. Éste no era seco, ni mucho menos se podía nombrar como huraño más sus recuerdos le instaban a pensar que debería haber algo más efusivo y digno de Lavi, quien era su representación de la felicidad y poca vergüenza. Aun así ella sonrió, de la misma forma que hubiera hecho hace seis años – por tanto, sus labios se expandieron un poquito hacia arriba, y no habían dientes sobresaliendo, solo eso - y dijo en respuesta:
— Lavi, gracias por venir a recogerme.
— Nah, hoy trabajaré temprano, venir a recogerte hará que vaya con menos sueño. —Sonrió, en un acto similar al de hace años, solo que ahora éstas ya no eran tan grandes ni centelleantes—. Mi casa ya tiene un cuarto para que te quedes mientras buscas un departamento. Y para que sepas, Yuu también está ahí para saludarte.
Ella se sintió conmovida con ello - Kanda había movido su trasero, por cuenta propia, con la sola razón de saludarla después de años sin contacto-, y en reacción la mueca de su rostro se realzó un poquito más, asimismo en un acto inconsciente se alisó el cabello con su propia mano, intentando inútilmente que no esté tan despeinado.
Lenalee no ha cambiado mucho en este tiempo - siquiera en sentimientos - y temía que lo que una vez conocía sí. El miedo no puede evitar acrecentarse, cuando notó que Lavi ya no la veía como antes – con ese ojo sagaz, que siguió todo movimiento suyo, que delataba que algún día él deseaba cazarla -. Ahora él estaba hablando de cosas banales, mientras su orbe se encontraba fijo en su celular -tal vez leyendo un mensaje-, y la llevaba a su automóvil. Ella en cierto sentido –ese que no venía arraigado con su inseguridad para el cambio-, se sentía feliz de que él haya dejado atrás ese enamoramiento infructífero, ya que nunca quiso corresponderle, y aún con los años no sentía deseo alguno. Entre el torbellino de pensamiento, se asomó "él", y se preguntó si había cambiado, si es que seguía siendo el mismo, si ahora sería algo más simple meterle en la cabeza que ella estaba interesada en algo y si él dejaría atrás la fachada de hombre sin corazón. Aun recordaba lo inaccesible que era, lo difícil de tratar que resultaban ser, lo…
— Hey, Lena, estas soñando despierta. Hemos llegado al auto, y lo siento, pero tú debes subir por cuenta propia — Lavi bromeó, mientras quitaba la alarma de su automóvil.
La china no pudo evitar hacer una mueca, algo tierna, una expresión simplemente de ella - tampoco tomada en cuenta, por cierto- y abrió la puerta de la movilidad. Se sentó en el asiento del acompañante, y siendo cuidadosa abrochó el cinturón de seguridad, y la vez se puso erguida en donde estaba sentada - esa elegancia envidiable que antes poseía, aún estaba presente -. Vio a Lavi sentarse en el asiento de conductor.
— ¿Nos vamos? — él preguntó.
Ella solo movió la cabeza de arriba abajo; accediendo.
-o-
Kanda estaba sentado en la mesa del comedor, aún estaba en pijama y tomaba lentamente una taza de té - lo más seguro té verde -. Tenía suscrito en su rostro un ceño fruncido - como siempre - y cuando dirigió a los que llegaban, se dio cuenta que él aun tenía esos ojos corto-punzantes; solo que también había cambiado. Él ya no era el chico de facciones delicadas que rozaban la belleza femenina, ahora sus rasgos se había endurecido y marcado. Ella estaba más que segura en lo que respecta a la conformidad del japonés en esos sentidos.
Lenalee a su vez constó de un solo vistazo, para saber que le seguía gustando - en todo el sentido de la palabra - tal y como antes. No dijo nada al respecto - al menos no en ese aspecto - pero sí corrió como una niña pequeña y se lanzó a abrazarlo. Sin importarle que él no era un hombre de abrazos, y asimismo dejando de lado el hecho de no ser correspondida. Él se quejó en palabras bajas, poco audibles, que apenas y llegaban a sus oídos.
Con esta añoranza de abrazarlo saciada, decidió que estaba feliz, y que ese día es hermoso.
— ¡Tanto tiempo sin verte! — exclamó, estando a punto de llorar.
Kanda gruñió y con cierta delicadeza - bueno, no, no tanto así, pero no fue brusco - la separó de sí, y la vio a los ojos -como tantas veces antes- al decir:
— Tú no has cambiado nada.
Y ella lo sabía, lo hacía, y no tenía idea de si debía avergonzarse de ello, o ser feliz con ese hecho. Decidió no pensar en ese detalle y pospuso esa evaluación para mañana u otro día donde no se sintiera flotar.
— ¿Por qué a mí no me abrazaste? — Lavi se quejó desde la entrada, mientras dejaba las maletas en el suelo — me siento poco querido — dramatizó, ahora siendo más afín a su "yo" de antaño.
Lenalee rió por primera vez en el día, mientras Kanda bufaba, se sentaba en nueva cuenta, y tomaba otro sorbo a su bebida. Lavi en cambio tomó un desvío a la cocina, y al poco tiempo regresó con otras dos tazas en manos.
— Té, ¿verdad? Recuerdo que te gustaba.
Asintió y agarró el vaso. La bebida estaba caliente, así que sopló un poco para enfriarlo, para su desgracia no hubo el resultado que quería e igual se quemó los labios y en efecto reboté dio una maldición por lo bajo.
— ¿Te traigo agua fría? — Lavi le preguntó y en ese justo momento nació en ella la extrañeza. Kanda antes le habría reprochado por su descuido, Lavi podía haberse reído y luego ayudar y…
— ¿Por qué no vino Allen-kun?
Kanda siguió con la vista en su vaso, en la mesa, y Lavi arrugó la nariz antes de contestar –no estaba sonriendo-.
— En realidad… bueno, no sé lo que pasó entre él y Yuu, creo que simplemente decidieron que se odian, y no podían cambiarlo — jugó con la cucharilla, que estaba en la mesa — y yo… nos peleamos, un poco, demasiado feo como para arreglarlo, y no hablo con él por varios años.
Esta no era una noticia que ella quería, y sintió así que su mundo de pura felicidad se desinfló y cayó sin precedentes. No puede creer que haya pasado eso, no puede ser que Allen, justo Allen, el ser más pasivo de ese grupo - Lavi no lo era, ya que este era un ser horripilante, con lengua venenosa, cada vez que quería - haya sido dejado a un lado por esos dos. Allen era un buen chico. Un buen chico muy solitario por una mala suerte aberrante que le perseguía. Se sintió molesta, y prontamente explotó:
— ¡¿Cómo pueden hacerle eso?! Dejar de hablar con Allen es…
— No sabes lo que pasó — Lavi se defendió rápidamente. Su tono había sonado unas cuantas tonalidades de más, pero al mismo tiempo no dejó que ésta se salga de control —. Las cosas fueron un poco complicadas cuando te fuiste y… algunos amigos por desgracia no duran para siempre.
— Qué es…
— Ya se me hizo tarde para trabajar. Pero Lenalee quédate tranquila, puedes tomar a este lugar como tu casa mientras tanto. Uhm… te pido que por favor no salgas esta mañana, porque no hay una copia de la llave y puede que la casa esté vacía hasta tarde. ¿Tienes alguna pregunta importante?
Le preguntó mientras agarraba unos papeles que estaban en un estante y su maletín que se encontraba descansando encima del sofá. Lenalee impotente, tenía tantas palabras acumuladas en la garganta, que no pudo contestar con rapidez y así él se fue. Ella sintió los labios temblar, y su mirada acusadora se enfocó en Kanda, quien también la enfrentó.
— Ya, déjalo.
— Pero…
— No vale la pena.
El ambiente se volvió tenso, y Lenalee pronto se arrepintió de haber pedido albergue en ese lugar. Enfurruñada murmuró:
— Son de lo peor.
Bien, explico, esta historia está centrada en un tema central que es común, pero quise tocar, el: "Deja las cosas pasar", "El pasado es solo eso: pasado". La trama de la historia en sí es más densa que la de mi primer Allena, ya que no solo será romance, sino que tendrá otros temas, muchos de reflexión de los propios personajes.
Asimismo hago advertencias, habrá violencia, escenas con sangre, - aunque dudo mucho que tortura, y esas cosas, no me sale,- angustia, y... - tengo miedo al anunciar esto, - BL, o sea, tocaré de forma superficial el tema de la homosexualidad. Espero que a pesar de todo esto, alguien me lea, - no seamos crueles, - y... eso, jajaja. Hasta otra queridos.
Historia reeditada. Apuesto que sigue teniendo un quilombo de fallos, pero al menos es… más legible.
¿A alguien le gustó la historia?
