En el pub Irlandés, su mesa de siempre, reunidos. David regresa tras recoger el plato de nachos en la barra. Como siempre, comenzaba su amistosa rivalidad por los snacks, con Emma. Ambos se miraban expectantes, esperando, cada uno, ser el primero en probarlos. La tensión y la atención del grupo en ellos, era palpable.
-Las damas primero –Ironizaba Emma, con una picarona sonrisa.- ¡Vamos!
-Después de ti, por favor –Insistía David, en un reto.
Blanca rodaba los ojos y, es finalmente ella, la que toma el primer nacho.
-Oh, vamos…-Emma golpeaba la mesa, a disgusto.
Robin y Regina se sonreían, mirando a Blanca.
-No podéis ser más imbéciles –Tragaba, tras sus palabras.
Rota la tensión, todos comenzaban a comer del plato.
-Ha comido Blanca, por lo tanto, el punto es para mi –Razonaba David.
-No, ni lo sueñes –Emma tomaba el plato, ahora decidida
-Yo te cedo mi punto –Blanca tomaba la mano de su novio, sonriente.
-Dais asco –Añadía la rubia, limpiándose las manos, sin prescindir de su chaqueta de su chaqueta de cuero, aún estando dentro del bar.
-No seas envidiosa, Emma –Añadía Regina en una sonrisa, esperando la habitual y desconforme explicación de su amiga.
-¿Envidia? –Miraba y señalaba a la pareja.- Deben aburrirse una barbaridad tras tantos años juntos. Quizá si tenga envidia de que David tenga a Blanca, porque…
Regina rodaba los ojos.
-¿Cuántas van esta semana?
-Tres, y estamos a martes. –Emma se ajustaba el cuello de la chaqueta, victoriosa, contestando a Robin.
-Su semana empieza en sábado…-Regina sonreía burlona.
-Eso se llama; pánico al compromiso. Está diagnosticado. –Robin abría la boca.
-¿Eh? Se llama no perder el tiempo.
El silencio se hace mientras todos comen, sentados en una mesa cuadrata, con dos sofás, uno frente al otro. Emma, Regina, Robin sentados en el mismo, eran amplios, mientras Blanca y David ocupaban el otro.
-Mira –Emma miraba hacia la barra, analizando a una muchacha rubia, de muy buen ver.- ¿Qué te apuestas hoy? Venga, rétame –Miraba implorante a Robin.
Robin se rascaba la barbilla, pensativo.
-Deberías anotar todos tus juegos –Proponía Regina, en clara ironía.
-Las tengo. Haré un manual que me volverá de oro. El manual de Emma Swan –Movía las manos, haciendo con ellas la estructura de un gran libro.
-Madre de dios…-Musitaba Regina, llevándose una mano a la frente, resignada.
Robin llamaba la atención de Emma.
-Esta vez, sin hablar.
Emma abría los ojos en demasía.
-¿O es que, sin tus palabras, no eres nadie…? –David añadía leña al fuego.
Emma se levantaba, lo conseguiría. Toma una servilleta y roba un bolígrafo de una mesa vecina, pidiendo disculpas con las manos. Escribe una nota, apenas unas palabras, y se embala a ir donde se encontraba su próximo ligue.
Era observada por sus amigos cuando da unos toques en la espalda de la muchacha, saludándola con una mano, dulce. La chica correspondía, extrañamente sorprendida, hasta que Swan le tiende la nota.
''Me has dejado sin palabras, cariño.
¿Qué te parece si me das un beso y las devuelves?''
Original como ella misma, así era Emma. Una debilidad, realmente exitosa con las mujeres, raro era el día que volviese sola a casa.
Ahora sonreía, con esa sonrisa que vuelve locas a las mujeres… Se acercaba a la muchacha rubia, que aceptaba, previamente alagada y con una suave risa por la treta se la atrevida Emma, a besarla, siendo rodeada por esta.
-Emma…-Se presentaba en un susurro, cariñosa con la muchacha, antes de volver a enredarse en otro.
-Menos de un minuto, increíble. –Musitaba Robin.- Ni una falla, da igual el lugar.
Regina se mantenía ausente, más de lo habitual. Tras su ruptura con Roney, semanas atrás, se mostraba fuerte, lo asumió bien, pero le era inevitable necesitar cariño en ocasiones puntuales, además, su visado se agotaría en apenas un mes si no volvía a encontrar un puesto de trabajo.
Robin la miraba, ilusamente enamorado de su mejor amiga. Le regalaba un cariñoso toque en la nariz-
-Levanta ese hermoso rostro –Le susurraba, dulce.
Blanca y David en su pequeño apartamento del centro.
-Regina no está bien. Somos amigas desde el instituto, ella no muestra sus sentimientos.
-Tampoco quiere contar.
-Es por Roney.-Intervenía enseguida Blanca.- Ese jugador de béisbol la ha dejado trastocada.
-Quizá deberías hablar con ella.
Blanca prensaba los labios.
-Sí. O quizá deberíamos hacerle terapia de grupo, ya sabes, el proceso habitual.
-O llevarla a un club de stripties masculinos. Como diría Emma…
Ambos se sonreían. David se acercaba a Blanca, rodeándola en un abrazo.
-¿Hasta cuando crees que llevará esa vida?
-Hasta que encuentre a la que le pare los pies, la que le cause un estacazo al corazón cuando mire sus ojos.- Miraba a su novio, dulce.
¿Qué os parece?, ¿debo continuarla? Dejad comentarios! :)
